Túpac Amaru II
líder mestizo de la revolución en contra de la corona española en el Perú De Wikipedia, la enciclopedia libre
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José Gabriel Condorcanqui Noguera[3][4][5] (Surimana, virreinato del Perú, 19 de marzo de 1738-Cusco, 18 de mayo de 1781), también conocido como Túpac Amaru II (en quechua 'serpiente resplandeciente') y autonombrado de forma regia como José I,[6] fue un militar y caudillo indígena peruano líder de la gran rebelión contra la corona española en Hispanoamérica. Esta rebelión se inició el 4 de noviembre de 1780 (nueve años antes de la Revolución francesa) con la captura y posterior ejecución del corregidor Antonio de Arriaga,[5] y se desarrolló en el virreinato del Perú y en el virreinato del Río de la Plata, ambos parte del Imperio español.
Túpac Amaru II | ||
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Inca-Rey del Perú | ||
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Inca (proclamado por el Consejo de Amautas y Mamacunas) | ||
26 de noviembre de 1780-18 de mayo de 1781 | ||
Predecesor | Juan Santos Atahualpa | |
Sucesor |
Diego Cristóbal Túpac Amaru (como líder de la rebelión) | |
Información personal | ||
Nombre completo | José Gabriel Condorcanqui Noguera | |
Otros títulos | Curaca | |
Nacimiento |
19 de marzo de 1738 Surimana, Canas, Virreinato del Perú | |
Fallecimiento |
18 de mayo de 1781 (43 años) Plaza de Armas del Cuzco, Virreinato del Perú | |
Familia | ||
Dinastía | Casa Túpac Amaru | |
Padre | Miguel Condorcanqui | |
Madre | Rosa Noguera Valenzuela | |
Cónyuge | Micaela Bastidas | |
Hijos |
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Túpac Amaru II era de origen mestizo y descendiente de Túpac Amaru I, cuarto y último de los incas de Vilcabamba. A la muerte de su padre, Túpac Amaru II hereda el curacazgo de Surimana, Tungasuca y Pampamarca. Era adinerado y se dedicaba al comercio de mulas, usadas en esa época para el transporte de mercancías.[7] Por otro lado, fue criado (hasta los doce años) por el sacerdote criollo Antonio López de Sosa y luego estudió en el Colegio San Francisco de Borja, donde mostró preferencia por lo criollo; llegó a dominar el latín y a utilizar refinadas vestimentas hispanas.[8]También dominó y usó la lengua nativa quechua.
Encabezó la mayor rebelión independentista en el virreinato del Perú. Fue el primero en pedir la libertad de toda Hispanoamérica de cualquier dependencia, tanto de España como de su monarca, implicando esto no solo la mera separación política sino la abolición de los impuestos (mita minera, reparto de mercancías, obrajes), de los corregimientos, alcabalas y aduanas (14 de noviembre de 1780). Además, decretó la abolición de la esclavitud negra por primera vez en la misma Hispanoamérica (16 de noviembre de 1780).
En Perú ha sido reconocido como el fundador de la identidad nacional peruana.[5] Además, fue utilizado como una figura capital para el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), así como por varios movimientos políticos y desde entonces ha permanecido en el imaginario popular.
José Gabriel Condorcanqui Noguera (en quechua kuntur kanki, 'eres un cóndor')[9] nació el 19 de marzo de 1738 en la localidad de Surimana, provincia de Canas (Cuzco, Perú). Fue hijo de Miguel Condorcanqui Usquiconsa y Carmen Rosa Noguera Valenzuela.[10] Su padre fue curaca de tres pueblos en el distrito de Tinta: Surimana, Pampamarca y Tungasuca, cargo que heredó José Gabriel.[9]
Durante su infancia vivió en Surimana, aunque acompañaba a su padre en sus viajes a lo largo del distrito y más lejos mientras éste cumplía sus deberes como curaca y ejercía su oficio de mercader. Estas expediciones continuaron cuando José Gabriel se hizo mayor de edad y asumió el puesto y la profesión de su padre.[11]
Su educación inicial quedó a cargo de los padres López de Sosa y Rodríguez. Por su condición de indígena noble estudió en el prestigioso colegio San Francisco de Borja del Cuzco, dirigida por la orden de los jesuitas para los hijos de los curacas.[11] Posteriormente, estudió en la Universidad de San Marcos.[12] Obtuvo una esmerada educación donde aprendió la doctrina revolucionaria y antiabsolutista propia de la Escuela de Salamanca. Esta doctrina dice que el depositario real del poder (que siempre emana de Dios) era el pueblo y no el rey, y que el primero tenía derecho a la revolución, incluso al tiranicidio, si el segundo no ejercía el gobierno del reino en beneficio del pueblo. Dominaba el quechua, castellano y latín, destacando entre sus lecturas los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega, las Siete partidas de Alfonso X de Castilla, las Sagradas Escrituras, el drama quechua Apu Ollantay, así como posterior y clandestinamente textos de Voltaire y Rousseau, en aquella época censurados.[13]
El 25 de mayo de 1758, contrajo matrimonio con Micaela Bastidas Puyucahua con quien tuvo tres hijos: Hipólito, Mariano y Fernando (todos apellidados Condorcanqui Bastidas); seis años después de su matrimonio fue nombrado curaca de los territorios que le correspondían por herencia. Condorcanqui fijó su residencia en la ciudad del Cuzco, desde donde viajaba constantemente para controlar el funcionamiento de sus tierras.
Como curaca, José Gabriel mantenía derechos sobre la tierra. También tenía intereses en la pequeña minería y campos de coca en Carabaya, al sur, y poseía varias casas y una pequeña hacienda.[11] Heredó 350 mulas de su padre, las que usaba para trabajar el circuito Cuzco, Alto Perú, la ruta de comercio que ligaba Lima y Cuzco con las sumamente importantes minas de Potosí. Las personas lo reverenciaban por su herencia inca y, de acuerdo con muchos, por sus educadas maneras y su disposición a defender al campesino pobre.[11] Debido a sus prósperas actividades económicas, empezó a sufrir la presión de las autoridades españolas quienes lo sometían al pago de prebendas, en especial por presión de los arrieros que vivían en la región de la cuenca del Río de la Plata, quienes intentaban tener el monopolio del tránsito de mineral por el Alto Perú.
