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novela de Jane Austen de 1813 De Wikipedia, la enciclopedia libre
Orgullo y prejuicio (en inglés, Pride and Prejudice), publicada por primera vez el 28 de enero de 1813 como una obra anónima, es la más famosa de las novelas de Jane Austen y una de las primeras comedias románticas en la historia de la novela. Su primera frase es, además, una de las más famosas en la literatura inglesa: «Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa».
Orgullo y prejuicio | ||
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de Jane Austen | ||
Darcy junto a Elizabeth. Ilustración de la edición 1895. | ||
Género | Novela | |
Subgénero | romántica | |
Tema(s) | Conocimiento de sí mismo, felicidad, feminidad, orden social, matrimonio, clase social, Perspectivismo y orgullo | |
Idioma | Inglés | |
Título original | Pride and Prejudice | |
Texto original | Pride and Prejudice en Wikisource | |
Fecha de publicación | 28 de enero de 1813 | |
Formato | papel, rústico y cartoné | |
Serie | ||
Orgullo y prejuicio | ||
Es una novela de desarrollo personal, en la que las dos figuras principales, Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, cada uno a su manera y, no obstante, de forma muy parecida, deben madurar para superar algunas crisis y aprender de sus errores para poder encarar el futuro en común, superando el orgullo de clase de Darcy y los prejuicios de Elizabeth hacia él.
Es una de las obras más conocidas de la literatura inglesa, gracias a innumerables ediciones y, recientemente, a películas (como Orgullo y prejuicio, 2005), reescrita incluso en forma de un musical de Broadway.
Cuando Jane Austen escribió Orgullo y prejuicio apenas tenía veinte años, y compartía habitación con su hermana. Escribía en cuadernos simples. La primera redacción de la obra data de 1796; inicialmente recibió el título de First Impressions (Primeras impresiones), pero nunca se publicó con ese nombre. Esta primera versión de la novela ya estaba esbozada por Jane Austen a los veintiún años. En 1797, el padre de Jane se la ofreció a un editor, quien la rechazó.[cita requerida]
Jane Austen revisó la obra en 1809-1810 y de nuevo en 1812, y se la ofreció entonces, con el apoyo de su hermano Henry, a otro editor, que había publicado Sentido y sensibilidad el año anterior.[cita requerida]
Se publicó por primera vez el 28 de enero de 1813. Al igual que su predecesora y La abadía de Northanger, se escribió en la rectoría de Steventon.[cita requerida]
La novela describe poco más de un año en la vida de un pequeño grupo de jóvenes en el campo cerca de Londres en el cambio de siglo (del XVIII al XIX), durante el reinado de Jorge III.[1]
En el centro de esta sociedad se encuentra la familia Bennet, con sus cinco hijas casaderas, de entre quince y veintitrés años (de mayor a menor: Jane, Elizabeth, Mary, Catherine y Lydia). La señora Bennet ve el matrimonio como la única esperanza para sus hijas, pues tras la muerte del señor Bennet las jóvenes quedarán abandonadas a su suerte cuando William Collins, primo de las muchachas, herede todo debido a que la propiedad forma parte de un mayorazgo del que es beneficiario. El mayorazgo solo se transmite por linaje masculino, de manera que, al fallecimiento del padre, la madre y las hijas perderán la mayor parte de la fortuna y el derecho a habitar la propiedad. La señora Bennet está muy emocionada por las noticias de la llegada de un hombre soltero «de considerable fortuna» (cinco mil libras anuales) al vecindario: Charles Bingley. El señor Bingley ha alquilado la finca Netherfield, donde planea establecerse temporalmente con sus dos hermanas, la señorita Bingley y la señora Hurst, así como su cuñado, el señor Hurst. La señora Bennet espera casar a alguna de sus hijas con el señor Bingley.
