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pedagoga italiana De Wikipedia, la enciclopedia libre
Maria Tecla Artemisia Montessori (Chiaravalle, provincia de Ancona, Italia, 31 de agosto de 1870-Noordwijk, Países Bajos, 6 de mayo de 1952), más conocida como Maria Montessori, fue una médica, pedagoga, psiquiatra y filósofa, además de humanista, activista feminista, sufragista italiana y devota católica. A los 26 años, en 1896, se convirtió en una de las primeras mujeres médicos en Italia, no en la primera como ella misma afirmaba. Posteriormente como educadora fue conocida por la filosofía de la educación que lleva su nombre y sus escritos sobre pedagogía científica. A una edad temprana, Montessori rompió las barreras y expectativas de género cuando se inscribió en clases en una escuela técnica para hombres, con la esperanza de convertirse en ingeniera. Pronto cambió de parecer y comenzó medicina en la Universidad de Roma La Sapienza, donde se graduó, con honores, en 1896. Su método educativo se usa hoy en día en muchas escuelas públicas y privadas de todo el mundo.[1]
Maria Montessori | ||
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Información personal | ||
Nombre en italiano | María Montessori | |
Nacimiento |
31 de agosto de 1870 Zorrozaurre (Reino de Italia) | |
Fallecimiento |
6 de mayo de 1952 Noordwijk (Países Bajos) | (81 años)|
Sepultura | Noordwijk | |
Religión | Iglesia católica | |
Educación | ||
Educación | doctorado en ciencias | |
Educada en | Universidad de Roma La Sapienza | |
Información profesional | ||
Ocupación | Médica, pedagoga y ensayista | |
Área | Pedagogía | |
Empleador | Universidad de Roma La Sapienza | |
Distinciones |
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Nació el 31 de agosto de 1870 en Chiaravalle, provincia de Ancona, Italia, en el seno de una familia burguesa católica.[2] Sus padres fueron Renilde Stoppani y Alessandro Montessori, militar de profesión. La familia se trasladó a Roma cuando tenía 12 años para que pudiera tener una buena educación. En un principio habían pensado que estudiara magisterio, la única salida profesional para las mujeres de la época, pero ella se planteó otras opciones.
Estudió ingeniería a los catorce años, después biología y por último fue aceptada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Roma "La Sapienza". En 1894 ganó un premio bien remunerado por un trabajo sobre patología general, en 1895 ganó una plaza como asistente médico en un hospital de mujeres y otra en uno de hombres sin recursos. Entró en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Roma y empezó a interesarse por otras disciplinas.[3]
A pesar de las dificultades económicas y sociales, a los 26 años, en 1896, se convirtió en una de las primeras mujeres en obtener el título de medicina en Italia.[4] Más tarde estudió antropología y obtuvo un doctorado en filosofía, época en la que asistió a uno de los primeros cursos de psicología experimental. Desarrolló su propia clasificación de enfermedades mentales.
Seis meses antes de su primera intervención pedagógica, el 31 de marzo de 1898, tuvo un hijo secreto, Mario Montessori, fruto de su relación con su colega Giuseppe Montesano, que fue enviado a ser discretamente criado por una familia en el campo.[5]
En 1898, en un congreso pedagógico en Turín, expuso la importancia de la educación y atención a niños con deficiencias mentales y planteó la relación entre el abandono infantil y el desarrollo posterior de la delincuencia.
A partir de esta intervención el ministro de educación, Guido Bacelli, le propuso realizar una serie de conferencias en Roma para presentar sus ideas sobre la educación de estos niños. Posteriormente se fundó una escuela estatal de ortofonía de la que Montessori fue directora entre 1899 y 1901.[6] En este periodo integró un grupo de profesorado especializado en la observación y la educación de menores con discapacidad.