A finales de la década de 1770, la apertura de Buenos Aires al comercio del Alto Perú acabó con el monopolio comercial de Lima y significó una mayor competencia para los productores del Cuzco que vendían sus mercancías en Potosí y tenían que competir con las de Buenos Aires e, incluso, los de España. Por otro lado, la extendida sobreproducción a lo largo de los Andes empujó los precios a la baja. Mas aún, en los años 1778 y 1779, un clima extremadamente frío dañó las cosechas y dificultó los viajes. En 1780, Túpac Amaru, quien también experimentó esta crisis, tenía considerables recursos pero, del mismo modo, numerosas deudas. También fue testigo del malestar económico y oyó hablar de él a diferentes autores, desde mercaderes al borde de la bancarrota hasta comunidades que no podían solventar la creciente carga fiscal.[14]
Condorcanqui vivía la situación típica de los curacas: tenía que mediar entre el corregidor y los indígenas a su cargo. Sin embargo, se vio afectado, como el resto de la población, por el establecimiento de aduanas y el alza de las alcabalas, lo que perjudicó fuertemente su negocio de mulas que transportaban mercadería entre el Perú y el Río de la Plata. Realizó reclamos sobre estos temas pidiendo también que los indígenas fueran liberados del trabajo obligatorio en las minas, reclamos dirigidos por las vías regulares a las autoridades coloniales en Tinta, Cuzco y después en Lima, obteniendo negativas o indiferencia. Además, adopta el nombre de «Túpac Amaru II», en honor de su antepasado Túpac Amaru I, el último inca de Vilcabamba, buscando que se le reconociera su linaje real inca por lo cual siguió por años un proceso judicial en la Real Audiencia de Lima, el cual indirectamente le otorgaría el reconocimiento del título de marqués de Santiago de Oropesa a la muerte de la última titular María de la Almudena Enríquez de Cabrera y Almansa en el año 1741.
El 4 de noviembre de 1780 captura, enjuicia y ejecuta al corregidor español Antonio de Arriaga, iniciando con ello la rebelión contra la dominación colonial. Al comienzo el movimiento reconoció la autoridad de la Corona española, ya que Túpac Amaru afirmó que su intención no era ir en contra del rey sino en contra del «mal gobierno» de los corregidores. Más tarde la rebelión se radicalizó llegando a convertirse en un movimiento independentista.
Tupac Amarú II declararía que había considerado realizar la sublevación desde que López de Castilla fue corregidor del Cuzco, pero que en esas fechas era una posibilidad remota.[15]
Su esposa Micaela Bastidas así como familiares de ambos tuvieron una participación de primer orden en el movimiento, tanto en el reclutamiento, abastecimiento y hasta cierto punto en la toma de decisiones. Con el apoyo de otros curacas, mestizos y algunos criollos, la rebelión se extendió, llegando a tener tropas de decenas de miles de combatientes.[16] Entre sus ofrecimientos se hallaban la abolición tanto del reparto como de la alcabala, la aduana y la mita de Potosí.
Su movimiento tuvo dos fases:
Desde un inicio Túpac Amaru II buscó ganarse el apoyo de la iglesia e integrar a indígenas, criollos, mestizos y libertos negros en un frente anticolonial,[17] pero no pudo evitar que la masificación del movimiento convirtiera el accionar independentista en una lucha racial contra españoles y criollos. Durante su máximo apogeo y, especialmente, luego de la captura y ejecución de Túpac Amaru y su familia, la rebelión se extendió de manera sumamente violenta, sin toma de prisioneros y con la práctica de asesinar a cualquier persona que hablase castellano o vistiese a la manera europea; los indígenas que se vestían con moda española también fueron atacados.[17] Así, la ejecución sistemática de los puka kunka (literalmente 'cuellos rojos' o 'gringos') convirtió la rebelión en un auténtico baño de sangre en el que se estima se produjo el asesinato de entre ochenta y cien mil personas.[18]
En el proceso, Túpac Amaru sería excomulgado por la iglesia, por medio del arzobispo de Cuzco Juan Manuel Moscoso. En primera instancia el 17 de noviembre de 1780 sobre la base de ser acusado de liberal por rebelarse ante la legítima autoridad del rey, y posteriormente el 19 de noviembre se adjudicaría el incendio de la iglesia de Sangarará en Tungasuca. También se argumentó que la rebelión era para darle el poder político a una facción cristiana que querían separarse del control del Papa en Roma.[19][20]
“Tengan por público excomulgado, de excomunión mayor, a José Túpac Amaru, cacique del pueblo de Tungasuca, por incendiario de las capillas publicas y de la iglesia de Sangarara, por grasador de los caminos, por rebelde traidor al Rey, Nuestro Señor, por revoltoso, perturbador de la paz y usurpador de los Reales Derechos; y a todos cuantos le dan auxilio, favor y fomento, y a los que le acompañan, si luego que tuvieren noticia de esta censura no se separan de su comunicación, y se desisten de auxiliarlo en su depravado intento; y bajo la misma pena, ninguno se atreva a desfijar este Cedulón del lugar de la iglesia donde se fijare, reservando a Nos la absolución de todo, que es fecho en la ciudad del Cuzco”Moscoso, 1780
Tales excomuniones fueron una noticia muy tormentosa para Túpac Amaru y su esposa Micaela Bastidas, quienes eran devotos católicos, como resalta el líder revolucionario en una carta al obispo.[21]
El católico celo de un hijo de la iglesia, como profeso cristiano en el sacrosanto bautismo, no puede en ninguna época profanar los sagrados tabernáculos del Dios a quien adora, ni ofender a sus sacerdotes, a menos que fuese necesario la detestación de la fe, y abrazar los extremados y torpes vicios del libertinaje, con el abuso de reformar las cargas gravosas de unos fenómenos, titulados corregidores y las mayores pensiones que se han ido introduciendo con la creación de una casa general de aduanas, y más gabelas que se inspeccionan a las miserables puertas de los fieles vasallos de mi nación, propagándolas con inexorabilidad un segundo Pizarro en la tiranía, que no sólo grava a mi nación, sino aun a las demás naciones.Y esperando que otro u otros sacudiesen el yugo de este faraón, salí a la voz y defensa de todo el reino, para excusar los mayores inconvenientes, hurtos, homicidios con otros ultrajes y acciones inusitadas: que aunque hoy se me note de traidor y rebelde, infiel y tirano a nuestro Monarca Carlos, dará a conocer el tiempo que soy un vasallo, y que no he desmentido un punto intencionalmente a mi Santa Iglesia y católico Monarca, pues sólo pretendo quitar tiranías del reino, y que se observe la santa y católica ley, viviendo en paz y quietud. Para lo que envío mis embajadores a ese Cabildo, para que en mucha quietud me entreguen esa ciudad, y no me den lugar a tomarla por la fuerza, porque entonces le entraré a sangre y fuego.
