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escritos épicos que no forman parte de los cuatro Vedas De Wikipedia, la enciclopedia libre
En el marco de las escrituras sagradas hinduistas, los Itijasa son los escritos épicos que no forman parte de los cuatro Vedas, los textos Bráhmanas y las Upanishad, o sea el Majabhárata, el Ramaiana y los Puranas.
Los Itijasa (también llamados Itijasa-purana) se mencionan en el Chandoguia-upanishad.[2]
También hay referencias probables a los Itijasa en el Nirukta.[3]
Según los define el texto Amara Kosha (1.6.4), los Itijasa son los purva-vritta, es decir, los acontecimientos del pasado. En la era védica, las partes de los textos bráhmanas que narraban mitos del pasado se conocían como Itijasa y tenía cierta importancia ritual. Por ejemplo, la recitación de los Itijasa-purana en las noches pariplava era parte del ritual Aśuamedha.[4] Más tarde, el término pasó a significar cualquier epopeya del pasado, que en la India se consideran hechos históricos reales.
En la actualidad se considera que los Itijasa consisten en los siguientes libros:
Los poetas clásicos de la India generalmente escribían sus obras basándose en las fábulas de los Itijasas. En nuestro tiempo, estas tradiciones han sido cuidadosamente reconstruidas a partir de los textos disponibles y dispuestas en un orden cronológico por F. E. Pargiter en su compendio de antigua tradición histórica indígena.[6]
De acuerdo con la tradición brahmánica, la historia de la humanidad avanza en ciclos repetidos, en función de la evolución y disolución del mundo. El tiempo se divide el tiempo en cuatro eras: krita-iugá, treta-iugá, duapara-iugá y kali-iugá, que en conjunto forman un maja-iugá (de 4,32 millones de años). El conjunto de 71 maja-iugás forman un manu-antara (de 306,72 millones de años), el período de tiempo durante el cual un Manu gobierna el universo. En cada ciclo, Manu es el primer hombre y también el primer rey y legislador. Cada manuantara tiene su propio conjunto de dioses, dirigidos por un nuevo Indra y su propio conjunto de Saptarishis (Siete Sabios). Cuando termina un periodo manuantara sobreviene una inundación parcial del universo, llamada pralaia. Un conjunto de 14 manuantaras forman un kalpa, que es un día del dios Brahmá de cuatro cabezas, después del cual sucede una noche de Brahmá, que comienza con una inundación total del universo, llamada majá-pralaia. La sucesión de 360 días y noches de Brahmá forman un año de Brahmá. Brahmá vive 100 de esos años, al fin de los cuales este universo ―junto con otros innumerables universos― son aspirados en la respiración de Majá Visnú. Cuando Majá Visnú espira, la creación comienza de nuevo en un ciclo interminable de las evoluciones y disoluciones.
La tradición relata que el presente kalpa se llama Varaja (el nombre del avatar jabalí de Visnú). Ya han pasado seis de los catorce manuantaras que forman este kalpa. El manuantara actual se llama Vaivasuata Manu, que es el Manu que lo preside. Los Itijasas sostienen que las dinastías de reyes de la India tienen su origen en este Vaivasuata Manu.
Al final del último de los 71 maja-iugás del manuantara Chaksusa (que precedió al presente manuantara Vaivasuata) el rey Prithú, bisnieto de Chaksusa Manu, niveló la India, construyó ciudades y pueblos y desarrolló la agricultura, el comercio, los pastos y la ganadería. El gran diluvio del final de ese manuanatara sucedió después de solo ocho generaciones.
