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ciencia de conducir una embarcación desde una situación de salida hasta otra de llegada De Wikipedia, la enciclopedia libre
La navegación marítima es el arte y la ciencia de conducir una embarcación desde una situación de salida (zarpado) hasta otra de llegada, eficientemente y con responsabilidad. Es arte por la destreza que debe tener el navegante para sortear los peligros de la navegación, y es ciencia porque se basa en conocimientos físicos, matemáticos, oceanográficos, cartográficos, astronómicos, etc. La navegación puede ser superficial o submarina.
Navegación (de la palabra latina navigatio) es el viaje que se hace con la nave (de la palabra latina navis, y esta de la raíz protoindoeuropea *nau- ‘barco’, que también es fuente del sánscrito nauh). Náutica (del latín nautĭca, y este del griego ναυτική [τέχνη] nautikḗ [téjne] ‘[arte de] navegar’, de ναύτης nautes ‘marinero’) es lo relativo a la navegación y la ciencia y arte de navegar. Naval (del adjetivo latino navalis) es lo relativo a las naves y la navegación, o particularmente a la Armada.[1]
En la Antigua Roma, los navicularii realizaban el comercio a larga distancia por mar.
La navegación costera fue practicada desde la más remota antigüedad.[6] La narración bíblica del diluvio, donde aparece el Arca de Noé, está basada tanto en los mitos como en la práctica de la navegación de las civilizaciones mesopotámicas, que desde los sumerios navegaron por sus dos ríos (Tigris y Éufrates) y por el golfo Pérsico. Los antiguos egipcios tampoco se limitaron a la navegación fluvial del Nilo, y utilizaron las rutas marítimas del Mediterráneo existentes desde el Neolítico (por las que se habrían difundido durante milenios fenómenos culturales como el megalitismo o la metalurgia). Los cretenses llegaron a establecer una verdadera "talasocracia" (gobierno de los mares, que se atribuye al rey Minos) hasta la época micénica (II milenio a. C.), en la que habría que situar los hechos mitificados en los poemas homéricos (más de mil "cóncavas naves" llegando a las playas de Troya, mala fortuna del navegante Ulises y pericia de los "argonautas" —entre los que está el constructor del barco que lleva su nombre, Argos—).
Los hititas, dirigidos por el rey Suppiluliuma II se enfrentaron a los chipriotas en la primera batalla naval registrada históricamente (ca. 1210 a. C.); en la misma época todas las civilizaciones del Mediterráneo Oriental sufrieron las incursiones de los llamados "pueblos del mar". Los fenicios, a quienes los griegos consideraban sus maestros en la navegación, y que también son citados en la Biblia (barcos de Tiro suministraban al rey Salomón mercancías provenientes de lugares lejanos, incluido Tarshish —Tartessos—, a ese mismo destino llevaba un barco fenicio a Jonás, hasta que la tripulación le arrojó al mar al responsabilizarle de la tormenta que amenazaba con hundirles),[7] habrían sido la primera civilización mediterránea que navegó por alta mar al remo[8] y a la vela, guiándose por el Sol durante el día, y por la Estrella Polar durante la noche. Consta que, atravesando el estrecho de Gibraltar (las "rocas de Melkart", "columnas de Hércules" en los mitos griegos) navegaron por el océano Atlántico llegando por el sur hasta algún punto de la costa occidental de África y por el norte hasta las islas británicas (o quizá más allá, al lugar que los textos denominan Thule), pero es dudoso que circunnavegaran África o atravesaran el Atlántico llegando a América, lo que más probablemente sí consiguieron los vikingos en el siglo X.
