La farmacia clínica[nota 1]
es una especialidad de las Ciencias de la Salud llevada a cabo por un profesional químico farmacéutico, cuya responsabilidad es asegurar la utilización segura y adecuada de medicamentos en pacientes, a través de la aplicación de funciones y conocimientos especializados en la atención al paciente, y que necesita formación especializada y/o aprendizaje estructurado. Esto requiere el razonamiento en la recogida e interpretación de los datos, la implicación específica del paciente e interacciones interprofesionales directas.[1]
Son funciones del farmacéutico clínico:
1.- La información sobre medicamentos a otros profesionales de la salud.
2.- Asegurar el correcto uso de los medicamentos por los pacientes a través de registros farmacoterapéuticos en su historia clínica.
3.- Seguimiento de los tratamientos farmacológicos incluido la petición e interpretación de datos de laboratorio (fármacos, bioquímica, microbiología, genética, etc...).
4.- Informar y asesorar a los pacientes sobre su medicación.
5.- Participar en la atención médica de urgencias.
6.- Informar y asesorar sobre temas sanitarios a la sociedad en general.
7.- Realizar estudios de utilización de medicamentos y auditorías terapéuticas.
La evolución de la Farmacia Clínica, sobre todo en la Farmacia Hospitalaria, ha llevado a la superespecialización en la misma. Son funciones especializadas de la Farmacia Clínica las siguientes:
Existen varias definiciones pero quizás la más exacta sea la de la Comisión de especialización en Farmacia Clínica de Estados Unidos, ya que este país es el origen de la misma
Sociedad Europea de Farmacia Clínica.
Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.
Sociedad Española de Farmacia de Atención Primaria.