escudo de armas De Wikipedia, la enciclopedia libre
Señal Real de Aragón[1] o Señal del Rey de Aragón (en aragonés y catalán escrito habitualmente con la grafía Senyal Reyal o Senyal Reial),[2] conocido tradicionalmente en español desde antiguo[3] como barras o palos de Aragón,[4][5] es un escudo de armas o composición heráldica que reproducida gráficamente alterna cinco franjas verticales de color amarillo con cuatro franjas de color rojo, y cuya descripción o blasón es el siguiente:[6]
Durante la Edad Media fue usado como emblema personal distintivo de los soberanos de la Corona de Aragón y sus descendientes, así como de su dignidad de Rey de Aragón, siendo difundido progresivamente su uso en otros ámbitos al integrarse en las armas de diferentes linajes nobiliarios por transmisión, así como en órdenes religiosas y escudos de villas y ciudades, mediante concesión real. Igualmente, y a partir de los Reyes Católicos su uso quedó asociado a las armas de los reyes de España y consecuentemente, integrado más tarde en el Escudo nacional de España. Con evidencias constatables a partir de fines del sigloXVd.C., su atribución fue reivindicada por las varias entidades territoriales ibéricas que conformaban la Corona de Aragón, acentuándose las controversias en este campo en el sigloXIXd.C. y XXd.C.. Tras la constitución del estado autonómico tras la Transición española, el símbolo fue adoptado oficialmente por las comunidades de Aragón, Islas Baleares, Comunidad Valenciana y en Cataluña, como emblema de la Generalidad, si bien, es usado también de manera oficiosa territorialmente.[7]
La primera denominación para el emblema está documentada en la concesión de Alfonso II de Aragón de unos privilegios a la villa occitana de Millau en 1187, entre los que se encontraban el uso de su enseña real, a la que denomina «vexillum nostrum» ('nuestra enseña'); poco después los cónsules elaboran un sello cuya cara correspondiente a la subscripción regia llevaba la leyenda SIGILLU[M] R[EGIS] ARAGON[ENSIS] COMITIS BA[RCHINONENSIS ET MARCHIONIS PROVI]NCIE rodeando al escudo del Rey exento, no decorando el arma defensiva sostenida por su representación ecuestre, en el caso más antiguo conocido de «escudo de armas» como emblema de esta tipología; más tarde, antes de 1196 (año de la muerte de Alfonso II el Casto), se realiza una nueva matriz en cuya cara Real figura la leyenda S AN[FONSI REGIS AR]AGONENSIS rodeando al escudo armero.[8] En el sigloXIIId.C., la denominación más habitual para el signo será la de «señal real» en romance y «signum regium» en latín.[2] Los reyes de Aragón usarán el giro «nuestro señal real».[9] También se conocerá popularmente como «barras de Aragón» —o (en su forma de bandera) como la «cuatribarrada»— aunque en heráldica se emplea el vocablo «barra» para referirse a una franja diagonal, mientras que palo es el término técnico heráldico que alude a una franja vertical. Sin embargo en España la voz más habitual para denominar a las piezas verticales hasta el último cuarto del sigloXIVd.C. será la de «bastones», que es la preferida por Pedro IV de Aragón en sus Ordinaciones y otras obras producidas por el escritorio real, como la Crónica de San Juan de la Peña. Solo a fines del sigloXIVd.C. y en círculos cultivados, comienza a utilizarse el tecnicismo «palos», usual en la heráldica francesa, y que se documenta para el emblema real a partir de 1382 en una descripción armera de Bernat de So y prolonga su uso durante el sigloXVd.C., testimoniándose en el Cancionero de Pedro Marcuello.[3]
Su origen, descrito en algunas leyendas, es explicado en diferentes teorías, algunas contradictorias y todavía objeto de controversia. Las evidencias más antiguas conservadas de este símbolo se encuentran en los siete sellos de Ramón Berenguer IV (1113?-1162), conde de Barcelona y príncipe de Aragón, estudiados por Tomás Muñoz y Rivero en 1856,[10] que datan al menos del año 1150, año de la impronta más antigua de ellos y contemporánea al surgimiento de algunos de los emblemas heráldicos más antiguos conocidos. En 1982, el hallazgo del emblema en las decoraciones que acompañan a la tumba de Ramón Berenguer II (1053-1082) en la catedral de Gerona fue presentado por algunos especialistas como evidencia de su origen asociado a los soberanos del condado de Barcelona justificándose por extensión, su reivindicación controvertida como símbolo exclusivo de Cataluña.
Derivado del escudo de armas, también se encuentran diferentes aplicaciones vexilológicas, en forma de estandartes o banderas como la señera, término que se dio al Señal Real por antonomasia en los territorios no castellanoparlantes de la Corona de Aragón.[11]
Se tiene noticia del distintivo desde los inicios de la heráldica en el sigloXIId.C., y por tanto se considera uno de los emblemas heráldicos más antiguos, aunque su origen y significado es confuso y discutido. Algunos historiadores lo atribuyen al linaje de Aragón,[13] mientras que otros a la Casa de Barcelona, al surgir en el momento de la unión dinástica de la casa real aragonesa y la condal barcelonesa con la unión entre la descendiente del rey Ramiro II, Petronila de Aragón, y el heredero de la casa de Barcelona y conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV.