En los océanos Índico y Pacífico se desarrollaron navegaciones oceánicas que permitieron poblar todos los archipiélagos (navegación polinesia); mientras que la posibilidad de que se llegara a Ámérica del Sur es todavía objeto de debate (el poblamiento de América a través del estrecho de Bering no habría necesitado de navegación, o en todo caso, habría bastado con la navegación costera), así como otros posibles contactos transoceánicos precolombinos. En el primer tercio del siglo XV, las expediciones chinas lideradas por Zheng He llegaron hasta las costas africanas del Índico; se ha llegado a proponer la posibilidad de que hubieran llegado al Atlántico Sur e incluso hasta América y Europa, pero tal propuesta no ha pasado de ser una especulación no admitida académicamente.[10]
La navegación mediterránea, que los romanos habían llegado a controlar (Mare Nostrum indiscutido desde sus victorias frente a cartagineses —guerras púnicas, 264-146 a. C.— y egipcios —batalla de Actium, 31 a. C.— y piratas), volvió a ser un entorno disputado en la Edad Media, a partir del momento en que los vándalos consiguieron atacar navalmente las costas italianas. En el siglo VI los bizantinos consiguieron retomar su control, y en el siglo VII fueron los árabes los que acabaron de dividir el espacio mediterráneo;[11] al que llegaron a acceder incluso vikingos y normandos. Desde la época de las Cruzadas también tuvieron gran presencia los navegantes venecianos,[12] genoveses[13] y de la Corona de Aragón.[14]
El conocimiento de la brújula, transmitido a los europeos por los árabes (quienes lo habían obtenido a su vez de los chinos), junto con otras mejoras en técnicas astronómicas (astrolabio, ballestilla, sextante), cartográficas (portulanos) y en la construcción naval (carabela, nao, galeón), permitieron la Era de los Descubrimientos protagonizada inicialmente por portugueses y castellanos; especialmente a partir del impulso de Enrique el Navegante a la escuela de Sagres. En 1492 se realizó el primer viaje colombino a América; en 1488, Bartolomeu Dias dobló el cabo de Buena Esperanza, lo que abrió la ruta al Índico (Vasco de Gama llegó a Calicut (India) en 1498); entre 1519 y 1521 la expedición de Magallanes-Elcano circunnavegó el mundo (midiendo la longitud geográfica con el método de su organizador científico, Rui Faleiro).[15] Hasta el siglo XVI la hegemonía hispano-portuguesa en la navegación fue patente en campos como la geografía y la cosmografía. Tanto los pilotos ingleses como los franceses aprendieron a navegar en los textos de Pedro de Medina, Martín Fernández de Enciso y Martín Cortés, entre otros.[16][17] Se ha argumentado que la conjunción de "cañones y velas" dio a los Estados europeos la ventaja para imponerse al resto,[18] inaugurando el moderno "sistema mundo".[19]
Desde el siglo XVIII la hegemonía marítima fue ejercida por Inglaterra, hecho que se confirmó a comienzos del siglo XIX con la batalla de Trafalgar (1805). Entre las principales expediciones inglesas de la época estuvieron las del capitán Cook (1768-1779); mientras que la segunda del Beagle (1831-1836) tuvo una gran trascendencia para el posterior desarrollo de la teoría de la evolución de Darwin. Ya plenamente en la época de la navegación a vapor se siguieron perfeccionando las técnicas y embarcaciones en la navegación transoceánica a vela (clipper), que no quedó obsoleta para la navegación comercial hasta el siglo XX (sobre todo tras la apertura del canal de Panamá). Incluso entonces, el optimismo desmedido que caracterizó al diseño naval de la época sufrió un duro golpe con el hundimiento del Titanic (1912).
La navegación contemporánea ha dejado de realizar masivamente una de sus funciones tradicionales en que ha sido sustituida por la aviación, como es el transporte de pasajeros; aunque con dos importantes excepciones: los desplazamientos por placer (turismo de cruceros) y el tráfico irregular de personas (inmigración irregular). Desde la Segunda Revolución Industrial el volumen principal del transporte de mercancías ha venido siendo los hidrocarburos (buques petroleros y metaneros); otras materias primas también se transportan a granel en buques de carga, pero a partir de 1956 una gran parte de las mercancías de todo tipo se adaptan a contenedores normalizados que agilizan la carga y descarga, permitiendo la combinación con el transporte terrestre (hub). La navegación altamente tecnificada ha reducido las tripulaciones y aumentado las dimensiones de los barcos (por ejemplo, en la pesca de altura, que localiza sus presas con medios sofisticados y se prolonga indefinidamente en el tiempo —barcos congeladores o barcos-factoría—), lo que en algunas circunstancias les ha hecho vulnerables a nuevas formas de piratería.
Son los métodos que se utilizan en navegación marítima, para dar solución a los cuatro problemas del navegante:
Navegación y situación del buque por técnicas de posicionamiento basadas en la observación de demoras y distancias a puntos notables de la costa (faros, cabos, boyas, etc.) por medios visuales (taxímetros), observación de ángulos horizontales (sextante) o métodos electrónicos (demoras de radar a rácones, transpondedores, etc.).
