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zona de tierras cuya superficie se inunda de manera permanente o intermitente. De Wikipedia, la enciclopedia libre
Un humedal es una zona de tierra, generalmente plana, cuya superficie se inunda de manera permanente o intermitente.[2] Al cubrirse regularmente de agua, el suelo se satura, quedando desprovisto de oxígeno y da lugar a un ecosistema híbrido entre los puramente acuáticos y los terrestres.
Considerando que el concepto fundamental de un humedal, chucua,[3] o zona húmeda no es el agua como tal sino la "humedad", se puede hablar de "ecosistemas húmedos" interdependientes de las aguas, ya sean superficiales o subterráneas.
La categoría biológica de humedal comprende zonas de propiedades geológicas diversas como ciénagas, esteros, marismas, pantanos, turberas, así como las zonas de costa marítima que presentan anegación periódica por el régimen de mareas (manglares).[4]
Además de ser ambientes y ecosistemas muy importantes en la actualidad, los humedales fueron también muy comunes a lo largo de la historia de la Tierra, pues muchas rocas sedimentarias han sido interpretadas como formadas en antiguos humedales, tanto de agua dulce[5] como costeros.[6]
El Día Mundial de los Humedales se celebra cada 2 de febrero, desde que en 1971 se llevara a cabo la Convención de Ramsar.
Los humedales cubren al menos el seis por ciento de la Tierra y se han convertido en un tema central para la conservación debido a los servicios ecosistémicos que brindan. Más de tres mil millones de personas, aproximadamente la mitad de la población mundial, obtienen sus necesidades básicas de agua de humedales de agua dulce continentales.[7] Proporciona hábitats esenciales para los peces y diversas especies de vida silvestre, y desempeñan un papel vital en la purificación de aguas contaminadas y la mitigación de los efectos dañinos de las inundaciones y las tormentas. Además, ofrecen una amplia gama de actividades recreativas, que incluyen pesca, caza, fotografía y observación de la vida silvestre.[8]
Desde el año 1700, la humanidad ha destruido el 87% de los humedales del planeta.[9] Desde el año 1900, la humanidad ha destruido el 64% de los humedales.[9]
El Convenio de Ramsar define a los humedales como:
"Un humedal es una zona de la superficie terrestre que está temporal o permanentemente inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres vivos que la habitan."[10]
Según el artículo 1 del párrafo 1, se consideran humedales,
Asimismo, contenido en el artículo 2 del párrafo 1, se estipula que,
El carácter distintivo de los humedales está en la escasa profundidad del nivel freático, con la consecuente alteración del régimen del suelo. La vegetación específicamente adaptada a estas condiciones se denomina hidrófita, cuando se ubica sobre zonas inundadas de agua; y freatofita cuando estas zonas se ubican sobre zonas de agua oculta (criptohumedales); en estos casos se reemplaza a las especies terrestres normales.
Las peculiaridades del entorno hacen que la fauna presente sea por lo general endémica y netamente diferenciada de las zonas adyacentes; grandes familias de aves y entornos de este tipo.
La función principal del humedal, aparte de ser un gran ecosistema y un importante hábitat para muchos seres vivos, es que actúan como filtradores naturales de agua, esto se debe a que sus plantas hidrófitas, gracias a sus tejidos, almacenan y liberan agua, y de esta forma comienzan con el proceso de filtración. Antiguamente los humedales eran drenados por ser considerados una simple inundación de los terrenos, pero hoy en día se sabe que los humedales representan un gran ecosistema y se los valora más.[11]
Los humedales son diversos según diferencias existentes a nivel regional o local, en la topografía, hidrología, vegetación y otros factores como la actividad humana..
La hidrología de una zona húmeda está asociada con la dispersión temporal y espacial, flujo, y atributos fisicoquímicos de su agua superficial y subterránea. Basados en la hidrología, las zonas húmedas se pueden categorizar como Zona ribera (asociada a ríos), lacustre (asociada a lagos y reservas), y palustre (aisladas, sin corriente de agua).