Entre 1898 y 1900 trabajó con niños considerados perturbados mentalmente. Se dio cuenta de que estos niños tenían potencialidades que, aunque estaban disminuidas, podían ser desarrolladas y que eran dignos de una vida mejor sin representar una carga para la sociedad. En este momento decidió dedicarse a los niños durante el resto de su vida. Observó a los niños de una institución para niños «ineducables» jugando con las migajas de la comida, porque no había ningún objeto más en el sitio. Vio que no se las comían, sino que las manipulaban y se dio cuenta de que lo que les hacía falta eran objetos para tocar, que el ser humano tiene necesidad de actividad, de realidad, de cultivar su inteligencia y personalidades.
Más tarde se trasladó a Londres y París para estudiar nuevas metodologías. De regreso a Roma continuó con sus observaciones, elaboró un método fundamentado en los principios de Jean Marc Gaspard Itard y Édouard Séguin[7] e inició una serie de nuevas experiencias en el ámbito de la lecto-escritura, un método que resultó positivo en menores con discapacidad.[2] El conjunto de sus investigaciones le dio posibilidad de ocupar la cátedra de antropología pedagógica en la Universidad de Roma, en la que se dedicó a la enseñanza durante varios años.
Gradualmente fue desplazando su interés inicial por los niños con discapacidad intelectual hacia los niños en edad escolar. A partir de este desplazamiento, el mes de enero de 1907 Montessori fundó la primera Casa dei Bambini, un lugar donde los niños y niñas tuvieron la oportunidad de aprender siguiendo sus innovadores métodos. De hecho, la fundación de este primer centro fue impulsada básicamente por el Instituto Romano dei Beni Stabili, un organismo social que pretendía impulsar la rehabilitación del barrio de San Lorenzo de la capital italiana mediante la construcción de edificios modernos, ya que los habitantes de este barrio vivían en una gran precariedad higiénica. El director de este organismo, E. Talamo, conocía las experiencias de Montessori como médica y como educadora y creyó oportuno confiarle la dirección de un centro de formación para niños. En realidad el centro era una institución pedagógica orientada a los menores de tres a seis años que residían en los inmuebles del Instituto Romano. Según reconoce Montessori en su libro I bambini, “el proyecto inicial pretendía reunir a los hijos de los residentes de un edificio con el fin de impedir que se equivocaran de escalera, maltrataran los muros y sembraran el desorden". Al aceptar, Maria Montessori se propuso dos objetivos: por un lado, procurar una vida mejor a quienes allí residían, basada en la higiene y la armonía familiar y social; por otra, perseguía una finalidad pedagógica. La principal innovación de la Casa dei Bambini era la de ofrecer a los pequeños un espacio adaptado donde podían vivir todo el día acompañados de una institutriz. Los padres estaban invitados a entrar en el centro y seguir el trabajo de sus hijos siempre que respetaran las maneras y la propiedad de los menores. En cuanto a la institutriz, tenía la obligación de residir en el edificio con el fin de facilitar la cooperación con los padres en su tarea de educar a sus hijos. Fue en este primer centro (luego trasladado como modelo a tantos otros alrededor del mundo) donde Montessori comenzó a aplicar los resultados de sus estudios, creando lo que conocemos como método Montessori.[8]
De esta pequeña escuela fundada en la calle Marsi, en Roma, surgió una obra que tuvo eco mundial en los medios educativos. En esta época, resultaba extraordinario asociar el aspecto social y el pedagógico a la educación infantil, así como defender los derechos de los niños ante los adultos. En 1909, Montessori publicó su obra fundamental sobre el método de la pedagogía científica aplicada a la educación de los niños: Il metodo della pedagogía científica applicato all 'educazione infantil nelle case dei bambini. Sus repercusiones fueron tan importantes que la obra fue traducida con gran rapidez a numerosos idiomas.[9] Tras el éxito de la Casa dei Bambini fundó cuatro nuevas escuelas en Roma, y dejó la escuela original para expandir el método,[10] y en 1913 organizó cursos internacionales en Roma a los que asistieron un centenar de educadores de gran variedad de países, confesiones y afiliaciones políticas. Todos aquellos profesionales que conocieron el método, ya fuera a través del libro o a través de alguno de los seminarios, contribuyeron a crear un clima favorable en los lugares de donde procedían. Como fruto de esta propagación, la Società Umanità fundó la Casa dei Bambini de Milán en acuerdo con los principios montessorianos.[10]
Montessori multiplicó sus viajes por toda Europa, América y Asia, dictando conferencias y organizando cursos de formación, participando en congresos y estableciendo contactos con personalidades. Roma, Milán, Londres, París, Berlín, Ámsterdam, Barcelona, San Francisco, Madrás o Karachi son algunas de las ciudades donde se organizaron todos estos eventos. Con todo esto llegó a formar personalmente a más de cinco mil estudiantes de todo el mundo. Resulta difícil ordenar cronológicamente todos los viajes que llegó a hacer; aun así, sí es posible destacar los que tuvieron una influencia especial en el destino de su obra.