US. I. no se incomode con esta novedad, ni perturbe su cristiano fervor, ni la paz de los monasterios, cuyas sagradas vírgenes e inmunidades no se profanarán en ningún modo, ni sus sacerdotes serán invadidos con la menor ofensa de los que me siguiesen. Los designios de mi saneada intención son que consiguiendo la libertad absoluta en todo género de pensiones a mi nación, el perdón general de mi aparentada deserción del vasallaje que debo, y el total abolimiento de las aduanas, de la extensión de los resortes de la visita del reino, luego me retiraré a una Tebaida a donde pida misericordia, y US. I. me imparta todos los senderos documentos para mi glorioso fin, que mediante la divina misericordia espero, a cuyo fin aspiro, a quien clamo con los mayores ahíncos de mi alma por la importante vida de US. I.Túpac Amaru II, Tungasuca, 12 de diciembre de 1780
Tras negarse a tomar el Cusco sacrificando a los indígenas que los realistas ubicaban en la vanguardia y ante la llegada de un ejército de 17 000 soldados desde Lima, Túpac Amaru II ordenó la retirada de su ejército a su base militar en Tinta, mientras las fuerzas realistas mandan una expedición punitiva de casi 20 000 soldados en su contra. Fue en esta campaña en la que, tras ser derrotado en la batalla de Checacupe, Túpac Amaru II fue traicionado por dos partidarios suyos, el mestizo Francisco Santa Cruz y el español Ventura Landaeta, y es capturado en Langui el 6 de abril de 1781.
Fue llevado al Cuzco encadenado y montado en una mula, ciudad donde ingresó una semana después, «con semblante sereno», mientras las campanas de la Catedral repicaban celebrando su captura. Apresado en la capilla de San Ignacio del convento de la Compañía de Jesús, fue sucesivamente interrogado y torturado[22].
Cuando el visitador español José Antonio de Areche, enviado del rey de España, entró intempestivamente al calabozo para exigirle nombres a cambio de promesas, Túpac Amaru II le contestó: «Solamente tú y yo somos culpables, tú por oprimir a mi pueblo, y yo por tratar de libertarlo de semejante tiranía. Ambos merecemos la muerte».
El viernes 18 de mayo de 1781, en un acto público en la plaza de Armas del Cusco, se cumplió la sentencia de Túpac Amaru II, es decir, 209 años después de la ejecución de Túpac Amaru I. Sus familiares y principales capitanes quienes fueron sacados de sus celdas, custodiados por miembros fuertemente armados de la milicia de mulatos y la de Huamanga, hasta llegar a la plaza donde se habían levantado horcas, también vigiladas por mulatos armados. Los prisioneros iban vestidos con zurrones, que se usaban para traer hierba mate del Paraguay, y con las manos y los pies fuertemente atados.
Diego Verdejo; Antonio Oblitas (sirviente negro que participó del ahorcamiento de Arriaga y posiblemente dibujó un retrato de Túpac Amaru II); el hermano de Micaela, Antonio Bastidas; y Antonio Castelo, fueron las primeras víctimas. Después, fueron ejecutados Francisco Túpac Amaru (tío de José Gabriel) e Hipólito (hijo mayor de Túpac Amaru II y Micaela Bastidas), a quienes les cortaron la lengua antes de ser ahorcados. A continuación, fue ejecutada por garrote Tomasa Tito Condemayta, en algún momento llamada la favorita de Túpac Amaru.[23]
Después, Micaela Bastidas fue llevada a las horcas donde se le intentó cortar la lengua pero se afirma que los verdugos no lo lograron y solo pudieron hacerlo tras su ejecución mediante el garrote.[23]
A José Gabriel, al igual que hicieron con varios de sus lugartenientes, con su tío y su hijo mayor, le cortaron la lengua.[24] Intentaron descuartizarlo vivo, atando cada una de sus extremidades a caballos para que estos tirasen de aquellas y las arrancaran, pero sus intentos fracasaron debido a su contextura física.
Atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. Intentaron por mucho tiempo pero no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire, en un estado que parecía una araña.
Frustrado por esos intentos infructuosos, Areche ordenó decapitarlo.
Su hijo menor, Fernando, gritó al ser testigo de la agonía de su padre.[23] En palabras del geógrafo y viajero inglés Clements R. Markham, quien visitó el Perú numerosas veces a mediados del siglo XIX, Fernando:
Lanzó un grito desgarrador, grito que por muchos años repercutió en el corazón de todos los concurrentes, acrecentado su odio contra los opresores. Fue este grito la sentencia de muerte de la dominación española en la América del Sur.Clement Markham
Tras su muerte, el cuerpo de Túpac Amaru fue despedazado; su cabeza fue colocada en una lanza exhibida en Cuzco y Tinta, sus brazos en Tungasuca y Carabaya, y sus piernas en Livitaca (actual provincia de Chumbivilcas) y en Santa Rosa (actual provincia de Melgar, Puno). De igual forma despedazaron los cuerpos de su familia y seguidores, y los enviaron a otros pueblos y ciudades. Todo ello descrito en el documento español Distribución de los cuerpos, o sus partes, de los nueve reos principales de la rebelión, ajusticiados en la plaza de Cuzco, el 18 de mayo de 1781.