En cualquier caso, el rey Pedro el Ceremonioso considerará el Señal Real como asociado al linaje condal.[14] Hacia finales del sigloXIVd.C. comenzará un proceso, entre las altas esferas de poder y administración política de la monarquía, que lo llevará de modo progresivo a su consideración como escudo territorial asociado a cada uno de los distintos estados de la Corona, lo cual no necesariamente significará que en los siglos posteriores esta asociación territorial sea exclusiva ni privativa de uno de los estados en relación con los demás.[15] De hecho, la territorialización del Señal Real tuvo lugar paralelamente tanto en el principado de Cataluña,[16][17] como en Valencia y, aunque en menor medida debido a la competencia con la Cruz de Alcoraz o la Cruz de Íñigo Arista, en Aragón.[18]
Hasta el sigloXIVd.C., cuando las ordenaciones de Pedro IV de Aragón regulan su uso, el número de palos no fue fijo, y podía variar por razón del gusto del artista o las necesidades materiales del espacio o funcionalidad requerida.[19] La representación del emblema hasta las disposiciones de Pedro IV el Ceremonioso fue muy inestable. Hasta la segunda mitad del sigloXIVd.C. era común blasonarlo como un palado sin distinción entre el campo y las piezas, con lo que a menudo el número de estas era par y, por tanto, asimétrico según las convenciones heráldicas que fueron fijadas posteriormente. Entre el sigloXIId.C. y XIVd.C. predominó un palado continuo de piezas pares que dependía de las medidas del escudo, habitualmente compuesto por seis bastones (la denominación habitual en España hasta el último cuarto del sigloXIVd.C. para las divisiones verticales) alternados amarillos y rojos, lo que originó a partir de la segunda mitad del sigloXIIId.C. una mayor frecuencia de un escudo con tres palos de gules, hasta el punto de que es Pedro IV quien fija una diferencia en la forma para el escudo real (ya denotando fundamentalmente la dignidad de Rey de Aragón)[20] que lo distinga de otros anteriores, como el de los Foix,[21] que, en palabras de Menéndez Pidal de Navascués «no tendría el carácter de diferencia frente a los cuatro de los reyes, sino al contrario justamente». De hecho, el primer blasonado data de comienzos del último cuarto del sigloXIIId.C. y se documenta como Le Roy d'Arragon palé de or et de goules[22] (El Rey de Aragón palado de oro y gules) en el Walford's roll (c. 1275); poco después, el Camden roll, precisa que el palado es de ocho piezas.[23]Menéndez Pidal de Navascués, a este respecto, señala que durante todo el reinado de Jaime I de Aragón, el Señal Real contiene dos, tres, cuatro y hasta seis palos, y precisa:
El modo de representar el escudo con los palos es, en esta primera época, muy variable. Aparecen como indistintas las formas del palado y de los palos (número impar de divisiones) y en todos varía el número de piezas. Poco a poco la forma de los palos acaba prefiriéndose a los escudos palados, por reducción de las vacilaciones. Todavía en tiempo de Jaime I se hallan el palado de seis, los dos, tres y cuatro palos. Sólo durante el reinado de Pedro el Ceremonioso se impondrá definitivamente la forma de los cuatro palos. Para comprender esta situación, recordaremos lo dicho acerca de los dos componentes que deben distinguirse en las representaciones armeras anteriores a los cambios acaecidos en el sigloXIVd.C.: la señal, formas y colores que caracterizan al emblema y lo diferencian de otros, y la pauta de presentación, regida por consideraciones estéticas apropiadas a la superficie a cubrir y por imitación.
Menéndez Pidal de Navascués, Faustino, El escudo de España, 2004, pág. 141.
Siguiendo una hipótesis de contabilidad de los palos en función de los territorios adscritos, hoy rechazada por los expertos en heráldica, se adujo para estas variaciones razones de índole política. Por ejemplo, se decía que Ramón Berenguer III "el Grande" (1097-1131) usaba en sus sellos tres palos, por haber reunido los condados de Barcelona, Besalú y Provenza, pero no hay testimonios del blasón en esta época, pues el más antiguo documentado es de la primera mitad del sigloXIIId.C. en una moneda de Provenza, ya de Ramón Berenguer V.[24] En los reales de plata de Martín el Humano (1356-1410) se representa un escudo losanjado con dos palos, con la leyenda «+ Valencie: Maioricarum: Sar», sin citar otros reinos.[25] Por su parte, se especuló también con que Juan II (1458-1479) incluye seis palos dado que el monarca tuvo bajo su cetro a Navarra, Aragón, Sicilia, Valencia, Mallorca y los condados de Barcelona, Urgel y Rosellón, equivalentes ya al Principado de Cataluña.[26] Sin embargo, Faustino Menéndez Pidal de Navascués, en el libro del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Símbolos de España, considera que tanto la leyenda de las huellas ensangrentadas, como la teoría de la contabilidad de los palos, son hipótesis contrarias a la emblemática:
El olvido de la situación emblemática condujo a hipótesis tan en pugna con ella como el invento de Beuter de las huellas ensangrentadas,[27] los «cetros» en número variable de Narciso Sentenach,[28] o el sentido «hermético» de los palos.[29]
Símbolos de España, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, capítulo «Los reyes de Aragón», págs. 95-138. ISBN 978-84-259-1110-1
En Leones y castillos: emblemas heráldicos en España (Real Academia de la Historia, 1999),[30] Menéndez Pidal de Navascués afirma con respecto a la pretendida hipótesis de la contabilidad de los palos de gules:
El número de los palos que tienen las armas de Aragón [...] demuestra una vez más que era variable, en razón con el tamaño de la superficie a cubrir, y de ninguna manera existió esa extraña contabilidad que algunos han dicho, según la cual se iban añadiendo palos, como en un ábaco, al incorporar nuevos estados a la Corona.
Primeros testimonios
No se ha hallado ninguna referencia documental anterior a la serie de siete sellos ecuestres de Ramón Berenguer IV, fechado el más antiguo en 1150.
El primer testimonio seguro son los sellos de la cancillería de Alfonso II, hijo del anterior y de Petronila. Así, en un sello de 1186 de Alfonso II el Casto aparece el emblema en la representación ecuestre del rey figurado en las gualdrapas del caballo, en su escudo y en el pendón de su lanza, constituyendo el primer testimonio de tipo vexilológico documentado. En esta bandera las listas aparecen en disposición horizontal (frente a los guiones apreciables en las pinturas murales del castillo de Alcañiz, que disponen las franjas en vertical), a la vez que en el escudo y gualdrapas se disponen verticalmente.[32]
Origen aragonés
Historiadores como Guillermo Fatás, y heraldistas como Guillermo Redondo adujeron, a partir de testimonios de Paul Kehr,[33] que el emblema pudo inspirarse en la temprana vinculación del reino de Aragón con la Santa Sede y en los colores rojo y oro propios del papado documentados en los hilos de las cintas de lemnisco de los que pendían sus sellos y son visibles hoy todavía en el conopeo, ya que Sancho Ramírez viajó a Roma en 1068 para infeudar la Casa de Aragón al papa, vasallaje que obligaba al rey de Aragón a pagar un tributo de 600 marcos de oro al año.