Durante la Primera Guerra Mundial se trasladó a menudo a Estados Unidos, donde fundó un colegio para maestros. Con Alexander G. Bell, en ese momento considerado el inventor del teléfono, y su hija abrieron la primera Casa dei Bambini en Estados Unidos. Allí, las escuelas se multiplicaron y se formó la American Montessori Association, que encabezaron el mismo Alexander G. Bell y Margaret Wilson, hija del presidente Wilson.[11]
La buena acogida del método Montessori se interrumpió debido a la intervención del profesor William Kilpatrick, que en 1914 escribió el libro The Montessori system examined, en el que declaraba que la teoría Montessori había quedado obsoleta.[12]
En 1915 realizó un viaje a Estados Unidos en el que la acompañó por primera vez su hijo Mario Montessori, que contaba 17 años. Fue el comienzo de una asociación permanente entre madre e hijo tanto en el trabajo como en la vida personal.[5] A su regreso de América en 1917, Mario se casó con Helen Christie y residieron en Barcelona. Desde principios de la década de los 20 su hijo ocupó un lugar cada vez más importante en la vida de Motessori. En 1929 ambos fundaron la Asociación Montessori Internacional.
En 1926 se fundó la Real Escuela del Método Montessori con el apoyo de Mussolini; las escuelas y los centros de formación a docentes se multiplicaron en Italia y se esparcieron en varios países, entre ellos Alemania. Posteriormente, ella renunció a la ayuda de Mussolini a causa de su voluntad de adoctrinar a los niños con una finalidad bélica, principio que resulta incompatible con el concepto de libertad, fundamental en su método. Mussolini mandó cerrar todas las escuelas, y Adolf Hitler hizo lo mismo en Alemania.[13]
Cuando estalló la guerra civil española, la familia Montessori dejó Barcelona y volvió a emigrar para establecerse en los Países Bajos en 1936. Holanda, concretamente Ámsterdam, ciudad que los acogió, se convirtió en la sede de la Asociación Montessoriana Internacional.[14] Allí conocieron al banquero Pierson, con quien se asociaron para abrir una escuela.[5]
Durante la Segunda Guerra Mundial, Montessori y su hijo se refugiaron en la India, donde desarrollaron el trabajo con niños mayores de seis años, en lo que sería la primaria Montessori.
El viaje a la India fue por invitación de la Sociedad Teosófica con sede en Madrás, y llegaron a Adyar, Madrás, en octubre de 1939. María tenía previsto organizar un curso de tres meses y regresar a Europa en 1940, pero la Segunda Guerra Mundial hizo que prolongaran su estancia. Debido a su condición de italiano, Mario fue obligado por el gobierno británico (que en ese entonces dominaba la India) a internarse en un campo de concentración (de trabajo) para civiles en Ahmendnagar y también impusieron restricciones a los movimientos de María Montessori. Pero el 31 de agosto de 1940 (día del cumpleaños de María), los británicos liberaron a Mario.[5]
Durante siete años, de 1939 a 1946, María Montessori permaneció en la India, donde realizó 16 cursos de capacitación y formó a más de un millar de profesores. Ella hablaba en italiano y su hijo traducía al inglés.
