Zoológico de Buenos Aires
ecoparque en Argentina De Wikipedia, la enciclopedia libre
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El zoológico de Buenos Aires fue un zoológico que estaba ubicado entre las avenidas Las Heras y Sarmiento de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Luego de su cierre definitivo en 2016, el sitio se convirtió en el Ecoparque de Buenos Aires.
Zoológico de Buenos Aires | ||
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Entrada principal, en la esquina de la Avenida Las Heras y Avenida Sarmiento, 2013. | ||
Fecha de inauguración | 11 de febrero de 1888 | |
Fecha de cierre |
23 de junio de 2016 (128 años) | |
Localización |
Buenos Aires, Argentina | |
Área | 18 ha (0.18 km²) | |
Coordenadas | 34°34′51″S 58°25′12″O | |
Número de animales | 2500 | |
Número de especies | 313 | |
Sitio web | ||
Fue inaugurado en febrero de 1888 y poseía una superficie de 18 hectáreas. En 2015, albergaba 2.000 especies[1] entre ellas 89 especies de mamíferos, 49 especies de reptiles y 175 especies de aves, y sumaba un total de más de 2.500 animales. En las instalaciones se podían contemplar diferentes especies como osos hormigueros, osos pardos, bisontes, antílopes, hipopótamos, pumas, canguros, leones, camellos, jirafas, rinocerontes, orangutanes, avestruces, cebras, hienas y ciervos.
El 23 de junio de 2016, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta anunció su transformación en un ecoparque.[2] En 2017, diferentes ONG denunciaron el mal estado de los animales, problemas edilicios y abandono. Durante el primer trimestre de ese año dos lobos marinos murieron durante las vacaciones, con tres días de diferencia. La Organización SinZoo denunció que uno falleció por estrés y agotamiento, luego de realizar 15 shows en un día (show circense con animales prohibido por ley 1446), y el otro por hiperingesta tras ser sobre-alimentado por la gente. También causó controversia la muerte de las crías de jirafa Lara y Esperanza, y el escape de dos maras, de las cuales una de ellas murió atropellada por un colectivo.[3][4][5]
El presidente Domingo Sarmiento fue el responsable del proyecto de ley para la creación del Parque Tres de Febrero, en las tierras que pertenecían antiguamente a Juan Manuel de Rosas. El proyecto fue presentado en 1874, y el parque fue finalmente inaugurado del 11 de noviembre de 1875, con una sección zoológica cercana a donde se encuentra en la actualidad. El predio fue propiedad del Estado Nacional hasta que el 30 de octubre de 1888 fue transferido a la municipalidad de Buenos Aires. Fue así que el Intendente de la ciudad, Antonio Crespo, creó el Zoológico de Buenos Aires, que fue separado del parque.
El primer director fue Eduardo Holmberg, quien fue designado en 1888 y permanecería en su función durante 15 años. Holmberg fue el encargado de proyectar la ubicación de los diferentes parques, lagos y avenidas, y comenzar con la exhibición que en ese entonces contaba con 650 animales. En esa época los zoológicos no tenían las funciones que poseen en la actualidad, ya que su función era simplemente la de un paseo recreativo, por lo que el predio contaba con muy poco espacio para los animales y mucho para la recreación de los visitantes. La arquitectura de los edificios donde eran exhibidos los animales respondía al país de origen de éstos, y por esa razón fue declarado Monumento Histórico.
Clemente Onelli fue director desde 1904 a 1924, y su gestión le dio un gran impulso al jardín zoológico. Onelli le agregó un aspecto didáctico, ya que implementó paseos en ponis, elefantes y camellos, lo cual acrecentó la cantidad de visitantes durante el primer año de su gestión, de 1.500 a 15.000.
