Remove ads
Arquitectura rudimentaria consistente en acondicionar hábitats subterráneos o excavados en la roca De Wikipedia, la enciclopedia libre
El hábitat troglodítico fue, desde la Prehistoria, una arquitectura rudimentaria o suntuosa, presente en diferentes tradiciones, que consisten en acondicionar hábitats subterráneos o excavados en los flancos de las montañas.
Las casas troglodíticas eran generalmente horadadas en rocas sedimentarias (calcáreas, arenisca, gres, toba, loess, etc.) o volcánicos (cenizas, travertino, etc.) en todos los climas.
Del abrigo bajo roca,[1] al castillo o a la ciudad subterránea, esta arquitectura tiene una función de hábitat temporal o permanente pero toma tradicionalmente otros usos domésticos o agrícolas e igualmente, bastante a menudo, una función religiosa en múltiples sociedades.[2]
La palabra « troglodita » viene del latín troglodyta, y a su vez del griego antiguo τρωγλοδύτης, de τρώγλη (caverna) y δύειν (penetrar en, sumergir). Un troglodita es un ser humano o un animal (comprendidos los invertebrados) que vive en una caverna o en una morada excavada en la roca sobre la base de acantilados o en grutas naturales ; el troglodita es el habitante de una casa permanente o estacional. Las expresiones: hábitat troglodítico, ciudad troglodita, casa troglodítica, etc., son corrientemente utilizadas para hablar de la vida en el mundo subterráneo.
Varios términos, utilizados en biología, matizan los modos de ocupación del hábitat troglodítico:
El antiguo pueblo troglodita vivía en Egipto, en las proximidades de Mar Rojo, instalado entre los escarpes de las rocas. Son numerosos los autores antiguos que hacen alusión a ellos, como Heródoto, Claudio Tolomeo, Agatárquidas, Estrabón, Diodoro de Sicilia, Plinio, Tácito, Flavio Josefo, etc.
Así en su Historia natural, Plinio el Viejo da una descripción de los trogloditas asociándolos a varios pueblos más o menos mitológicos, los garamantes, los augilas, etc.
Más tarde, en su clasificación de los seres vivos Carlos Linneo reagrupa en trogloditas a: Homo nocturnus, Homo sylvestris, Orang-Outang y Kakurlacko. En lo sucesivo, en Amoenitates academicae (1763), define un taxón bastante amplio Homo anthropomorpha que designa una variedad de criaturas mitológicas y cercanas al hombre, como el troglodia, el sátiro, la hidra, el fénix. Añade que estas criaturas no existieron en realidad pero que eran descripciones inexactas de criaturas que se parecían a los grandes monos (Pan troglodytes, el chimpancé ha conservado esta denominación científica).[3]
Con respecto a Montesquieu en las Cartas persas XI a XIV, relata la historia de los Trogloditas pero como una fábula, con la cobertura de la descripción de un pueblo de Oriente, a la moda en esa época, y con el objetivo de desarrollar las ideas del autor sobre las costumbres de la sociedad.
El Pequeño Larousse de 1920, publicó una fotografía con una nota que presenta a los trogloditas como salvajes: así, los autores relatan que Plinio el Viejo, Tolomeo y Estrabón habían hablado de los Trogloditas: según Estrabón, no cultivaban la tierra, vivían en los escarpes y agujeros de las rocas y se alimentaban con el producto de su caza. Las mujeres y las niñas vivían juntas. Comían también las serpientes, según Plinio el Viejo, no tenían ninguna lengua fijada y se entendían con meros gritos guturales...
Ignorando la mitología, la visión del modo de vida trogodítico se ha matizado si tenemos en cuenta que es universal, en el tiempo y el espacio, y adquiere formas variadas, adaptadas a los climas, a la posibilidad de utilizar las cavidades naturales o de excavarlas , a las categorías sociales y así son temporales o permanentes. Hoy todavía, en numerosas partes del mundo las poblaciones que han construido sus hábitats en abrigos naturales, en profundas grutas o excavadas en paredes calcáreas u otras rocas son llamados siempre trogloditas.
La forma de las estructuras utilizadas para la vida subterránea es bastante diversificada.