Los científicos que han estudiado este intento de desmembramiento concluyeron que por la contextura física y resistencia de Túpac Amaru II no hubiera sido posible descuartizarlo de esa manera, sin embargo probablemente si le dislocaron brazos y piernas junto con la pelvis. Se teoriza que, aunque hubiera sobrevivido a esta ejecución, hubiera quedado prácticamente inválido.[cita requerida]
A pesar de la ejecución de Túpac Amaru II y de su familia, el gobierno virreinal no logró sofocar la rebelión, que continuó acaudillada por su primo, Diego Cristóbal Túpac Amaru, al tiempo que se extendía por el Alto Perú y la región de Jujuy. Asimismo, se comenzó a evidenciar contra los criollos mala voluntad de parte de la Corona Española, especialmente por la Causa de Oruro, y también por la demanda entablada contra Juan José Segovia, nacido en Lima y el coronel Ignacio Flores, nacido en Quito, quien había ejercido como presidente de la Real Audiencia de Charcas y había sido gobernador intendente de La Plata (Chuquisaca o Charcas, actual Sucre).
Túpac Amaru II y su esposa, Micaela Bastidas, tuvieron tres hijos legítimos: el mayor de ellos, Hipólito Túpac Amaru, fue un destacado comandante del ejército de su padre y lo acompañó durante varias campañas hasta que fue capturado y ejecutado junto con su familia en la plaza Mayor del Cuzco. No se tiene información de si tuvo esposa o cuántos hijos tuvieron, de ser este el caso.
Mariano Túpac Amaru, el segundo hijo de Túpac Amaru II, fue indultado por los españoles luego que su tío, Diego Cristóbal Túpac Amaru, quien asumió el liderazgo de la rebelión, firmara un acuerdo de paz con los realistas. Mariano recibió, como salario, una pensión de 600 pesos y pudo volver a las tierras de su familia. Tuvo conflictos con las autoridades virreinales por relacionarse con María Nieves Paita de Sicuani. Las autoridades, específicamente el corregidor Salcedo, la consideraban una zamba y una prostituta, además de dar a entender que no deseaban que el clan Túpac Amaru se reprodujera.[25] Por lo que Paita, quien se encontraba embarazada, presumiblemente de Mariano, fue arrestada y recluida en el convento de Santa Catalina del Cuzco, de donde fue liberada por Mariano y ocho cómplices el 19 de septiembre de 1782. Se desconoce el destino de María Paita o de su embarazo.[25] Posteriormente, tras una conjura donde se vio involucrado su tío, Mariano fue capturado y desterrado a España muriendo en las costas de Brasil en 1784.[26]
El menor de los hijos de Túpac Amaru, Fernando, al ser un niño de 10 años, no fue ejecutado, pero se le obligó a presenciar el suplicio y muerte de toda su familia y a pasar por debajo de la horca de los ejecutados, para luego ser desterrado a África con órdenes de prisión perpetua, si bien el virrey Agustín de Jáuregui sugirió que no fuera enviado a África sino a España por temor a que alguna potencia enemiga lo rescatara. Frente a las costas de Peniche, Portugal, el navío zozobró, pero Fernando logró sobrevivir y fue llevado a Cádiz, siendo encarcelado en dicha ciudad. Se presume que falleció en España en 1798, víctima de una orden reservada.
Según el periodista Antonio Vergara Collazos, el noble polaco Sebastián de Berzeviczy se casó con la noble indígena Umina Atahualpa teniendo una hija llamada Umina de Berzeviczy Atahualpa, quien contrajo matrimonio con uno de los miembros de la familia de Túpac Amaru teniendo con él un hijo llamado Antonio Túpac Amaru de Berzeviczy, sobrino de Túpac Amaru II. Tras la rebelión, Antonio Túpac Amaru de Berzeviczy huyó a Polonia donde fue adoptado por Wacław Benesz de Berzeviczy adoptando su apellido. Uno de los descendientes de Antonio fue Andrzej Benesz, político polaco y veterano en la Segunda Guerra Mundial.[27]
La rebelión general del Alto y Bajo Perú en 1780 fue encabezada por José Gabriel Condorcanqui con el objetivo de liberar a sus compatriotas de las pesadas cargas a las que estaban obligados por las autoridades españolas desde hacía casi tres siglos, aunque agravadas en la década anterior por las reformas borbónicas: mitas, repartimiento de efectos, tributos, alcabalas y otros derechos; trabajos en corregimientos y obrajes; diezmos y primicias eclesiásticas, y la eliminación de las divisiones en castas. Buscaba la creación de un reino independiente de España, gobernado por una monarquía hereditaria incaica, a través de la creación de un ejército y una administración propias, introduciendo una tributación única a todos los súbditos, libertad de comercio y trabajo.
Con las masas, el Inca iba a comunicarse usando un lenguaje simbólico, de raigambre mesiánica. Ese lenguaje se manifestaba en el uso de instrumentos musicales tradicionales, en el uso de banderas, insignias y vestimentas incaicas, así como del apelativo Inca, que poseía implicaciones mesiánicas (vinculadas al mito de Inkarri), por cuanto el Inca no se mostraba solamente como rey y soberano legítimo, sino también como redentor, restaurador del mundo, salvador de los indígenas, esperándose de él un comportamiento milagroso. Se le otorgaban rasgos divinos o prodigiosos.
Al respecto, las palabras de Túpac Amaru II a su compañero de lucha, Bernardo Sucacagua, afirmando que las personas que murieran siéndole fieles tendrían su recompensa, sugieren que aquel se veía a sí mismo, en principio, como redentor. El obispo del Cuzco afirmó que Túpac Amaru II, había persuadido a los indios de que los que muriesen en su servicio resucitarían al tercer día. Sahuaraura Tito Atauchi afirmó que los indígenas se arrojaban a pelear en las batallas sin temor y ciegamente, pero aun estando malheridos no querían invocar el nombre de Jesús, ni confesarse. Ello se debería a que Túpac Amaru II les había dicho que el que no dijese Jesús resucitaría al tercer día, y los que lo invocaban, no. Igualmente se presentaba el modelo peruano, que preveía la resurrección al quinto día.