Poco después, Bingley y su grupo, que ahora incluye a su amigo íntimo, Fitzwilliam Darcy, acuden a un baile público en el pueblo de Meryton. Al principio, Darcy suscita admiración debido a su elegante figura y sus ingresos de diez mil libras al año. No obstante, rápidamente los vecinos lo consideran orgulloso, alguien que los desprecia como socialmente inferiores. De hecho, así lo considera la familia Bennet cuando Elizabeth Bennet oye a Darcy declinar la sugerencia de Bingley de que la saque a bailar, pues no la encuentra suficientemente hermosa para merecer su atención. Este comentario la hiere en su orgullo y aprovecha cualquier ocasión para hacer uso de su ingenio, permitiéndose ironías que bordean lo inadmisible en una joven. Bingley, por su parte, resulta muy agradable, y aunque baila con varias de las jóvenes disponibles en el lugar, desde el principio muestra una decidida admiración por Jane Bennet, la mayor de las hermanas. Deseosa de animar esta unión tan ventajosa, la señora Bennet intenta forzar que Jane y Bingley se puedan encontrar juntos. Para su dicha, después del primer baile, Jane es invitada a Netherfield, adonde llega enferma de neumonía, por lo que Elizabeth camina hasta allí a cuidarla; esto provoca burlas por parte de las hermanas de Bingley, pero despierta cierta admiración en Darcy, que no puede dejar de mirarla. Durante los días siguientes, conversan mucho mientras ella se encuentra cuidando a su hermana enferma y casi siempre terminan discutiendo, lo cual molesta a Elizabeth y provoca que Darcy la admire por su ingenio y viveza, además de sus expresivos ojos.
Poco después del baile, el señor Collins, quien heredará el patrimonio Bennet, visita a la familia. Collins es una figura cómica, un clérigo pomposo y bufón cuya idea de una tarde amena es leer a sus primas los Sermones de Fordyce;[2] se complace en mencionar continuamente el nombre de su gran patrona, la condesa Lady Catherine de Bourgh. Siguiendo la imperiosa sugerencia de Lady Catherine de que debe casarse, Collins ha decidido compensar su papel en el futuro empobrecimiento de sus primas casándose con una de ellas.
Durante una velada, el señor William Lucas sugiere a Elizabeth como compañera de baile para Darcy y esta lo rechaza, debido a que él anteriormente había expresado que no bailaría con ella; sin embargo, durante un segundo baile celebrado en Netherfield, él le pide un baile y ella acepta. Durante el baile discuten fríamente y Elizabeth cada vez le soporta menos. Por su parte, Darcy cada vez la admira más, aunque no deja de notar el terrible comportamiento de sus hermanas menores, su madre (que no deja de jactarse de que Jane se casará con Bingley) y su padre, lo cual hace que la desestime como posible pareja. El señor Collins propone matrimonio a Elizabeth, pero esta lo rechaza tajantemente. Aunque la señora Bennet intenta promover el matrimonio, el señor Bennet, quien no siente gran simpatía por su sobrino, apoya la decisión de su hija favorita.
Mientras tanto, Elizabeth empieza a sentirse atraída por un oficial recientemente llegado, el señor George Wickham, quien en poco tiempo se gana el aprecio y la simpatía de los lugareños con su amabilidad y carisma. Tras saber que el señor Darcy se encuentra en el lugar, relata a Elizabeth como es que ha sido privado de su legítima herencia por el señor Darcy, explicando que es hijo de uno de los sirvientes más cercanos de la familia al punto que el padre de Darcy se volvió su benefactor y dejó para él cierta herencia que tras su muerte su hijo se negó a reconocer, viéndose así obligado a unirse al ejército para no quedar en la calle; con esto se fortalece la reprobación de Elizabeth hacia Darcy, dados los prejuicios que tiene en su contra. Después que Elizabeth rechace al señor Collins, este se casa rápidamente con Charlotte Lucas, la mejor amiga de Elizabeth, quien acepta su ofrecimiento con una estimación realista de sus opciones, dado que ya ha cumplido veintisiete años y solo tiene una pequeña dote.
Para este momento, la opinión que la gente del sector tiene de Darcy ha decaído enormemente, en parte por la actitud fría que todos los lugareños ven en él, pero mayormente porque Wickham ha hecho de dominio público las injusticias que Darcy ha cometido contra él, además de revelar cualidades reprobables que conoce tras haber vivido cerca suyo tantos años.
Bingley decide repentinamente marcharse de nuevo a Londres, desilusionando a Jane y solo explicándose a través de una carta de la señorita Caroline Bingley, aclarando en el primer párrafo que pasarían todo el invierno en Londres; en casi toda la carta se encontraban elogios hacia la señorita Georgiana Darcy. Aun con esto, Elizabeth mantiene sus sospechas de que el señor Darcy tuvo algo que ver en el asunto.
Elizabeth visita a Charlotte, que vive ahora bajo el dominio de la tía de Darcy, Lady Catherine, una mujer acostumbrada a imponer su voluntad sobre la vida del resto. Estando con ellos, Darcy visita a la condesa y se aloja en su casa en la propiedad vecina, Rosings. Elizabeth y Darcy se ven obligados a verse muy frecuentemente. Sin embargo, un día el coronel Fitzwilliam, primo de Darcy, revela durante una conversación con Elizabeth que oyó decir a este que libró a un buen amigo de un matrimonio inconveniente, lo que confirma las sospechas de la joven respecto a su responsabilidad en las penas de su hermana.
