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El martirio de San Juan Bautista es un hecho narrado en los evangelios, que relata la muerte por decapitación de Juan el Bautista, considerado por algunas religiones cristianas como santo y el último de los profetas. En el Santoral Católico se celebra el 29 de agosto. En el arte, este episodio ha sido reproducido en numerosas ocasiones siendo conocido como Salomé con la cabeza del Bautista.
Martirio de San Juan Bautista | ||
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Salomé espera la degollación de Juan el Bautista, Juan Martínez Montañés. | ||
Localización | ||
País | Rusia, Ucrania Bielorrusia | |
Datos generales | ||
Tipo | festividad cristiana, día festivo y Slavic folk holiday | |
Celebrada por | Cristianismo | |
Fecha | 29 de agosto (rito romano) | |
Motivo | Recuerdo de la decapitación de Juan el Bautista | |
Como fuente no bíblica, el historiador judío Josefo también relata que Herodes mandó encarcelar y matar a Juan, afirmando, sin embargo, que la verdadera razón que tuvo Herodes para hacerlo fue "la gran influencia que Juan tenía sobre el pueblo", que podría persuadir a Juan "a levantar una rebelión (pues parecían dispuestos a hacer cualquier cosa que él aconsejara)". Josefo afirma además que muchos de los judíos creían que el desastre militar que más tarde cayó sobre Herodes era el castigo de Dios por su comportamiento injusto hacia Juan.[1]
El Evangelio de Marcos presenta a Juan el cumplidor de una profecía de Isaías (que, en realidad, es una compilación de frases del Segundo Isaías, del Libro de Malaquías y del Libro del Éxodo).[2] Tras el pasaje del bautismo de Cristo en el río Jordán, se narra la muerte de Juan cuando el tetrarca Herodes Antipas, al escuchar historias de Jesús, piensa que Juan el Bautista ha resucitado de los muertos.
Según los evangelios sinópticos, Juan el Bautista reprobaba la unión de Herodes Antipas y Herodías por ser la mujer de su hermano, lo cual era un concubinato. A causa de esto, para contentar a su mujer, Herodes Antipas mandó a encerrar al profeta en un calabozo, pero no le mataba porque se entretenía escuchando sus historias y le temía, ya que era un hombre "recto y sagrado" y por temor a las protestas del pueblo. El día del cumpleaños de Herodes,en medio de una fiesta con los principales de Galilea presentes, Salomé realizó una danza para él, la cual agradó tanto al rey que este le permitió, bajo juramento, que le pidiese como regalo lo que quisiera. Aconsejada por su madre, Salomé pidió la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja de plata. muy disgustado, como había dado su palabra, Herodes Antipas lo mandó decapitar, y un guardia se encargó de entregarle la cabeza a Salomé como la había pedido, que a su vez la entregó a su madre (Mateo 14:1-12, Marcos 6:14-29 y Lucas 9:7-9). Sus discípulos recogieron su cuerpo y lo enterraron.