Los flujos hidrológicos de entrada en una zona húmeda son fundamentalmente por precipitación, agua superficial y agua subterránea, mientras que los de salida son la evaportranspiración, escorrentía, y movimiento de aguas subterráneas.[12]
La salinidad juega un papel clave en la química del agua de las zonas húmedas, especialmente aquellas situadas en la costa, y en regiones con grandes déficits de precipitación.[13] En las zonas húmedas de no ribera, la salinidad natural se regula por las interacciones entre las aguas superficiales y subterráneas, que pueden estar influenciadas por la actividad humana.[14]
La mayoría de nutrientes, tales como azufre, fósforo, carbono y nitrógeno se encuentran en el suelo de las zonas húmedas. Según si se produce una respiración aeróbica o anaeróbica en el suelo influirá en los ciclos de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno del suelo,[15] y la solubilidad del fósforo,[16] contribuyendo a cambios químicos en el agua.
Las zonas húmedas cubren una parte relativamente pequeña de la superficie de la Tierra. Aun así, son unos ecosistemas ricos en biodiversidad. Las zonas húmedas costeras como los manglares, los arrecifes de coral, estuarios y praderas marinas tienen las comunidades más productivas y biológicamente diversas del mundo.[17] Sin embargo, el papel de las zonas húmedas como reservas de biodiversidad está amenazado, ya que son un ecosistema que se está perdiendo y degradando a un ritmo más rápido que cualquier otro[18] (desde 1900, se han perdido más del 64% de zonas húmedas de todo el mundo).[19]
Algunas especies de fauna y flora son completamente dependientes de las zonas húmedas,[17] como es el caso del fartet, un pez de agua dulce que sólo vive en zonas húmedas litorales de la costa mediterránea ibérica y está amenazado de extinción.
La vegetación que podemos encontrar en una zona húmeda son las plantas acuáticas o hidrófitas, que son aquellas adaptadas a los ambientes acuáticos. Se pueden diferenciar 4 categorías: las emergentes están arraigadas en el suelo inundado pero la mayor parte está fuera del agua (boga, phragmites); las plantas con hojas flotantes son las que tienen las raíces fijadas al suelo sumergido, pero las hojas flotante (Nimfea); las sumergidas están completamente sumergidas y son las más adaptadas a los ambientes acuáticos (miriofile); las flotantes flotan completamente con las raíces libres en el agua, pueden presentar una morfología muy reducida y como no tienen raíces fijadas al sustrato, han de absorber los nutrientes directamente del agua (salvinaceas, lechuga de agua).[20]
A pesar de su importancia, las tierras húmedas en todo el mundo se encuentran amenazadas. Estos peligros provienen de la conversión intensiva a la agricultura o acuicultura, desarrollo industrial, cambios hidrológicos artificiales o degradación por medio de la explotación excesiva. Siendo este uno de los temas más importantes de cara a su futura conservación.[27]
Se pueden establecer varios criterios para clasificar los humedales, en función de los objetivos que se persiguen o de los estudios en los que se basen: criterio morfológico (general, principalmente para divulgación), hidrogenético (según el origen y usos del agua, para demandas de agua), funcional (ecológico, según sus hábitats, para conservación medioambiental); o los criterios estructurales (desde el punto de vista de gestión), etc.
En 1989 fueron clasificados más de treinta humedales naturales y nueve artificiales. A pesar de ello es posible identificar cinco grandes tipos morfológicos de sistemas de humedales:[28]
Desde el punto de vista estructural, se puede diferenciar los tipos de humedales basados, por una parte, en el criterio hidrológico de la estructura externa o de superficie; y por otra parte, en el criterio hidrogeológico que comprende la estructura interna o de conexión subterránea. Al conjunto de estos dos aspectos, también puede entenderse como criterio "hidrológico-estructural".[29] Son:
Y dentro de los humedales freatogénicos, según sus ámbitos hidrogeológicos de flujo, que es por lo que se consideran "ecosistemas húmedos" interdependientes de las aguas subterráneas (es decir pueden ser generados por estas y a su vez aquellos pueden también generarlas, en función del gradiente hidrogeológico, en el espacio y tiempo), se pueden subdividir en otros 3 grupos:
Por lo que, combinando entre sí ambos conjuntos de nomenclaturas, para sendos criterios externos e internos, resultarían 7 tipos hidrológico-estructurales:
Los humedales sirven como ecosistemas multifacéticos con una amplia gama de funciones esenciales que contribuyen tanto al medio ambiente como a las sociedades humanas.