Paralelamente, los encantos de Elizabeth acaban seduciendo al señor Darcy, lo que provoca que finalmente declare su amor por ella y exprese su deseo de casarse con ella, «a pesar de su origen inferior, su degradación, su reprensible familia...»:
Ha sido en vano que yo luchase. Nada he conseguido con ello. Mis sentimientos pueden más que yo. Permítame que le diga cuánta es la admiración que me inspira y cuánto la amo.Fitzwilliam Darcy; Capítulo XXXIV
Sorprendida e insultada por tan arrogante propuesta de matrimonio, nuevamente herida en su orgullo y enfadada por su reciente descubrimiento de que fue Darcy quien convenció a su amigo Bingley para que cortara su relación con Jane y sumado al rechazo por sus injusticias hacia Wickham, Elizabeth lo rechaza en términos inequívocos y de la forma más hiriente que le es posible, creando uno de los momentos más trascendentales de la trama:
Desde el principio, casi desde el primer instante en que le conocí, sus modales me convencieron de su arrogancia, de su vanidad y de su egoísta desdén hacia los sentimientos ajenos; me disgustaron de tal modo que hicieron nacer en mí la desaprobación que los sucesos posteriores convirtieron en firme desagrado; y no hacía un mes aún que le conocía cuando supe que usted sería el último hombre en la tierra con el que podría casarme.Elizabeth Bennet; Capítulo XXXIV.
Darcy, molesto y herido por las recriminaciones de Elizabeth, decide retirarse disculpándose por incordiarla con una declaración que le produjo semejante rechazo. Al día siguiente, intercepta a Elizabeth mientras ella da su paseo matutino, le entrega una carta y se despide fríamente. En la carta, Darcy explica que no siente la necesidad de disculparse por la forma en que habló de su familia ya que considera que su juicio sobre ellos es acertado; tampoco por separar a Bingley de Jane, aunque reconoce que en este caso si cometió un error de juicio al confundir la naturaleza reservada de Jane con desinterés hacia Bingley, a quien quería proteger de una relación desafortunada. Revela, sin embargo, su historia en relación con el señor Wickham y la verdadera naturaleza de este. Darcy nunca lo privó de su herencia; Wickham era el hijo de un estimado empleado y con base en adulaciones se ganó el aprecio de su padre, quien se hizo cargo de su educación y como este deseaba dedicarse a la vida religiosa, había dispuesto dejarle la rectoría de la familia y algunos terrenos; sin embargo tras su fallecimiento Wickham revelaría no tener tales intenciones y exigió recibir de inmediato un equivalente en dinero de su herencia que derrochó en poco tiempo por su afición al juego y las deudas. Además, es un libertino que, al comprender que no obtendría más dinero de parte de Darcy, intentó fugarse con Georgiana, la hermana de 15 años de Darcy, como una forma de apoderarse del dinero de esta, pero la abandonó en cuanto supo que no tenía posibilidad de obtener su dote o herencia.
Elizabeth queda avergonzada a la vista de estas aclaraciones y reconoce que el orgullo y el prejuicio la habían cegado; también reconoce que ante el comportamiento galante de Wickham había decidido atribuirle cualidades de las que ahora comprendía que carecía tras repasar los actos y comentarios que recordaba de él. De la misma forma, había preferido calificar el carácter silencioso de Darcy como defecto, sin detenerse a ver la amabilidad y rectitud que había demostrado en varias ocasiones desde que se conocieron. Tras razonarlo, no le queda más que aceptar también que el caballero tenía razones válidas para censurar a sus padres y a sus hermanas menores, ya que incluso ella sentía vergüenza ajena por su forma de actuar en los eventos sociales y que Darcy simplemente ha demostrado con sus actos la misma preocupación y aprecio por Bingley que ella tenía hacia Jane. No obstante, lamenta el haber rechazado a Darcy y solo desea volver a verlo.