En aquel entonces oyó el tetrarca Herodes la fama de Jesús, y les dijo a sus cortesanos: —Éste es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él esos poderes. Herodes, en efecto, había apresado a Juan, lo había encadenado y lo había metido en la cárcel a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Y aunque quería matarlo, tenía miedo del pueblo porque lo consideraban un profeta. El día del cumpleaños de Herodes salió a bailar la hija de Herodías y le gustó tanto a Herodes, que juró darle cualquier cosa que pidiese. Ella, instigada por su madre, dijo: —Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. El rey se entristeció, pero por el juramento y por los comensales ordenó dársela. Y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron su cabeza en una bandeja y se la dieron a la muchacha, que la entregó a su madre. Acudieron luego sus discípulos, tomaron el cuerpo muerto, lo enterraron y fueron a dar la noticia a Jesús.[3]
En efecto, el propio Herodes había mandado apresar a Juan y le había encadenado en la cárcel a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo; porque se había casado con ella y Juan le decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano». Herodías le odiaba y quería matarlo, pero no podía: porque Herodes tenía miedo de Juan, ya que se daba cuenta de que era un hombre justo y santo. Y le protegía y al oírlo le entraban muchas dudas; y le escuchaba con gusto. Cuando llegó un día propicio, en el que Herodes por su cumpleaños dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea, entró la hija de la propia Herodías, bailó y gustó a Herodes y a los que con él estaban a la mesa. Le dijo el rey a la muchacha: —Pídeme lo que quieras y te lo daré. Y le juró varias veces: —Cualquier cosa que me pidas te daré, aunque sea la mitad de mi reino. Y, saliendo, le dijo a su madre: —¿Qué le pido? —La cabeza de Juan el Bautista —contestó ella. Y al instante, entrando deprisa donde estaba el rey, le pidió: —Quiero que enseguida me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se entristeció, pero por el juramento y por los comensales no quiso contrariarla. Y enseguida el rey envió a un verdugo con la orden de traer su cabeza. Éste se marchó, lo decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha y la muchacha la entregó a su madre. Cuando se enteraron sus discípulos, vinieron, tomaron su cuerpo muerto y lo pusieron en un sepulcro.[4]
Pero el tetrarca Herodes, al ser reprendido por él a causa de Herodías, la mujer de su hermano, y por todas las maldades que había cometido Herodes, añadió esta otra a las demás: metió a Juan en la cárcel.[5]
Este Herodes, denominado «Antipas», es el mismo que aparece en la pasión de Jesús. Era hijo de Herodes el Grande y gobernaba las regiones de Galilea y Perea. Estaba casado con una hija de un rey de Arabia aunque vivía en concubinato con Herodías. El historiador Flavio Josefo [6] proporciona otros detalles de este episodio tales como que ocurrió en la fortaleza de Maqueronte, o que la hija de Herodías se llamaba Salomé. El evangelista pone de manifiesto la estrecha relación entre el Bautista y Jesús.
La muerte del Bautista es como un anuncio de la de Cristo porque «el ávido dragón degustaba la cabeza del siervo, teniendo ansias de la Pasión del Señor».[7] Pero, desde la esperanza en Cristo, su muerte es una victoria: «¿Qué mal le ha causado su final a este hombre justo? ¿Qué ha podido hacer su muerte violenta? (…) No fue una muerte, sino una victoria lo que él recibió, no fue el fin de una vida, sino el comienzo de una mayor. Aprende a comportarte como un cristiano, y no sólo no te causará daño nada, sino que ganarás mejores recompensas»[8] Por contraste, la historia de los constituidos en autoridad es una acumulación de despropósitos que acaban en el asesinato del Bautista: «Danza una joven, su madre siente rebosar crueldad, entre los placeres y lascivias de los comensales se jura temerariamente, e impíamente se cumple lo jurado» [9]
La doctrina de la Iglesia enseña que no deben hacerse juramentos con ligereza, pues «la santidad del nombre divino exige no recurrir a Él por motivos fútiles» [10] Mucho menos pueden hacerse juramentos o promesas de orden inmoral y, si se han hecho, no deben cumplirse: «Es malo prometer el reino como recompensa por un baile, es cruel conceder la muerte de un profeta por mantener un juramento» [11][12]
Finalmente, el evangelista Lucas anota la suerte última de Juan. Los otros dos evangelios sinópticos, Mateo y Marcos, hablan de la censura que hizo el Bautista del adulterio de Herodes; Lucas apunta también que Juan denunció «todas las maldades» del tetrarca. La arbitrariedad de esta acción la evoca asimismo Flavio Josefo cuando dice que Herodes, temeroso de que la autoridad del Bautista «indujera a sus súbditos a rebelarse, pues el pueblo parecía dispuesto a seguir sus consejos, consideró más seguro (…) quitarlo de en medio; de lo contrario, quizás tendría que arrepentirse más tarde, si se produjera alguna conjuración. Así que, por estas sospechas de Herodes, fue encarcelado y enviado a la fortaleza de Maqueronte». Por eso también, cuando Herodes fue aplastado por el rey de los nabateos, «los judíos creyeron que fue en venganza de su muerte [de Juan Bautista] por lo que fue derrotado Herodes, ya que Dios quería castigarlo» [13][14]