La gran inundación al final del Chaksusa-manuantara eliminó todas las formas de vida. Solo Vaivasuata Manu fue salvado por Visnú en su encarnación como pez para que repoblar la Tierra en el siguiente ciclo.[7][8][9] Una vez que terminó el diluvio, Manu realizó un ritual mediante el cual generó una hija, Ila, que más tarde se convertiría en su esposa.[10] Los Itijasa hacen originar en los hijos de Manu todas las dinastías de reyes en nuestro ciclo. En Aiodhia (en Kosala) Iksuaku ―el hijo mayor de Manu― estableció la tribu de los iksuakús (una rama de la raza solar (descendiente de Vivasuán, el dios del Sol, padre de Manu). Nimi ―el hijo menor de Iksuaku― migró un poco más al este y fundó la casa de Videja. Su hijo Mithi ―también llamado Yanaka (que más tarde se convertiría en el nombre genérico de los reyes de Videja)― estableció la ciudad capital, Mithila.[11]
En Pratisthana (en el estado de Madhyadesa), Pururavas ―el hijo de Ila y Budha (el hijo ilegítimo de Soma, el dios de la Luna)― estableció la dinastía lunar.[12] La leyenda de su amor por la apsara (ninfa) Uruashi es uno de los pocos cuentos que han capturado la imaginación de la India por generaciones. Aparece ya en el Rig-veda (el primer texto sagrado hinduista, de mediados del II milenio a. C.),[13] Más tarde fue tratado dramáticamente por el escritor Kalidasa en su Vikrama-uruashíiam. Amavasu ―el hijo menor de Pururava― fundó el reino de Kania Kubsha (la moderna Kannaush).[14]
Después del reinado de Aius ―el hijo mayor de Pururavas―, la dinastía de nuevo se dividió en dos. Nahusa ―el hijo mayor de Aius― obtuvo la posición de Indra en el cielo, pero fue desterrado de allí cuando deseó a Sachi, la esposa de Indra.[15] Ksatra Vridha ―otro hijo de Aius― estableció la dinastía de Kashí (actual Benarés). Sus descendientes fueron llamados kasheias.[14]
Najusa ―hijo y sucesor de Iaiati― fue reconocido como un chakravartin (emperador, conquistador de otros reyes). Tenía cinco hijos: Iadu y Turvasu con su esposa Devaiani (la hija de Sukra, el gurú de los asuras) y Drujiú, Anu y Puru con su esposa Sarmistha (la hija del rey asura Vrisaparva). Iaiati instaló como rey a su hijo Puru (que no era el primogénito sino el más joven, pero era el hijo más obediente) en Pratisthana.[16] Los hijos mayores obtuvieron las áreas periféricas. De los hijos de Iaiati descienden las cinco famosos dinastías reales de los iádavas, los turvasus, drujiús, los anavas y los pauravas.[17]
Inmediatamente después de Iadu, la dinastía Iádava se bifurcó: Krosti continuó la línea principal y Sajasra Yit formó la dinastía independiente de los Jaijaias. La rama Iádava primero desarrolló un gran principado bajo el rey Sasabindu, quien se convirtió en chakravarti. Mandhatri ―el hijo de Iuvansua, rey de Aiodhia― se casó con su hija Bindumati y se elevó a la eminencia.[18] Siguió los pasos de su suegro dominó a varios reyes y se convirtió él mismo en chakravarti.[19] Su hijo Purukutsa se casó con Narmadá, la diosa del río Narmadá. Su otro hijo Muchukunda también fue un famoso rey. En la orilla de ese río construyó una ciudad-fortaleza, Majismati (actualmente Mandhata, que se encuentra en una isla).