Tras pasar algunos días en su casa, Elizabeth se va de vacaciones con sus tíos, los Gardiner, por Derbyshire; la convencen para que visite Pemberley, la finca de Darcy, mientras él se encuentra fuera. Queda impresionada por su tamaño y organización, así como por las alabanzas que recibe el hombre por parte de su ama de llaves, quien se refiere a las actitudes generosas y nobles que conoce de su patrón. Se siente entonces avergonzada cuando se encuentran inesperadamente mientras hace una visita por los terrenos. No obstante, su comportamiento respecto a ella y a la gente en general ha cambiado, es más cálido que en su anterior encuentro; esto, unido a la manera educada y amistosa con que trata a sus tíos, empieza a hacer pensar a Elizabeth que bajo su orgullo yace una naturaleza leal y generosa. Esta segunda opinión sobre Darcy viene apoyada por su encuentro con su hermana menor, Georgiana, una chica agradable y tímida a quien Darcy adora y que despierta la simpatía de Elizabeth y su tía. Descubrir esta faceta de Darcy hace que sus tíos, quienes estaban predispuestos hacia él debido a los comentarios de Wickham, cambien de parecer y lo tengan en gran estima. En paralelo, Caroline Bingley está presente en el lugar y molesta por el evidente interés de Darcy en Elizabeth hace constantes comentarios maleducados y fuera de lugar en un intento de humillar a la joven pero que sólo causan que Darcy pierda permanentemente toda buena disposición hacia ella.
Justo cuando su relación con Darcy empieza a ser más distendida, Elizabeth queda horrorizada al saber que en su ausencia Lydia, su obstinada hermana menor, ha captado la atención de Wickham y se han fugado; una relación sin matrimonio y un hijo ilegítimo destruirían el honor de los Bennet, reduciendo las posibilidades de matrimonio de las demás hermanas. Cuando la familia investiga, descubren que Wickham abandonó el servicio para eludir deudas de juego y fugarse con Lydia es solo su herramienta para huir, por lo que es obvio que en poco tiempo la deshonre y abandone. Cuando Elizabeth cuenta esto a Darcy, él se reprocha ser culpable de esta situación al no haber desenmascarado a Wickham desde un inicio; tras esto se retira y Elizabeth razona que cualquier oportunidad de acercarse a él ha sido arruinada por los actos de su hermana.
Su tío se dirige de inmediato a Londres y logra encontrar la pista de Wickham, escribiendo a la familia que ha negociado con él y a cambio de una pequeña dote de parte de ellos este acepta casarse con Lydia, aunque es evidente para todos que el Señor Gardiner debió pagarle una gran suma de dinero o de otra forma nadie aceptaría casarse con alguien como Lydia por tan poco dinero. A diferencia del resto de la familia, la señora Bennet encuentra en este polémico incidente razones para celebrar y enorgullecerse de su hija, argumentando que podrá jactarse antes sus amigas de que su hija ha conseguido casarse a pesar de su corta edad. A raíz de este incidente el señor Bennet decide abandonar su actitud apática hacia su familia y se ha involucra más en la disciplina de Catherine, convirtiéndose en un figura estricta e implacable para evitar que siga los pasos de su hermana.
Cuando la flamante pareja visita el hogar, Elizabeth descubre accidentalmente, gracias a los despreocupados comentarios de Lydia, que Darcy ha jugado un papel importante en la solución de este incidente y además ha costeado la boda exigiendo que su intervención se guarde en secreto, más tarde su tía, la señora Gardiner, confirma que es Darcy quien encontró a Wickham, desembolsó una exorbitante suma para convencerlo de casarse y corrió con todos los gastos de la ceremonia. Este acto final completa un giro radical en los sentimientos de Elizabeth, quien ahora lamenta haber rechazado la declaración de Darcy y comprende que las primeras impresiones, guiadas por el orgullo y el prejuicio, no siempre son las verdaderas. Aun así, no guarda esperanzas de ningún tipo de acercamiento con Darcy, razonando que fue demasiado cruel al rechazar su confesión aun cuando este se mostró amable y atento con ella en Pemberley. Ahora que su hermana menor ha generado tal escándalo, él debe haber descartado cualquier interés en relacionarse con los Bennet, especialmente teniendo en cuenta que esto le supondría convertirse en cuñado del despreciable Wickham.
Poco tiempo después Bingley regresa a Netherfield, ocasión que aprovecha la Señora Bennet para intentar forzar un reencuentro con Jane, cosa que se logra en lo que se insinúa como una intervención de Darcy y da pie a continuas visitas por parte de ambos a la casa Bennet. Mientras Jane disfruta las reuniones con el hombre que aún ama, Elizabeth siente la tortura de tener cerca a Darcy y que no haya situaciones donde ambos puedan hablar, así como el aparente regreso del carácter frío y hermético que lo caracterizaba antes de encontrarse en Pemberley. Días después Darcy debe retirarse temporalmente a Londres mientras Bingley consigue armarse de valor para pedir la mano de Jane, lo que causa alegría en toda la familia.
