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cristianismo que sigue las tradiciones del Imperio romano de Oriente con capital en Constantinopla De Wikipedia, la enciclopedia libre
Cristiandad oriental, cristianismo oriental o Iglesias orientales son denominaciones con las que se designa a la parte de la cristiandad, del cristianismo o a las Iglesias (conceptos no estrictamente equivalentes) que se desarrollaron desde el cristianismo primitivo en las regiones del Imperio romano de Oriente o bizantino, en la órbita cultural tardohelenística de lengua griega (también se habla de cristiandad griega). Todas estas expresiones se utilizan habitualmente en oposición a los conceptos de cristiandad latina, cristiandad occidental, cristianismo occidental o Iglesias occidentales.
Entre todos los autores de la patrística, la mayor parte de los cuales fueron "orientales", ocho recibieron el título de "doctor de la Iglesia", cuatro "de la Iglesia Occidental" y otros cuatro "de la Iglesia Oriental". Sus rivales teológicos fueron considerados heréticos, como Arrio o Nestorio. La expansión del nestorianismo por Asia oriental fue muy precoz (ver Sūtras de Jesús).
El cristianismo oriental ha desarrollado gran cantidad de estructuras y manifestaciones. Durante la Edad Media, Bizancio no pudo imponer la unidad religiosa ni uniformizar las manifestaciones religiosas de su ámbito cultural de forma tan clara como pudo hacerlo el papa en el suyo. Ello se debió a varios factores: primero, la pluralidad de sedes patriarcales en Oriente (Constantinopla era solamente una entre las demás —Antioquía, Alejandría y Jerusalén—), mientras que Roma (la sede apostólica de Pedro y Pablo), además de pretender la primacía sobre todas,[1] era la única de Occidente; segundo, la mayor antigüedad de algunas de las comunidades cristianas orientales, que se remontaba en muchos casos a los orígenes del cristianismo; tercero, el particularismo propio de las culturas antiguas (mesopotámica, persa, egipcia), orgullosas de sus lenguas y tradiciones; cuarto, la mayor gravitación del poder político del emperador bizantino sobre la Iglesia bizantina[2] (cesaropapismo, iconoclasia) que la que tuvo el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico sobre el papado (poderes universales, dominium mundi, querella de las investiduras); y, para terminar, la expansión del Islam, que desde el siglo VII se impuso en el Próximo Oriente y el norte de África, etc.
El monacato surgió en Oriente (Macario el Viejo, Antonio Abad, Pablo de Tebas, Pacomio, María Egipcíaca, Simón el Estilita, David el Dendrita)[3] y con el tiempo llegó a alcanzar un peso social e incluso político importantísimo, constituyéndose verdaderos Estados monásticos (Monte Athos).
La evangelización de la mayor parte de los pueblos eslavos, que se asentaron en Europa Oriental, se produjo desde Constantinopla a partir de la misión de Cirilo y Metodio (desde 862), trascendental no solo para la extensión del cristianismo, sino para la estandarización de sus lenguas y culturas (alfabeto cirílico, eslavo eclesiástico).
La separación formal entre Oriente y Occidente se produjo en diferentes periodos. Las primeras grandes rupturas fueron consecuencia de las disputas cristológicas del siglo V, con el surgimiento de las doctrinas opuestas del difisismo (cuyos adeptos en la Iglesia del Oriente originaron el llamado cisma nestoriano) y el miafisismo (cuyos adeptos en Egipto, Siria y Armenia originaron el cisma de las Iglesias ortodoxas orientales), el consiguiente cisma acaciano (originado por la promulgación del Henotikon por el emperador Zenón, un edicto de unión con los miafisistas redactado por el patriarca Acacio de Constantinopla y que no fue aceptado por la Iglesia de Roma), el Cisma de los Tres Capítulos varios años después y finalmente las controversias relativas a la doctrina del monotelismo en el siglo VII. Más tarde, durante la Edad Media, se produjo el llamado cisma de Focio entre 858 y 867; y en el 1054 se produjo la ruptura definitiva entre Roma y Constantinopla, tras el llamado cisma de Oriente (durante el patriarcado de Miguel Cerulario).
Hubo un intento que no prosperó por restaurar la unidad en el Segundo Concilio de Lyon (1274). Luego, se dio un intento más de unión durante el concilio de Basilea-Ferrara-Florencia (1431-1445) —en los años finales del Imperio Bizantino, previos a la toma de Constantinopla por los turcos (1453)—, al que acudió Juan VIII Paleólogo con el filósofo Pletón (de gran influencia en el humanismo renacentista occidental), el patriarca José II,[5] 23 obispos metropolitanos e innumerables clérigos; entre ellos Basilio Besarión e Isidoro de Kiev (que fue rechazado por los obispos rusos y ucranianos a su vuelta) se destacaron por su defensa de la unificación y terminaron su vida en Italia. El único obispo en negarse a reconocer la autoridad papal fue Marcos de Éfeso[6] (tanto él como Focio son considerados santos por la Iglesia ortodoxa).
