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escritor español De Wikipedia, la enciclopedia libre
Jesús Moncada Estruga (Mequinenza, 1 de diciembre de 1941-Barcelona, 13 de junio de 2005) fue un escritor español en lengua catalana.
Jesús Moncada | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
1 de diciembre de 1941 Mequinenza (España) | |
Fallecimiento |
13 de junio de 2005 Barcelona (España) | (63 años)|
Causa de muerte | Cáncer | |
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Escritor, traductor y pintor | |
Distinciones |
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Considerado uno de los autores en catalán más importantes de su época, recibió varios premios por su obra, entre otros el Premio Ciudad de Barcelona o el Premio Nacional de la Crítica en 1989 por Camí de sirga (Camino de sirga) o la Creu de Sant Jordi, otorgada por la Generalidad de Cataluña en el año 2001. En el 2004 recibió el Premio de las Letras Aragonesas que recogió unos meses antes de su muerte.
Jesús Moncada es uno de los autores más traducidos de la literatura en catalán contemporánea. Camí de sirga ha sido traducido a quince idiomas, entre ellos el japonés y el vietnamita. Moncada también tradujo al catalán numerosas obras en español, francés e inglés, de autores como Guillaume Apollinaire, Alejandro Dumas, Jules Verne y Boris Vian.
Jesús Moncada nació el 1 de diciembre de 1941 en la antigua Mequinenza, una localidad situada junto a la confluencia de las aguas los ríos Ebro, Segre y Cinca perteneciente a la comarca del Bajo Cinca, en la provincia de Zaragoza. Fue el hijo primogénito del matrimonio formado por José Moncada y María Estruga. Vivía en una casa situada en la esquina de la calle de Zaragoza con el callejón de San Francisco, de la que todavía se pueden ver sus ruinas. Los padres tenían una tienda y el padre, además, junto con unos socios, era propietario de un molino de aceite. En la tienda, de boca de clientes y transportistas, empezó a oír de niño historias sobre el río y el pueblo, anécdotas que le divertían, al tiempo que le despertaban la imaginación, como lo harían más tarde las que se contaban en las tertulias de los cafés.
Tenía al alcance una buena biblioteca familiar y sintió, desde muy pequeño, una gran afición por la lectura, la escritura y el dibujo. Moncada siempre recordó la infancia como una época muy feliz que transcurrió enmarcada en un espacio formado por las minas de la cuenca de Mequinenza, el castillo y los ríos, especialmente del Ebro, el eje de toda la vida económica de los aldeanos y al mismo tiempo, un mundo casi mágico para a las criaturas donde el pequeño Moncada iba con los amigos a pescar, a nadar y a navegar. Y, de hecho, la fascinación que sintió por el mundo del río se evidenció a lo largo de sus libros. No es de extrañar, pues, que años después, al ver amenazada la pervivencia de este mundo por las construcciones de los embalses de Mequinenza y Ribarroja que debían dejar una parte de la población sumergida, comenzara a recoger información mediante largas conversaciones con calafates y navegantes; material que, posteriormente, le resultaría muy útil para los libros, tanto a la hora de servirse del léxico propio del río, como en el momento de caracterizar los personajes que aparecen.
En el momento en que ya no pudo continuar preparándose en Mequinenza, los padres optaron por un internado laico de Zaragoza, ya que en Lérida sólo los había religiosos. El colegio elegido fue el centro Santo Tomás de Aquino, fundado por el padre del diputado y cantante José Antonio Labordeta y del poeta Miguel Labordeta; un centro de carácter liberal en el que un Moncada adolescente recibió su primer premio literario: el libro Memorias de infancia y juventud de Ramón y Cajal, por la recreación de una leyenda mequinenzana. En Zaragoza, donde estudió entre los años 1953 y 1958, terminó el bachillerato elemental y mientras hacía el bachillerato superior estudió Magisterio.
Una vez terminada la carrera de Magisterio, con Premio Extraordinario, solicitó una plaza de maestro interino en Mequinenza, pero se la denegaron porque todavía no había cumplido dieciocho años. Pudo empezar a trabajar como ayudante de maestro, ya que la plaza había quedado desierta. Más tarde, a pesar de haber ganado las oposiciones, renunció a la plaza que le tocaba en un pequeño pueblo y prefirió ejercer un par de meses en un centro de Zaragoza hasta que tuvo que hacer el servicio militar. Finalizado el servicio militar, volvió a Mequinenza consciente, sin embargo, que lo que a él realmente le gustaba era pintar y escribir.
