Esta página contiene citas de una persona fallecida hace 105 años.
Pierre-Auguste Renoir (Limoges, Alto Vienne; 25 de febrero de 1841 – Cagnes-sur-Mer, Alpes Marítimos; 3 de diciembre de 1919), más conocido como Auguste Renoir y padre del cineasta Jean Renoir, fue un pintor impresionista francés.
«Desde que la gente anda ganando tiempo, me da la impresión de que la producción va más despacio. Me dicen que un escritor con su máquina de escribir ha parido un libro en tres años. Molière o Shakespeare con una pluma de ganso se escribían una obra de teatro en ocho días y era una obra maestra».[2]
«El mayor artista será el que use menos cantidad de eso que llamamos imaginación».[3]
«¡En lo último que hay que pensar es en hacerse rico! ¡Si conseguimos ser ricos, nos aburriremos mortalmente!».[4]
«Los jóvenes tienen que acostumbrarse a ver por sí mismos, y sin pedir opiniones».[5]
«No restaurar, sino hacer de nuevo las partes estropeadas».[6]
«Llegas a la naturaleza con todas tus teorías y ella te las echa abajo».[7]
«Todo cuanto llamo gramática o primeras nociones del arte se resume en una única palabra: irregularidad (...) Por ejemplo, una columna, si la regularizo con el compás perderá su principio vital (...) Propongo que se cree la Sociedad de los Irregulares. Quien sea irregular debe saber que un redondel nunca debe ser redondo».[8]
«Un artista tiene que comer poco y renunciar a la vida de los demás».[9]
Auto-descripción de su paleta en el periodo impresionista
«Blanco de plata, amarillo de cromo, amarillo de Nápoles, ocre amarillo, tierra de Siena natural, bermellón, laca de granza, verde veronese, verde esmeralda, azul cobalto, azul ultramar; cuchilla de paleta, rascador, esencia de trementina, (...) pinceles de marta, brochas planas de seda».[10]
«Tal profusión de riquezas nacidas de su paleta austera resulta estremecedora en el último cuadro que pintó la mañana del día en el que se acostó para no levantarse más. Había pintado unas anémonas que le llevó Nénette, la criada. Durante varias horas se identificó con esas flores y olvidó sus dolencias. Por fin, hizo una seña para que le quitasen el pincel y dijo "Hoy he aprendido algo... Me parece que estoy empezando a entender algo».[11]