Poco después, el rey drujiú Gandhara se retiró hacia el noroeste (a la actual provincia pakistaní de Jaiber Pajtunjuá) y estableció allí el reino de Gandhara. Sus descendientes se dispersaron en las regiones más allá de la India y establecieron varios reinios mlecha (‘bárbaros’, que no siguen la cultura hinduista).[20] Más tarde, los Anavas se dividieron en dos ramas: Usinara y Titiksu. Los hijos de Usinara establecieron las tribus separadas iaudheias, ambasthas, navarastras, krimilas y sivis en el este de Panyab. La mitología hinduista recuerda a Sivi ―el hijo de Usinara y creador de los sivis en Sivapura― por su generosidad. Sus hijos establecieron los reinos de Vrisadarbhas, Madrakas, Kaikaias y Sauviras, y ocuparon la totalidad de Panyab. Los hijos de Titiksu (la segunda rama de los Anavas) se desplazaron hacia el este y fundaron los reinos de Anga, Banga (actual Bengala), Kalinga, Suhma y Pundra.[20]
El rey jaijaia Krita Viria tuvo a los bhargavas como sus sacerdotes y los enriqueció. Sus parientes trataron de recuperar las riquezas pero los bhargavas se resistieron. Los jaijaias entonces los maltrató, por lo que los bhargavas huyeron a diferentes países.[21] Gadhi era entonces rey de Kaniakubsha y tenía una hija llamada Satiavati. El bhargava Richika Rishi se casó con ella y engendró a Yamadagní. Casi al mismo tiempo Gadhi tuvo un hijo, VisuaMitra.[22][14]
En ese momento, el rey Traiaruna ―contemporáneo de Gadhi y KritaViria―, gobernaba la dinastía solar en Aiodhia. Por consejo de su sacerdote Vasistha, exilió a su hijo Satia Vrata, también llamado Trisanku. Después de Traiaruna, Vasistha se negó a consagrar a su hijo Satiavrata.[23] Un poco más tarde, el rey VisuaMitra de KaniaKubsha trató de robar la vaca Nandini (de Vasistha), que podía generar riquezas. Se produjo un feroz combate entre los dos, en el que Visuamitra fue derrotado. Convencido de la superioridad de los brahmanes, el rey decidió convertirse en un brahmarsi y abandonó su trono.[24] Mientras se dedicaba a las austeridades, VisuáMitra se hizo amigo de Trisanku, por lo que abogó por la causa del príncipe, realizó su consagración real y a su muerte lo elevó al cielo con su propio cuerpo físico.[25]
La rivalidad entre Visuamitra y Vasistha continúa durante el reinado de JarisChandra, hijo de Trisanku. Jarischandra tuvo un hijo, Rojita, a quien había prometido sacrificar a Varuna, dios de las aguas. Pospuso el sacrificio durante muchos años, por lo que terminó aquejado de hidropesía. Rójita, con el asesoramiento de Vasistha, para propiciar a Varuna, compró a Suna Shepa ―hijo de Ayigarta y sobrino nieto de VisuaMitra― como víctima propiciatoria que le reemplazara. A punto de ser asesinado, Suna Shepa cantó el varuna-mantra (himno a Varuna) que le había enseñado VisuaMitra. Varuna apareció, liberó al niño y curó la enfermedad del rey. VisuaMitra entonces adoptó el niño como su hijo principal con el nombre de Devarata (salvado por Dios).[26][27] Un número de hijos de VisuaMitra protestaron contra el estatus dado a Devarata. Entonces su colérico padre los maldijo a que se convirtieran en parias. Estos fueron los antepasados de las tribus dasiu (esclavos), como los andhras, mutibas, pulindas, etc.[28][29] VisuaMitra, debido a sus austeridades, obtuvo posteriormente la posición de brahmarsi.[30]
En la línea de los jaijaias, KritaViria fue sucedido por su hijo Kartaviria, que fue un poderoso rey. Después de un largo reinado tuvo una discusión con el sabio Yamadagni. Como resultado, Parasurama ―hijo de Yamadagni con Renuka (la hija de un reyezuelo de los iksvakus)― mató a Kartaviria. Como venganza un hijo de Kartaviria mató a Yamadagni. Como venganza, Parasurama resolvió matar a todos los chatrías (guerreros) de la Tierra. Solo cinco sobrevivieron para continuar las grandes dinastías.[31]
Después de Kartaviria, los jaijaias se dividieron en cinco tribus: los talayanghas, los vitijotras, los avantias, los tudikeras y los yatas. Atacaron Aiodhia y echaron al rey Baju del trono.[32] También atacaron y derrotaron al rey Divodasa de Kashí (Benarés). Pratardana ―el hijo de Divodasa― sometió a los vitijotras y recuperó el trono.[33] Un poco más tarde, Baju engendró a Sagara, quien derrotó a todos los enemigos, recuperó su reino y destruyó el poder de los jaijaias para siempre.[32]
Sagara tuvo 60 000 hijos que insultaron al rishi Kapila, quien en venganza los redujo a cenizas. Por lo tanto Sagara tuvo que ser sucedido en el trono de Aiodhia por su nieto Amsuman.[34] Con el reinado de Sagara, el krita-iugá (la era de la bondad) llegó a su fin.