En 1946 regresó a Europa y tras apaciguarse el conflicto volvió a integrarse en el círculo europeo y regresó a Ámsterdam. Mario se casó en segundas nupcias con Ada Pierson, quien había cuidado de su familia mientras éste estaba en la India.
María Montessori, acompañada de su hijo Mario, llevó a cabo cursos y conferencias en Londres, Escocia, Roma, Berlín, Ceilán, India, Pakistán, Países Bajos y Francia. Estableció su residencia en Noordwijk Aan Zee, Holanda, hasta su muerte a los 81 años, el 6 de mayo de 1952.[15][16] Está enterrada en el cementerio católico de dicha ciudad.
El 31 de marzo de 1898 María tuvo un hijo en secreto con su colega Giuseppe Montisano, que fue cuidado en el campo por una familia a las afueras de Roma. María lo visitaba con cierta frecuencia pero hasta que Mario Montessori tuvo 15 años no supo que era su madre. Ella nunca lo reconoció públicamente como su hijo. En algún momento lo presentó como su sobrino y más tarde como hijo adoptivo. Cuando tenía 17 años Mario acompañó a su madre a Estados Unidos, un viaje que marcó el comienzo de una asociación permanente entre madre e hijo. En 1917 Mario se casó con Helen Christie y fua a vivir a Barcelona. A principio de la década de 1920 empezó a acompañarla en todas sus giras y en 1929 ambos fundaron la Asociación Montessori Internacional (AMI) para supervisar las actividades de las escuelas de todo el mundo. Hasta su muerte, el 10 de octubre de 1982, continuó dirigiendo la asociación.[5][17]
1. 'El instinto más grande de los niños es precisamente liberarse del adulto.'
2. 'El niño, guiado por un maestro interior, trabaja infatigablemente con alegría para construir al hombre.'
3. 'Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo.'
4. 'El niño que tiene libertad y oportunidad de manipular y usar su mano en una forma lógica, con consecuencias y usando elementos reales, desarrolla una fuerte personalidad.'
5. 'Tocar al niño es tocar el punto más delicado y vital, donde todo puede decidirse y renovarse, donde todo está lleno de vida.'
6. 'La mayor señal del éxito de un profesor es poder decir: Ahora los niños trabajan como si yo no existiera.'
7. 'El niño que ha aumentado su propia independencia con la adquisición de nuevas capacidades, solo puede desarrollarse normalmente si tiene libertad de acción.'
8. 'La mejor enseñanza es la que utiliza la menor cantidad de palabras necesarias para la tarea.'
9. 'El movimiento ayuda al desarrollo psíquico y este desarrollo se expresa a su vez con un movimiento y una acción.'
Maria entabló relación con grupos feministas en lucha por los derechos políticos y civiles de la mujer y en otoño de 1896, apenas licenciada en medicina, fue invitada a formar parte de la delegación italiana que asistiría en Berlín al Congreso sobre los Derechos de las Mujeres.
Hablo en nombre de seis millones de mujeres italianas —expresó Montessori— que trabajan en fábricas y granjas durante dieciocho horas al día por una paga que suele ser la mitad de la que reciben los hombres por realizar el mismo trabajo, y a veces incluso menos. (Op. cit., p. 35).[3]
También defendió el derecho de las mujeres solteras a entrar al mundo del trabajo y su derecho a decidir sobre el matrimonio y el control de sus bienes, enarbolando desde entonces la bandera de la equidad salarial entre mujeres y hombres.
En un Congreso Internacional de Mujeres en Londres (1890) denunció las condiciones de vida de las maestras rurales en Italia y de los niños forzados a trabajar en las minas en Sicilia. Relacionó así el feminismo con las reivindicaciones sociales y, al exponer sus ideas sobre el rol de la mujer como promotora del cambio, insistió en su derecho a la educación, el conocimiento, el trabajo fabril e intelectual, al voto y a decidir sobre la vida en pareja y las condiciones de la maternidad. (Op. cit., pp. 58-60).
