Lectio Divina
Método cristiano para escuchar a Dios / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
Estimado Wikiwand AI, Seamos breves simplemente respondiendo estas preguntas clave:
¿Puede enumerar los principales datos y estadísticas sobre Lectio Divina?
Resumir este artículo para un niño de 10 años
Lectio Divina (del latín: lectura divina ‘lectura orante’) es una metodología de reflexión y oración de un texto.
En Cristianismo occidental como el catolicismo, luteranismo o anglicanismo, Lectio Divina es una práctica monástica tradicional de lectura de las escrituras, meditación y oración destinada a promover la comunión con Dios y aumentar el conocimiento de la palabra de Dios Logos.[1] En opinión de un comentarista, no trata las Escrituras como textos para estudiar, sino como la palabra viva.[2]
Tradicionalmente, la Lectio Divina tiene cuatro pasos separados: «leer, meditar, rezar, contemplar». Primero se lee un pasaje de las Escrituras, luego se reflexiona sobre su significado. A esto le sigue la oración y la contemplación de la Palabra de Dios.[3]
El enfoque de la Lectio Divina no es un análisis teológico de los pasajes bíblicos, sino verlos con Cristo como la clave de su significado. Por ejemplo, dada la declaración de Jesús en Juan 14,27: «Les dejo la paz. Les doy mi paz», un enfoque analítico se centraría en el motivo de la declaración durante la Última Cena, el contexto, etc. En la Lectio Divina, sin embargo, el practicante «entra» y comparte la paz de Cristo en lugar de «diseccionarla». En algunas enseñanzas cristianas, se entiende que esta forma de oración meditativa conduce a un mayor conocimiento de Cristo.[4]
Las raíces de la reflexión e interpretación de las escrituras se remontan a Orígenes en el siglo III, después de quien Ambrosio les enseñó a Agustín de Hipona.[5][6] La práctica monástica de Lectio Divina fue establecida por primera vez en el siglo VI por Benedicto de Nursia y luego fue formalizada como un proceso de cuatro pasos por el Cartujo monje Guigo II durante el siglo XII.[3] En el siglo XX, la constitución Dei verbum del Concilio Vaticano II recomendó la Lectio Divina al público en general y su importancia fue afirmada por el Papa Benedicto XVI a principios del siglo XXI.