Crac del 29
caída de la bolsa de Nueva York en octubre de 1929 De Wikipedia, la enciclopedia libre
caída de la bolsa de Nueva York en octubre de 1929 De Wikipedia, la enciclopedia libre
El crac del 29[1][2] fue la más catastrófica caída del mercado de valores en la historia de la bolsa en Estados Unidos. Su impacto, su alcance global y la larga duración de sus secuelas provocaron la llamada Gran Depresión. Se suelen usar las siguientes tres frases para describir este derrumbe de las acciones: Jueves Negro, Lunes Negro y Martes Negro. Todas ellas son apropiadas, dado que el crac no fue un hecho de un solo día. La caída inicial ocurrió el Jueves Negro (24 de octubre de 1929), pero fue el catastrófico deterioro del Lunes Negro y el Martes Negro (28 y 29 de octubre de 1929) el que precipitó la expansión del pánico y el comienzo de consecuencias sin precedentes y a largo plazo para los Estados Unidos.
Crac del 29 | ||
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Crash of '29 | ||
Parte de la Gran Depresión | ||
Multitud reunida en Wall Street después del crac de 1929. | ||
Localización | ||
País | Estados Unidos | |
Localidad | Wall Street | |
Coordenadas | 40°42′22″N 74°00′33″O | |
Datos generales | ||
Tipo | Quiebra financiera | |
Histórico | ||
Fecha de inicio | 3 de septiembre de 1929 | |
Fecha de fin | 29 de octubre de 1929 | |
Desenlace | ||
Resultado | Gran Depresión | |
Las caídas continuaron durante un mes. Los economistas e historiadores no están de acuerdo en qué rol desempeñó el crac en los eventos económicos, sociales y políticos posteriores. En Norteamérica, el crac coincidió con el comienzo de la Gran Depresión, un periodo de declive económico en las naciones industrializadas, y llevó al establecimiento de reformas financieras y nuevas regulaciones que se convirtieron en un punto de referencia.
En el momento del crac, la ciudad de Nueva York había crecido hasta convertirse en la mayor metrópolis de Estados Unidos y en su distrito de Wall Street eran muchos los que creyeron que el mercado podía sostener niveles altos de precio. Poco antes, Irving Fisher había proclamado: "Los precios de las acciones han alcanzado lo que parece ser una meseta alta permanente".[3] La euforia y las ganancias financieras de la gran tendencia de mercado fueron hechas pedazos el Jueves Negro, cuando el valor de las acciones en la Bolsa de Nueva York se desplomó. Los precios de las acciones cayeron ese día y continuaron cayendo a una tasa sin precedentes durante un mes entero. 100 000 trabajadores estadounidenses perdieron su empleo en un periodo de tres días.[4]
En los días previos al Jueves Negro, el mercado estaba severamente inestable. Periodos de venta y altos volúmenes de negociación eran intercalados con breves periodos de aumento de precios y recuperación.
Más tarde, el economista Jude Wanniski relacionó estas oscilaciones con la perspectiva por la puesta en vigor de la Ley de Tarifas Smoot-Hawley, que estaba siendo debatida en el Congreso.[5]
Tras el crash, el Promedio Industrial Dow Jones (DJIA) no se recuperó hasta inicios de 1930, pero solo para retroceder nuevamente, alcanzando el 8 de julio de 1932 su nivel más bajo desde 1800,[6] y no retornó a niveles previos a 1929 hasta 1954.[7]
Cualquiera que comprara acciones a mediados de 1929 y las mantuviera vio la mayor parte de su vida adulta pasar antes de que recuperaran su valor inicial.Richard M. Salsman[8]
Después de una serie sorprendente de cinco años de duración en la cual el Promedio Industrial Dow Jones (DJIA) incrementó su valor cinco veces, mayor a la de años anteriores, los precios alcanzaron su nivel máximo en 381,17 el 3 de septiembre de 1929. A partir de entonces, el mercado cayó profundamente por un mes, perdiendo 17% de su valor en la caída inicial. Luego, durante la semana siguiente, los precios recuperaron más de la mitad de las pérdidas, solo para caer nuevamente poco después. Entonces el declive se aceleró en lo que se llamó "Jueves Negro", el 24 de octubre de 1929. Ese día se negoció un número récord de 12,9 millones de acciones.