Siguiendo los consejos de Edmon Vallès, historiador, ensayista y traductor mequinenzano, Moncada se trasladó a Barcelona en septiembre de 1966 con la intención de dedicarse plenamente a la pintura y la literatura. Los inicios, sin embargo, no fueron nada fáciles para el proyecto editorial en el que Edmon Vallès confiaba encontrar un puesto de trabajo no salió adelante y Moncada se encontró sin trabajo, lejos de la familia y en un lugar que le resultaba del todo ajeno. Pasó el primer año en la Ciudad Condal trabajando en el taller de un pintor mequinenzano, Santiago Estruga. Dividían la jornada en dos partes, dedicaban la mañana a hacer pintura comercial para ganarse la vida ─cuadros para colgar sobre el tresillo, recordaba él riendo─ y la tarde en el tipo de pintura que les gustaba. Cuando acababan, aún le quedaba tiempo y ganas para ir a estudiar grabado en la Escuela de Artes del Libro.
Un año más tarde gracias al mequinenzano Edmon Vallés, tuvo la oportunidad de entrar en la editorial Montaner y Simón donde buscaban alguien que se encargara de revisar la traducción de una enciclopedia juvenil de Mondadori. Le contrató Pere Calders, que hacía poco que había retornado del exilio en México y trabajaba como jefe del departamento de producción. Moncada, que aún no había escrito nada desde que se había instalado en Barcelona, escribió lo que sería su primer cuento en lengua catalana: "Joc de Caps". A Pere Calders le gustó mucho aquel primer cuento y animó a continuar escribiendo y continuar incorporando a las narraciones formas genuinas del habla de Mequinenza. Durante mucho tiempo, al terminar el horario laboral, se quedaban los dos a la editorial a escribir o se iban juntos al Ateneu Barcelonés. Comentaban lo que escribían y Calders, en aquellos primeros tanteos con el catalán, le ayudaba en el aprendizaje de la ortografía.
Fue presentándose a premios literarios a fin de dar a conocer las narraciones y conseguir que alguna editorial se interesara por editarlas. Con "La lluna, la pruna" ganó el Premio Brugués (1970), con la recopilación "Historias de la mano izquierda" el premio Joan Santamaria (1971), con "Crónica del último ron" el segundo premio de la Crida de la revista Serra d'Or (1971) y con "Narraciones del Ebro" el Premio Jaume March (1980). El primer texto que le publicaron fue "Crónica del último ron", que salió en la revista Serra d'Or de marzo de 1971, narración donde ya se pueden observar algunas de las claves del mundo literario Moncada.
Poco a poco, sin embargo, fue dándose cuenta de que dada su manera de trabajar lenta y meticulosa no podía continuar dedicándose simultáneamente a la pintura y a literatura una vez acabada la jornada laboral. Finalmente, animado por los premios literarios y la publicación en Ediciones de la Magrana de su primer libro "Historias de la mano izquierda y otras narraciones" ─que reunía diecisiete narraciones─, se decantó por dejar de lado la obra plástica y dedicar las horas que el trabajo le dejaba libres a escribir. Esto le permitió publicar cuatro años más tarde el segundo libro de cuentos: "El Café de la Rana".
Siempre recordó el paso por la editorial Montaner y Simón como una etapa muy enriquecedora tanto para la gente que trabajaba: Pere Calders y Josep Soler, como por la gente que los iba a ver: Avel·lí Artís Gener "Tísner", Félix Cucurull, Xavier Benguerel, el escultor Giménez Botey... y las anécdotas que vivió. Y, de hecho, cuando enfermó estaba trabajando en una novela que llevaba el título provisional de "Dante S.L.", donde pensaba recrear el ambiente vivido durante aquellos años. La novela quedó inacabada, ya que le diagnosticaron un cáncer de pulmón en otoño de 2004 y murió en una clínica de Barcelona el 13 de junio de 2005. A petición del autor, sus cenizas fueron llevadas a Mequinenza y fueron dipositadas en el solar que había ocupado su casa en el Pueblo Viejo de Mequinenza. El 9 de julio se le concedió a título póstumo la distinción de "hijo predilecto" de Mequinenza.
Las primeras exposiciones de obra plástica las llevó a cabo en Mequinenza durante los años 1966 y 1970. La década siguiente, participó en exposiciones individuales y colectivas en diferentes poblaciones de Cataluña: L'Abast en Mataró (1977 y 1978), las Escuelas Unesco de Barcelona (1977), en la Botiga de Coses de Vilasar de Mar (1979) y en la Caja de Ahorros Laietana de Arenys de Mar (1980). Gran parte de sus lectores no descubrieron su faceta pictórica hasta el fallecimiento del escritor fruto de las exposiciones realizadas en Mequinenza (2005), Tarragona (2005), Lérida (2006, 2009), Barbastro (2007) y Calatayud (2007). Actualmente, gran parte de su obra pictórica puede verse instalada en el Museo de la Historia de Mequinenza, en los Museos de Mequinenza que cuentan con un espacio dedicado a Moncada.