Bhagiratha, el bisnieto de Sagara hizo bajar a la divina madre Ganges a la Tierra para expiar los pecados kármicos de los 60 000 hijos de Sagara.[35] Ritu Parna fue el siguiente rey prominente en la dinastía, que se hizo famoso por estar relacionado con Nala, el rey de los nisadas. Nala se casó con Damaianti, la hija de Bhima, el rey iádava de Vidarbha. En el Majabhárata, el rey pándava Iudistira, que perdió todo debido a una ludopatía (adicción a los juegos de azar) escucha la encantadora leyenda del infeliz matrimonio de Nala y Damaianti, y las secuelas de la pérdida de su reino y la caída en la indigencia por culpa de una ludopatía similar.[36]
Después de un largo eclipse ―que corresponde al desarrollo de la dinastía solar bajo el rey Mandhata), la línea paurava fue revivido por el rey Dushianta, casi contemporáneo de Bhagiratha. Se casó con Sakuntala ―la hija de VisuaMitra― y engendró al rey Bhárata.[37] Bhárata conquistó a otros reyes cercanos y se coronó como chakravarti. Su nombre se adjudicó a su dinastía, a la gran guerra fratricida entre los kauravas y los pandavas (y al libro que la cuenta: el Majabhárata [el gran Bhárata], y a la propia India (Bhárata-varsha, el país de Bhárata). Su quinto sucesor Jastina cambió de lugar su capital hasta un sitio en el doab superior y lo llamó Jastina Pura (la ciudad de Jastina).[38]
Poco después del rey Jastin, la dinastía Bhárata se dividió en cuatro líneas separadas: la más conocida fue la línea paurava y la línea panchala. El rey panchala Divodasa aparece en el Rig-veda como el destructor de 99 fortalezas del dasiu Sambara.[39] Su hermana fue Ajalia, la esposa del sabio Gautama (que no se debe confundir con su descendiente, el famoso sabio Siddharta Gautama (Buda). Ella tuvo relaciones sexuales con el dios Indra, por lo que su marido la expulsó al bosque.[40]
Una vez más la dinastía solar ascendió bajo el benévolo reinado de los reyes Raghú, Aya y Dasharatha.[41] La leyenda del rey dios Rama ―hijo de Dasharatha― constituye el objeto del poema Ramaiana, de Valmiki. Las intrigas de su madrastra Kaikéi hizo que Rama, su esposa Sita y su hermano Laksman fueran exiliados a la selva. En la selva, Sita fue raptada por Rávana ―el rey de los monstruos raksasas― y encarcelada en Lanka, su capital. Rama se alía con los monos y los osos del bosque y sitia Lanka. Ravana finalmente fue vencido y asesinado por Rama. A continuación, Rama regresa a Aiodhia con su esposa Sita y sube al trono.
Tras la muerte de Rama, el treta-iugá llega a su fin y comienza el duapara-iugá. Después de Rama, la dinastía solar entra en declive para siempre.
Después del reinado de Bhima ―el hijo de Satvat―, sus hijos Andhaka y Vrisni dividieron la dinastía de los iádavas una vez más en dos dinastías. Ugrasena ―el padre de rey Kamsa― era un andhaka mientras que Vasudeva ―el padre de Krisná― era un vrisni.
Bajo el rey Srinyaia se volvió prominente la dinastía panchala bhárata. Su hijo Chiavana-Piyavana era un gran guerrero y el hijo de éste, Sudás, anexó varios reinos. Se formó una confederación de reyes pauravas, iádavas, sivis, drujiús, matsias, turvasus y otros, contra el rey Sudás, que los derrotó en la gran Batalla de los Diez Reyes, cerca del río Parusni.[42] La mayor parte de los himnos rigvédicos (libros 2 a 9) representan solo cinco a seis generaciones de reyes de esta dinastía (y a sus poetas contemporáneos).[43]
La dinastía continuó a través del paurava Ayamidha ―el hijo de Jastin―. Durante su época, un rey panchala derrota y exilia al bosque (a orillas del río Sindhu) al rey Samvarana. Pargiter identifica a este rey panchala con el rey Sudás, pero no quedó registrada la relación exacta ―cronológica y política― entre las dinastías. Más tarde, Samvarana recuperó su capital de los panchalas y se casó con Tapati, una hija de la dinastía solar.[44] El dramaturgo Kula Sékhara (c. siglo X d. C.) inmortalizó su leyenda en su obra de teatro Tapati-samvarana. El hijo de Sanvarana fue Kuru, cuyos descendientes fueron llamados kauravas. La dinastía continuó a través de Yajnú ―el segundo hijo de Kuru―.