Los humedales pueden ayudar a mitigar los impactos de las inundaciones en ciertas áreas debido a su función de almacenamiento de agua de inundación. Según el Departamento de Conservación Ambiental de Vermont, numerosos humedales, en particular aquellos situados en llanuras aluviales, poseen la capacidad de retener temporalmente el exceso de aguas de inundación cuando hay condiciones de alta escorrentía. Si bien en el pasado los humedales han sido comparados con esponjas naturales, su función es más precisa si se la compara con la de reservorios naturales. Almacenan aguas de inundación que se desbordan de las riberas de los ríos o se acumulan en zonas bajas. A medida que las aguas de las inundaciones disminuyen gradualmente, estos humedales liberan lentamente el agua almacenada en sus suelos. Esta función de retener parte de las aguas de inundación y regular el ritmo al que el agua vuelve a entrar al arroyo, puede reducir eficazmente la intensidad de las inundaciones y la erosión río abajo.[30] Los humedales también ayudan en la filtración del agua eliminando el exceso de nutrientes, ralentizando el flujo y permitiendo que las partículas se sedimenten y luego puedan ser absorbidas por las raíces de las plantas. Su vegetación y suelo atrapan sedimentos y contaminantes, mientras que los microbios beneficiosos del humedal descomponen las sustancias dañinas. De esta manera, estos invertebrados son capaces de eliminar hasta el 90% de las bacterias del agua.[31]
Los humedales desempeñan un papel vital al proporcionar hábitats diversos y críticos para una amplia variedad de especies de plantas y animales, y sirven como piedra angular de la diversidad ecológica. Diferentes especies de peces y vida silvestre utilizan los humedales de diferentes maneras. Algunos dependen de los humedales como su hábitat principal, mientras que otros los utilizan estacionalmente para obtener alimento y refugio. Los humedales son cruciales para la supervivencia de muchas especies, mientras que sirven como hábitats estacionales esenciales para otras.[32] La sinergia de aguas poco profundas, abundantes nutrientes y alta productividad primaria crea un ambiente perfecto para el crecimiento de los organismos que constituyen la base de la cadena alimentaria, proporcionando alimento a diversos peces, anfibios, mariscos e insectos. [33] Los humedales también han sido un lugar favorecido por los científicos para ayudar al mejoramiento y descubrimiento de la medicina. Se estima que entre un 70 y un 80% de la población mundial depende de la medicina herbal, así como de los ingresos provenientes de la cosecha y el comercio de plantas, debido a sus fines medicinales. Aunque no existe un inventario mundial de especies medicinales de humedales, el sauce blanco es un ejemplo. Esta planta ribereña se utiliza en productos para el cuidado de la piel, además de ser la fuente original de ácido salicílico.[34] Además, numerosas especies de aves y mamíferos dependen de los humedales para encontrar alimento, beber agua y tener un lugar seguro donde permanecer, particularmente durante sus largos viajes o cuando tienen crías. [35]
Los humedales desempeñan un papel crucial y multifacético en la mitigación del cambio climático a través de sus procesos y funciones naturales.[36] Capturan carbono del aire cuando las plantas crecen y atrapan sedimentos del agua. Este carbono se almacena en las plantas, las hojas, el suelo y el barro, a veces durante miles de años.[37] Según un artículo publicado por AM Nahlik y MS Fennesy, a nivel mundial, los humedales retienen alrededor de 700 mil millones de toneladas de carbono, principalmente en suelos de turba, con una tasa de secuestro anual de 96 millones de toneladas. En Estados Unidos, se estima que los humedales contienen 11.520 millones de toneladas de carbono, equivalentes a aproximadamente el 1% de la reserva mundial de carbono del suelo, lo que pone de relieve la capacidad de almacenamiento de carbono de los humedales a escala global.