Las grutas naturales o abrigos bajo roca han sido utilizados desde la Prehistoria en campamentos generalmente estacionales. El arte parietal del Paleolítico atestigua esta presencia de la actividad humana en las grutas y abrigos bajo roca.
En Francia, más de 170 sitios, la mayoría en el Sur y el Suroeste (ver por ejemplo la gruta de Lascaux y la gruta de Chauvet[4]) se desarrollaron en un periodo de aproximadamente 26 000 años, del Auriñaciense (hace 38 000 años) hasta finalizar el Magdaleniense (hace 12 000 años).
Las regiones calcáreas atravesadas por coberturas kársticas de Francia y de España ofrecen la mayor densidad de yacimientos de arte parietal, seguidas por regiones de Portugal, Italia, Rumania e Inglaterra.[5]
El verdadero hábitat troglodítico comienza con el Neolítico. De una protección episódica en una cavidad rocosa, grande o pequeña, el hombre pasó a un hábitat más permanente, excavado, acondicionado en la roca a favor de un contexto climático favorable. Los hábitats enterrados, no necesariamente excavados en la roca, completan las posibilidades de abrigos con modos de vida comparables (por ejemplo en las Orcadas pobres en bosques), las casas semienterradas y cubiertas de turba (Irlanda, L'Anse aux Meadows de Terranova, etc.) se aproximan en comparación al hábitat actualmente dominante.
Además de la función de hábitat, tuvieron otras funciones: cultural, funeraria, defensiva y económica (almacenaje). Esta forma de arquitectura demanda habilidad y se encuentra particularmente adaptada a los medios pobres en bosques donde existía gran densidad de habitantes troglodíticos en un medio árido o desprovisto de bosques debido al clima frío o incluso a la sobreexplotación de su ecosistema.
Los hábitats construidos o excavados (ciudades, refugios, etc.) constituyen estructuras comunes para la vida subterránea elaboradas a partir de técnicas mineras, a veces muy antiguas. Estos hábitats pueden ser muy profundos y comportar kilómetros de galerías y de decenas de escalones.
La gran diversidad de las formas del patrimonio rupestre atestigua la capacidad del hombre para adaptarse a su medio ambiente. Los materiales en los cuales están establecidos este tipo de hábitats son bastante variados, la posición topográfica igualmente, en la pendiente del valle, en acantilados o zonas escarpadas, en una meseta, etc.
Las formas kársticas por su naturaleza sensible a la disolución por el agua han ofrecido siempre a los hombres de todas las épocas cavidades más o menos profundas y le han abierto el acceso al mundo subterráneo (ctónico).
Las condiciones naturales climáticas y geológicas (litología y estructura) constituyen igualmente restricciones con respecto a la perennidad y la salubridad de este hábitat. Se trata de infiltraciones, remontadas capilares, escorrentía, gelifracción, descompresión de la roca que hacen la vida en él insalubre e incluso peligrosa.
Del hábitat nómada, temporal, del Paleolítico en los lugares con refugios naturales (grutas y abrigos bajo rocas), el hombre se hace sedentario y pasó a un modo de vida generalmente más perenne y entonces construyó o excavó.
Un estudio realizado en el Chinon (Indre y Loira) ha puesto de manifiesto las diferentes fases del paso de una habitación troglodita a una habitación independiente fuera de las rocas.
Hubo primeramente grutas naturales que sirvieron simplemente de abrigos a las primeras poblaciones (ejemplo: la colina Santa-Radegonde en Chinon).