En este zoológico nació el primer elefante asiático en un zoo del mundo. Es de destacar la importancia que tuvo el Zoo de Buenos Aires en la conquista y exploración de la Antártida a principios del siglo XX, cuando Scott y Shackleton enviaron los ponis manchurianos y perros esquimales en vapor al puerto porteño y los consignaron a órdenes de Onelli, quien acondicionó dos de los edificios para alimentarlos y darles los cuidados necesarios para la aventura polar que iniciarían. Era todo un acontecimiento que vivía la población el traslado de los animales hasta la actual Plaza Italia. Familias enteras ingresaban al zoo por primera vez atraídos por la llegada de estos animales. En 1951 llegaron al predio palermitano los perros esquimales adquiridos por el general Hernán Pujato para los trineos antárticos que permitieron a la Argentina dar los grandes pasos que llevarían algunos años después al General Jorge Edgar Leal a llegar a pie al Polo Sur. Estuvieron allí varios meses permitiendo su entrenamiento y adecuación a las labores que desempeñarían luego en el Continente Blanco. Esa raza junto a otras tres permitieron el mestizaje que dio nacimiento al Perro Polar Argentino, una raza excepcional que se extinguió en los últimos años del siglo XX.
En los años 60 se hizo costumbre que las emisoras radiales y la TV en ciernes, blanco y negro, citaran a padres e hijos a recibir a los Reyes Magos para el 5 de enero en los interiores del zoológico. El asesoramiento veterinario forzó el acondicionamiento moderno de los alojamientos, y, para 1980, amplias nuevas comodidades se dieron en las viejas jaulas de pequeño tamaño que quedaron en desuso. Así, los leones, elefantes, tigres, monos, etc. recibieron nuevas instalaciones. Se readecuaron los lugares destinados a rinocerontes, hipopótamos y se logró, por canje con otros zoológicos del mundo, mejorar la calidad y cantidad de animales en existencia.
En la década de los setenta, las instalaciones del jardín Zoológico ya se encontraban obsoletas. No eran adecuadas para las especies de simios, felinos, hienas, cánidos (dingos, zorros, aguará guazú) y osos, principalmente. El concepto de jaula con barrotes, el espacio escaso de un piso de cemento y la falta de fuentes de agua que en la naturaleza eran parte del hábitat, daba cuenta de que los animales se encontraban en malas condiciones y así lo demostraban la depresión del sensorio y hasta signos de patologías de la conducta que presentaban los simios antropomorfos. La Asociación Cooperadora Amigos del Jardín Zoológico, con personería jurídica, y la colaboración de varios profesionales incluidos veterinarios, trabajaban de forma denodada para obtener fondos. Ese dinero donado era destinado a los arreglos de recintos u otras necesidades.
Por iniciativa del Dr. Romero y el Prof. Fórmica, en 1990 llegaron los dos elefantes africanos a los que luego se sumaría una elefante asiática para dar nuevos aires al reducto de los paquidermos. De este modo convivían 89 especies de mamíferos, 49 tipos de reptiles y 175 especies de aves.
En 1989, Gerardo Sofovich fue designado por el presidente Carlos Menem como coordinador del zoológico, y duró en el cargo hasta la privatización. En 1991 la concesión del zoológico fue dada por 20 años a una empresa privada, de la cual Sofovich era accionista. Luego, la empresa Corporación Interamericana de Entretenimiento se hizo cargo de ella.
En 1997 el conjunto edilicio paisajístico —ambiental y artístico— ornamental conformado por el jardín zoológico fue declarado Monumento Histórico Nacional.[6]
Entre otras actividades, el zoo realizaba visitas guiadas para contingentes, visitas guiadas nocturnas, cumpleaños y cursos para niños y adultos.'