El sistema de creencias indígenas aceptaba a Túpac Amaru como dios, redentor y liberador de los oprimidos, vale decir como una figura equivalente a la de Jesucristo. El inca reforzaba esta creencia, al afirmar que los españoles habían impedido a los indígenas el acceso al dios verdadero, siendo él mismo quien designaría personas que les enseñaran la verdad.
El mito de Inkarri, al imaginar el regreso de un Inca para enderezar el mundo injusto, era un símbolo unificador poderoso usado para unificar poblaciones indígenas divididas por la geografía y las fronteras étnicas. Pero también era un símbolo divisionista, cuando no se reunían todas las condiciones necesarias para gobernar; tal el caso de José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II, al que muchos nobles incaicos consideraron un «advenedizo fraudulento», más que un verdadero redentor, aunque él se reivindicara como descendiente del último inca de Vilcabamba, Felipe Túpac Amaru, o Túpac Amaru I.
Para la mayoría de los rebeldes peruanos, la fuente de sus creencias acerca del fin de la dominación española estaba en la concepción que tenían del futuro, por la cual, el Inca que regresa pone término a la dominación española y devuelve el orden al mundo. Igualmente, la muerte del Inca implicaba una destrucción del orden, del principio regente del mundo. La muerte de Túpac Amaru, al ser la muerte de un Inca, era la muerte de un hombre que reunía la tierra, el cielo y los elementos; era la muerte del hijo del sol.[28]
Según el historiador masón Martín F. Lescano, en su obra Las sociedades secretas y políticas en Buenos Aires, se menciona que para el año 1776, el cacique Túpac Amaru II tenía relación con las sociedades secretas masónicas, lo cual generaría sospechas de que fue iniciado en la masonería (aunque no se sabría la fecha exacta de aquella iniciación). Aquellas sospechas se reforzarían porque su esposa, Micaela Bastidas, afirmó que su esposo se había iniciado para conocer la «verdadera luz». Y la potencial prueba más poderosa de su calidad masónica sería habérsele encontrado entre sus posesiones un collar de hierro, con dos platinas pesadas y rodeados de puntas, que hacen manifiesto el título La Orden del Paititi, y del que se señala que Condorcanqui habría sido su Gran Maestro. Incluso se sospecharía que, entre una de las razones por las que se le imputo el cargo de sacrílego en la sentencia de su juicio, estaría el haber sido propagador de ideas contrarias a la religión católica y el Estado confesional, ello debido a su carácter masón.[29] Según la tradición oral masónica. En su casa de Tupac Amarú de la ciudad del Cuzco, que se encontraba en el sector de Mutachacca (actualmente la avenida El Sol), se habrían descubierto ornamentos masónicos para iniciados en el segundo y tercer grado de la masonería, los cuales actualmente están en posesión de la R:. L:. S:. "Koricancha" n.º 40 del Vall:. del Cuzco.[29] También se relata un hecho anecdótico donde Julián Apaza, haciéndose pasar por la persona de Tomás Tupac Katari (socio de Condorcanqui que recientemente había fallecido en la revolución de Challanta) y proclamarse «virrey de las Provincias del Sur» del proyectado Reino Incaico del Perú, envió un emisario indígena, Tomás Calizaya, con el cargo de rey fiscal, para participar en la proyectada sublevación de Copacabana, a su vez que este emisario se presenta ante Condorcanqui con las alegorías de un iniciado masón y «hermano».[29]
Con respecto a cómo, dónde y por quién podría haber sido iniciado en las logias masónicas, se rumorea que a través de su íntima amistad de José Gabriel Condorcanqui con Miguel Montiel (noble limeño), quien era un hombre Cosmopolita (viajando no solo por todo el Virreinato peruano, si no también a Francia y Reino Unido) y con opiniones políticas que coincidían en muchos aspectos con las ideas de la Ilustración y sus críticas a la Monarquía Española (creyendo ambos que la mayoría de súbditos, sean indios o mestizos, tenían una visión idealizada de sus gobernantes españoles "Incas católicos" y errónea de los funcionarios mediocres del Virreinato por su cultura servil), el burgués Miguel Montiel podría haber iniciado a Condorcanqui a la Masonería (en 1777) para luchar contra la ideología católico-monárquica de los limitados e ineficientes españoles, creyendo que dejarse gobernar por España sólo mancillaba su historia y orgullo Inca, anhelando restablecer la grandeza incaica y desarrollando un «nacionalismo inca». Las sospechas se refuerzan porque Montiel vivió 5 años en Inglaterra y era un ávido lector de «libros místicos» con tintes heterodoxos y esotéricos (incluyendo reivindicaciones al paganismo incaico y los misterios de los símbolos andinos contra la ortodoxia católica), así como por referirse a la familia de Condorcanqui como Incas de herencia sagrada, y que pronto «se les vería andar en silla de manos». Sin embargo, no se ha encontrado prueba empírica de que José Gabriel se afiliase por este evento. Pese a ello, no se descartaría la posibilidad real de su filiación masónica (o al menos tener contacto directo con ellos), en tanto que Micaela Bastidas llegó a referirse que, allá en Lima, a «José Gabriel le abrieron los ojos», pudiendo referirse a las acciones de Montiel, Mariano de la Barrera y compañía con ideas políticas producto de las tertulias en casa de Montiel.[30]
Predecesor: Túpac Amaru I Como Inca de Vilcabamba |
Inca Proclamado por el consejo de Amautas y mamacunas 26 de noviembre de 1780 - 18 de mayo de 1781 |
Sucesor: Diego Cristóbal Túpac Amaru (Asumiendo el liderazgo revolucionario) |
Predecesor: Miguel Condorcanqui |
5° Curaca de Surimana, Tungasuca y Pampamarca. 1764-1781 |
Sucesor: Abolición de los cacicazgos y corregimientos. |
La fama de Túpac Amaru II se extendió a tal punto que los indígenas sublevados en los llanos de Casanare, en la región de Nueva Granada, lo reconocieron como "Rey de América".[cita requerida]
Movimientos posteriores invocaron el nombre de Túpac Amaru II para obtener el apoyo de los indígenas, caso entre otros de Felipe Velasco Túpac Amaru Inca o Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, quien pretendió levantarse en Huarochirí (Lima) en 1783.