Después se acondicionaron ciertas grutas añadiendo un muro de sillería perforado con dos aberturas (la puerta y la ventana), incluso, a veces, se instaló una chimenea: estas son las « cuevas permanentes ». En el estadio siguiente, se adosó una casa a la roca erigiendo tres muros (dos traseros y una fachada) más tarde: la « cueva permanente » quedó como una pieza anexa de la casa. En la última etapa, la casa se independiza completamente de la roca y solo la cueva queda como troglodita.[10]
Los quèbes o quèves (del béarnais quèba) del valle de Ossau en Pirineos Atlánticos estaban en los huecos bajo las rocas convertidas en refugios temporales por los pastores en los pastos de estío. Una sesentena de estas cavidades han sido inventariadas por el etnólogo Jean-Pierre Dugène.[11] La quèbe podía estar cerrada por un muro de protección en piedra seca, con eventualmente un agujero de evacuación para el humo del hogar y un nicho en función de alacena. A falta de fachada, un lienzo azul marino, mantenido al suelo por unos clavos, servía para cubrir la entrada. Bajo la exigua roca, una piedra hacía oficio de silla y algunas pieles de oveja extendidas en el suelo servían de colchón. Algunas quèbes eran meras plazas de vigilancia durante la jornada o de refugio en caso de tormenta en primavera y en otoño. Finalmente, ciertas cavidades servían para curar los quesos.[12]
Puede tratarse de construcciones que tienen como objetivo la protección contra la dureza del clima, como la ciudad subterránea de Coober Pedy en Australia construida para evitar el calor tórrido del Outback, o la casa-gruta tradicional china, el yaodong.[22] Una de las características de este hábitat es que mantiene una temperatura templada y relativamente constante.[23]
Como en el pasado, el hábitat puede ser completamente subterráneo o añadiéndole una parte tradicional; el hábitat es entonces semitroglodítico, con un tejado en la parte delantera.
El patrimonio troglodítico se inscribe en el marco más amplio de la protección de la herencia arquitectural y paisajística. Es un patrimonio universal a menudo prestigioso y desde 1995 once sitios están inscritos en la lista del Patrimonio mundial del Unesco.[22] El patrimonio troglodítico cuenta toda una historia del terroir, desde el refugio subterráneo al palacio.
La modificación del interés hacia el patrimonio, y en particular hacia el patrimonio troglodítico, se produce más que por el atractivo hacia los lugares turísticos, por el interés pintoresco de los vestigios del pasado. El turismo troglodítico se desarrolla en forma de animaciones museísticas, de casas rurales, de hoteles, etc. El turismo patrimonial no parece afectar a gran parte de la población local (según Edouard Segalen, sólo al 8 %). Las cuevas italiana de Matera, lugares de aislamiento de ermitaños en la Edad Media se convirtieron en el siglo XX en grandes espacios sociales y en el siglo siguiente, los sassi se convierten en centros de vacaciones, etc.
A la manera del Outback australiano donde la extracción del ópalo es una atracción turística al igual que la ciudad subterránea de Coober Pedy donde se refugiaban los obreros que sufrían del calor, otros lugares ven su función inicial transformarse en destino turístico.[24] </ref> Las clasificaciones en las listas patrimoniales contribuyen a esta mutación económica. Se apuesta cada vez más sobre este tipo de atracciones lúdicas y pedagógicas.
En Túnez, el turismo tradicionalmente de balneario se dirige hacia las importantes potencialidades turísticas de la cadena de los Matmatas en el Sudeste (hábitat troglodítico horizontal y vertical, ksour y pueblos bereberes, asociados a la variedad de los paisajes). Como en otros lugares, una multitud de actores y de proyectos se inscriben en un desarrollo turístico deseado como duradero (sostenible) y que asegura el desarrollo de las economías locales, la preservación de los ecosistemas y la salvaguarda de la identidad cultural y de los intereses de las poblaciones locales (permitiendo sobre todo la salvaguarda de los hábitats del abandono).[25][26]
Capadocia en el corazón de la meseta Anatolia se caracteriza por una identidad arquitectural en un contexto de erosión de materiales volcánicos; es conocida por sus iglesias rupestres, sus ciudades subterráneas y sus viviendas troglodíticas y recibe cada año más de tres millones de turistas (el Parque Nacional de Goreme y sitios rupestres está inscrito en el patrimonio mundial desde 1985). El patrimonio cultural da visibilidad, atractivo turístico y desarrollo a los territorios. Varios factores han contribuido a revalorizar este patrimonio anatolio, entre ellos el desarrollo del turismo rural. No obstante, como en otras regiones del mundo se ve la complejidad del asunto. El turismo favorece la salvaguarda del patrimonio y éste es la mayor fuente de turismo. Cuando el medio es sensible, los aspectos negativos se hacen sentir fuertemente y se necesita tomar medidas en cuanto a las cuotas de visitantes y al alojamiento.[27]
Los espacios urbanos subterráneos actuales continúan presentando funciones de abrigo y de refugio: los aparcamientos, centros comerciales o cines, o incluso los abrigos antiaéroes y antiatómicos. Aparecen nuevas funciones para estos espacios: de evacuación de actividades consumidoras de espacio como los transportes, de flujos peligrosos o indeseables como las aguas usadas, los residuos, la electricidad, el gas, etc. Este mundo subterráneo contemporáneo constituye un conjunto de espacios construidos o abandonados bajo la superficie de las ciudades actuales - underground.[28] Concepto inventado por los franceses, después en parte abandonado, la ciudad subterránea ha sido experimentada en Tokio, Montreal, Helsinki[29] y Kansas City, etc. Ámsterdam prepara una ciudad subterránea para 2018.