A fines de 2014 la justicia argentina, en un fallo inédito a nivel mundial, autorizó un habeas corpus para liberar a la orangután, considerándola "sujeto no humano".[7]
A partir de ese año, el zoo de Buenos Aires se vio envuelto en polémicas por la actual falta de insumos, animales enfermos e instalaciones peligrosas para los animales y los visitantes. Entre irregularidades que los trabajadores del zoológico denunciaban,[8] también ha sido criticado por la muerte de animales, la falta de mantenimiento en sus instalaciones, etc.[9][10][11] En 2015 se denunció el mal estado de los animales, los problemas edilicios y la desidia y el maltrato contra los animales. Durante las vacaciones de invierno de ese año, murieron dos lobos marinos, con tres días de diferencia. La ONG SinZoo denunció que uno falleció por estrés, luego de realizar quince shows en un día, y el otro por hiperingesta tras ser alimentado por la gente. También causó controversia la muerte de una cría de jirafa y el escape de dos maras, de las cuales una murió atropellada por un colectivo.[3] En una denuncia de la Auditoría General de la Ciudad, se hablaba de que hubo incumplimiento por parte de los gestores de aquel momento, pérdida de 100 especies faunísticas y falta de mantenimiento. Con tal de beneficiar al sector privado, se entregó la concesión a ojos cerrados y sin siquiera corroborar el cumplimiento del contrato por parte del operador. Una coalición de prestigiosas ONG denunció que el objetivo era reconvertir el zoo en un "centro comercial-patio de comidas al aire libre". La idea del Ministro de Modernización de la Ciudad, Andy Freire, incluía la concesión de los edificios, lo que diversas ONG cuestionaron denunciando que los animales quedarían acorralados y que se dejaría en manos de terceros privados sin conocimiento alguno el bienestar de los ejemplares".[12] También se criticó el proyecto oficial que decidía el traslado de los animales del antiguo zoológico a otros destinos aún más precarizados como el zoo de Córdoba, que estaba imputado por maltrato animal. Otros fueron llevados a Tatú Carreta, una reserva de la misma provincia, sospechada de tráfico ilegal de especies pese a tener un presupuesto de 502 millones de pesos.[13]
El 23 de junio de 2016, el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta anunció su transformación. Las ONG que monitorearon la reconversión denunciaron, desde entonces, desmanejos y urgencia por deshacerse de los ejemplares, que incluyeron la muerte de ciervos derivados a la Estación de Cría de Animales Silvestres (ECAS) y de decenas de peces carpas, que fallecieron al ser dejados sin oxigenación en pequeños recipientes. Según Adrián Giacchino, presidente de la Fundación Azara, "el grado de ignorancia y de desprecio por la vida animal ha superado todo límite ético."[14]Se licitaron cajas sin tener definidos todos los destinos y sin los exámenes médicos correspondientes para constatar que el animal era apto para ser trasladado. [15] Inés Sánchez, proteccionista de Proyecto Galgo Argentino, denunció que durante la reconversión a los 1.300 animales que permanecían allí estaban siendo sometidos no solo al horror de tenerlos enjaulados o presos, sino también al estrés sonoro y a la contaminación ambiental de todas las máquinas. Otro caso fue el de los osos andinos, que presentaban una zoocosis avanzada y los tres chimpancés que sufrían diversas patologías por el encierro. Uno tenía coprofagia o ingesta voluntaria de las heces, otro regurgitaba (ingesta del vómito), y el tercero había quedado pelado porque se arrancaba el pelaje.[16] Tras un año de los anuncios, se denunció que los animales permanecían en igual o peor estado.[14] Las autoridades del "ecoparque" sostuvieron que los traslados provocaron la muerte de coipos y cérvidos, un mono tití, y aproximadamente cincuenta carpas del Lago Darwin. Desde la intervención estatal en el zoo de Palermo se había duplicado la cantidad de empleados y[17] Según SinZoo, los peces fueron trasladados en cajones plásticos que, como los dejaron de un día para el otro al sol, muchos murieron. También indicaron que los veterinarios del viejo Zoo pretendían matar mediante la eutanasia a más de doscientas tortugas, tres búfalas y varias llamas.[18] La Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (AFADA) criticó la ausencia de "un plan de acción gradual y creíble para la reubicación de animales". En ese tiempo hubo traslados fatales que terminaron con la muerte de todos los animales trasladados; entre ellos, la jirafa Lara enviada a Río Negro, el orangután Max, el yaguareté Tango y parte de los coipos llevados a la reserva Los Robles, en Moreno. En el caso de los yaguaretés falleció también la hembra, y se denunció la desaparición de tres antílopes negros y que a 12 conejos quisieron aplicarles eutanasia. Desde la intervención estatal en el zoo de Palermo se criticó el ingreso de "30 administrativos, la mayoría de la UADE, sin estudios ni formación que cobraban entre 45 mil y 55 mil pesos", cuando los cuidadores ganaban entre 20 mil y 30 mil pesos.[19]
El 7 de diciembre de 2016, se aprobó la ley para la transformación en la legislatura porteña con fuertes críticas de parte de las diferentes organizaciones animalistas, las cuales sostenían que la ley permitía trasladar a los animales a otros zoológicos del país, o exterior, dándoles las mismas condiciones de vida que tenían en el zoo de Palermo.[20] En 2019 se presentaron nuevas denuncias penales contra el ex zoológico de la Ciudad de Buenos Aires. Y la rinoceronta Ruth, después de una inundación, sufrió una infección que se extendió y terminó matándola. Luego, la jirafa Jackie tuvo una “descompensación generalizada” y perdió la vida. A ellos, se les sumó el deceso, en los meses siguientes, de un oso, un mono, peces carpas del lago Darwin, antílopes, ciervos y, a fines de 2019, la muerte del rinoceronte Gaspar.