Lady Catherine descubre los sentimientos de Darcy hacia Elizabeth, lo que amenaza su ambición, largamente sentida, de casarlo con su propia hija. Mientras Darcy se encuentra en Londres, su tía visita inesperadamente a Elizabeth y con brusquedad intenta presionarla para que declare abiertamente que no existe un compromiso ni interés de su parte por Darcy; la orgullosa muchacha, frente a la grosera e impertinente actitud de la mujer, rechaza negar o reconocer alguna cosa de lo que esta le ordena, por lo que la duquesa debe retirarse molesta y sin conseguir nada. Irónicamente, este hecho sella la relación entre Elizabeth y Darcy, pues cuando Lady Catherine se queja a Darcy de la obstinación de Elizabeth, él se da cuenta de que los sentimientos de la muchacha han cambiado, razonando que alguien como ella no tendría reparos en restregarle a Lady Catherine su desinterés por Darcy si así lo sintiera, lo que le da esperanzas suficientes para intentar declararse otra vez.
Finalmente, durante una reunión familiar a la que Darcy asiste en calidad de amigo de Bingley, logra dar un paseo solo con Elizabeth y después que ella confiesa saber sobre su intervención en la boda de su hermana, él le explica cómo el enfrentamiento con su tía ha renovado sus esperanzas y armándose de valor decide declararse por segunda y última vez:
No negaré que el deseo de tranquilizarla se sumó a las otras razones que me impulsaron a hacer lo que hice; pero su familia no me debe nada. Les tengo un gran respeto, pero no pensé más que en usted. Es usted demasiado generosa para burlarse de mí. Si sus sentimientos son aún los mismos que en el pasado abril, dígamelo de una vez. Mi cariño y mis deseos no han cambiado, pero con una sola palabra suya no volveré a insistir más.Fitzwilliam Darcy; Capítulo LVIII.
Jane y Elizabeth se casan poco después con Bingley y Darcy, respectivamente. Tras su matrimonio, Elizabeth y Darcy se establecen definitivamente en Pemberley junto a Georgiana, quien se ha convertido no solo en su cuñada, también en su mejor amiga; allí los tíos y el padre de Elizabeth se vuelven visitantes asiduos y familiares muy apreciados para Darcy; tras algún tiempo Bingley compra una propiedad junto al hogar de su mejor amigo para felicidad de ambas esposas. Se menciona que Catherine aprovecha las amistades de sus hermanas y cuñados para asistir a eventos de la alta sociedad, pero ahora que está lejos de la influencia de Lydia, se ha convertido en una joven más centrada y correcta. Mary carece de pretendientes, pero al ser la única soltera, recae sobre ella la obligación tradicional de quedarse en casa y dedicarse a cuidar a su madre, cosa que no le molesta, ya que la vida le parece más grata ahora que solo ella vive allí y no siente que es ensombrecida por el atractivo de sus hermanas. La única molestia son Wickham y Lydia, de quienes se insinúa que el pobre amor entre ambos ha muerto rápidamente y ninguno es fiel al otro, pero continuamente visitan y abusan de la hospitalidad del inocente y amable Bingley, hasta el punto de hacerle perder los estribos y echarlos de la casa en una ocasión; también constantemente se ven llenos de deudas, por lo que Elizabeth intenta ayudarles con sus propios ingresos, pero rápidamente lo despilfarran y nuevamente hay que ayudarlos con más dinero o buscarles viviendas más baratas. Finalmente se menciona que tras algún tiempo Darcy y Lady Catherine hacen las paces e incluso ella los visita ocasionalmente.
El tema central de la obra es el matrimonio, que es la decisión más importante que las hermanas Bennet van a tener que tomar. El peligro está en elegir mal, por inmadurez o por falta de disciplina afectiva.[6] Al final, tres de las cinco hermanas se han casado después de elegir pareja valorando el amor, la seguridad económica y las afinidades.
No obstante, a pesar del paso del tiempo, esta obra sigue leyéndose, con una modernidad sorprendente. Quizá sea porque la autora, lejos de la tradición literaria de su época, satisface mejor que otros autores algunas de las eternas exigencias del lector:
Es la novela de Jane Austen más traducida y editada. En el ISBN aparecen hasta cuarenta ediciones para el periodo 1972-2007, solo en España y en español. Entre las traducciones podemos citar:
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