La rebelión de Túpac Amaru II marcó el inicio de la etapa emancipadora de la historia de Perú. Esta gran rebelión produce una fuerte influencia sobre la Conspiración de los tres Antonios, indicios descubiertos en Chile el 1 de enero de 1781, en pleno desarrollo de la insurrección. Los conspiradores se animaron a actuar gracias a las noticias de los avances de Túpac Amaru II en el Virreinato del Perú.
En Perú, el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (1968–1975) acogió la efigie estilizada de Túpac Amaru II, diseñada por el artista Jesús Ruiz Durand, como símbolo del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas que él encabezaba. Lo reconoció como héroe nacional en 1969, lo cual fue novedad puesto que desde la independencia la figura de Túpac Amaru II fue llevada con indiferencia u omisión por la educación e historiografía oficial peruana.[31]. La primera mención de Túpac Amaru en el gobierno militar ocurrió el 24 de junio de 1969 cuando, en el colofón del discurso por la ley de reforma agraria, Velasco menciona: «Campesino, el patrón no comerá más tu pobreza», la cual la atribuye al rebelde cuzqueño siendo que fue una frase inventada por sus asesores.[32] En su honor renombró uno de los salones principales de Palacio de Gobierno, el hasta entonces llamado salón Francisco Pizarro (que la élite de la Lima republicana creó y mantuvo los primeros dos tercios del siglo XX en su aprecio al conquistador español),[33] retirando además su retrato del centro superior del salón y reemplazándolo por el del rebelde indígena. Así también durante su gobierno se construyó la avenida Túpac Amaru, una de las más extensas (25 km) de la capital y que une Lima Norte (en ese entonces excluido del resto de la ciudad) con el centro de Lima.
Túpac Amaru II es considerado un precursor de la independencia del Perú por antonomasia.[34] Actualmente su nombre y figura es acogida ampliamente por los movimientos indígenas andinos, así como por los movimientos de izquierda política.
En otro sentido, su nombre también fue utilizado por el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), agrupación guerrillera, posteriormente terrorista, que operó en Perú de 1985 a 1997. El MRTA se dio a conocer internacionalmente por la toma de los rehenes de la embajada de Japón (1996–1997) y fue uno de los beligerantes de la época del terrorismo en el Perú (1980–2000).
En Uruguay los Tupamaros también conocidos como Movimiento de Liberación Nacional o por sus siglas MLN-T, fue un grupo insurgente que estuvo activo entre los años de 1960 y 1970, que se denominó como tal por la admiración y respeto que según sus militantes sentían por Túpac Amaru II.[cita requerida]
En Venezuela, inspirados en la guerrilla uruguaya mencionada, el Tupamaro (Venezuela) desarrolló acciones armadas entre 1992 y 1998, para después integrarse a la política formal.
En Estados Unidos, el famoso rapero Tupac Shakur o 2pac (1971–1996) tuvo como nombre de nacimiento el de Túpac Amaru Shakur debido a la admiración que su madre Afeni Shakur (activista de la organización afroestadounidense Panteras Negras) tenía por Túpac Amaru II.
En Argentina el nombre de este líder rebelde fue adoptado por la Asociación Túpac Amaru, un movimiento indigenista político y social surgido en 2001 en la provincia de Jujuy que actualmente tiene presencia en 15 provincias argentinas. También pertenece a la Galería de los Patriotas Latinoamericanos,[35] creada en la Casa Rosada por la presidenta Cristina Fernández en 2010 (año del Bicentenario de la Revolución de Mayo).
Eduardo Galeano recogió la historia de un turista que le preguntó a un niño lustrabotas si conocía a Túpac Amaru. El niño, sin alzar la cabeza, respondió que sí y en un susurro dijo: «Viento es».[36]
Las Logias masónicas han conmemorado su ideal liberal, fundando logias en su honor,[37][38] como la Gran Logia Tupac Amaru N°42,[39] y erigiendo bustos en su honor en las calles de Lima,[40] así como adornar logias con cuadros de Condorcanqui (y reclamar tener bajo su posesión, reliquias que fueron propiedad de Tupac Amaru en vida).[41]
Túpac Yupanqui Sapa Inca | Mama Ocllo Coya Coya Inca | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Huayna Cápac Sapa Inca | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Manco Inca Inca de Vilcabamba | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Túpac Amaru I Inca de Vilcabamba | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Felipe Condorcanqui | Juana Pilcohuaco Ñusta | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Blas Condorcanqui Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca | Francisca Torres | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Sebastián Condorcanqui Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca | Catalina Usquiconsa | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Miguel Condorcanqui Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca | Rosa Noguera Valenzuela | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
José Gabriel Condorcanqui Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca Túpac Amaru II | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
El litigio comprende los años 1777–1780, donde el cacique don José Gabriel Túpac Amaru enfrenta en la Real Audiencia de Lima a Don Diego Felipe Betancur Túpac Amarú, quien estaba representado por su nieta María Gertrudis Avendaño Betancur y su esposo Don Vicente García Rodríguez.