Al respecto de la posible vinculación entre los colores pontificios y los del Señal Real de Aragón, Armand de Fluvià, en Els quatre pals: l'escut dels comtes de Barcelona, enumera varias versiones que afirmaban que el rey Pedro II de Aragón había tomado los colores del ombrellino o conopeum del papa para usarlos como sus armas a partir de su visita a Roma de 1204, concretamente las de Joan de Montsó (1393) y la más moderna de Domènech i Montaner (1922), añadiendo que «ninguna de las dos versiones es cierta, puesto que tenemos sellos de nuestros soberanos con el señal de los palos antes del 1204».[34]Faustino Menéndez Pidal también considera que esa explicación es insostenible[35] y apunta como más verosímil que la coincidencia de colores fuese en sentido contrario, habiendo sido estos adoptados por el papado tras dicha visita del rey Pedro el Católico, tal como se indica en la crónica Gesta comitum barchinonensium.[36]
Origen barcelonés
Se adujo como prueba de su vinculación a la casa condal barcelonesa un sarcófago de 1082 de Ramón Berenguer II, donde aparecen 15 palos de oro y gules, lo que ha llevado a pensar a algunos heraldistas (Fluvià) que este es el origen de las cuatro barras. Sin embargo según argumentan otros heraldistas como Alberto Montaner Frutos y Faustino Menéndez Pidal de Navascués, esta sería una decoración añadida con motivo de su traslado en 1385 al interior de la Catedral de Gerona por iniciativa de Pedro IV de Aragón, por lo que la pintura aludida sería 300 años posterior. Y sostienen que la pintura no habría podido conservarse a la intemperie en su emplazamiento original durante tres siglos.[46][31]
Defendiendo la tesis de un origen catalán para el emblema en su obra Els quatre pals: L'escut dels comtes de Barcelona[47] el Asesor de Heráldica de la Generalidad de Cataluña[40] Armand de Fluvià[48] aporta acumulativamente documentación originada en el escritorio real de Pedro IV de Aragón, que introdujo la idea del origen barcelonés del Señal Real. Así, en sus Ordenaciones de la Casa y Corte se lee que la Cruz de Íñigo Arista era el señal antiguo del rey de Aragón («senyal antich del rey Daragó») mientras que la Cruz de Alcoraz eran las armas de Aragón («les armes Darago que son aytals una creu per mig del escut e a cascun carté un cap de sarray»). También se señala en el capítulo 33 de la Crónica de San Juan de la Peña (obra del taller de Pedro IV el Ceremonioso), que en la versión en aragonés empieza con el epígrafe: «De como el rey don Alfonso deixó armas de Aragón et priso bastones», que Alfonso II de Aragón, hijo del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y la reina Petronila de Aragón: «mudó las armas e seynnales de Aragón e prendió bastones». De igual forma se expresa en la Genealogia regum Navarrae et Aragoniae et comitum Barchinonae, genealogía del rey Juan I de Aragón, donde se explicita que el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV ni fue rey, ni cambió las armas condales, y que, de este modo, el Señal Real sería el del conde de Barcelona. Fluvià también cita como referencia a la reina consorte del rey Martín I de Aragón, María de Luna, quien afirmó que el señal del condado de Barcelona eran las barras amarillas y rojas, así como otros ejemplos vexilográficos, literarios e iconográficos. Esta obra ha sido contestada por autores como Montaner Frutos señalando que su tesis principal contiene falacias argumentativas, con saltos cualitativos y ampliaciones abusivas del sentido en las premisas e invalidando su conclusión, además de incluir paralogismos y razonamientos capciosos, y añade que «todo lector medianamente advertido y sin prejuicios los reconocerá sin problemas».[49]
También advierte contra la utilización acumulativa de testimonios, como la de sellos de autoridades catalanas, cuyo significado denota que son oficiales del rey o pertenecientes a instituciones reales, frente a la cruz de San Jorge, que fue el emblema de la Diputación del General de Cataluña.[53] Se obvian también otros documentos que indican la adscripción de la Cruz de San Jorge al conde de Barcelona, como una miniatura del primer tercio del sigloXIVd.C. de los Usatges de Barcelona (El Escorial, Biblioteca del Monasterio, ms. Z-III-14) en que se figura a Ramón Berenguer I y «trae en su escudo, sobreveste, yelmo, pendón y vaina de la espada, así como en las gualdrapas del caballo, la cruz llana de gules en campo de plata, emblema de la ciudad [de Barcelona], aquí atribuido a su señor como armas personales.»[54] Así, se cita la referencia de María de Luna de época de Martín I el Humano (comienzos del sigloXVd.C.), que adscribe las armas de gules y oro al condado de Barcelona y se evita citar los abundantes ejemplos que hay de la adscripción de la cruz de San Jorge para este condado, sin distinguir claramente, además, significados dinásticos, de dignidad de rey y territoriales en los ejemplos aducidos. Tampoco parece vislumbrarse una interpretación unívoca en esta época, pues un documento de 1392-1395 escrito por Joan de Montsó como dedicatoria al futuro Martín I el Humano señala:[55]
[...] pens quels vostres predecessors de la casa de Aragó aygen preses .IIII. barres vermelles per llurs armes [...] (pienso que vuestros predecesores de la casa de Aragón hayan tomado cuatro barras rojas por sus armas [...])
Joan de Montsó en una dedicatoria al futuro Martí I el Humano, c. 1392-1395. Apud Montaner, loc. cit., pp. 12-13.
En el texto citado, una reflexión acerca de los palos parte del supuesto de que quienes los tomaron fueron sus predecesores de la Casa de Aragón.
El origen barcelonés de la Señal Real fue aceptada como cierta por los cronistas medievales y renacentistas aragoneses, valencianos y catalanes posteriores, quienes la difundieron durante los siguientes siglos.
Los historiadores Martín de Riquer[56] y Menéndez Pidal de Navascués[57] atribuyen al historiador valenciano Pere Antoni Beuter (1490-1555), en su obra Segunda Parte de la Crónica General de España, impresa en Valencia en 1551, la invención de la leyenda muy difundida que atribuye el origen de las barras de gules en campo dorado a un episodio épico de la biografía del conde Wifredo el Velloso, «Guifré el Pilós», fundador de la casa de Barcelona. Según este relato, Wifredo, tras contribuir en combate a una victoria franca sobre los normandos, recibió del emperador franco Luis el Piadoso un escudo amarillo en premio sobre el cual, el mismo rey pintó, con los dedos manchados de sangre de las heridas del conde, los cuatro palos rojos.