Los usos se han diversificado según las épocas: granjas subterráneas, cavas, palomares, lugares de encuentros, centros comerciales, ciudades, almacenaje (Cf. el banco de semillas de Spitzberg), etc. En el contexto de desarrollo sostenible y de preocupaciones ecológicas, el abrigo troglodítico seduce por su carácter sólido, estanco, aislado, extensible, relativamente poco costoso (en función de las técnicas mineras y de conservación empleadas).
No estando definidas como hábitat, la rehabilitación de los espacios troglodíticos está enmarcada en las leyes municipales y en el código civil que rige el derecho del suelo, el código de la construcción y el de la propiedad.
Las tecnologías actuales permiten realizar nuevas instalaciones bajo tierra en las que la luz natural puede ser dirigida a los lugares donde se necesita por medio de tubos de luz. Los muros dotados de amplias pantallas planas podrán emitir paisajes naturales.
algunos ejemplos de la geografía del trogloditismo:
El hábitat troglodítico americano corresponde a los pueblos sedentarios amerindios y la sociedad moderna que desarrolla por razones funcionales más que climáticas un hábitat subterráneo en sentido general.
La utilización de las cavidades naturales, más o menos acondicionadas, es tradicional en el mundo polinesio, ya sea sea como hábitat, o con un uso pastoral o religioso.
La gruta de Ana Kai Tangata (ana significando gruta) presenta rastros del culto del hombre-pájaro ("gruta comer hombre":¿ la gruta donde comían los hombres o bien, la gruta donde se comía hombres ?). Los habitantes de la isla de Pascua labraban perfectamente los materiales volcánicos de Rapa Nui (isla de Pascua). Los clanes organizados en pueblos en torno al ahu coronado por los moaï ocupaban casas de tipo troglodita hechas con piedras planas apiladas y adosadas a la vertiente del volcán, en parte enterradas.
En una comunicación dirigida a la Sociedad de geografía en 1878, A. Pinart relata : "vimos que los naturales tienen costumbre de buscar un abrigo cuando vienen a estos parajes. Una de estas grutas contenía un esqueleto todavía envuelto de sus esteras y varios cráneos".[38]
En Australia, antes la instalación de la ciudad minera de Coober Pedy en el desierto central, las grutas fueron utilizadas por los pueblos originarios, después por los bushrangers (fuera de la ley) y finalmente asignadas al turismo.
En Francia, el hábitat troglodítico está particularmente bien representado y en Dordoña por ejemplo ha estado siempre ocupado desde la prehistoria o más particularmente durante diversas épocas en Anjou, en Touraine y en Saumurois, en el valle de roca (creta) del río Sena.
Los sitios pueden ser antiguos o muy recientes, sencillos o elaborados como en Aubeterre-sobre-Dronne, uno de los más bellos pueblos de Francia en Charente o puntuales como en Provenza Bollène (Vaucluse) o en los Baux-de-Provenza.
Seamless Wikipedia browsing. On steroids.
Every time you click a link to Wikipedia, Wiktionary or Wikiquote in your browser's search results, it will show the modern Wikiwand interface.
Wikiwand extension is a five stars, simple, with minimum permission required to keep your browsing private, safe and transparent.