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La mitología selknam es el conjunto de mitos del pueblo selknam, compartidos también por el pueblo haush, en la Isla Grande de Tierra del Fuego (isla compartida por Chile y Argentina).
La tradición oral jugó un importante rol en la transmisión de los relatos mitológicos en la sociedad selknam, los cuales eran narrados, casi exclusivamente, por hombres de edad avanzada. Los hombres más jóvenes no contaban relatos extensos en presencia de personas de mayor edad, y las mujeres se limitaban a escuchar y jamás relataban fragmentos de mitos, por menores que sean, a los niños.[1]
A menudo, el narrador agregaba al relato vivencias propias, así como fragmentos intercalados de otros mitos, con fines comparativos y de contraste. Esto dificulta el registro de los mitos, debido a que nunca hubo una transmisión inalterada ni uniforme. La representación de los mitos, entonces, surge de la recopilación de los diferentes fragmentos de los mitos.[1]
En la actualidad, la mitología selknam se conoce principalmente gracias a los trabajos del etnólogo austriaco Martin Gusinde y de la antropóloga franco-estadounidense Anne Chapman.
En la mitología selknam y haush, el cosmos se divide en cuatro sho'on o cielos del infinito, los cuales representan a los cuatro puntos cardinales:[2]
Cada uno de los shó'on se asociaba a una de las estaciones del año. El Kamuk simbolizaba la primavera y el verano, el Kéikruk al invierno, el Kenénik al otoño y, finalmente, el Wintek simbolizaba a todas las estaciones y, posiblemente, incluso al tiempo.[5]
La religión de los selknam tiende a ser descrita como politeísta, principalmente por la existencia de diversos personajes que se suelen considerar deidades. No obstante, es necesario aclarar que de acuerdo a las creencias del pueblo selknam, solo Temáukel es reconocido como un dios, mientras que todos los demás personajes propios de su mitología son identificados como antepasados mitológicos. Por otro lado, cabe también señalar que las características atribuidas a dichos antepasados mitológicos son propias de aquellos seres a los cuales podríamos llamar dioses. Por lo anteriormente descrito, es posible, entonces, considerar que la religión de los selknam era, más bien, de carácter henoteista. De este modo, nos encontramos con un ente superior, similar al dios de las religiones abrahámicas, que corresponde a Temáukel; dioses o antepasados mitológicos llamados howenh, de los cuales el primero en habitar la Tierra fue Kenos, un dios creador y terraformador, enviado por Temáukel;[1] y, finalmente, Xalpen y sus subordinados, los shoorts, quienes eran habitantes del inframundo, los cuales eran representados por los hombres en la ceremonia del Hain, y que eran reales solo para las mujeres y niños. Adicionalmente, se mencionan otros espíritus que habitaban los bosques, pero que no tienen mayor relevancia dentro del sistema de creencias selknam.
Temáukel es el dios supremo del panteón selknam y haush[3][1] y, en teoría, entre todas las deidades selknam, es el único que es considerado un dios propiamente tal, puesto que las otras deidades son identificadas, más bien, como antepasados mitológicos. Es un dios primigenio, por lo tanto, siempre ha existido.[2] Habita en la Cúpula Celeste, en el Cielo Este o Wintek y es el creador de la misma y de la Tierra primitiva.
Los howenh, aunque son dioses, no eran reconocidos como tal por los selknam, sino más bien como antepasados mitológicos, ya que la única divinidad como tal es Temáukel. Constituyen las grandes fuerzas de la naturaleza y elementos terraformadores, aunque antes de transformarse en dichos elementos, existían como humanos. Entre los más importantes están Kenos, el primero de los howenh; Kwányip y Čénuke; Kojh, howenh del mar; Kren, howenh del sol; Kre, howenh de la luna; Josh, howenh de la nieve; y Shenrr, howenh del viento.
Kenos fue el primero de los howenh en habitar la Tierra. Es el dios creador, organizador y civilizador en la mitología selknam, siendo la deidad más importante luego de Temáukel. Fue enviado por este desde la Cúpula Celeste a la Tierra primitiva, con la misión de organizarla y crear a los antepasados mitológicos que darían forma a la Tierra.[1][6]
A Kwányip se le atribuye la distribución del día y la noche de manera equitativa, haciendo que la oscuridad durara cada vez más.[1][2][4] También se le atribuye la instauración de la muerte, y con ello, el término de la era de los howenh y el inicio de la era de los mortales.[1][7][4]
Čénuke fue un vigoroso adversario de Kwányip, existiendo diversas historias que relatan las rencillas entre ambos. Una vez que Kenos abandonó la Tierra, Čénuke le sucedió en su tarea de lavar a las personas que se levantaban después del sueño senil (estado de muerte transitoria).[1]
Yeberofik es una howenh del amor, nacimiento, hogar y la caza, es representada como un zorro de color colorado, también puede ser un espíritu vengativo ante aquellos que traicione a su familia.
Xalpen es la diosa del inframundo y, al igual que los demás espíritus del Hain, solo subsiste en la creencia de mujeres y niños. Tiene siete acompañantes denominados shoorts o soorts: Sate, Yoisik, Wakus, Keyaisl, Talen, Pawus y Sanu. Además de ellos, hay una gran cantidad de shoorts subordinados a quienes no se les asigna un nombre específico.[1]
La sabiduría de los pueblos originarios que habitaron América antes de la conquista europea es rescatada desde la tradición oral que los caracterizó. La sabia cosmovisión de estos pueblos nos transmite valores que es necesario rescatar.[8][9]
Según la leyenda de los Selknam:
"No había nadie en toda la tierra. Nadie en el Norte, nadie en el Sur. Nadie al Este, nadie al Oeste. Sólo Kenós estaba, el enviado de Temáukell (aquél que está allá arriba). Kenós llegó a la tierra de los Onas y miró a su alrededor. Después, fue hacia un terreno pantanoso, hundió las manos y las sacó llenas de barro, raíces y hojas. Dejó que se escurriera el agua y comenzó a trabajar el barro cenagoso. Formó un órgano sexual masculino y lo dejó en el suelo. Luego, volvió al pantano, y con más barro, formó un órgano sexual femenino, una vez realizado esto, se fue. vino entonces la noche, y mientras reinaba la oscuridad, los dos órganos sexuales, se acoplaron. A la mañana siguiente había surgido un ser humano, el primer ancestro de los Onas. En sólo un día este ser creció hasta lograr el tamaño de un adulto. En la noche siguiente los órganos sexuales de barro volvieron a unirse, y surgió otro ancestro. El episodio se repitió durante varias noches, hasta que la tierra de los Onas se cubrió de gente, hombres y mujeres, que fueron los primeros Onas". Pero la tarea de Kenós no estaba terminada aún: Kenós fue al Norte, lejos, muy lejos. Allí, en los confines del mundo, volvió a crear órganos sexuales a partir de la tierra. Pero esta vez los hizo en una playa, y utilizó arena como material. Por eso los Koliot son de piel clara. Los primeros ancestros que había formado, en cambio, resultaron de piel oscura, porque oscura era la tierra pantanosa de donde se habían originado"Compilador Sugobono Nahuel[10]
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