El texto de Beuter dice así:
...pidió el conde Iofre Valeroso al emperador Loís que le diesse armas que pudiesse traher en el escudo, que llevava dorado sin ninguna divisa. Y el emperador, viendo que havía sido en aquella batalla tan valeroso que, con muchas llagas que recibiera, hiziera maravillas en armas, llegóse a él, y mojóse la mano derecha de la sangre que le salía al conde, y passó los quatro dedos ansí ensangrentados encima del escudo dorado, de alto a baxo, haziendo quatro rayas de sangre, y dixo: «Éstas serán vuestras armas, conde». Y de allí tomó las quatro rayas, o bandas, de sangre en el campo dorado, que son las armas de Cathaluña, que agora dezimos de Aragón.[58]
Esta leyenda tal cual, carece de fundamento histórico, pues ni el uso heráldico ni el emperador fueron contemporáneos de Wifredo. Martín de Riquer y Faustino Menéndez Pidal de Navascués consideran que Beuter adaptó para su relato una crónica de la Demanda del Santo Grial en la que se describen las armas de los Córdoba de Castilla, que empleaban también palos rojos en su escudo. Posteriormente, el emperador de la leyenda fue sustituido por Carlos el Calvo en un intento de hacerla más verosímil cronológicamente.[60] El motivo legendario de los dedos ensangrentados aparece como explicación de algunos "mon" japoneses.[57]
El heraldista Armand de Fluvià también señala[61] que dicha acción bélica es «pura invención» y que la concesión de armas al conde Wifredo «no resiste ningún análisis histórico dado que la heráldica todavía no existía en el sigloIXd.C.», concluyendo que con anterioridad a Beuter «no se halla ningún rastro de esta leyenda en la historiografía catalana». Se ha argumentado que la vinculación entre el conde Wifredo y el Señal Real puede remontarse a una inicial miniada de la versión regia en catalán de la Crónica de San Juan de la Peña donde aparece el conde Wifredo de Arriá (padre legendario de Wifredo el Velloso) rindiendo vasallaje al emperador Carlomagno, y donde portan los escudos reales. Generalmente, como otras miniaturas europeas, refieren al emperador tres flores de lis aunque está demostrado que nunca usó, pues fue anterior a los usos heráldicos. Del mismo modo, otros historiadores invalidan la presencia de los palos en el escudo de Wifredo, ya que concluyen que se debe a que la crónica fue hecha en el taller de Pedro IV en la segunda mitad del sigloXIVd.C., por lo tanto, no coetáneo.[62]
El origen catalán del emblema (que como se dijo, parte de las creencias de Pedro IV y se difundió a partir de sus innovaciones heráldicas) está presente en cronistas del sigloXVId.C., como Jerónimo Zurita, al comentar las concesiones debidas al enlace, en lo que, partiendo de documentación medieval, encuentra que el conde no sería rey sino príncipe (de princeps, quien ejerce el mando), y Petronila fuera reina, «y que las armas reales fuesen las de los condes de Barcelona que son cuatro bastones rojos en campo de oro». Zurita no duda de lo primero, aunque sí sobre las armas, pues afirma haber visto la «Cruz de Alcoraz» en algunos de los sellos y divisas de los reyes de Aragón desde los tiempos de su nieto Pedro II de Aragón (confundiendo, tal vez, a Pedro II con Pedro III).[64] Dado el estado de la cuestión de su época, transmite (como otros de sus contemporáneos), la creencia en un origen condal de los bastones y debido a esto, Zurita creyó que los descendientes del matrimonio simplemente habrían dado preferencia a las armas propias del condado y no a las que heredaban de Petronila (cruz de gules en campo de plata con cuatro cabezas de reyes moros, es decir la Cruz de Alcoraz que, como es sabido actualmente, jamás pudo usar Petronila ni sus ancestros, pues es un emblema que instituye Pedro III de Aragón en 1281, probablemente como emblema personal alusivo al espíritu de cruzada), por «descender los reyes por línea de varón de aquellos príncipes».[65] La historiografía de la Edad Moderna, a partir de él, contribuyó a perpetuar esta adscripción, rechazada en los recientes trabajos de Alberto Montaner Frutos y otros destacados historiadores y genealogistas.[44]
Montaner Frutos atribuye la confusión sobre el origen condal al estudio que la Renaixença hizo en el sigloXIXd.C. de estos símbolos[67] utilizando historiografía del sigloXVId.C. y apoyada en la creencia de que Pedro IV tenía conocimientos heráldicos rigurosos en sigloXIVd.C.. Según este autor «La documentación medieval de cualquier procedencia habla tan sólo de la Casa de Aragón y se refiere al monarca reinante como "el rey de Aragón", salvo que se emplee la intitulación completa» y, por tanto, estas armas, que fueron en el sigloXIId.C. y primera mitad del XIIId.C. exclusivamente familiares, representaban la pertenencia de sus portadores al linaje de la Casa de Aragón.[68][69] En cuanto al origen del emblema, si no hay duda de que «el primer poseedor de los palos de oro y gules fue Ramón Berenguer IV, no puede haberla tampoco de que ese emblema personal lo era entonces (1150) de un miembro de la Casa de Aragón».[70] De este modo, tanto Montaner Frutos como Guillermo Fatás y Guillermo Redondo concuerdan en que los conciertos matrimoniales entre Ramón Berenguer IV y Ramiro II de Aragón establecen que el conde de Barcelona «pasaba a ser un miembro más de la Casa de Aragón y de su linaje, a todos los efectos».[71][72] Sin embargo, dos siglos más tarde, el rey Pedro IV difundió que las armas de los palos de gules en campo de oro tenían origen condal, pues no atendió al derecho por el que se regulaba la sucesión dinástica en los acuerdos de esponsales de Petronila y Ramón Berenguer y la documentación posterior emitida por aquella, que firmó como reina de Aragón y condesa de Barcelona en su abdicación de 1164.[73]
Las armas familiares, a partir de la segunda mitad del sigloXIIId.C. pasan a denotar dignidad, y de expresar solo la pertenencia a una estirpe, pasan a simbolizar la autoridad de Rey de Aragón.[75] Según este nuevo significado, el emblema de los palos de gules identifica a quien ostenta dicho título y potestad, y es así como surge en esta época la designación habitual en la documentación medieval, que se refiere al símbolo como «señal real» (habitualmente escrito signum regium y «senyal reyal»),[76] esto es, del rey titular de Aragón, como dignidad prioritaria cuando no se utilizaba la intitulación extensa, ya que el título de rey de Aragón es el principal de esta Casa, que utilizaron todos los reyes de Aragón arriba mencionados, incluyendo a Martín I el Humano o Alfonso V el Magnánimo.
Con el advenimiento del Estado moderno, las distintas dignidades privativas que ostentaba en los diversos estados que componían el patrimonio del rey (rey de Aragón, rey de Valencia, conde de Barcelona), y que habían desarrollado instituciones propias, como las Generalidades, pasan a ser representadas por emblemas territoriales puesto que «se tenderá a identificar la dignidad que implica el título (desligado conceptualmente de un individuo concreto) con el territorio que abarca su dominio.»[77] El señal real comienza a despersonalizarse y a convertirse en un símbolo abstracto que representa a un territorio a partir de fines del sigloXVd.C.. Por esta razón, desde esta época la Señal Real de Aragón será el símbolo de toda la Corona. Es en este momento, también, cuando los estados privativos de Aragón, Valencia y Cataluña empiezan a ser representados por el emblema de los palos de gules en campo de oro, aunque alternándolo (puesto que la significación asociable al rey no se perderá hasta después de la Revolución francesa) con otros: en Aragón con la Cruz de Arista y la Cruz de Alcoraz; en Valencia con el de la ciudad sobre las aguas y en Cataluña con la Cruz de San Jorge.[78]
Con el proceso de territorialización (feudalización),[79] de los emblemas heráldicos, el Señal Real fue adoptado progresivamente por los cuatro territorios principales de la corona aragonesa así como por familias, instituciones y muchas de sus villas y ciudades. Durante el proceso de formación de las comunidades autónomas a finales de los años 1970, varias de ellas basándose en estos antecedentes, adoptaron oficialmente símbolos heráldicos derivados del Señal Real:
Aragón (Ley 2/1984, de 16 de abril): los cuatro palos se inscriben en una composición cuartelada y figuran en el cuarto cuartel.
Islas Baleares (Ley 7/1984, de 21 de noviembre): el Señal Real aparece brisado (diferenciado) por una cotiza de azur, puesta en banda.