En 1908 asistió en Roma al Primer Congreso de Mujeres Italianas y presentó la ponencia “La moral sexual en la educación”, en que sostenía la necesidad de la educación sexual para liberar a las mujeres del puritanismo y de la moral que las esclaviza “al rol de cuidadoras y madres, ignorantes de la vida y de sus problemas, infantiles en sus pensamientos y en sus conciencias”. (Op. cit., p. 104).
En el libro Por la causa de las mujeres[18] se recogen nueve textos en los que la autora defiende y promueve un modelo de «mujer nueva», consciente de su potencial y artífice de su propio destino. En sus textos plantea la defensa del derecho al voto y a la educación, el trato paritario en el trabajo y en el matrimonio, lo que constituían los primeros pasos de la emancipación femenina en Europa.[18]
Mientras desarrollaba su labor pedagógica, Montessori descubrió los trabajos de dos médicos franceses, Jean Itard (1774-1838) y Eduardo Séguin (1812-1880). El primero de estos es considerado el «padre» de la nueva pedagogía, que establece la importancia de la observación en los niños y entiende que a los niños no se les puede imponer nada y, el segundo creó ejercicios y materiales para ayudar al niño a desarrollar sus facultades, además de estudiar el caso del denominado niño salvaje de Aveyron. Más tarde, conoció los trabajos del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827). Pestalozzi hacía énfasis en la preparación del maestro, que primero debe lograr un cambio en su persona y debe tener amor a su trabajo. También debe haber amor entre el niño y el maestro.
Entre otros puntos, Montessori dice que la educación se basa en un triángulo:
Se llema independencia a la habilidad para hacer algo por sí mismo. En el ambiente Montessori se ofrecen actividades constructivas que responden a las necesidades de desarrollo del niño y, a través de estas, el niño puede alcanzar distintos grados de independencia. Cuando se desarrolla la autonomía, se satisfacen los intereses y las necesidades.
Durante su desarrollo, el niño se adapta y reconoce las condiciones del ambiente en el que le ha tocado vivir. El niño vive una relación distinta con el ambiente que lo circunda, lo vuelve parte de sí mismo.
Los niños escogen el material que tienen a su disposición, de acuerdo con sus necesidades interiores, lo cual facilita la observación de tendencias y de sus necesidades psíquicas.
La concentración es el punto de inicio en el proceso de aprendizaje. Toda su energía se enfoca en un trabajo en el que mente y acciones se encaminan hacia el desarrollo. El niño se sentirá atraído hacia materiales que apelen al interés sensorial como, por ejemplo, el color. Sin embargo, a medida que adquiera más experiencia, pasará de lo conocido a un trabajo cada vez más intelectual.
El movimiento es indispensable para el desarrollo del niño: no solo se beneficia el aspecto físico, sino que también se desarrolla la mente.
Los materiales son necesarios para que el niño logre la concentración. Los objetos representan una necesidad para el niño. Él es quien los escoge y es a través de ellos que se construye a sí mismo. El hecho de que los objetos puedan ser transportados, usados y vueltos a colocar en su sitio, da al ambiente un carácter atractivo e irresistible.
Uno de los beneficios es el sentimiento de confianza y seguridad. Al sentir este espacio ordenado, predecible, con rutinas establecidas, su espíritu crece y su energía avanza hacia su propio desarrollo. En el ambiente preparado existe una calma que permite la manifestación de la verdadera naturaleza de cada niño.
La habilidad de escoger algo con intención se desarrolla gradualmente durante la primera fase de la vida y se fortalece mediante la práctica. Esto desarrolla la libre elección, componente indispensable de la voluntad.
El ambiente preparado favorece la socialización del niño al permitir el desarrollo de dos cualidades sociales de gran importancia: el respeto y la espera. Ambas entran en la vida del niño como una experiencia que va madurando con el tiempo.