El rey Vasu ―descendiente de Kuru― conquistó el reino iádava de Chedi y se estableció allí. BrijadRatha ―su hijo mayor― fundó Girivraja (en Magadha) como su capital. Su hijo Yarasandha extendió su poder en el norte hasta Mathurá (gobernada por el rey andhaka Kamsa, quien lo reconoció como jefe) y en el sur hasta Vidarbha. Kamsa era un tirano que usurpó el trono de su padre y lo encarceló. Su sobrino, el pastor Krisná lo mató y restauró el viejo rey en su trono. Esto despertó la ira del poderoso Yarasandha, que comenzó a atacar Mathurá. Krisná, junto con los andhakas y vrisnis, emigró a la costa oeste de la India y construyó en Saurastra su nueva capital Duaravati (Duaraka). Krisná derrotó al príncipe de Vidarbha, secuestró a su hermana Rukmini y se casó con ella.[45] En sus últimos años, Krisná se convirtió en amigo de sus primos los pándavas (ver más abajo).
El siguiente rey famoso en la dinastía kaurava fue Pratipa. Su hijo Santanu reemplazó a su hermano mayor Devapi al trono, por lo que no llovió durante los siguientes doce años. Devapi entonces actuó como un jotri (sacerdote sacrificador) y realiza un sacrificio de fuego para su hermano, con lo que obtiene la lluvia.[46]
Los nietos de Santanu fueron Dritarastra y Pandu. El primero era ciego, por lo que el segundo ascendió al trono. Dritarastra tuvo muchos hijos, de los cuales Duriodhana era el mayor. Pandu tuvo cinco hijos: Iudistir, Bhima, Áryuna, Nakula y Sajadev. Los hijos de Dritarastra ―que pertenecían a la rama más antigua― fueron llamados káuravas, y los hijos de Pandu, pándavas. La discusión por la sucesión al trono dio como resultado una pelea entre las dos familias que culminó en la terrible masacre de Kurukshetra, el tema principal del Majabhárata. Se dice que todas las antiguas dinastías chatrías de la India, tomaron parte en la gran batalla, de un lado o del otro. En la batalla, que duró dieciocho días, las artimañas de Krisná permitieron que los pándavas (en evidente minoría) ganaran.
Posteriormente, los iádavas se sumieron en una guerra civil, y Krisná se retiró a la vida de un asceta en el bosque. Allí fue accidentalmente asesinado a flechazos por un cazador.[47] Los pándavas restablecieron a su nieto como rey de Indraprastha. Pronto los propios pándavas coronaron a Paríksit ―nieto de Áryuna― en el trono de Jastinapura y se retiraron a los Himalayas, donde murieron en pocos días. Con la muerte de Krisná se cierra la duapara-iugá.
Pariksit, en una expedición de caza, llegó sediento a la cabaña de un rishi (eremita) llamado Samika (quien ―para no ofrecerle hospedaje― fingió meditar), y ofendido, insultó al sabio colgándole una serpiente muerta en el cuello. Fue maldecido por Sringuin ―el hijo del rishi― a morir por el veneno de una serpiente en solo siete días. El naga (‘serpiente’, miembro de la tribu de los nagas). Taksaka sobornó al sabio Kashiapa, la única persona que podía reconocerlo. Al cabo de siete días, Pariksit murió en manos de Taksaka.[48] Su hijo Yanameyaia entonces era menor de edad, pero años más tarde se entera de las circunstancias de la muerte de su padre, y resuelve matar a todos los nagas.[49] El sabio Astika (medio naga por el lado de su madre) se acerca a Yanam Eyaiá y canta sus alabanzas. El vanidoso rey le ofrece cualquier regalo.[50] Astika pide que deje de matar a los nagas. YanamEyaia no sabe negarse y detiene la masacre. Según el Majabhárata, fue en esta época en que Vaisampaiana ―discípulo del mítico sabio Viasa― narra el Majabhárata a Yanameyaia.[51]
En la época de Nichaksu (‘ojos caídos’) ―el sexto rey en la dinastía de Paríksit― el río Ganges arrasa con la ciudad de Jastinapura por lo que la capital es transferida a Kausambi (en Vatsa). La dinastía continúa por muchas generaciones hasta Udaiana, el famoso rey de Vatsa (y contemporáneo de Buda), quien se casa con Vasavadatta, la princesa de Avanti. Su leyenda se celebra por primera vez en la novela Brihat-kathá (de Gunadhia) y más tarde en Suapna-vasavadatta (de Bhasa) y Vina-vasavadatta (de Sudraka).
