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elección voluntaria de no tener hijos; incluye evitar tener hijos biológicos, adoptados o hijastros De Wikipedia, la enciclopedia libre
Sin hijos por elección, libre de hijos, hijos no o no procreación (en inglés childfree y childless by choice) son términos usados para describir a quienes no tienen ni desean tener hijos por diversas causas. Por extensión, el término sin hijos por elección designa a movimientos u organizaciones[2] que defienden la no procreación.[3]
La decisión de no tener descendencia es radicalmente distinta a la imposibilidad de tener hijos, ya sea por causas afectivas, biológicas o socioeconómicas.
La elección de no procrear, disociada de las prácticas sexuales heterosexuales, ha sido una opción real para un amplio sector de la población desde el desarrollo y comercialización de la píldora anticonceptiva en la década de 1960 junto con otros métodos anticonceptivos. Los grupos o movimientos sociales sin hijos por elección, (childless by choice), normalmente parejas sin hijos, surgieron en la década de 1970; los más destacados fueron The National Organization for Non-Parents (1972-1982) en Estados Unidos y No Kidding international fundada en 1984 —en Canadá, Estados Unidos y otros países— y Kidding Aside, fundada en 2000 en Gran Bretaña.[4] Estas organizaciones no solamente promueven la no procreación, también algunos de sus miembros defienden espacios libres de niños y acogen, tanto a quienes quieren esterilizarse para no procrear como a aquellos que no pueden tener hijos por problemas de fertilidad con el objeto de ayudarles a vivir plenamente sin hijos.[5]
Aunque existen publicaciones sobre estas organizaciones sus miembros no necesariamente comparten una misma filosofía, ni principios políticos o económicos similares. Las organizaciones Sin hijos por elección son de naturaleza social, no económica ni política. Hay, sin embargo, una serie de planteamientos e intereses comunes y la política y el activismo social a favor de estos intereses si que es común a sus miembros.[6]
El término "childfree" tiene matices distintos al término "childless" ('sin hijos'). En el primer caso se afirma la decisión de no tener hijos, mientras que el segundo incluye la situación de no poder tener hijos a pesar de querer tenerlos. El Oxford English Dictionary tiene una entrada para la palabra "childfree" desde 1913. El término aparece de nuevo el 3 de julio de 1972 en la revista Time, en un artículo sobre la creación de la National Organization for Non-Parents.[4] El término volvió a utilizarse en la década de 1990 cuando Leslie Lafayette fundó un grupo Sin Hijos (Childfree Network).[7][8]
Es de interés, para el debate de la procreación, las controversias sobre el libre albedrío, el problema del mal y su relación con la procreación mantenidas con radicalidad por los maniqueos (procrear es colaborar con el mal, por lo que también lo es el matrimonio) frente a las posiciones oficiales de la iglesia católica que entienden el matrimonio y las relaciones sexuales alejadas de la concupiscencia y dirigidas a la procreación y que ya recoge San Agustín.[9][10]
Para el dualismo ético en el que se inspira el maniqueísmo la generación de nuevos seres (procreación) es un mal; por lo tanto la concupiscencia es mala, la procreación es mala y el matrimonio es malo.[11] Agustín, primero maniqueísta y luego, convertido al catolicismo, criticará al maniqueísmo y mantendrá que el matrimonio es un bien que reprime la conscupiscencia, la canaliza, encauza la generación, preserva de los adulterios y excluye el concubinato.[9]
El maniqueísmo, al que Agustín de Hipona se adhiere en 373, atraído, entre otras razones, por la explicación racional del mundo y del origen del mal -asunto que siempre había preocupado a Agustín- ofrecía una explicación del problema del mal de la que se derivaba la teoría del dualismo o las "dos almas", una buena y otra mala. Esta explicación satisfacía a Agustín —en aquel momento enredado en los placeres de la carne— ya que era una excusa que lo absolvía de la responsabilidad —era su "alma mala" quien pecaba, no era él—.[12]
Aunque Agustín de Hipona realizó proselitismo a favor de los maniqueos y en contra de la Iglesia Católica, poco a poco se fue alejando hasta su conversión al catolicismo en el 386. Sus escritos contra los maniqueos (De moribus Ecclesiae catholicae et Manicheorum, De Genesi contra Manichaeos y De libero arbitrio, 387-395), nos permiten conocer parte de los pensamientos del maniqueísmo. En concreto, su consideración inmoral de la procreación, ya que —de acuerdo a su sistema de creencias— las almas quedaban atrapadas en los cuerpos mortales.[12] Con el objeto de prevenir el embarazo los maniqueos recomendaban practicar la abstinencia[13] y, como criticaba Agustín, no prohibían la unión con mujeres (aunque sí el matrimonio), pero les enseñaban a conocer los tiempos en que se podía proceder a la unión con la mujer sin "riesgo" de generar hijos.[14]