El teólogo católico alemán, Friedrich Justus Knecht escribió que:
San Juan murió mártir de su vocación. Habiendo sido llamado por Dios para ser predicador de la penitencia, le representó el pecado de Herodes y le recordó la ley de Dios. Por este motivo murió violentamente a la edad de treinta y dos años. A él se aplica la octava bienaventuranza: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia". Su alma pasó directamente al Limbo, donde, como San José, esperaba la llegada del Mesías y la pronta realización de la obra de la Redención. Cuando Nuestro Señor ascendió al cielo, fue llevado con Él a la felicidad eterna. La Iglesia le honra como a un gran Santo, y el 24 de junio celebra su natividad, porque nació sin pecado original. [15]
La historia posterior de Herodes y Salomé se relata en el gran comentario de Cornelio a Lapide:
Por lo cual la justa venganza de Dios ardió contra todos los que participaron en este crimen. Herodes fue derrotado por Aretas IV. Después fue desterrado con Herodías a Lyon, y privado de la tetrarquía y de todos sus poderes por Calígula, a instigación de Herodes Agripa, hermano de Herodías, según relata Josefo (xvii. 10). Además, la cabeza de la hija danzante fue cortada por medio de hielo. Escuchad lo que dice Nicéforo: Una vez, en invierno, mientras viajaba y tenía que cruzar a pie un río helado, el hielo se rompió bajo ella, no sin la providencia de Dios. En seguida se hundió hasta el cuello. Esto la hizo bailar y retorcerse con todas las partes inferiores de su cuerpo, no en tierra, sino en el agua. Su malvada cabeza se cubrió de hielo, y al final fue separada de su cuerpo por las afiladas aristas, no del hierro, sino del agua helada. Así, en el mismo hielo, mostró la danza de la muerte, y proporcionó un espectáculo a todos los que lo contemplaron, que trajo a la memoria lo que había hecho.[16]
Según los Evangelios sinópticos, Herodes, que era tetrarca, o subrey, de Galilea bajo el Imperio romano, había encarcelado a Juan el Bautista porque reprendió a Herodes por divorciarse de su esposa (Fasaelis, hija del rey Aretas de Nabatea) y tomar ilegalmente a Herodías, la esposa de su hermano Herodes Filipo I. En el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías, a quien Josefo identifica como Salomé, bailó ante el rey y sus invitados. Su baile agradó tanto a Herodes que en su borrachera prometió darle todo lo que deseara, hasta la mitad de su reino. Cuando Salomé preguntó a su madre qué debía pedir, ésta le dijo que pidiera la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Aunque Herodes se horrorizó por la petición, accedió a regañadientes e hizo ejecutar a Juan por decapitación en la prisión.[17] En el arte, el episodio se conoce como La fiesta de Herodes.
El historiador judío Josefo también relata en sus Antigüedades de los Judíos que Herodes mató a Juan, afirmando que lo hizo, "no fuera que la gran influencia que Juan tenía sobre el pueblo pudiera poner en su poder e inclinación [de Juan] levantar una rebelión, (pues parecían dispuestos a hacer cualquier cosa que él aconsejara), [por lo que Herodes] pensó que era mejor [darle] muerte." Además, afirma que muchos de los judíos creían que el desastre militar que cayó sobre Herodes a manos de Aretas, su suegro (el padre de Fasaelis), era el castigo de Dios por su comportamiento injusto.[1]
Ninguna de las fuentes da una fecha exacta, que fue probablemente en los años 28-29 dC (Mateo 14:1-12; Marcos 6:14-27; Lucas 9: 9) después de encarcelar a Juan el Bautista en el año 27 d. C. ( Mateo 4:12; 9) a instancias de Herodías, la esposa de su hermano, a la que tomó como amante. (9; 9);[18] Según Josefo, la muerte tuvo lugar en la fortaleza de Maqueronte.
La siguiente tabla comparativa se basa principalmente en la Nueva Versión Internacional (NVI) traducción inglesa del Nuevo Testamento.[19] El relato de Flavio Josefo en Antigüedades de los judíos fue traducido por William Whiston.[20]
Mateo | Marcos | Lucas-Hechos | Juan | Josefo | |
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Prólogo | Lucas 1:5-80 | Juan 1:6-18 | |||
Mateo 3:1-17
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Marcos 1:4-11
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Lucas 3:1-22; Hechos 1:5, 1:21-22, 10:37-38, 11:16, 13:24-25, 18:25, 19:3-4
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Juan 1:19-42, 3:22-36, 4:1
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Antigüedades Judías 18. 5. 2.