El niño debe estar en contacto con la Naturaleza; esto le permite experimentar con ella de forma inmediata.[22]
El amor se refiere al respeto, la libertad con responsabilidad, con límites y estructura. Valorarlo, fe, confianza, paciencia. Conocer sus necesidades. Empatía.[23]
Amor: habilidad de darle al niño la posibilidad de despertar su espíritu para después proporcionarle los medios que correspondan a este despertar. No es un método pedagógico, es el descubrimiento del hombre. Descubrió que es el niño quien puede formar al hombre con sus mejores o peores características. «El niño necesita ser reconocido, respetado y ayudado. El niño es el padre del hombre». Descubrió cualidades que enaltecen al hombre en el niño, como carácter, fuerza moral y fuerza de la personalidad, presentes desde la primera infancia aunque deben ser desarrolladas. Se debe respetar el derecho del niño a protestar y opinar: ello conlleva las capacidades de observación, análisis y síntesis. Necesitamos facilitarles los medios para desarrollarlas.
Utilizó en el hospital los materiales de Edouard Séguin, y basándose en estos elaboró sus propios materiales. Tenía dos ayudantes sin ninguna preparación docente, sin prejuicios ni ideas preconcebidas. Son estos dos años la base de sus conocimientos. Logró que los niños realizaran el examen estatal: obtuvieron resultados similares a los de los niños normales. Llegó a la conclusión de que el niño normal está subdesarrollado.
Elaboró la pedagogía científica: partiendo de la observación y del método científico, elaboraba sus materiales y su filosofía. Al mejorar la situación socioeconómica en Italia, se hicieron viviendas de interés social. Los niños de tres a seis años no iban a la escuela y los constructores se preocupaban porque destruían las instalaciones; a raíz de esto el ministro de educación solicitó la ayuda de María Montessori para que tratara a estos niños. El 6 de enero de 1907 se inauguró la primera Casa de Niños en San Lorenzo, en Roma. Se empezó creando el área de vida práctica (higiene y modales) devolviéndole la dignidad al niño. Los niños se concentraban y repetían el ejercicio, los juguetes no les atraían, eran para ratos de ocio. Rechazaban los premios y los castigos, los niños obtenían la satisfacción de realizar solos su trabajo. Poco a poco los niños rebeldes se normalizaron, se volvieron amables, respetuosos, aprendían con interés y entusiasmo. Eran 60 niños. En vez de imponerles reglas arbitrarias y llenarles la cabeza de datos, se les dejó libre su espíritu. Cuando a los cuatro y cinco años aprendían a leer y escribir como un proceso natural, el mundo se conmocionó. Así, San Lorenzo dejó de ser un centro de control de niños y se convirtió en un centro de investigación donde se desarrollaba al niño con dignidad, libertad e independencia. Tenían la libertad de ser activos y la responsabilidad de saber cómo usar esta libertad.[24]
Por haber vivido tres guerras se cuestionaba sobre el futuro de la humanidad. Decía que la «salvación se encuentra en el niño». Vivió y trabajó para y por sus convicciones de que el niño era un ser diferente y que había que ayudarlo a desarrollarse. Toda su vida estudió, trabajó y difundió su filosofía.[26]
Vivió el resto de su vida en los Países Bajos, donde se encuentra la sede central de la AMI, o Association Montessori International. Su hijo Mario encabezó esta sociedad hasta su muerte en 1982.
María Montessori murió en Noordwijk aan Zee en 1952, poco antes de una planeada visita a África, invitada por el presidente de Ghana.
El Método Montessori de educación, ha sido aplicado exitosamente con todo tipo de niños y es muy popular en muchas partes del mundo, a pesar de las críticas en los inicios de la década de los treinta y cuarenta del siglo XX.[27]
En 1907 Montessori estableció la primera Casa de los Niños, Casa dei Bambini,[28] en Roma. Ya por 1913, hubo un intenso interés por su método en EE. UU., interés que más tarde disminuyó. Nancy McCormick Rambusch revivió el método en EE. UU., estableciendo la Sociedad Americana Montessori (American Montessori Society) en 1960.[29]
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