¿No sois vosotros [maniqueos] quienes consideráis que la generación de los hijos es un pecado mucho más grave que la unión de los sexos, ya que por la generación el alma queda ligada a la carne?...¿No sois vosotros quienes nos aconsejabais que nos abstuviésemos del comercio sexual durante el período en que la mujer es más apta para engendrar para evitar que el alma quedase así atada a la carne? Las nupcias unen al hombre y a la mujer por causa de la generación de los hijos... no es un matrimonio donde se procura que la mujer no sea madre, por lo cual, ciertamente, prohibís las nupcias y no podéis defenderos de este crimen que ya fue profetizado de vosotros por el Espíritu Santo. Agustín de Hipona, De moribus ecclesiae catholicae et de moribus manicheorum, Lib. II, párrafo XVIII).[14]
Ya convertido, Agustín de Hipona, todavía preocupado por el problema del mal innato y precisamente por su parecido con el pecado original, fue acusado por los pelagianos de ser maniqueísta. Agustín finalmente encontrará la solución —al problema del mal del dualismo maniqueo— en el libre albedrío.[12][13][15]
Los cátaros (siglo X-siglo XIII), considerados heterodoxos heréticos por la jerarquía de la Iglesia católica, de tradición gnóstica pero influenciados por el maniqueísmo en cuestiones sexuales y de procreación, también se oponían radicalmente al matrimonio con fines de procreación, ya que consideraban un error traer un alma pura al mundo material y aprisionarla en un cuerpo. Además, consideraban que la procreación era como hacerle juego al demonio (como el matrimonio), pues prolongaba una especie creada en gran parte por él.[16][17]
La National Organization for Non-Parents (N.O.N.) (Organización Nacional para No-Padres (NON) se fundó en Palo Alto, CA por Ellen Peck y Shirley Radl en 1972. N.O.N.[4] Se creó para hacer visible la idea de que tanto hombres como mujeres pueden elegir tener o no tener hijos. La organización cambió su nombre a National Alliance for Optional Parenthood (Alianza Nacional para la Paternidad Opcional), continuó en la década de 1980 tanto como un grupo de apoyo para aquellos que toman la decisión de no tener hijos como grupo enfrentado al pronatalismo. De acuerdo con sus estatutos, el objetivo de la organización era tanto educar al público sobre la no paternidad como un estilo de vida válido y satisfactorio, apoyando a aquellos que deciden no tener hijos, dando a conocer el problema de la sobrepoblación, y colaborando con grupos de similares objetivos. La sede de la NON estuvo inicialmente en Reisterstown, MD; a continuación en Baltimore, MD y después en Washington D. C..[18]
El Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria es una organización adscrita a la ecología profunda que respalda la extinción voluntaria de la especie humana a favor del bienestar de miles de otras que sufren extinción o deterioro infligidos por la humana. La organización no aboga por el asesinato, el suicidio, el aborto, ni ningún método violento; en cambio, propone que todos los humanos se abstengan de reproducirse por lo que se pueden integrar dentro de los grupos que defienden la No procreación.[19]
Existen diversos factores que motivan a no tener hijos:[20][21]
Un estudio de 2003 (Censo de EE. UU.) encontró que un 19% de las mujeres entre 40 y 44 no tenían hijos (en 1976 el porcentaje era del 10%). El porcentaje de mujeres estadounidenses en edad de procrear que no han tenido hijos por decisión propia aumentó del 2,4% en 1982 al 4,3% en 1990 y al 6,6% en 1995. En general, los investigadores han observado que las parejas que han decidido no tener hijos tienen un nivel educativo mayor, más posibilidades de ser empleadas en trabajos medios y altos, viven en zona urbana, son menos religiosos, menos tradicionales y menos convencionales.[24]
El economista David Foot, de la Universidad de Toronto llegó a la conclusión de que la educación de la mujer es el determinante más importante en la posibilidad de procrear. Del mismo modo advirtió que cuanto mayor es el nivel educativo, es menos probable que ella tenga hijos.[25]
En el estudio del año 2006 de Gerardo Meil Landwerlin Padres e hijos en la España actual señala, según el censo de 2001, que se ha producido una reducción general en el número de hijos en los últimos 30 años, se indica que las parejas sin hijos (con edad de la persona de referencia entre 16 y 64 años, alcanzaban la cifra de 1.261.515, aunque la situación más frecuente es la de la familia biparental con dos hijos (2.867.510), seguida muy de cerca por las familias biparentales con un hijo (2.606.233). Las familias monoparentales encabezadas por una mujer (1.329.960) son más frecuentes que las familias biparentales con tres hijos (782.743) y que las familias de cuatro o más hijos, que son muy infrecuentes (211.922).[26]
Según el estudio el modelo de convivencia en una familia típica compuesta por una madre, un padre y sus hijos dependientes, tiene cada vez menos peso en las formas de vivir de la población española. Si en 1988 las parejas con hijos dependientes suponía el 66% de todos los hogares, en 2001 habían descendido hasta el 54%. Comparativamente con la Unión Europea, sin embargo, esta proporción todavía sigue siendo elevada, pues los correspondientes valores para la media comunitaria de UE-15 eran de 52% y 46%, respectivamente (según Eurostat, 2005: 180).[26]
Por otra parte se destaca el aumento de hogares de una madre con hijo o hijos, también del padre pero en menor medida y de hogares unipersonales.[26]
La crítica y la controversia rodea a los Sin hijos por elección tanto desde razones sociopolíticas como económicas y religiosas.