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Mateo 11:2-7, 14:6-12
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Marcos 1:14, 6:17-29
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Lucas 3:19-20, 7:18-25, 9:9
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Juan 3:24
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Antigüedades Judías 18. 5. 2.
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Epílogo | Mateo 14:1-6
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Marcos 6:14-16
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Lucas 9:7-9
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Juan 5:30-38
Juan 10:40-42
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Antigüedades Judías 18. 5. 2.
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La conmemoración litúrgica de la Decapitación de San Juan Bautista es casi tan antigua como la de su nacimiento, que es una de las fiestas más antiguas, si no la más antigua, introducida tanto en la liturgia oriental como en la occidental para honrar a un santo.
La Iglesia católica celebra la fiesta el 29 de agosto, al igual que la Iglesia Luterana. Muchas otras iglesias de la Comunión Anglicana también lo hacen, incluida la Iglesia de Inglaterra, aunque algunas la designan conmemoración en lugar de fiesta.[21]
Las iglesias Ortodoxia bizantina y Iglesia greco-católica también celebran esta fiesta el 29 de agosto. Esta fecha del Calendario Juliano, utilizada por la Iglesia ortodoxa rusa, la Iglesia ortodoxa macedonia, la Iglesia ortodoxa serbia y la Iglesia ortodoxa etíope, corresponde en el siglo XXI al 11 de septiembre del Calendario Gregoriano. Este día se observa siempre con estricto ayuno y, en algunas culturas, los piadosos no comen alimentos de un plato plano, no utilizan cuchillo ni comen alimentos redondos en este día.
La Iglesia Apostólica Armenia conmemora la Decolación de San Juan el sábado de la Semana Santa, mientras que la Iglesia Ortodoxa Siria, la Iglesia ortodoxa de Malankara, y la Iglesia católica siro-malankara. Iglesias conmemoran su muerte el 7 de enero.
Hay otras dos fiestas relacionadas que observan los cristianos orientales:
Se dice que el primer hallazgo se produjo en el siglo IV. La propiedad del Monte de los Olivos donde fue enterrada la cabeza pasó a manos de un funcionario del gobierno que se convirtió en monje con el nombre de Inocencio. Allí construyó una iglesia y una eremitorio. Cuando empezó a cavar los cimientos, se descubrió la vasija con la cabeza de Juan el Bautista, pero temeroso de que los incrédulos pudieran abusar de la reliquia, la escondió de nuevo en el mismo lugar en el que había sido encontrada. A su muerte, la iglesia cayó en la ruina y fue destruida.
Se dice que el Segundo Hallazgo ocurrió en el año 452. Durante la época de Constantino el Grande, dos monjes que peregrinaban a Jerusalén tuvieron visiones de Juan el Bautista, quien les reveló el lugar donde se encontraba su cabeza. Descubrieron la reliquia, la metieron en un saco y regresaron a casa. Por el camino, se encontraron con un alfarero sin nombre y le dieron el saco para que lo llevara, sin decirle de qué se trataba. Juan el Bautista se le apareció y le ordenó que huyera de los monjes descuidados y perezosos, con lo que tenía en las manos. Así lo hizo y se llevó la cabeza a casa. Antes de morir, la colocó en un recipiente y se la dio a su hermana. Al cabo de algún tiempo, un hieromonje llamado Eustaquio, un arriano, se apoderó de ella, utilizándola para atraer adeptos a sus enseñanzas. Enterró la cabeza en una cueva cerca de Emesa. Con el tiempo, se construyó un monasterio en ese lugar. En el año 452, San Juan Bautista se apareció al archimandrita Marcelo de este monasterio y le indicó dónde estaba escondida su cabeza en una tinaja enterrada en la tierra. La reliquia fue llevada a la ciudad de Emesa y posteriormente trasladada a Constantinopla.[23]
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Se dice que Juan el Bautista fue enterrado en la aldea Palestina de Sebastia, cerca de la actual Naplusa en Cisjordania. Se menciona que sus reliquias fueron honradas allí en el siglo IV. Los historiadores Rufino y Teodoreto registran que el santuario fue desecado bajo Juliano el Apóstata alrededor del año 362, siendo los huesos parcialmente quemados. No obstante, la tumba de Sebastia siguió siendo visitada por piadosos peregrinos, y San Jerónimo da testimonio de que allí se obraron milagros. Hoy en día, la tumba se encuentra en la Mezquita de Nabi Yahya ("Mezquita de Juan el Bautista").