Cataluña: Cataluña no adoptó de manera oficial escudo de armas, si bien puede representarse como el Señal real timbrado con una corona real (habitualmente dibujada con diademas o cerrada). En cambio, la Generalidad adoptó por emblema oficial el tradicional de esta institución, que es el de los cuatro palos en un contorno ovalado o circular.
La ciudad española de Sangüesa: el escudo actual data de 1312, cuando el Luis X de Francia, satisfecho con la victoria de los sangüesinos sobre las tropas aragonesas, concedió a esta ciudad navarra que en su escudo, al lado del castillo que hasta entonces se usaba como escudo, se incorporara un segundo cuartel blasonado con las cuatro barras rojas de Aragón.[80]
La ciudad italiana de Nápoles: su distintivo tanto heráldico como vexilológico es la combinación de oro y gules, cuyo origen está en el control de la ciudad por los monarcas de la Corona de Aragón.
En conclusión, puede decirse que en la actualidad varios territorios provenzales en el sur de Francia y cuatro autonomías españolas han mantenido el recuerdo de las armas de señal de los reyes de Aragón. Así, Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia usan en sus escudos y banderas autonómicas este emblema en mayor o menor medida, no siempre con conformidad con la tradición y con los significados que tuvieron en el tiempo de la formación de estos signos. Así, por ejemplo, la diferencia utilizada en el Escudo de las Islas Baleares consistente en una cotiza de azur puesta en banda, proviene de la atribución al rey de Mallorca (que nunca usó este) que le adjudicaron los armoriales ingleses del sigloXIIId.C..[81]
El empleo del género masculino en señal es propio del léxico heráldico, tal y como recuerda Montaner Frutos:
[...] mantengo el género masculino propio de la antigua documentación aragonesa y catalana, como forma específica de designación, avalada además por su empleo en castellano, en estos mismos casos, por autores del Siglo de Oro, como el traductor de las Ordinaciones de Pedro IV, Miguel Clemente.
Alberto Montaner Frutos, El señal del rey de Aragón: Historia y significado, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1995, pág. 5. ISBN 84-7820-283-8.
«Al menos desde mediados del reinado de Jaime I se denomina constantemente a ese emblema signum regium en latín y senyal reyal en romance.», Montaner Frutos, op. cit., pág. 41.
En español el emblema es comúnmente conocido mediante la expresión «barras de Aragón», que se puede leer desde fines del sigloXVId.C. en Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada, Madrid, Juan de la Cuesta, 1595 («los reyes de Aragón les dieron por armas las barras de Aragón, rojas de color de sangre, en campo de oro»); en Fuenteovejuna (1612), de Lope de Vega, donde Esteban proclama, en elogio de la monarquía «¡Vivan Castilla y León, / y las barras de Aragón /, y muera la tiranía!» e incluso en la novohispanaSor Juana Inés de la Cruz (véase Inundación castálida, ed. de Georgina Sabàt de Rivers, Madrid, Castalia (Clásicos Castalia 117), 1982, pág. 323. ISBN 978-84-7039-311-2), cuando escribe:
Todos celebran gozosos de Pedro el triunfo feliz que unió la francesa lis a las barras de Aragón; [...]
Aunque el término «barra» es impropio en heráldica, este es el nombre con que fue denominado el blasón secularmente en español, como señala Guillermo Fatás Cabeza en «El escudo de Aragón», en Aragón, reino y corona, [Zaragoza], Gobierno de Aragón, Ayuntamiento de Madrid y Secretaría de Estado de Cultura, [2000], págs. 167-174; catálogo de la exposición celebrada en el Centro Cultural de la Villa de Madrid del 4 de abril al 21 de mayo de 2000, ISBN 978-84-8324-084-7:
Aunque el léxico heráldico moderno define la barra como una pieza en forma de franja que cruza el escudo en diagonal, desde el ángulo superior derecho (según el espectador) al inferior izquierdo, la tradición secular ha llamado "Barras de Aragón" al emblema palado y rojigualdo característico de la Casa Real de Aragón, que lo denominó "Senyal Real", término del que procede la denominación de "senyera" que, por antonomasia, se da al Señal Real de Aragón en los países hispanos de la Corona de expresión no castellana.
Faustino Menéndez Pidal de Navascués, Símbolos de España, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, capítulo «Los reyes de Aragón», págs. 102-105.
Así lo señala Menéndez Pidal de Navascués (2004, pág. 140):
Los reyes de Aragón utilizan normalmente la expresión 'nuestro señal real' para designar sus propias armas, en sustitución de la más antigua que aparece en el privilegio de Milhau: vexillum nostrum.
Menéndez Pidal de Navascués, El escudo de España, 2004, pág. 140.
«Los sellos de Ramón Berenguer IV», en El arte de España, IV, 1866, pags. 169 y ss. Citado por Menendez Pidal, El escudo de España, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y
Genealogía, 2004.
Guillermo Fatás Cabeza, «El escudo de Aragón», en Aragón, reino y corona, [Zaragoza], Gobierno de Aragón, Ayuntamiento de Madrid y Secretaría de Estado de Cultura, [2000], págs. 167-174. Catálogo de la exposición celebrada en el Centro Cultural de la Villa de Madrid del 4 de abril al 21 de mayo de 2000. Epígrafe «Las Barras de Aragón», pág. 170. ISBN 978-84-8324-084-7.
Según el artículo «Palos de Aragón»Archivado el 29 de abril de 2015 en Wayback Machine. de la Gran Enciclopedia Aragonesa, distintos autores han propuesto que el emblema derivaría de la temprana vinculación del rey de Aragón con el papado, documentada desde el vasallaje que prestó Sancho Ramírez al papa y por el que obtuvo el título de rey viajando a Roma en 1068:
De tal vinculación procederían según hipótesis de distintos autores, las «barras» aragonesas, que serían derivadas de la forma de los lemniscos o cintas con que los papas autentificaban, al sujetarlas con su sello, sus documentos oficiales.
«Palos de Aragón», en Gran Enciclopedia Aragonesa en línea.
Por otro lado, varios autores, como Montaner Frutos, aducen que la vinculación del emblema al linaje de la Casa de Aragón se da por la pertenencia de Ramón Berenguer IV desde 1137 como miembro de esta Casa tras los acuerdos matrimoniales pactados con Ramiro II, y su uso del emblema posterior, en 1150:
En lo que hace a la cuestión heráldica, toda vez que [..] no hay duda de que el primer poseedor de los palos de oro y gules fue Ramón Berenguer IV, no puede haberla tampoco de que ese emblema personal lo era entonces (1150) de un miembro de la Casa de Aragón, dentro de la cual se hizo símbolo hereditario a partir de su adopción por los tres hijos de aquél, Alfonso, Pedro y Sancho.