Algunos opositores[¿quién?] de la decisión de no tener hijos la consideran egoísta. La razón de esta posición es la afirmación de que criar hijos es una actividad muy importante, de hecho para Virginia Postrel, defensora la posición Sin hijos, "tener hijos es la obra más importante para la mayoría de la gente" pero no tenerlos no significa que se vive una vida sin importancia ni tampoco que esa vida esté al servicio exclusivo de uno mismo. Muchos prefieren dirigir su tiempo, energía y talento a otros lugares y asuntos, en muchos casos a mejorar el mundo que los niños de otros van a heredar. Además, tener hijos, también puede considerarse egoísta.[27][28]
David Benatar[29] sostiene que en la decisión de traer un niño a este mundo no se cuenta (no se puede contar) con la opinión de la persona que se trae, es el deseo de los propios padres (para traer una vida al mundo, para disfrutar de crianza de los hijos, para sentir que se perpetúan, para dejar sus bienes, para ser cuidados de mayores...) la clave de la decisión. Por lo tanto una persona que decide no tener hijos no es más egoísta que una persona que ha decidido tener un hijo. Desde la perspectiva del gen egoísta lo serían quienes quieren tener o tienen hijos.
La cuestión de si tener hijos es realmente como una contribución positiva para el mundo en una época en la que existen problemas superpoblación, contaminación y agotamiento de los recursos naturales debe considerada y cuestionar el paradigma tradicional de la reproducción como garantía de la supervivencia de la especie. Algunos críticos[¿quién?] argumentan que este tipo de análisis puede subestimar los beneficios que la reproducción y el aumento de la población conllevan: una fuerza de trabajo mayor, mayores oportunidad para resolver problemas sociales, rentabilidad económica y social mayor.[30]
Para algunos de los Sin hijos la sobrepoblación es un problema grave cuestionando las ayudas, subsidios y apoyo institucional a la procreación y la natalidad (no a las ayudas sociales, sanitarias o escolares para cuidar a los niños una vez han nacido si disponen de pocos recursos) aunque también las ayudas a las familias numerosas. Así, en Estados Unidos critican la denominada Earned Income Tax Credity.[31]
Para otros la superpoblación es un problema en sí mismo, relacionado con otros como el calentamiento global, la urbanización del mundo, el suministro de alimentos, los conflictos de orden público que se derivan de la pobreza y la escasez y en general de los límites del crecimiento del planeta Tierra.[32][33]
Algunos Sin hijos consideran que los incentivos gubernamentales o empresariales ofrecidos solamente a quienes son padres —desde las reducciones fiscales generales y locales por hijos, mejores precios en acceso a numerosos servicios, preferencia en los servicios, etc.—, son intrínsecamente discriminatorios para los que no tienen hijos. Por ello solicitan su eliminación, reducción, o la extensión de incentivos a otras categorías de relaciones sociales que pueden demandar con igual o mayor razón un tratamiento favorable (enfermos, discapacitados, personas mayores, personas solas, etcétera). La situación es muy diversa según los países pero tanto la incentivación de la maternidad como la no atención de otras situaciones sociales suele afectar con especial virulencia a las mujeres y contribuye a la feminización de la pobreza. En el primer caso por el aumento de familias monoparentales con pocos recursos (habitualmente madres solteras), en el segundo porque recae sobre las mujeres el cuidado de los dependientes.[34][35]
Daphne DeMarneffe, dentro de la tercera ola del feminismo, entiende que la nulípara (mujer sin hijos o sin hijos por elección), no puede considerarse una posición superior o más feminista que las mujeres que deciden tener hijos. Para DeMarneffe la devaluación de la maternidad en la sociedad contemporánea así como la deslegitimación del "deseo materno" y el placer de la maternidad son grandes asuntos de carácter feminista.[36]