En 2014, el Museu Etnològic de Barcelona en colaboración con el Ayuntamiento de Mequinenza produjeron la exposición Mequinensa! Fotografies de Jesús Moncada. La exposición permitía recorrer las fotografías de Jesús Moncada realizadas por él mismo en el Pueblo Viejo de Mequinenza antes de desaparecer bajo las aguas del pantano de Ribarroja a principios de los años 70 combinadas con diversos textos de sus obras literarias.[1]
Jesús Moncada, lento y meticuloso a la hora de elaborar su escritura, optó, en un momento determinado, por dejar de lado la pintura y dedicarse de lleno a la redacción de sus obras y terminar los encargos y traducciones para a diferentes editoriales. Si bien Moncada es autor de una obra breve -tres libros de relatos, tres novelas y una recopilación de artículos- su literatura ha generado un gran interés, aparte de entre un número importante de lectores, entre estudiosos y traductores. En cuanto a los estudios en torno a su obra, destacan varios monográficos en revistas, guías de lectura, tesis doctorales, reseñas, artículos generales y especializados que abarcan, además del análisis de las novelas las y los cuentos, aspectos como la onomástica, el léxico, la fraseología, el uso de la lengua, el mito o la sátira.
La prosa moncadiana es muy rica en expresiones idiomáticas especialmente en locuciones y frases hechas. Los fraseologismos y giros específicos del hablar de Mequinenza aparecen con función narrativa, ya que muchas veces sustentan el humor y la ironía de Jesús Moncada. Además, la presencia del territorio (a través de topónimos y elementos característicos de la topografía y del clima de Mequinenza), el léxico y la fraseología y las referencias a los trabajos de los llauters y de los mineros con expresiones características son piezas clave del elaborado estilo de Jesús Moncada. Por otra parte, la obra moncadiana ha sido traducida a veintiún una lenguas. Sobresale la traducción al castellano de todos los volúmenes de ficción, pero también hay que tener en cuenta las traducciones al aragonés y al gallego de Camino de sirga -el título traducido además idiomas- y el interés porque Moncada pudiera ser leído en lenguas tan alejadas como el japonés o el vietnamita.
"Una riada despiadada lleva todo lo que antes nos había pertenecido. Esto ocurre cada día, a cada momento y en todo el mundo. Jesús Moncada es el llauter que ha bajado a la orilla, que con la ayuda de una cuerda gruesa ligada arriba del árbol arrastra tras de sí el barco de su vida. Transporta mucha carga, su llaut; la carga de la memoria que él arrastra consigo no es nada ligera. Pero el escritor continúa terco el camino y, al final, al igual que el mulo Trébol, llega a la ciudad que tal vez ya no se encuentra en ningún mapa, pero que existe en la memoria."
Simona Škrabec, traductora al esloveno de "Camino de Sirga"
"Traduciendo en Moncada descubriendo un enorme candidato al Premio Nobel"
Kjell A. Johansson, traductor al sueco de "Camino de sirga"
"También porque como Faulkner o el García Márquez de Cien años de soledad, autores con los que se le ha comparado, consigue hacer general y universal lo concreto. Moncada ha hecho de su obra busca de la antigua Mequinenza, sepultada bajo las aguas del pantano, y la vida en torno al río, pero también destaca la fuerza del pueblo, de su gente, un mundo cada vez más cercano a Eldorado, en el mito. "
Lluïsa Julià, escritora catalana
"El catalán de Moncada es un catalán auténtico; no sigue normas. A él no le ha hecho ninguna falta la normalización de la lengua, porque habla desde la profundidad y autenticidad de la lengua y eso es de una inteligencia literaria impresionante . (...) "la calidad y la intensidad de la obra no viene dada sólo por las cosas que explica y por el mundo que construye en torno a su propio país y su propia historia, sino sobre todo por el cuidado que tiene del lenguaje "
Rosa Regàs, escritora catalana
Con la publicación, en los años setenta, de sus primeros escritos y, sobre todo, con la aparición a finales de los años ochenta de la novela Camino de sirga -obra profusamente premiada, con el aval casi unánime de la crítica y con un amplio reconocimiento del público lector tanto de dentro como de fuera del país-, Moncada centró especialmente su interés literario en la villa de Mequinenza y en el río Ebro: la geografía urbana y rural de la villa, el comportamiento y la psicología de sus habitantes, la navegación tradicional por el Ebro, la prosperidad y el declive de las explotaciones mineras de la cuenca de Mequinenza, y los diferentes aspectos sociopolíticos y socioeconómicos ligados a todo este mundo.
Es por ello que la obra de Jesús Moncada tiene un carácter universal que permite ser leída y entendida partes, como demuestran ampliamente la reedición de sus cuentos y novelas y las traducciones a un buen grupo de lenguas. A Moncada, tal como él confesó en más de una ocasión-, le gusta hablar en sus textos de lo que conoce a fondo. Sin duda, el hecho de ver desaparecer bajo las aguas del embalse de Ribarroja una parte de la población de Mequinenza y demoler el resto del pueblo viejo, además de la fascinación que siempre sintió por los ríos, marca de una manera singular y profunda su obra.