A este respecto aduce Montaner Frutos (cfr. op. cit., págs. 102 y 105-107) que los palos no serán considerados en exclusiva como emblema territorial asociado al principado de Cataluña, sino que el significado de estos alterna con la denotación propia de señal del rey, sin que sea posible discriminar en muchas ocasiones el sentido territorial del de dignidad real. Además, cabe destacar que también se usó como emblema territorial para Cataluña desde la Edad Media el blasón cuartelado de la Cruz de San Jorge unido al señal real de los palos de oro y gules, por considerar la cruz georgiana emblema tradicional de Barcelona y ser usado por la Generalitat:
[...] desde finales del sigloXVd.C., con un apogeo en el sigloXVIId.C., se atribuyen regularmente armas propias a los distintos territorios de la Corona, si bien no siempre se distingue netamente entre armas de dignidad y armas territoriales. En esta tesitura, salvo donde ya existían soluciones netamente diferenciadas (bien dinásticas, como en Sicilia, bien de atribución, como en Cerdeña), se advierte la vacilación (igual a la manifestada en época de Pedro IV) entre adoptar sin más las armas del soberano o combinarlas con otros símbolos considerados propios; [..] en Cataluña [se añaden a los palos], la cruz de San Jorge (primer cuartel de las armas de Barcelona y emblema de la Generalitat.
Montaner, op. cit., pág. 102.
Dado que la cruz de San Jorge era el emblema tradicional de la ciudad de Barcelona y también de la Generalidad de Cataluña, se consideró a menudo que las armas propias del principado eran las que unían esta señal con las de sus soberanos, los palos de oro y gules. Por ello, en los siglos XVI y XVII se emplearon, de forma similar a la aragonesa, diversas variantes del escudo de Cataluña. Los modelos básicos son dos: el que acoge únicamente los palos y el que los combina con la cruz georgiana.
En cuanto a la presencia de los palos en múltiples sellos de las autoridades catalanas, que Fluvià (1994: 54) aduce acumulativamente, no garantizan que en esta época ni en las anteriores se tuviesen dichas armas por más propias del principado. Ese uso se explica por el hecho de corresponder a oficiales del rey o a instituciones reales, frente a la cruz de San Jorge usada por la Diputación del General o Generalitat de Cataluña. Ese mismo empleo se da en los casos similares de los otros territorios de la Corona, como en el de las comunidades de realengo aragonesas [...] Sólo en el sigloXIXd.C., con la pujante renaixença catalana, al hilo de la leyenda de Guifredo el Velloso y a causa de los defectos interpretativos de los heraldistas decimonónicos, se consideraron los palos de gules y oro como armas únicas de Cataluña y aún como exclusivamente suyas. El actual emblema de la comunidad autónoma catalana prescinde por eso de la cruz de San Jorge y emplea únicamente los palos, comúnmente llamados barres.
El rey Martín el Humano, el 26 de enero de 1406, en las Cortes catalanas de Perpiñán: "Fil, yo us do la bandera nostra antiga del principat de Cathalunya (...) la dita nostra bandera reyal.", en Ricard ALBERT; Joan GASSIOT, Parlaments a les Corts Catalanes, Barcelona, Els Nostres Classics, 1928, pág. 71.
REDONDO VEINTEMILLAS, Guillermo, Alberto Montaner Frutos y María Cruz García López, Aragón en sus escudos y banderas, Zaragoza, CAI, 2007 (Colección Mariano de Pano y Ruata, 26), pág. 18. ISBN 978-84-96869-06-6.
Cfr. Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Los Reyes de Aragón», El escudo de España, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía; Ediciones Hidalguia, 2004, págs. 99-160. ISBN 978-84-88833-02-0:
Las armas personales de los reyes: los palos de oro y gules, habían adquirido [s.XIVd.C.] un carácter más marcado de armas de dignidad, expresivas de su condición de reyes de Aragón, condes de Barcelona, etc. y exclusivas, por tanto, de los monarcas.
Menéndez Pidal de Navascués, El escudo de España, 2004, pág. 155.
El uso del escudo palado por parte de los condes de Foix data de 1229, en que se documenta en un sello de Roger Bernardo II el Grande que utiliza un emblema de seis palos. Su uso proviene de ser armas de homenaje al rey de Aragón, pues se lo rendían vasallático desde la infeudación de Roger Bernardo el Gordo en 1188. Véase F. Xavier Calicó, «En torno al origen del escudo de armas de los "palos" llamados comúnmente "barras"», Gaceta Numismática, vol. 61, junio de 1981; Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Los emblemas heráldicos en España», Revista de Historia Militar, vol. XXX, 1986 pp. 209-226; Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Palos de oro y gules», Studia in Honorem Prof. M. de Riquer, Barcelona, Jaume Vallcorba (Quaderns Crema), vol. IV, 1991, págs. 669-704; Faustino Menéndez Pidal de Navascués, Símbolos de España, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, capítulo «Los reyes de Aragón», pág. 108, n. 158 (donde cita a LA PLAGNE BARRIS, Paul, Sceaux gascons du moyen âge, Paris-Auch, 1888-1889, I, n.º 195 y a DOUËT D'ARCQ, L., «Collection de sceaux», en Inventaires et documents publiés par ordre de l'Empereur, Paris, 1863-1868, n.º 662 para documentar la primera aparición del escudo palado en los condes de Foix, y señala que, como muy pronto, este mismo tipo «muy desgastado» pudo ser usado en 1215 por su padre Raimundo Roger I (según Sceaux gascons, n.º 196 y DOUËT D'ARCQ, n.º 661) y recuerda que «Los Foix comienzan a intervenir en el reino de Aragón en 1208»); Francesco Cesare Casula, «La Corona de Aragón en el Mediterráneo (Siglos XIII-XV), II: Cerdeña», Historia 16, año X, vol. 109 (mayo de 1985), pp. 65-72; Montaner Frutos, El señal del rey de Aragón: historia y significado, 1995, p. 15 y n. 23 y 24.
TREMLETT, T. D. y LONDON, H. S., Aspilogia II, Rolls of arms Henry III, Londres, 1967, MP II, 19, p. 168, apud Menéndez Pidal de Navascués (2000), p. 114, n. 180.
En Provenza, la primera moneda conocida —con cronología dudosa— que muestra «barras», es de Ramón Berenguer V (1209-1245), en la época de Jaime I, a cuyo reinado pertenecía otra pieza con las mismas características acuñada en Barcelona; en ambos casos, las «barras» ocupan el lugar de la cabeza del soberano ya que en el reverso continúa la cruz y la dignidad que expresa el monarca, explícitamente, es la de rex.
En BEUTER, Pedro Antonio, Segunda parte de la corónica general de España..., Valencia, 1551, [Beuter] adaptó a las armas reales un antiquísimo esquema, que se utilizó también para otras con franjas rojas, como las que trajeron los Córdoba. Probablemente fue conocido por el cronista valenciano mediante un episodio de la Demanda del Santo Grial (RIQUER, Martí de, Heràldica catalana, I, p. 56-58). El tema parece universal. Algún mon japonés también se ha explicado como las huellas dejadas sobre las ropas al limpiar la espada sangrienta. (DORWER, J. N., The elements of japanese design, Tokio, 1971). Apud Menéndez Pidal de Navascués (2000).