Es difícil determinar qué fue de la cabeza de Juan el Bautista. Nicéforo[25] y Simón Metafraste dicen que Herodías lo hizo enterrar en la fortaleza de Maqueronte (de acuerdo con Josefo). Otros autores dicen que fue enterrado en el palacio de Herodes en Jerusalén; allí, fue encontrado durante el reinado de Constantino y de allí llevado secretamente a Emesa, en Fenicia, donde fue ocultado, permaneciendo el lugar desconocido durante años, hasta que fue manifestado por una revelación en 453.
A lo largo de los siglos, ha habido muchas discrepancias en las diversas leyendas y reliquias reclamadas en todo el mundo. Varios lugares diferentes afirman poseer la cabeza cortada de Juan el Bautista. Entre las diversas reivindicaciones se encuentran:[26]
Otras supuestas reliquias son:
El 29 de agosto de 2012, durante una audiencia pública en el palacio de verano de Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI mencionó la cripta tradicional de la ciudad palestina de Sebastia, donde se veneran reliquias del Bautista desde al menos el siglo IV. [32] El Papa también señaló que una fiesta religiosa conmemora especialmente el traslado de la reliquia de la cabeza de Juan a la Basílica de San Silvestro in Capite en Roma.
El teólogo católico alemán, Friedrich Justus Knecht escribió que:
San Juan murió mártir de su vocación. Habiendo sido llamado por Dios para ser predicador de la penitencia, le representó el pecado de Herodes y le recordó la ley de Dios. Por este motivo murió violentamente a la edad de treinta y dos años. A él se aplica la octava bienaventuranza: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia". Su alma pasó directamente al Limbo, donde, como San José, esperaba la llegada del Mesías y la pronta realización de la obra de la Redención. Cuando Nuestro Señor ascendió al cielo, fue llevado con Él a la felicidad eterna. La Iglesia le honra como a un gran Santo, y el 24 de junio celebra su natividad, porque nació sin pecado original. [44]
La historia posterior de Herodes y Salomé se relata en el gran comentario de Cornelio a Lapide:
Por lo cual la justa venganza de Dios ardió contra todos los que participaron en este crimen. Herodes fue derrotado por Aretas IV. Después fue desterrado con Herodías a Lyon, y privado de su tetrarquía y de todo por Calígula, a instigación de Herodes Agripa, hermano de Herodías, según relata Josefo (xvii. 10). Además, la cabeza de la hija danzante fue cortada por medio de hielo. Escuchad lo que dice Nicéforo: "Una vez, en invierno, mientras viajaba y tenía que cruzar a pie un río helado, el hielo se rompió bajo ella, no sin la providencia de Dios. En seguida se hundió hasta el cuello. Esto la hizo bailar y retorcerse con todas las partes inferiores de su cuerpo, no en tierra, sino en el agua. Su malvada cabeza se cubrió de hielo, y al final fue separada de su cuerpo por las afiladas aristas, no del hierro, sino del agua helada. Así, en el mismo hielo, mostró la danza de la muerte, y proporcionó un espectáculo a todos los que lo contemplaron, que trajo a la memoria lo que había hecho.[45]
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Las escenas de los acontecimientos en torno a la muerte de Juan fueron un tema muy común en el tratamiento de Juan el Bautista en el arte, inicialmente con mayor frecuencia en pequeñas escenas de predela, y más tarde como tema de obras independientes de mayor tamaño. La siguiente lista no pretende ser exhaustiva, sino que comienza con obras con sus propios artículos, y luego incluye muchas de las representaciones más conocidas en orden cronológico (para ver cada obra, siga el enlace a través de la nota a pie de página):[46]
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