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La península ibérica se organiza en torno al Macizo Ibérico o Hespérico, formado a finales del Paleozoico, y compuesto por las raíces graníticas de las cordilleras que se formaron durante la orogenia varisca, de dirección dominante NO-SE, así como de sedimentos anteriores plegados y metamorfizados por la misma. A finales del Pérmico y en el Mesozoico se producen dos etapas de rifting y el arrasamiento de la cordillera varisca, formando una penillanura sobre la que se produce la sedimentación en ambientes de plataforma carbonatada marina. Durante el Eoceno tardío al Mioceno temprano, se produce la orogenia alpina, responsable de las principales líneas del relieve actual, por el levantamiento de los bloques fracturados, como ocurre con el Sistema Central, según una tectónica de piel gruesa, con horst[1] y graben,[2] y el Sistema Ibérico, caracterizado por una tectónica de piel fina, por inversión tectónica de las estructuras de los rifting mesozoicos, dando lugar a relieves apalachenses.[3]
Con la aparición de estos relieves se individualizan una serie de cuencas sedimentarias interiores, que acumularan margas, arcillas y calizas y llegaran a colmatarse en el Pontiense (Mioceno superior) con calizas lacustres. Tras el fin de la orogenia, la península sufre una serie de reajustes epirogénicos[4] que terminan por inclinar el macizo hacia el oeste. Este vuelco permite que los lagos interiores se vacíen y se inicie una intensa erosión de los sedimentos cenozoicos.
La provincia de Guadalajara, se encuentra situada al noreste de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha en la meseta central, entre los paralelos, 40° 07' y 41° 18' de latitud norte y los meridianos 1º 32' y 3º 29' de longitud oeste. Con una extensión de 12.190 km 2, ocupa el 3,42% de la superficie de España.
El relieve de la provincia, a grandes rasgos, es de una gran simplicidad; se resuelve con dos sistemas montañosos, Sistema Central y sistema Ibérico, soldados entre sí y una tabla meseteña interior, cortada por los cauces de los ríos.
Se puede dividir en cuatro unidades características:
La provincia de Guadalajara, dada su amplia y variada realidad geográfica, reúne en su territorio diversas condiciones climáticas, si bien todo él puede encuadrarse dentro del denominado clima mediterráneo continentalizado, típico de la Meseta Central, que se acusa especialmente en las comarcas de mayor altitud (La Serranía, Señorío de Molina-Alto Tajo y Alcarria Alta) y que se suaviza en las más bajas (Campiña y Alcarria Baja).
Veranos largos, secos y calurosos, e Inviernos igualmente largos y rigurosos, dan paso a primaveras y otoños cortos y templados en sus condiciones meteorológicas, pero que dejan una significativa huella de su estacionalidad equinoccial en el paisaje, tanto en la etapa de la foliación como en la de caducifoliación de las especies vegetales arbóreas.
La diversidad climática que presenta la provincia de Guadalajara, ubicada en una zona de transición entre la España atlántica y mediterránea, propicia el desarrollo de comunidades vegetales muy dispares (encinares, sabinares, pinares, robledales, hayedos, etc.) que se conforman en ricos y variados ecosistemas.
La distribución estacional de las precipitaciones, está condicionada por el relieve, los máximos pluviométricos se dan en las áreas montañosas del Sistema Ibérico, entre 700 y 900 mm anuales, y en las cabeceras del Jarama y Sorbe, en la sierra de Ayllón, con más de 800 mm.
Existen tres áreas con precipitaciones inferiores a 600 mm:
En estas áreas están incluidas gran parte de las Alcarrias de Brihuega y las Alcarrias del sur, de Mondéjar y Pastrana.
Por último, hay zonas con precipitaciones inferiores a 500 mm, que están incluidas en las anteriores son:
La provincia de Guadalajara, en conjunto, es de características térmicas frescas-frías, las primeras heladas, que reciben en las montañas de los Sistemas Ibérico y Central en fechas muy tempranas, sobre el mes de septiembre. Un mes más tarde son probables temperaturas bajo cero en las parameras de Molina y Atienza y a finales de octubre se generalizan por toda la provincia. La fecha de la última helada es también variable, pero puede situarse a finales de junio en el Sistema Ibérico, zona de Orea, por otro lado en las parameras, así como en el Sistema Central, la última helada se produce en la primera decena de mayo, pero a nivel provincial hay riesgo de helada hasta principio del mes de mayo, salvo en las campiñas, donde estas no ocurren desde principios de abril. Por lo tanto el período libre de heladas varía entre 100 y 150 días en las zonas montañosas y parameras y 175 a 200 en las campiñas.
Las mínimas absolutas más bajas de la provincia, se producen en Molina de Aragón, donde se han dado -28,2 °C, el 28 de febrero de 1952, que la convierte en una de las localidades más frías de España, durante las olas de frío de enero de 1971, se alcanzaron los 30 °C bajo cero y otra vez los -28 °C en diciembre de 1963, únicamente superado por Calamocha. También lo confirma la oscilación térmica media diaria del año, que viene a ser en la zona oriental de 15 °C, mientras que en las áreas montañosas del Sistema Central es más bajo 12 o 13 °C y en las campiñas 9 °C, o bien la amplitud térmica anual que es de 17 °C en la comarca molinesa y bastante menor en el resto de la provincia entre 10 y 15 °C.
Los valores máximos de temperatura se producen en el mes de julio y la zona más cálida es, la del valle del Tajo en el límite con la comunidad de Madrid, donde la temperatura media de las máximas absolutas supera en julio y agosto los 42 °C. También en zonas del valle del Henares registran temperaturas superiores a 35 °C desde mediados de julio a mediados de agosto.