Las Iglesias orientales que no están en plena comunión[7] con Roma son "autocéfalas" (tienen su "propia cabeza"), y sus máximos dirigentes llevan el título de patriarca o de catholicos. Buena parte de las Iglesias orientales, las Iglesias ortodoxas bizantinas, están en plena comunión con el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.[8] Otras cuya separación de Roma y de Constantinopla se produjo en 451 se suelen denominar Iglesias ortodoxas orientales.[9] La separación de la Iglesia del Oriente se produjo 20 años antes, en 431.
La mayoría de la Iglesias católicas orientales, después de ser miembros de los grupos anteriores, se unificaron en algún momento de su historia con la Iglesia católica. Otras, por ejemplo la Iglesia maronita, aseguran nunca haber quedado fuera de la comunión plena con Roma. Todas estas reconocen el primado del papa y la totalidad de la fe católica, mas mantienen sus propias tradiciones rituales y organizativas, algunas muy marcadas: por ejemplo, algunas requieren el celibato solo para los obispos, mas no para los presbíteros y los diáconos.
Es significativa la división de las Iglesias en función de los concilios ecuménicos que aceptan; puesto que el primero que no acepten marca el momento a partir del cual se diferencian. La Iglesia asiria del Oriente acepta solo los dos primeros, el Primer Concilio de Nicea (325) y el Primer Concilio de Constantinopla (381); las Iglesias ortodoxas orientales solo los tres primeros; las Iglesias ortodoxas bizantinas los siete primeros; las Iglesias católicas orientales aceptan 21.[10] De acuerdo con lo anterior, todas las Iglesias orientales tienen en común el símbolo de fe de los concilios de Nicea y Constantinopla.
Πιστεύομεν εἰς ἕνα Θεόν [...] Φῶς ἐκ Φωτός, Θεὸν ἀληθινὸν ἐκ Θεοῦ ἀληθινοῦ [...] Καὶ εἰς τὸ Πνεῦμα τὸ Ἅγιον, τὸ Κύριον, τὸ Ζωοποιόν, τὸ ἐκ τοῦ Πατρὸς ἐκπορευόμενον [...] εἰς μίαν, ἁγίαν, καθολικὴν καὶ ἀποστολικὴν ἐκκλησίαν...[11]
Credo in unum Deum [...] Deum de Deo, Lumen de Lumine, Deum verum de Deo vero [...] Et in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem, qui ex Patre Filioque procedit [...] Et unam sanctam catholicam et apostolicam Ecclesiam...[12]
Creo [El texto original tiene el plural: "Creemos"] en un solo Dios [ἕνα/unum no es el artículo indefinido: no se cree en un Dios, sino en un Dios único] [...] Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero [Deum de Deo —"Dios de Dios"— falta en el Símbolo del 381, mas se encuentra en el Símbolo Niceno original (325) y se añade en la versión latina] [...] Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificante [La traducción habitual es "dador de vida"] que procede del Padre y del Hijo [Filioque —"y del Hijo"— se añade en la versión latina, pero no en la versión griega usada igualmente por católicos y ortodoxos[13][14]] [...] Y en una santa católica y apostólica Iglesia ["católica" significa "universal", y cuando fue compuesto el Símbolo, todas las Iglesias orientales (no únicamente las bizantinas) y la latina se consideraban partes de la Iglesia católica]...Credo o Símbolo niceno-constantinopolitano (versión griega original, versión latina y traducción literal al castellano, con las mayúsculas de la latina).
La celebración de concilios posteriores a los concilios ecuménicos aceptados por las Iglesias asiria, ortodoxas orientales y ortodoxas bizantinas (respectivamente dos, tres y siete) no ha sido característica de ellas. En las iglesias eslavas se celebran los sobor, similares a los sínodos occidentales, denominados también concilios.[15][16] Con el nombre de Santo Sínodo se conoce el cuerpo eclesiástico que elige a los patriarcas y arzobispos de las Iglesias orientales. El Santo Sínodo Gobernante gobernó colegiadamente la Iglesia rusa entre 1721 y 1918, bajo la autoridad del zar.
La jurisdicción episcopal de las Iglesias ortodoxas sobre distintos territorios de Asia y el Pacífico se superpone: en Filipinas hay un exarcado de Filipinas[17] dependiente del metropolitanado de Hong-Kong y Sureste de Asia[18] y una misión cristiana ortodoxa de Antioquía en Filipinas bajo la archidiócesis de Australia, Nueva Zelanda y Filipinas.[19]
Iglesia del Oriente o del Este,[20] también conocida como nestoriana; de los llamados cristianos de Santo Tomás o nasrani —"nazarenos"—:
Iglesias ortodoxas orientales (miafisitas o no calcedonianas):
Iglesias ortodoxas reconocidas por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla:
Iglesias no reconocidas por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla:
Iglesias católicas orientales (también conocidas como uniatas):
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