Aunque los humedales sólo cubren alrededor del 5% de la superficie terrestre de los Estados Unidos continentales, sustentan el 31% de las especies de plantas. Gracias a su capacidad de absorber nutrientes, los humedales pueden ser altamente productivos biológicamente (capaces de producir biomasa rápidamente). Los humedales de agua dulce son incluso comparables a las selvas tropicales en cuanto a productividad vegetal.[38] Su capacidad para crear biomasa de manera eficiente puede resultar importante para el desarrollo de fuentes de energía alternativas.
Los humedales, más allá de su importancia ecológica, ofrecen una gran cantidad de oportunidades recreativas, sirven como recursos educativos invaluables y sirven como laboratorios vivientes para investigaciones vitales. Estos ecosistemas únicos atraen a los entusiastas de las actividades al aire libre, brindando espacios para actividades como la observación de aves, el senderismo y la fotografía, y al mismo tiempo sirven como plataformas educativas donde las personas pueden aprender sobre la naturaleza y la conservación del medio ambiente. Además, los humedales proporcionan a los investigadores entornos dinámicos para estudiar diversos procesos ecológicos y especies, lo que contribuye a nuestra comprensión del mundo natural.[39]
Según ONU Cambio Climático, los humedales están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques. Los humedales se enfrentan a amenazas crecientes que ponen en riesgo su salud. El desarrollo urbano, la contaminación, el drenaje de tierras y el cambio climático están poniendo en peligro estos valiosos hábitats que sirven como amortiguadores esenciales contra inundaciones y refugios para la vida silvestre.[40]
A nivel mundial, se estima que solo la continua pérdida de hábitat provocará la extinción de aproximadamente 1.700 especies de vertebrados para el año 2070.[41] Los humedales costeros son muy vulnerables a esta amenaza debido a la erosión, el hundimiento, el aumento del nivel del mar, el desarrollo y el drenaje. "Aproximadamente siete campos de fútbol cada hora, y un aumento del veinticinco por ciento con respecto al período de estudio de seis años anterior".[42] Los impactos directos comunes de la pérdida de hábitat en los humedales incluyen la eliminación de la vegetación, la fluctuación en los niveles de agua y la construcción de edificios. La disminución del hábitat de los humedales tiene implicaciones económicas y sociales de gran alcance. La degradación y pérdida de estos hábitats han provocado la reducción de las poblaciones de peces, tanto en tamaño como en diversidad. Esto, a su vez, ha provocado una disminución de la disponibilidad de oportunidades tanto para la industria pesquera comercial como para la pesca recreativa, lo que afecta los medios de vida y las actividades de ocio de muchas personas y comunidades. Esta pérdida de hábitat no sólo afecta a los peces que residen en estos humedales y las actividades recreativas que de ellos se derivan, sino que la reducción de las poblaciones de peces resultante de la pérdida de hábitat en los humedales puede alterar el delicado equilibrio del ecosistema. Como los peces desempeñan un papel crucial en la cadena alimentaria, su disminución puede provocar cambios en la abundancia y el comportamiento de otras especies, afectando a todo el ecosistema de humedales.[42]
Los humedales son susceptibles a los efectos nocivos de la contaminación, que puede socavar su salud ecológica y disminuir sus funciones vitales. La contaminación procedente de diversas fuentes, incluidas las escorrentías agrícolas, los vertidos industriales y los contaminantes urbanos, plantea una amenaza importante para el delicado equilibrio de los ecosistemas de humedales, afectando no sólo a sus residentes vegetales y animales, sino también a los servicios ecosistémicos que prestan. Según un artículo publicado por NOAA Fisheries, debido a las altas concentraciones de contaminación, la capacidad del sistema de filtración de un humedal puede verse sobrepasada, permitiendo así que el exceso de nutrientes y productos químicos tóxicos se concentren en los cursos de agua, creando zonas muertas que dejan a los organismos que viven en el agua incapaces de sobrevivir. Los humedales no sólo sirven como conductos para el paso de desechos