Sus antecedentes se hallan en la Memoria sobre el incierto origen de las barras de Aragón, ... redactada por J. Sans y de Barutell en 1812 y publicada por la R. A. de la Historia en 1832 (Memorias, VII, pp. 201-235). El tema de la «contabilidad heráldica» [...] es por fin desarrollado y difundido por SENTENACH, Narciso, El escudo de España, Madrid, 1916 (2ª ed.). Apud Menéndez Pidal de Navascués (2000)
Recordarían el nombre del conde Borrell a través de la equivalencia del piamontés ‘borelle’ (bolas) con el toscano palle, semejante a pali (palos). Apud Menéndez Pidal de Navascués (2000)
Faustino Menéndez Pidal de Navascués, Símbolos de España, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, págs. 95-138, ISBN 978-84-259-1110-1
En 1982 se dio gran importancia al descubrimiento de la pintura a franjas verticales rojas y doradas en el exterior del sarcófago de Ramón Berenguer II Cap d'Estopes († 1082) y del que se atribuye a Ermesenda de Carcasona al abrir los sepulcros de la catedral de Gerona labrados en el sigloXIVd.C. por mandato de Pedro IV. Se intentó presentar el hallazgo como la prueba definitiva del origen de los palos en los condes de Barcelona anteriores a Ramón Berenguer IV.
Lo que hubiera sido concluyente [es] que esos pigmentos no se usasen en el XIV. [...] Sólo podría concluirse que tales pinturas no son posteriores a 1365, cuando se cubrió el sarcófago con el sepulcro nuevo. [...] Además, las pinturas se hallan en buen estado de conservación y sin retoques ¿cómo habrían resistido tres siglos en su antiguo emplazamiento de la entrada del templo desde el sigloXId.C. hasta el XIV? Es muy probable que los sarcófagos fueran decorados por fuera, de la manera dicha, en tiempos de Pedro IV; hay noticias de haber procurado este rey en 1384 ornamentaciones heráldicas de sepulcros antiguos de sus antepasados (RUBIÓ Y LLUCH, Antonio, Documents per l'historia de la cultura catalana mig-eval, II, Barcelona, 1921, p. 296.). Pero la objeción de más peso procede de otras consideraciones [...] habría que aceptar que se utilizaban entonces ornamentaciones emblemáticas en tumbas. [...] No existe, por supuesto, ningún caso semejante, sea conocido por prueba material o por referencia. [...] Pedro IV aceptaba prolongar el uso de sus armas a los ascendientes por varonía, por eso se figuraron sus palos en los sepulcros nuevos de Gerona. [...] el primer testimonio auténtico de las armas que usaron los reyes de Aragón se halla en los sellos de Ramón Berenguer IV, cuya impronta más antigua es del año 1150. Como en ellos se titula ya príncipe de Aragón, resultan las matrices posteriores a 1137. En estos sellos hallamos ya los bastones o palos en el escudo blocado de las representaciones ecuestres del conde y quizá en la enseña de su lanza. [...]
La pugna moderna se dirige, por un lado, a atribuirlo a los anteriores condes de Barcelona, ajenos al reino de Aragón, y por otro a negar la presencia del emblema en los sellos de Ramón Berenguer IV. La titulación de Ramón Berenguer IV en esta época no prejuzga la atribución del emblema a ninguna de las dos jurisdicciones que reunía en su persona; aparte de las jurisdicciones heredadas, era miembro de pleno derecho de la casa real de Aragón, según la fórmula jurídica tradicional del «casamiento en casa».
Faustino Menéndez Pidal de Navascués, loc. cit., 2000, págs. 97-99.
KEHR, Paul, «Cómo y cuándo se hizo Aragón feudatario de la Santa Sede», Estudios de la Edad Media en la Corona de Aragón, sec. Zaragoza, vol. I, Zaragoza, 1945, págs. 285-326. pág. 292, apud Fatás y Redondo, Blasón de Aragón: el escudo y la bandera, 1995, pág. 68, n. 69 y Redondo Veintemillas et. al., Aragón en sus escudos y banderas, 2007, pág. 17.
Numquam tamen voluit rex appellari, sed administrator regni, nec arma comitatus mutare, unde adhuc signa regalia sunt illa que comitis Barchinone erant
Alberto Montaner Frutos, El señal del rey de Aragón: Historia y significado, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1995, pág. 7. ISBN 84-7820-283-8.
Cfr. v. gr. Alberto Montaner Frutos, El señal del rey de Aragón: historia y significado, 1995, pág. 11 y nota al pie 13, donde previene contra «el uso anacrónico y abusivo» de utilizar en la argumentación actual del origen de los palos citas de las creencias habituales del sigloXVId.C. sobre este punto, que eran difundidas por los historiadores aragoneses en esta época, incluido Zurita:
En este sentido, hay que prevenir igualmente contra el uso, anacrónico y abusivo, del criterio de autoridad empleado por Udina (1949 y 1988 [Federico Udina Martorell (1949): «En torno a la leyenda de las "barras catalanas"», Hispania, vol. IX, pp. 531-65. e ìdem (1988): «Problemática acerca del escudo de los palos de gules», en I Seminario sobre heráldica y genealogía, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», pp. 45-68.]) y por Fluvià (1994 [Armand de Fluvià i Escorsa (1994): Els quatre pals: L'escut dels comtes de Barcelona, Barcelona, Rafael Dalmau (Episodis de la Història, 300).]) al citar a historiadores aragoneses que desde el sigloXVId.C. han afirmado que los palos fueron traídos al reino de Aragón por Ramón Berenguer IV, desplazando así a las que serían armas propias del mismo, la cruz de Alcoraz, es decir, la de San Jorge cantonada de cuatro cabezas de moro. Tales autores no hacen más que recoger las creencias usuales de su época y carecen de validez. Máxime cuando está comprobado que la llamada cruz de Alcoraz es en realidad una innovación de Pedro III y no se documenta hasta 1281.
Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Los Reyes de Aragón», en El escudo de España, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía; Ediciones Hidalguia, 2004, págs. 110-111. ISBN 978-84-88833-02-0
Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Los Reyes de Aragón», en El escudo de España, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía; Ediciones Hidalguia, 2004, págs. 99-160. Véanse especialmente las págs. 101-102. ISBN 978-84-88833-02-0
Beuter, Segunda Parte de la Crónica General de España (1550), citado por A. Alcoberro, "Mites i llegendes", en Barcelona Quaderns d'Història, nº9, 2003, pág. 144.
Alberto Montaner Frutos y Guillermo Redondo Veintemillas, Aragón en sus escudos y banderas, Zaragoza, CAI, 2007(Mariano de Pano y Ruata, 26), págs. 20-21. ISBN 978-84-96869-06-6.