La mayor parte del territorio de la provincia de Guadalajara, está drenado por ríos que vierten sus aguas al río Tajo, con una extensión de su cuenca de 4.686 km².
Al noreste de la provincia, con una extensión de 996 km², perteneciente al cuenca del río Ebro. Incluye un territorio, que vierte sus aguas en la cuenca endorreica de Gallocanta.
Los ríos que vierten sus aguas al océano Atlántico, a través de la Cuenca del Tajo, tienen el régimen hidrológico[6] siguiente:
Los ríos que tienen su nacimiento en la provincia de Guadalajara y vierten sus aguas al Mediterráneo, son el río Piedra y el Mesa afluentes del río Jalón, de la cuenca hidrográfica del Ebro. También una pequeña parte de la provincia vierte sus aguas en la cuenca endorreica de la laguna de Gallocanta.
La provincia de Guadalajara, tiene un sistema de aguas subterráneas, muy importante formado por siete acuíferos, pertenecientes la mayoría a la cuenca del Tajo, pero participando también en las del Duero y Ebro.
La variedad natural de la provincia, su extensión y estado de conservación y la situación en la Península, determinan la presencia de gran variedad de comunidades vegetales.
Desde el punto de vista geobotánico y siguiendo la clasificación de Rivas-Martínez,[7] la Provincia tiene la presencia de cuatro comarcas biogeográficas, con los siguientes sectores:
El sector de mayor extensión, es el Celtibérico-Alcarreño, de extensión menor, pero con comunidades vegetales de gran interés, son los sectores Maestracense y Guadarrámico.
La distribución de cada serie[10] zonal, agrupadas según la especie vegetal dominante, es:
Son las formaciones vegetales que ocupan o podrían ocupar mayor extensión de la provincia, a excepción de las zona oromediterránea o de alta montaña. Las series de vegetación de la encina son:
Los matorrales de degradación del encinar, variados según su serie original, forman romerales, tomillares, jarales, cantuesares, retamares, etc., que ocupan una gran extensión en la provincia e indicando el área potencial de distribución.
Los melojos (Quercus pyrenaica), ocupan una reducida extensión, están limitados a sistemas montañosos o intrusiones de suelo ácido. Aunque muy modificados y degradados por la actividad humana, se conservan en la Sierra de Ayllón y determinados enclaves de la provincia (Rodenal), por ejemplo el Rebollar de Navalpotro. Suelen ir acompañados de otras especies arbóreas como serbales (Sorbus torminalis y Sorbus aria), tejo (Taxus baccata) o acebo (Ilex aquifolium).
La degradación de los melojares origina etapas aclaradas de matorral, fundamentalmente brezales y jarales, mucho más abundantes que los rebollares.
El haya (Fagus sylvatica) ha quedado acantonada en pequeños reductos en la sierra de Ayllón como el hayedo de Tejera Negra.
Los Quejigares, de (Quercus faginea), sustituye ecológicamente a los encinares sobre suelos profundos y más húmedos entre 800 y 1.200 m, y alternan con encinares y pinares. Aparecen acompañados de arces (Acer opalus, Acer monspessulanum) y servales (Sorbus aria, Sorbus domestica, Sorbus torminalis) y rosáceas arbustivas (rosas, guillomos, majuelos, etc.). Buenas representaciones de quejigar, son Valle del Tajuña en Torrecuadrada, en Torrecuadrada de los Valles y los Quejigares de Barriopedro y Brihuega.
Los sabinares de (Juniperus thurifera), forman el genuino bosques de las parameras de Guadalajara, desde los 1000 a 1400 m.
Serie de vegetación de la sabina rastrera, (Juniperus sabina).
Ocupan una gran extensión, en la provincia, la especie más abundante es el pino laricio[11] o salgareño (Pinus nigra), que predomina en el sureste y noroeste de la provincia; en segundo lugar el pino resinero o rodeno (Pinus pinaster), abundante desde el Rodenal de Sigüenza hasta la zona Molina de Aragón;[12] el pino carrasco (Pinus halepensis), en zonas aisladas de la sierra de Altomira. Menor extensión ocupa el pino albar (Pinus sylvestris) en el flanco noroccidental, (Sistema Central) y suroriental (Sistema Ibérico), continuando por el Macizo de Albarracín, en la Serranía de Cuenca.
Son las formaciones ligadas a determinadas litologías o suelos azonales, existe un conjunto de formaciones vegetales de un gran interés, aunque representadas en una pequeña fracción de la superficie provincial. Se pueden destacar las siguientes:
En los páramos y campiñas, entre los 600 y 1.000 metros de altitud, con el 41% de la superficie de la provincia, es donde se concentra la población y la ocupación más intensiva del territorio, ya que la elevada altitud del resto (entre 1.000 y 2.000 metros se encuentra el 59%) hace que las condiciones climáticas, bióticas y de posibilidades agronómicas sean limitadas.
Gráfica de evolución demográfica de Geografía de la provincia de Guadalajara entre 1900 y 2000 |
Gráfica de evolución demográfica de Geografía de la provincia de Guadalajara entre 1986 y 2007 |
A partir de la década de los 50 del siglo XX, la despoblación se incrementó, con el abandono de zonas agrícolas, climáticamente más extremas, comarcas de la la Serranía y La Alcarria, zonas con menor capacidad de mecanización de las explotaciones agrarias.
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