El naturalista y Director del Zoológico de Buenos Aires, Holmberg, fue responsable del diseño de los recintos de los animales, por lo que realizaba bosquejos para cada espacio específico. Los recintos originales que tienen la arquitectura que se asemeja al primer animal que vivió, son de Holmberg. Sin embargo, los edificios más del estilo romano se diseñaron y construyeron en la época de Onelli.
El arquitecto Pierre Boucher, profesional de la Oficina de Obras Públicas, destinado en 1892 a cumplir tareas en el Jardín Zoológico de Buenos Aires, fue el encargado de traducir los bocetos de Holmberg a planos de arquitectura y de dirigir las obras.[21]
La arquitectura de estos recintos se pensaba en relación con el lugar de origen de cada animal.
Este fue el único caso en el que la representación arquitectónica no hacía referencia al lugar de origen de los animales o al imaginario sobre su hábitat.
Aproximadamente en 1889, Holmberg había entregado un proyecto a la intendencia para su aprobación. Este consistía en un pabellón de “aspecto grandioso” en forma anular de 150 metros de circunferencia, compuesto por 12 locales y una gran cúpula de vidrio en el centro para que actuara como invernadero. Para la fachada proponía que en la parte superior hubiera una galería sostenida por columnas, ya que por encima de ésta dominaría la cúpula y la entrada sería un “pórtico de estilo” con un tímpano en el remate. Pero este diseño se rechazó, ya que era muy elevado el costo de su construcción.[23]
Ante la necesidad de tener un espacio seguro y definitivo para los felinos, el director estudió los planos y descripciones de los pabellones en los zoológicos de Berlín, Hamburgo, Dresde y Breslavia, todos de plantas longitudinales y resoluciones de tipo palaciego o “estilo Renacimiento”. Por lo que propuso una copia, pero en mayor escala, del edificio polaco (Breslavia), aunque éste no correspondiera a su visión sobre la arquitectura que debía materializarse en el Zoo porteño.
Finalmente, las autoridades aprobaron esta nueva opción del proyecto y la casa se construyó entre 1895 y 1900.[23]
El zoo contaba, entre otros, con algunas especies destacadas de Argentina y del mundo:
Cóndor andino, tortugas marinas, aves rapaces y el laboratorio de biotecnología reproductiva: cuatro de los programas de conservación que llevaba adelante el Zoológico de Buenos Aires desde hace años. A continuación, los invitamos a conocer detalles sobre cada uno de ellos.