Navegación y situación del buque por medios analíticos, una vez tenidos en cuenta los siguientes elementos: situación inicial (So), Rumbo (s) llevados, ya sean Rumbos Verdaderos (Rv), Rumbos de Superficie (Rs) o Rumbos Efectivos (Re), Velocidad (es), así como los factores externos que han influido durante todo o una parte de la derrota, como por ejemplo el Viento (Abatimiento) y/o la Corriente (Rumbo de la corriente e Intensidad horaria de la corriente). El punto resultante de los cálculos se denominada Situación de Estima, con su latitud y longitud de Estima (le y Le). A este punto también se le conoce como punto de fantasía.
Navegación loxodrómica es la que se efectúa siguiendo un mismo rumbo; es decir, todos los meridianos son cortados con el mismo ángulo. En el gráfico R. En la proyección Mercator una loxodrómica se representa por una recta. Este tipo de navegación es útil para distancias no muy grandes, ya que ofrece la conveniencia de mantener un rumbo constante, pero no es la que ofrece la distancia más corta, por lo que no suele ser adecuado para grandes distancias.
Es la que sigue la distancia más corta entre dos puntos; es decir, es la que sigue un círculo máximo. Para hacer los cálculos de rumbo y distancia entre dos puntos es necesario resolver un triángulo esférico cuyos vértices son el origen, el destino y el polo.[24]
Es la navegación y situación del buque por técnicas de posicionamiento basadas en la observación de las estrellas y demás cuerpos celestes. Las variables medidas para hallar la situación son: la altura angular observada de los astros sobre el horizonte, medida con el sextante (antiguamente con el astrolabio u otro instrumento), y el tiempo, medido con el cronómetro.
Conceptualmente, el proceso no es complejo de entender. Sabiendo el momento de la observación, y con los datos contenidos en el almanaque náutico, es posible determinar las coordenadas astronómicas del astro observado. Sabiendo las coordenadas del astro observado y la altura sobre el horizonte con que fue observado, podemos deducir que la posición del observador está situada en un círculo cuyo centro está situado en el punto geográfico situado directamente bajo el astro. Cualquier observador situado en cualquier punto de ese círculo observará el astro con la misma altura sobre el horizonte. El observador puede saber por tanto que su posición está en algún punto de este círculo.
En la práctica, el proceso matemático, llamado de "reducción" de la observación, puede resultar complejo para los no iniciados. A la altura observada con el sextante, es necesario aplicarle una serie de correcciones para compensar la refracción atmosférica, paralaje y otros errores. Una vez hecho esto, es necesario resolver por métodos matemáticos y trigonométricos un triángulo esférico. Hay muchos métodos para hacer esto. Los métodos manuales utilizan tablas (trigonométricas, logaritmos, etc.) para facilitar los cálculos. La aparición, a finales del siglo XX, de las calculadoras y computadoras electrónicas, facilitó grandemente el cálculo; pero la aparición del GPS, quitó importancia a la navegación astronómica, relegándola a un segundo plano como método alternativo en caso de fallo de la electrónica de a bordo o como hobby de interés científico.
Es la navegación y situación del buque por técnicas de posicionamiento basadas en las ayudas obtenidas por los sistemas de posicionamiento global, como el GPS, GLONASS, o el futuro sistema espacial europeo GALILEO. Es el sistema más extendido y de mayor facilidad de uso, a pesar de los errores que pueden derivarse.
Es la navegación y situación del buque, por medio de la integración de los datos ofrecidos por acelerómetros y/o giróscopos situados a bordo, que integran en complejos sistemas electrónicos las aceleraciones sufridas, que convertidas en velocidades (en los 3 ejes posibles de desplazamiento) y en función de los Rumbos observados, posibilitan la obtención de la posición.
El presagio de una navegación feliz era el delfín, por lo cual vino su representación a ser el símbolo que llevaban todas las naves.[cita requerida]
Más recientemente, la navegación se representó como una mujer coronada de popas de nave cuyos paños están agitados por los vientos. Apoya una mano en un timón y la otra tiene el instrumento de tomar altura. A sus pies, se ven la ampolleta, la brújula, el tridente de Neptuno y las riquezas del comercio mientras que en el horizonte, terminado por un faro, se divisa el mar surcado por naves que bogan a toda vela.[17]
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