En el manual de la tercera ola feminista Manifiesto: mujeres jóvenes, feminismo y futuro (Manifesta: Young Women, Feminism, and the Future), las autoras Jennifer Baumgardner y Amy Richards exploran el concepto de las feministas de la tercera ola y la recuperación de la cultura "girlie", junto con las razones del por qué las mujeres nacidas en el baby boom y la Generación X rechazan la maternidad. El rechazo surge, cuando, en una edad joven e impresionable, fueron testigos de la devaluación de sus propias madres, devaluadas tanto por las tradición familiar —que situaba a la mujer como subalterna— como los nuevos imperativos sociales —que la requerían como trabajadora competente—.[37]
Por otra parte, en el libro The Bust Guide to the New Girl Order[38] y en la revista UTN, la escritora feminista de tercera ola Tiffany Lee Brown describe las alegrías y la libertad de la vida sin hijos. En "Motherhood Lite", ella celebra el poder ser una tía, una co-madre, o una amiga de la familia mucho más que idea de ser madre.[39]
Desde posiciones religiosas conservadoras la decisión de no tener hijos es criticada especialmente en el caso de personas casadas o que no tiene votos de castidad.
La posición de la Iglesia Católica posconcilar está plasmada en la Carta Apostólica de Juan Pablo II sobre la dignidad de las mujeres (Mulieris dignitatem) de 1988- se señala la importancia que para la Iglesia católica tienen los hijos en la familia cristiana.[40] Sin embargo a la vez, la Iglesia Católica también hace hincapié en el valor de la castidad para las personas solteras, para ellas la iglesia católica aprueba una vida sin hijos que puede prolongarse toda la existencia.[10][41][42]
R. Albert Mohler, Jr., presidente de la Convención Bautista del Sur señala que: "las parejas no tienen la opción de no tener hijos según la revelación bíblica. Por el contrario, se nos manda a recibir a los niños con alegría como regalos de Dios",[43] una posición coherente con la condena de algunas iglesias protestantes de la homosexualidad, las parejas homosexuales, las uniones civiles, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción homoparental.[44]
Frente a estas posturas, hay nuevas iglesias formadas desde el movimiento sin hijos. Existe un grupo cristiano llamado The Cyber-Church of Jesus Christ Childfree en el que sus miembros sienten la llamada a no tener descendientes por medio de la carne, imitando a Jesús, que no tuvo ninguno.[45]
Otros cristianos, de Iglesias evangélicas, tienen otros puntos de vista. Raymond Van Leeuwen publicó en la revista Today's Christian Woman un artículo titulado "¿Está bien para una pareja casada elegir no tener hijos?". El autor muestra que cuando en el Génesis 1:28: se dice "Sed fecundos y multiplicaos", lo que la gente generalmente piensa es que es un mandato bíblico de procrear, cuando realmente no es una fórmula de mando sino de bendición: "Que seais fecunados y os multipliqueis...". El autor señala que si bien hay muchos factores a considerar en cuanto a los motivos para no tener hijos, hay muchas razones válidas por las qué los cristianos pueden decidir no tener hijos durante un tiempo o durante toda su vida.[46]
Históricamente (hasta el siglo XVII), el ideal cristiano era el celibato en oposición al matrimonio sin hijos de algunas sectas cristianas. Ejemplos de estas sectas son la Shakers (agitadores), una secta protestante cuáquera que se opone a la procreación, junto con la secta de eunucos Skoptsy y los Cátaros. Los cátaros, como se ha indicado anteriormente, se oponían radicalmente al matrimonio con fines de procreación, ya que consideraban un error traer un alma pura al mundo material y aprisionarla en un cuerpo. Además de considerar que la procreación era hacerle juego al demonio al prolongar una especie creada en gran parte por él.[16][17]
Existen ciertos grupos Sin Hijos que se constituyen en organizaciones políticas, así ha ocurrido en Australia con el Partido Sin hijos (Australian Childfree Party, ACFP) que promueve el estilo de vida sin hijos frente al estilo de vida familiar. Un aumento de la politización y el interés de los medios de comunicación ha provocado la aparición de una segunda ola de organizaciones Sin Hijos son claramente políticos en su razón de ser y en sus planteamientos y reivindicaciones. La primera organización de éste cariz surgió en Reino Unido, y es conocida como Kidding Aside. A pesar de estas muestras, el movimiento Childfree no ha tenido un impacto político significativo.
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