Proyecto de Conservación Cóndor Andino
Desde 1991, el Zoológico de Buenos Aires, junto con la Fundación Bioandina Argentina, trabajó en el Proyecto de Conservación Cóndor Andino. A través del programa de incubación artificial, la cría en aislamiento humano y el centro de rescate de ejemplares silvestres, se liberaron 140 ejemplares en Sudamérica. El Proyecto de Conservación Cóndor Andino utilizó, por primera vez, la tecnología satelital para asistir al seguimiento del cóndor en sus grandes desplazamientos diarios. Gracias a ella, se descubrió el uso que hacen del ambiente, sus dormideros, su capacidad de vuelo, sus preferencias de hábitat, entre otras.[cita requerida]
Programa de Conservación de Tortugas Marinas
Desde 2003, el Acuario del Jardín Zoológico de Buenos Aires formó parte del Programa Regional de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas en Argentina (PRICTMA). Con el fin de proteger a las tortugas marinas y a su hábitat, participó -junto con otras instituciones- en diferentes proyectos de investigación científica, educación ambiental y gestión política. La rehabilitación e investigación veterinaria, la telemetría satelital, el estudio de la interacción de las tortugas marinas con diferentes pesquerías y el impacto negativo que les provocan los residuos de origen antrópico son solo algunas de las líneas de investigación que abordaron. Entre 2008 y 2011, el Zoológico de Buenos Aires, conjuntamente con el INIDEP y Wildlife Conservation Society, instrumentó y liberó nueve tortugas verdes y seis tortugas cabezonas. Todas ellas fueron capturadas accidentalmente en pesquerías artesanales y fueron liberadas posteriormente en diferentes ambientes de nuestra costa, como la Bahía Samborombón, el Estuario de Bahía Blanca (Pcia. Buenos Aires) y la Bahía de San Antonio (Río Negro). La información científica obtenida, a través de la telemetría satelital, nos permitió avanzar en el conocimiento sobre la distribución, estacionalidad y uso de hábitat de estos reptiles marinos en nuestro sector costero. Esta información resulta útil para tomar decisiones a favor de la conservación de estas especies y su ambiente. [cita requerida]
Programa de Conservación y Rescate de Aves Rapaces
Este programa tenía como fin la rehabilitación para la posterior reintroducción de aves rapaces; y en el caso de que no puedan ser reinsertas en su ambiente natural, utilizarlas en educación ambiental. Se ha trabajado en la rehabilitación de más de 500 ejemplares.[cita requerida] Con la experiencia adquirida, se comenzó una nueva línea de trabajo con el águila coronada, el águila más amenazada de Sudamérica. El Zoológico de Buenos Aires, el primero en marcar satelitalmente a un individuo adulto de la especie, trabajó -junto a otras instituciones conservacionistas y la Dirección de Fauna Silvestre- en el primer Plan de Acción para la Conservación de esta especie en la Argentina. Los resultados alcanzados aportan al entendimiento de la biología de la especie, sus necesidades de conservación, y colaboran en la creación y fortalecimiento de áreas naturales protegidas en el país.
Centro de Rescate de Fauna Silvestre
Las grandes ciudades plantean grandes y diversos desafíos ambientales. En la región metropolitana, con la mayor concentración humana de la Argentina y las mayores modificaciones del ambiente, los problemas son proporcionales. Sumado a esto, la Ciudad de Buenos Aires funciona como destino concentrador del tráfico ilegal de fauna. En cualquiera de estas situaciones, las especies silvestres son las principales afectadas. En esta realidad, el Zoo de Buenos Aires y la Reserva Ecológica Costanera Sur, crearon el Centro de Rescate de Fauna Silvestre (CRFS), con instalaciones y equipamiento para este tipo de desafío. Si bien se reciben mamíferos y reptiles de diversas procedencias, durante los últimos 15 años, las aves resultaron ser los representantes de la fauna con mayor ingreso. Se han recibido y tratado unas 1.751 aves silvestres. La misión del CRFS es dar una respuesta rápida y precisa al destino de los ejemplares de la fauna silvestre. De esta manera, se constituye en un lugar de referencia para la preservación de las especies y del medio ambiente de la Ciudad de Buenos Aires.
Laboratorio de Biotecnología Reproductiva para la Conservación de Fauna Silvestre
A mediados de los ’90, el Zoológico porteño realizó las primeras experiencias de criopreservación de material seminal de especies silvestres, una técnica que permite conservar material biológico a muy bajas temperaturas, creando un Banco de Recursos Genéticos (BRG), el único en el país dedicado exclusivamente a fauna silvestre en peligro de extinción. Se inició así el Proyecto ARCA (Asistencia a la Reproducción y Conservación Animal). Hacia el 2004 se dio comienzo al Proyecto Felinos Sudamericanos y, finalmente, en 2009, luego de recibir subsidios de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, evolucionó para conformar el actual “Laboratorio de Biotecnología Reproductiva para la Conservación de Fauna Silvestre”, donde se trabaja en la conservación del venado de las pampas, el yaguareté y demás felinos autóctonos, el aguará guazú y otras especies amenazadas del mundo como el lince ibérico. El objetivo del laboratorio es generar un polo de investigación y formación científica sobre biotecnología reproductiva para la conservación de especies silvestres y un “Reservorio Nacional de Recursos Genéticos de Fauna Silvestre”. Actualmente, el BRG almacena más de 6.000 muestras pertenecientes a más de 380 ejemplares que representan a 83 especies.
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