En la mitología griega, Éaco era el rey de la isla Egina, situada en el golfo Sarónico. Éaco fue muy famoso por el rigor del sentido de la piedad y la justicia con que gobernó a su pueblo. Sus juicios eran buscados desde toda Grecia, tanto que tras su muerte fue designado juez de las sombras en el Érebo. Éaco fue el ancestro del linaje de los Eácidas, que se regodean tanto en los banquetes como en las guerras. Alejandro Magno trazaba su ascendencia hasta él a través de su madre. Tenía santuarios en Atenas y Egina, y en su honor se celebraba la fiesta egineta de la Eacea (Αἰάκεια). Éaco era uno de los hijos de Zeus a los que él más habría deseado evitar la carga de la ancianidad, pero las Moiras no lo permitieron.