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An-Nasir Yusuf fue un señor ayubí que gobernó Alepo, Homs y Damasco.[1] Era bisnieto de Saladino.[1] Cuando los mongoles invadieron Siria en 1259, no les hizo frente y abandonó sus territorios para marchar al Sinaí.[2] Su propio séquito lo entregó a los mongoles, que se cree que lo asesinaron en 1261.[2]
Tras el asesinato de Turan Shah, el 9 de julio de 1250 marchó desde Homs y se adueñó de Damasco, donde se le recibió con alborozo.[1][3] Dominaba ya Alepo y los emires kurdos de Damasco, ante el asesinato del sultán egipcio por los mamelucos, le invitaron a apoderarse pacíficamente de esta también.[3]
Envió en vano una embajada a Luis IX de Francia, por entonces en Acre, para forjar una alianza contra los mamelucos que se habían hecho con el poder en Egipto.[4]
En el invierno de ese año, emprendió la conquista de Egipto.[4][5][6] Las fuerzas de an-Nasir se enfrentaron a las de Aibek en Abbasa, a unos veinte kilómetros al este de Zaqaziq.[4][5][6] Aunque al comienzo la lid parecía decantarse en favor de los sirios, la deserción[5] de un grupo de mamelucos damascenos y la subsiguiente huida del campo de batalla de an-Nasir determinaron la victoria de los egipcios.[4][7] an-Nasir, empero, logró mantenerse en Siria,[8] y reanudó los esfuerzos por aliarse con el rey francés; esto le sirvió al soberano para obtener mejores condiciones de sus tratos con los mamelucos, a los que no convenía que el monarca se entendiese con el sultán ayubí.[4]
Cuando los mamelucos lograron forjar una alianza con los francos de Luis, el sultán envió fuerzas a Gaza para impedir que los aliados uniesen las suyas, aunque los egipcios en ningún momento lo intentaron.[9] An-Nasir pidió la mediación del califa abasí al-Musta'sim, que obligó a los mamelucos egipcios a pactar con el sultán damasceno.[9][8] A cambio de la cesión a Aibek de Palestina hasta Galilea por el norte y el río Jordán por el este y de reconocerlo como señor de Egipto, este firmó la paz con an-Nasir en abril de 1253.[9][8]
Ante el creciente peligro que suponían los mongoles, firmó una paz de más de dos años y medio con Luis en febrero de 1254.[10] En 1256 firmó un nuevo pacto con Aibek por el que se comprometió a despedir a los mamelucos Bahri que habían entrado a su servicio tras el asesinato de su jefe a manos del sultán mameluco egipcio en 1254.[11] En todo caso, la presencia de tropas egipcias al sur de Palestina impidió que controlase firmemente este territorio; su dominio de las tierras de Alepo y Damasco tampoco era férreo.[12] La región estaba infestada de bandas armadas, algunas de mamelucos sin señor y otras de turcomanos que habían penetrado en la zona desde Irak empujadas por las conquistas mongolas.[12] El comercio se resintió de la inseguridad que aquejaba los caminos.[12]
An-Nasir se negó además a acometer una nueva invasión de Egipto como le solicitaban los mamelucos Bahri y estos, desilusionados con el sultán, se pasaron al servicio de otro príncipe ayubí, al-Mughith, señor de Kerak, que emprendió dos fracasadas invasiones de Egipto en 1257 y 1258.[12] Parte de los mamelucos Bahri, encabezados por Baibars, volvieron al servicio de an-Nasir en 1258, tras el fracaso de las expediciones egipcias.[12] Ese mismo año, el sultán damasceno aumentó sus fuerzas por la llegada de una tribu kurda venida del norte, empujada también por el avance mongol.[12]
An-Nasir había mantenido contactos con los mongoles al menos desde el 1250, quizá con la intención en emplearlos contra sus rivales egipcios y su pariente de Kerak.[12] En 1258, envió a su hijo a tratar con Hulagu pero cada vez quedó más claro que los mongoles solo admitirían la sumisión del sultán damasceno, no su permanencia como señor independiente.[13][14] En septiembre de 1259, un enorme ejército mongol de varias decenas de miles de hombre cruzó el Éufrates y penetró en Siria.[15] Los soberanos de Georgia, Cilicia, Antioquía, Trípoli, los sultanes selyúcidas de Anatolia y otros señores menores de la región se sometieron al kan.[15] El 25 de enero de 1260, los mongoles tomaron la más septentrional de las principales ciudades sirias, Alepo.[15][16] La ciudad fue arrasada y los armenios que acompañaban a la horda mongola quemaron la mezquita mayor; las murallas fueron derruidas.[15][16] Los habitantes fueron vendidos como esclavos.[16] Mientras, an-Nasir permaneció impasible, a pesar de los consejos de sus mamelucos, que le encarecieron que acudiese en auxilio de la ciudad.[15] El sultán, que desconfiaba de sus soldados, no había logrado la promesa del sultán egipcio Qutuz de que se uniría a él para enfrentarse a los mongoles,[16] y no se atrevió a hacerlo en estas circunstancias.[15] Su pasividad ante el avance enemigo, empero, hizo que sus tropas comenzasen a desertar y a pasarse a las filas de Qutuz.[15][17]
Incapacitado por las abundantes deserciones para defender siquiera Damasco, el sultán la abandonó y marchó al sur,[18] al Sinaí.[2] La vanguardia del ejército mongol entró en la ciudad el 2 de marzo, mientras el grueso de su ejército comenzaba a retirarse hacia Azerbaiyán, pues Hulagu deseaba defender los territorios del Cáucaso e Irán de su rival Berke kan tras la muerte en agosto de 1259 del gran kan Mongke.[2][19] El general mongol Kitbuqa quedó solo en Siria,[18] con unos diez o veinte mil hombres, aprestándose a invadir Egipto.[2] El séquito de an-Nasir se lo entregó; el antiguo sultán fue enviado a Azerbaiyán, donde probablemente lo ajusticiaron en el 1261.[2][18]
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