En Magadha, los descendientes de BrihadRatha y Yarasandha retuvieron el trono hasta que fueron destituidos por la dinastía Sisunaga (el primer linaje no mitológico de la India), que entre otros incluyen al famoso rey Bimbisara y AyataSatru. El rey Majapadma Nanda usurpa el trono del último rey de la dinastía Sisunaga. Venció y destruyó todas las antiguas dinastías chatrías: los iksuakus, los panchalas, los kasheias, los jaijaias, los kalingas, los asmakas, los kurus, los maithilas, los surasenas y los vitijotras, y sometió a todo el centro de la India. Los Puranas, por lo tanto, lo llaman «el destructor de todos los chatrías» y el primer rey que tuvo bajo su mando único a toda la Tierra».[52]
Los bardos terminan esta larga leyenda de reyes y sabios con un toque de cinismo respecto a la naturaleza efímera del poder:[53]
El valiente rey Prithú atravesó el mundo, triunfó en todas partes sobre sus enemigos. Sin embargo, fue barrido por la fuerza del tiempo, como la luz que pasa por un árbol simal.Ese que fue el rey Kartaviria destruyó a sus innumerables enemigos, conquistó las siete zonas de la India, pero ahora es solo un personaje de una canción, sujeto de la creencia o la descreencia.
El imperio del hijo de Raghú [el rey Rama], que triunfó sobre Dasanana [Rávana], y extendió su dominio hasta los confines de la Tierra, ¿no fue consumido en un instante por el ceño fruncido del Destructor? Mandhatri, emperador del mundo, ahora se manifiesta solo como leyenda olvidada. Bhagiratha, Sagara, Kakutsta, Dasanana, Rama, Lakshman, Iudistir y otros, ya fueron. ¿Existieron realmente? ¿Dónde están ahora? No lo sabemos. Los poderosos reyes que fueron, que son ahora, o que serán, están todos sujetos a la misma suerte, y el pasado, el presente y el futuro se perderán en el olvido, al igual que sus predecesores. ¿Qué varón piadoso que escucha estos temas será tan imprudente como para albergar el deseo de posesión en su alma? Consciente de esta verdad, un varón sabio nunca se verá influido por el principio de la apropiación individual, y por considerar que son únicas posesiones transitoria y temporal, no va a considerar como suyos propios a sus hijos, a sus propiedades, o a cualquier otra cosa personal.
Los yainas tienen su propia versión de la leyenda tradicional, en concordancia con las leyendas de los 24 yinas quienes de tanto en tanto tuvieron que refundar la religión en la tierra. El dios hinduista Rama ―a quien los yainas llaman Padma― aparece como un héroe divino y un Baladeva, en una versión variada de su vida, mientras que Krisná es igualmente un Vasudeva (mientras que su hermano Balarama es otro Baladeva). Hay nueve cada uno de estos héroes Baladeva y Vasudeva, y sus nueve enemigos (Prativasudevas), incluyen a Rávana y Yarasanda. La tradición yaina, con sus yinas y sus doce emperadores chakravartis, suman 63 «grandes hombres». Los emperadores incluyen a los conocidos Bhárata y Sagara, y a Brahmadeva (o Brahmadatta) que es conocido también por los budistas, pero los otros grandes no son conocidos en otras tradiciones. Tres de ellos, incluyendo a Santi, se convirtieron también en yinas. Las tradiciones yainas parecen provenir de fuentes antiguas, independientes de las de los brahmanes, al igual que los budistas también, y no son una mera corrupción de las tradiciones brahmánicas. Es de destacar que las leyendas yainas son mucho más esquemáticas que las demás tradiciones.
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