El Árbol genealógico presentado por José Gabriel Túpac Amaru fue el siguiente:
Previo a la gran rebelión de Tupac Amarú, en agosto de 1776, un tal Don Diego Felipe Betancur, mestizo cuzqueño del siglo XVIII que buscó legitimarse (ante las instancias superiores del virreinato peruano) como el descendiente único y legitimo del soberano Felipe Túpac Amaru para así solicitar el Marquesado de Santiago de Oropesa (proceso que había iniciado desde 1751), vino con una acusación a las autoridades del Cuzco contra el cacique Don José Gabriel Túpac Amaru, en el que lo declaraba como un impostor, exigiendo que se retiren todos los cargos y privilegios que el poseyera, además de pedir que presente su partida de bautizo y el de sus antepasados como defensa. Betancur, como hijo de Don Bernardo de Betancur Hurtado de Arbieto y Doña Manuela Túpac Amaru Arce, añadió ser el legítimo heredero de los Cacicazgos de Surimana, Pampamarca y Tungasuca, ya que supuestamente su madre Manuela era hija de un tal Lucas Túpac Amaru (que supuestamente descendía de Felipe Túpac Amaru),[46] que era «cacique de Tungasuca, y que estaba casado con Gabriela de Arce, presentando su árbol genealógico.[47] Según historiadores como Rocío Quispe-Agnoli y José Antonio del Busto, esto se habría dado a través de documentación falsificadas y por medio de las amistades de su esposo Bernardo de Betancur Hurtado de Arbieto, quienes eran altos funcionarios virreinales; por ello, Doña Manuela lograría obtener sus privilegios propios de los nobleza incaica en la década de 1690 tras convencer al Magistrado del Cusco, al protector de los naturales y hasta el propio conde de Monclova de ser descendiente de Don Felipe Túpac Amaru por la rama de Juan Tito Túpac Amaru (supuesto hijo del soberano); sin embargo, tenía mayores aspiraciones con reclamar el codiciado marquesado de Santiago de Oropesa,[48] cuyas pretensiones nobiliarias en 1703 fueron heredadas a su hijo Diego Felipe Betancur Túpac Amaru, en tanto que desde julio de 1741 el título había sido retenido por la Corona en vista de que no existían descendientes directos, por lo que Betancur aspiraba a solicitarlo en calidad de descendiente de un pariente colateral de Sayri Túpac.[49]
"que por fin y muerte del Marques de Alcañisis, se esta siguiendo pleito en los Reynos de España, a falta de descendientes y siendo yo (Diego Phelipe) el único de los inmediatos, e despachado los instrumentos y de mas papeles pertenecientes a dicho mayorazgo a fin de que se declare a mi favor de los quales no e tenido resulta alguna a catorce años por distintos apoderados y solamente e tenido recibo de Don Joseph Antonio Telleria de aver apercibido dichos papeles y el dinero que remití para este efecto y dicho recibo esta en mi poder y en estas pretensiones e gastado los pocos pesos que Dios me a dado como les consta a la dicha mi mujer y a mis hijas así lo declaro para que conste"Felipe Betancur, 1777
Historiadores como John Rowe y José Antonio del Busto mencionan que meses antes del suceso, el mencionado Vicente José García había ido a Pampamarca y, a través de engaños (autonombrándose apoderado de los nobles incas), logró extraer de la parroquia varias partidas de nacimiento, bautizo y casamiento de los Túpac Amaru, a su vez que manipuló y falsificó información en favor de su suegro. Dándose cuenta de la trampa de los Betancur, además de notar el apoyo de importantes funcionarios del Cuzco (puesto que muchos eran amigos o familiares de Felipe a través del matrimonio de sus hijos con criollos), José Gabriel acudiría a la Real Audiencia de Lima, esperando encontrar allí el apoyo de la justicia colonial.
Los Betancur afirmaban descender del último Rey Inca de Vilcabamba (Tupac Amarú I) por la línea de un tal Juan Túpac Amaru, mientras que José Gabriel Túpac Amaru por la línea de Juana Pilcohuaco. Muy aparte de ello, y según su memorial, Libro de genealogía de don Diego Felipe Betancur Tupa Amaru, Diego Felipe Betancur había logrado ser admitido en el Consejo de los 24 Electores Incas como un segundo representante de la panaca de Huayna Cápac y esperando ser elegido Alférez Real Inca.[50][51][52]Debido a su avanzada edad, así como las enfermedades que le aquejaban, Diego Felipe delega sus derechos y procesos pendientes a su nieta María Gertrudis Avendaño Betancur-Túpac Amaru y al capitán Vicente García Rodríguez. Según los escribanos, Diego Felipe murió poco antes de junio de 1778, pero su testamento sería manipulado por su representante Vicente García. Posteriormente, solicitó a finales de 1778 que el Consejo de los 24 Electores Incas del Cuzco lo acepten en calidad de Apoderado, lo cual según él consigue. Según las denuncias presentadas por miembros del Consejo en 1783 y 1784, el tal Vicente García había extraído de las dependencias de los Incas los archivos correspondientes a los años 1595, 1739 - 1676 y 1685 -1780, extraviando también varios documentos importantes que no convenían para la reconstrucción del árbol genealógico de Don Diego (perdiéndose la elección anual realizada entre 1769 a 1779). Fue así que logró hacer que su patrocinado, Diego Felipe de Betancur Túpac Amaru, apareciera en los archivos del Consejo del año 1779 como “Segundo Elector Inca de la casa de Huayna Cápac”.[53]
Son muchos autores los que postulan que los documentos presentados por los Betancur Túpac Amaru eran falsificaciones de principios del siglo XVIII. Por ello, debido a las inconsistencias el cacique Don José Gabriel Túpac Amaru manifestó ante la Real Audiencia lo siguiente:
“Conque, si Don Juan Tito fuese hijo de Don Felipe Túpac Amaro, tendría éste desde el año cuarenta y cuatro esos nietos naturales legitimados, como hijos de Don Juan Tito Túpac Amaro habidos en varias mujeres. ¡Rara monstruosidad! El año de mil quinientos cuarenta y cuatro, aún no había nacido Don Felipe Túpac Amaro, que se supone abuelo de esos nietos legitimados; de suerte que en todo es admirable la línea de Don Diego Betancur; porque Don Felipe Túpac Amaro tuvo nietos aun antes de nacer, y Don Diego tiene un tercer abuelo, cual es Don Juan Tito Túpac Amaro que hasta ahora no ha nacido. […] Notará Vuestra Alteza que la Real Cédula habla con Don Juan Tito Túpac Amaro, hijo de Don Felipe Túpac Amaro; tres veces lo nombra, pero a la cuarta prosigue en estos términos: “que vos guarden y hagan guardar y cumplir a vos Don Alonso Tito Atauchi, Inga, y a los dichos vuestros hijos e hijas, etcétera”. Si la Real Cédula se dirige a Don Juan Tito Túpac Amaro y a sus hijos, si con él habla y repite su nombre tres veces ¿por qué a la cuarta ya se termina a Don Alonso Tito Atauchi y manda que a éste se le guarden todos los privilegios en dicha Real Cédula contenidos? Este es un renuncio conocido, y es un habérseles ido la mano al tiempo de copiar la verdadera Real Cédula de dicho Don Alonso Tito Atauchi, porque Dios permite accidentes, para que no prevalezca la falsedad; luego este testimonio de dicha Real Cédula es falso, falsa su encapitación, falsa la existencia y falso todo lo que, en virtud de ella, han obrado Doña Manuela, Don Diego Bentancur y Don José Vicente su apoderado y protector; porque hacer la falsedad o usar de ella importa lo mismo, para lo que es la punición de este atroz, gravísimo delito…”José Gabriel Tupa Amaro, 1777