plásticos, sino que también actúan como sitios donde estos desechos se acumulan con el tiempo, lo que plantea desafíos duraderos. [43] Las acciones humanas, incluida la construcción de carreteras y la extracción de recursos, han perturbado significativamente los ecosistemas de humedales. Esto ha hecho que los humedales previamente drenados sean susceptibles a incendios forestales, aumentando así las posibilidades de contaminación del aire por los metales tóxicos que los humedales han absorbido y almacenado en la turba, y que pueden representar amenazas para la salud de las personas y el medio ambiente. Una vez que se enciende un humedal drenado, "los incendios de turberas son difíciles de contener, ya que pueden arder durante semanas, meses o incluso años. Producen gran cantidad de humo y cenizas, llenando el aire de partículas microscópicas". [44]
Las especies invasoras están causando daños considerables a los humedales al competir con las plantas y los animales nativos, alterando así el delicado equilibrio de estos ecosistemas. Estos invasores a menudo crecen de forma más agresiva y pueden cambiar la estructura y función del humedal, reduciendo su capacidad de control de inundaciones y purificación del agua . Además, las especies invasoras pueden afectar negativamente la disponibilidad de hábitats adecuados para las especies nativas y contribuir a la degradación general de la salud de los humedales.[45] Un ejemplo de uno de los muchos organismos que representan una amenaza de especie invasora para los humedales es la nutria . La nutria es un roedor semiacuático originario de Sudamérica que fue traído a Estados Unidos en 1889 debido a la popularidad de su pelaje, pero con el paso de los años se ha apoderado de humedales debido a que fue liberado o escapó de ranchos. Debido a su alta tasa reproductiva y la falta de control poblacional implementado, estos roedores han provocado daños a los cultivos, disminución de plantas nativas debido al consumo y un aumento en los daños por inundaciones debido a sus madrigueras bajas.[46]
El cambio climático tiene un impacto significativo en los humedales, principalmente a través del aumento de las temperaturas y la alteración de los patrones de precipitación. Estos cambios pueden provocar cambios en los ecosistemas de humedales, afectando la distribución de especies vegetales y animales.[47] Además, el aumento de las temperaturas puede provocar la pérdida de hábitat de humedales y contribuir al aumento del nivel del mar, lo que puede amenazar aún más la estabilidad y la función de los humedales costeros, además de provocar alteraciones de los patrones de precipitación y sequías prolongadas, lo que da lugar a una reducción de los niveles de agua y al secado de las zonas de humedales. A medida que aumentan las temperaturas, los humedales son susceptibles a incendios forestales más frecuentes y graves. El aumento del riesgo de incendios puede provocar la destrucción de la vegetación de los humedales, disminuyendo aún más su capacidad para sustentar la vida silvestre y mantener sus funciones ecológicas. [48]
Si bien la conservación de los humedales estuvo favorecida hasta épocas recientes por la dificultad para habitarlos, los proyectos de terraformación recientes constituyen un grave riesgo para las especies endémicas. La biodiversidad de los humedales los convierte en un recurso ecológico crucial. En el año 1971 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) formuló un listado de humedales.
La tasa de pérdida de humedales de al menos un 70% de los humedales del mundo por cada 100 años ha disminuido en Europa y se ha mantenido baja en Norteamérica. Sin embargo, en Asia se ha mantenido la tasa, donde el cambio de uso de suelo a gran escala ha continuado destruyendo los humedales. No hay evidencia concluyente sobre si la inversión pública de diferentes Estados partícipes de la convención de Ramsar ha podido paliar las tasas de cambio de uso del suelo que amenazan a los humedales del mundo. Existe una necesidad de mejorar el conocimiento del cambio de uso de suelos a nivel mundial, particularmente en África, Oceanía y las zonas tropicales de América.[49][9][50]
La mitad de los ríos, humedales y acuíferos españoles están en mal estado.[51]
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