Sólo en el sigloXIXd.C., con la pujante renaixença catalana, al hilo de la leyenda de Guifredo el Velloso y a causa de los defectos interpretativos de los heraldistas decimonónicos, se consideraron los palos de gules y oro como armas únicas de Cataluña y aún como exclusivamente suyas.
[...] los palos de oro y gules no poseían [en su origen] más valor que el de armas de linaje. A este significado denotativo no se unió inicialmente ninguna otra connotación, al menos genérica. Al ver los cuatro palos de gules sobre oro, a ningún vasallo del rey de Aragón, del conde de Barcelona o del marqués de Provenza se le hubiese ocurrido pensar que aquello era otra cosa que las armas de su señor. Habría podido experimentar respeto, temor, odio o afecto, pero jamás un sentimiento de identificación con ese símbolo. No era algo colectivo, de la tierra o de la patria, sino algo exclusivo, privativo del soberano y de su familia. Éstos, por su parte, no llevaban tales armas por ser reyes de Aragón ni por ser condes de Barcelona, sino que, al revés, el rey y conde empleaba dicha señal por pertenecer al linaje titular de los mismos, la Casa de Aragón.
Según detallan las declaraciones de Ramiro II de los documentos matrimoniales:
«Esto te doy y otorgo a los hijos de tus hijos que fueren de generación de mi hija in secula seculorum.»
«Tú te conciertas comigo en palabra de verdad y pones tus manos entre las manos mías: que no lo enagenes ni hagas enagenar este reyno que yo te doy de la generación de los hijos de nuestra hija»
«Yo el citado Rey Ramiro, te lo hago a ti, Ramón, Conde y marqués de los barceloneses, de tal modo que si mi hija muriese antes y tú sobrevivieses, tengas la donación del citado reino libremente e inmutable, sin ningún impedimento, después de mi muerte. Pero en tanto, si quisiere hacerte mientras viva cualquier aumento o entrega de honores o castillos en el citado reino, permanezca bajo la citada fidelidad del homenaje firme e inmutable, y yo el citado Rey Ramiro seré Rey, señor y padre en el citado reino y en todos los condados hasta que me plazca.» En «Declaración del rey Ramiro II sobre el matrimonio de su heredera con el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona (1137)». (Véase pág. 3, nº 150)
La denominación jurídica de «casamiento en casa» que ha recibido el conjunto de los acuerdos de esponsales de Ramón Berenguer IV y Petronila ha sido cuestionada recientemente por el profesor J. Serrano Daura, ante lo que considera la ausencia de referencias a esta institución consuetudinaria del derecho aragonés antes del sigloXVd.C. (aunque otros autores ven ese derecho consuetudinario en varios de los matrimonios de los reyes de Aragón anteriores a Ramiro II, véase a este respecto Ana Isabel Lapeña Paúl, Ramiro II de Aragón: el rey monje (1134-1137), Gijón, Trea, 2008, pág. 184. ISBN 978-84-9704-392-2, quien indica que aunque no hubiera un corpus legal escrito, ya Ramiro I había contado con la mujer para transmitir la estirpe), y que las cláusulas que fueron establecidas por Ramiro II sobre la sucesión a la corona de Aragón no se ajustan a las peculiaridades de esta institución, por lo que no sería trasladable al sigloXIId.C.. Véase Serrano Daura, «La donació de Ramir II d'Aragó a Ramon Berenguer IV de Barcelona de 1137 i la institució del "casamiento en casa"», Estudis històrics i documents dels arxius de protocols, 15, Barcelona, 1997, págs. 7-14 (traducción al castellano: «La donación de Ramiro II de Aragón a Ramón Berenguer IV de Barcelona, de 1137, y la institución del "casamiento en casa"», Higalguía, 270, Madrid, 1998, págs. 709-719).
Cf. Juan José Sánchez Badiola, Símbolos de España y de sus regiones y autonomías, Madrid, Vision Libros, 2010, pág. 375. ISBN 978-84-9886-963-7:
Los armoriales de los siglos XIII y XIV no recogen el Principado entre los títulos aragoneses ni, consecuentemente, sus armas distintivas. Los palos se atribuyen generalmente al título de rey de Aragón, salvo en el Vermandois, que se los asigna tanto a aquél como al conde de Barcelona, que eran el mismo.
En dicho armorial de Vermandois (1285-1300) aparecen dos entradas separadas para Le Roy d'Arragon (nº 1047) y para el Conte de Barsellonne (nº 1051), blasonadas de idéntica manera: "dor a iij paulx de gueulles" (ibidem pág. 97). Puede consultarse el armorial en línea en: http://www.briantimms.net/rolls_of_arms/vermandois/royaumearragon.htmArchivado el 26 de febrero de 2012 en Wayback Machine.
«Al menos desde mediados del reinado de Jaime I se denomina constantemente a ese emblema signum regium en latín y senyal reyal en romance». Montaner Frutos, op. cit., pág. 41.
Otazu Ripa, Jesús Lorenzo. Navarra Temas de Cultura Popular nº289 - Heráldica Municipal de la Merindad de Sangüesa II. Gobierno de Navarra. p.20. ISBN84-235-0077-2.
Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Los Reyes de Aragón», El escudo de España, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía; Ediciones Hidalguia, 2004, pág. 160. ISBN 978-84-88833-02-0
FATÁS CABEZA, Guillermo, «El escudo de Aragón», en Aragón, reino y corona, [Zaragoza], Gobierno de Aragón, Ayuntamiento de Madrid y Secretaría de Estado de Cultura, [2000], págs. 167-174. Catálogo de la exposición celebrada en el Centro Cultural de la Villa de Madrid del 4 de abril al 21 de mayo de 2000. Cfr. esp. el epígrafe «Las Barras de Aragón», págs. 170-172. ISBN 978-84-8324-084-7
FATÁS, Guillermo y REDONDO, Guillermo, La bandera de Aragón, Zaragoza, Guara, (Colección Básica Aragonesa, 3), 1978.
FLUVIÀ I ESCORSA, Armand de, Els quatre pals: l'escut dels comtes de Barcelona, Barcelona, Rafael Dalmau (Episodis de la Història, 300), 1994.
MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, Faustino, «Palos de oro y gules», Studia in Honorem Prof. M. de Riquer, Barcelona, Jaume Vallcorba (Quaderns Crema), vol. IV, 1991, págs. 669-704.
—, Símbolos de España, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, capítulo «Los reyes de Aragón», págs. 95-138. ISBN 978-84-259-1110-1
REDONDO VEINTEMILLAS, Guillermo, Alberto Montaner Frutos y María Cruz García López, Aragón en sus escudos y banderas, Zaragoza, CAI, 2007 (Colección Mariano de Pano y Ruata, 26). ISBN 978-84-96869-06-6