Tanto en las novelas más corales como "Camino de sirga" o "Estremecida memoria" o más plurales como "La galería de las estatuas" el ambiente mequinenzano y la vía fluvial del Ebro están muy presentes. Calles, plazas, cafés, salas de baile, tierras de huerta, muelles del Ebro, minas de lignito y mineros, llauts y llauters, burgueses, comerciantes, agricultores ... van conformando este pequeño, denso y delicioso espacio literario a medio camino muchas veces entre el drama y la comedia, y empapado menudo de humor, de ironía, de un punto de sátira, de ternura, de muerte y de rituales funerarios, con un estilo que contempla la oralidad y que rebosa de palabras vivos, ricos, expresivos y muy elaborados, sin rehuir, sin embargo, el léxico y la fraseología propios del catalán occidental de Mequinenza.
Cuando en alguna entrevista le preguntaban por qué no se presentaba a premios literarios, Moncada siempre explicaba que su interés por este tipo de certamen había desaparecido cuando hubo un editor interesado en publicar sus obras. En 1988, "Camino de sirga" consiguió un gran eco tanto por parte del público como de la crítica. A su primera novela, considerada como una de las mejores obras de la literatura catalana contemporánea, le otorgaron el Premio Joan Crexells (1988), el Premio Letras (1988) el la Fundación de Amigos de las Artes y de las Letras de Sabadell, el Premio Nacional de la Crítica (1988), el Premio Crítica Serra d'Or (1989) y el Premio Ciudad de Barcelona (1989). También fue finalista del Premio Nacional de Literatura (1988).
Con "Memoria estremecida" le concedieron por segunda vez el Premio Joan Crexells (1997) y el Premio Crítica Serra d'Or (1998), así como el Premio Humbert Torres. El quehacer literario de Moncada también fue valorado por sus compañeros de oficio, ya que fue el primer escritor distinguido con el Premio Jaume Fuster de los Escritores en Lengua Catalana. El mismo año también vio reconocidos sus méritos tanto en Cataluña como en Aragón, ya que la Generalidad de Cataluña le otorgó la Cruz de San Jordi y la Diputación de Zaragoza, la Medalla de Santa Isabel de Portugal. Finalmente, en 2004, las Cortes Aragonesas le concedieron el Premio de Honor de las Letras Aragonesas, galardón que por primera vez se daba a un autor aragonés que había escrito su obra en lengua catalana.
Jesús Moncada, nombrado a raíz de su muerte hijo predilecto de Mequinenza, cuenta con un espacio propio dentro de los Museos de Mequinenza. El Espacio Moncada dentro del Museo de la Historia de Mequinenza permite recorrer en profundidad su obra pictórica, literaria y fotográfica.
El legado de Jesús Moncada fue cedido por su hermana, Rosa María Moncada, y depositado en la Biblioteca de Humanidades de la Universidad Autónoma de Barcelona con el apoyo de los departamentos de Filología Catalana y de Traducción e Interpretación. Han actuado de mediadores de la donación Montserrat Bacardí y Francesc Foguet, profesores de la UAB, y Héctor Moret, amigo de la familia y estudioso de la obra de Moncada.
El Fondo Jesús Moncada está formado por parte de la documentación personal y profesional del escritor. Consta básicamente de borradores de obras literarias, fotografías, dibujos, correspondencia, documentación profesional y personal, etc. La Biblioteca de Humanidades está trabajando en el tratamiento documental de todo el material que irá siendo consultable una vez clasificado.[2]
El año 2007 se representó por primera vez L'aigua, obra de teatro basada en textos de los tres libros de cuentos y de la recopilación de artículos Cabòries estivals i altres proses volanderes. El director catalán Xicu Masó y el dramaturgo Albert Roig adaptarían en esta pieza teatral los textos cortos de Jesús Moncada ambientados en Mequinenza.[3] El espectáculo, producido por el Centro de Artes Escénicas de Terrasa en coproducción con La Mirada, la Cia y Las Antonietes, se ha ido representando desde entonces por localidades de toda España.[4]
El Grupo de Teatro Garbinada de Mequinenza adaptó sus obras literarias para producir dos obras teatrales, D'un temps, d'un poble y Lo rovell de l'ou. El grupo teatral fue premiado en 2019 con el Premio Desideri Lombarte que otorga el Gobierno de Aragón por «la continuada labor en beneficio del catalán de Aragón, especialmente en lo referido a la dignificación, difusión y exaltación del escritor mequinenzano Jesús Moncada».[5]
En español:
En catalán:
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