Mientras tanto, las pruebas, presentadas por José Gabriel Tupac Amaru con respecto a su ascendencia Inca, fueron las siguientes:
El litigio no tuvo ganadores y ambas familias perdieron mucho, tanto su honor como grandes sumas de dinero en juristas, genealogistas, apoderados y heraldos. El mismo cacique don José Gabriel Condorcanqui contrajo una deuda de aproximada de 8000 pesos en Lima. Actualmente mucho se especula sobre cual habría sido el resultado, pero a ciencia cierta, la Real Audiencia nunca emitió un veredicto final en favor de ninguno de los litigantes, aunado a que los documentos del proceso fueron destruidos casi en su totalidad tras la Gran Rebelión de 1780.[54][55] según los historiadores Tomson[56] y Lewin,[57] las autoridades españolas de la Real Audiencia de Lima podrían haber ralentizado el proceso, por causa de un temor en que los litigantes (Túpac Amaru y Betancur), de lograr el reconocimiento jurídico del linaje que se atribuían como descendientes de Túpac Amaru I, entonces fuesen a reclamar la herencia del Marquesado de Santiago de Oropesa como efecto colateral, que estaba retenido en esas épocas por la Corona. Por lo que para los jueces del Virreinato del Perú, ni Túpac Amaru o Betancur, aún teniendo apoyo de los Incas del Cuzco o de los indios plebeyos, y aún si hipotéticamente pudieran haber demostrado su ascendencia, no habrían podido legitimarse como descendientes de Túpac Amaru ni recibir ese reconocimiento por parte del gobierno español con facilidad. En el año de 1779 José Gabriel se encontraba sumido en el disgusto absoluto con respecto a lo que consideró un mal actuar de la justicia virreinal y de las autoridades españolas. [15][58]
“Es interesante la sugerencia de Garrett, quien señala que para los incas cuzqueños las pretensiones de Betancur resultaban preferibles a las de Tupa Amaru. Los Betancur se encontraban estrechamente vinculados a la élite criolla del Cuzco. Sin embargo, creemos que esta relación fue manipulada para que Don Diego lograra ser declarado como descendiente del Marquesado de Oropesa. En cambio, José Gabriel Condorcanqui Tupa Amaru fue visto como un usurpador del término “Inca” por haberse puesto la Mascapaycha sin corresponderle. Estas actitudes habrían provocado el rechazo del Cabildo de los 24 Electores y de toda la nobleza Inca de la ciudad del Cuzco, quienes argumentaban, de acuerdo con la tradición, que solo el alférez real de los incas, el alcalde mayor y el alguacil podían ponerse esta insignia".Donato Amado, 2017
El Consejo era consciente de que José Gabriel era descendiente legítimo de los incas de Vilcabamba ya que la misma institución en el pasado si había aceptado a su tío-abuelo (don Bartolomé Túpac Amaru), pero hubo preferencia a Diego Felipe Betancur porque José Gabriel se atribuía la primogénita imperial, definiéndose así mismo como «descendiente de la Sangre Real y Tronco Principal de los Reyes Incas que gobernaron estos Reinos del Perú», desconociendo totalmente al Consejo y su autoridad. Por lo que concluyeron percibir a José Gabriel como una persona que estaba excediendo sus reclamaciones por sus tintes mesiánicos, y que merecía un justo castigo por ello por parte de la institución (no habiendo influencia alguna, en la oposición del Consejo, la defensa de José Gabriel a los Indios plebeyos). [54][55]
"Josef Gabriel Condorcanqui y Noguera fingido Tupa Amaro, y supuesto cacique de pueblos, que no era ni pudo ser, porque fue un pobre arriero de vil e ignorada extracción, y de padre ignoto por ser de extraño fuero, y su madre una india vilisima sujeta a las contribuciones de tributo y otros servicios personales que son propios de sus natales, y origen" (...) "Josef Gabriel que como extranjero en la sucesión de los ingas usurpó el apelativo de Tupa Amaro a la leal y fidelísima casa de don Diego Felipe de Betancur Tupa Amaro, Urtado de Arvieto, Fiesto y Cardona Inga, que es uno de los Electores de Alférez Real que obtuvieron título de este Superior Gobierno, por el suso dicho, sus hijas, nietas y bisnietas, se les ha declarado la legitima descendencia del Inga don Felipe por la linea legitima de don Justo Titu Tupa Amaro su legítimo hijo…".Comisario del Consejo de Incas Electores del Cusco (1779)
También influyó en la decisión del consejo que había una fuerte superstición en aquel decenio de 1770, presentándose un miedo general hacia un mito y profecía indígena puesto que por aquellos años se temía la venida del «año de los tres sietes» (1777) en dónde se decía que iba a «coronarse un Rey Inca». Toda la aristocracia indígena del Cuzco era conocedora de la profecía del «retorno del Rey Inca», quién iba a erradicar al régimen español, expulsando así a los «extranjeros españoles»; pero a este orden político pertenecían y apoyaban con fuerte convicción los electores incas del Cusco, ya que su autoridad y privilegios dependían del gobierno español, por lo que temían una guerra civil que los perjudicara.[54][55][15]
"Los Indios se figuran que por profecía de San Luis Beltran y Santa Rosa han de restablecer la Dominación de estos Reinos el año de los tres 777 que corresponde al presente de 1777."Carta del ex-corregidor del Cuzco, Manuel López de Castilla, al virrey Manuel de Guirior (11 de junio de 1777)
“Todos los indios de este Reyno se habrían de alzar contra los españoles y se les habría de quitar la vida, empezando por los corregidores, alcaldes y demás gente de cara blanca y rubios. Que en esto no tuviesen dudas, pues tenían los indios del Cusco nombrado Rey que los gobernase”.Orcohuaranga, 1776
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