Desde el 15 de octubre, la acumulación de órdenes de venta había hecho bajar los valores; sin embargo el 24 de octubre, llamado Jueves Negro, 13 millones de títulos son puestos a la venta a bajo precio y no encuentran comprador, provocando el hundimiento de la bolsa. A la 1 p. m. del viernes 25 de octubre, varios grandes banqueros de Wall Street se reunieron para encontrar una solución al pánico y caos en las negociaciones bursátiles. La reunión incluyó a Thomas W. Lamont, actuando en representación de JP Morgan Chase; Albert Wiggin, representante del Chase National Bank; y Charles E. Mitchell, presidente del National City Bank. Ellos escogieron a Richard Whitney, vicepresidente de la Bolsa de Nueva York, para actuar en su nombre. Con los recursos financieros de los banqueros como respaldo, Whitney colocó una oferta para comprar un gran bloque de acciones del U.S. Steel a un precio muy por encima del mercado. Luego, ante la mirada sorprendida de los negociadores, Whitney compró un número similar de acciones en otro Blue chip. Esta táctica fue parecida a una táctica que terminó con el Pánico de 1907 y tuvo éxito en detener el descenso ese día. En este caso, sin embargo, la tregua fue solo temporal.
Durante el fin de semana, los eventos fueron cubiertos por los periódicos en todos los Estados Unidos. El lunes 28 de octubre más inversores decidieron salir del mercado y la caída continuó con una pérdida récord del 13% en el Dow Jones ese día. El día siguiente, Martes Negro, 29 de octubre de 1929, se negociaron 16,4 millones de acciones, un número que rompió el récord establecido siete días antes y que no sería excedido hasta 1969. Richard M. Salsman escribió que en octubre del 29, en medio de rumores de que el presidente de los Estados Unidos Herbert Hoover no vetaría la Ley de Tarifas Hawley-Smoot que estaba pendiente, los precios de las acciones se vinieron abajo aún más.[8] William C. Durant se juntó con miembros de la familia Rockefeller y otros gigantes financieros para comprar grandes cantidades de acciones con el fin de demostrar al público su confianza en el mercado, pero sus esfuerzos fallaron en el intento de detener la caída. El Dow Jones perdió otro 12% ese día. La bolsa perdió $14 000 millones en valor ese día, sumando $30 000 millones la pérdida para la semana, diez veces más que el presupuesto anual del gobierno federal y mucho más de lo que Estados Unidos gastó en la Primera Guerra Mundial.[9]
Otra caída ocurrió el 13 de noviembre cuando el Dow Jones cerró en 1986, aunque el mercado se recuperó en los siguientes meses de ese punto, alcanzando un pico de 294,0 en abril de 1997. En la primavera de 1930 la Banca Morgan decide vender las acciones que ha acumulado y tiene lugar una nueva caída de la bolsa. Las cotizaciones siguen descendiendo. El mercado de valores se embarcó en una caída constante en abril de 1931 que no terminó hasta 1932 cuando el Dow Jones cerró en 41,22 el 8 de julio, concluyendo en un deterioro de 89% de declive desde el punto más alto. Este fue el punto más bajo en el que estuvo el mercado de valores desde el siglo XIX.[10]
Después de la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos de América eran el principal país productor y exportador mundial de materia prima, productos industriales y alimenticios, pero el gran endeudamiento que alcanzaron las principales naciones con ese país originó que el bloque europeo suspendiera las compras a la potencia, por lo que no tenía dónde colocar el excedente de producción dado el descenso de las ventas al exterior.
Algunos autores afirman que fue a consecuencia de un bajo consumo, más que de superproducción; es decir, el problema no fue el exceso de oferta, sino más bien la reducción de la demanda: al presentarse bajos niveles de consumo, no se adquiere todo lo que se produce.
La producción superó las necesidades reales de consumo a partir de 1925, sobre todo en los Estados Unidos, donde los stocks aumentaban conforme se reconstruían las economías europeas. Las causas de esta sobreproducción son:
El sector agrario fue el más perjudicado por los excedentes sin vender y la consiguiente baja de precios, cuyo índice pasó de 147 en 1925 a 138 en 1929.
Fragmentación en diversos estados de Europa central y oriental:
Destrucción del sistema patrón oro:
El tratado de Versalles estipuló las reparaciones de guerra que tenían que pagar los países vencidos, en especial Alemania, que vio hipotecada su economía durante décadas. Durante la Primera Guerra Mundial, los estados beligerantes postergaron la producción de bienes de consumo en favor de la industria de armamento. Esto provocó la pérdida de mercados europeos en el mundo, y países como Canadá, Australia y Japón desarrollaron su industria para satisfacer dichos mercados. El mayor beneficiado fue EE. UU., que se convirtió en la primera potencia industrial del mundo, con el 42% de la actividad industrial mundial. La gran mayoría de los países debían dinero a EE. UU., y Nueva York se convirtió en el centro financiero mundial, sustituyendo a Londres.
Los países beligerantes encuentran dificultades para transformar una economía de guerra en una de paz. Pese a los problemas generados por la economía mundial, esta experimentó un crecimiento en 1919, sin embargo, del año 1920 a 1921 sobrevino una grave recesión debido a dos factores:
La crisis del 20 al 21 afectó a los países de diferente forma. En EE. UU., Gran Bretaña y Francia vieron disminuida su actividad productiva y aumento del desempleo. Alemania sufrió una hiperinflación. Italia sufrió quiebras de empresas y de bancos, así como aumentos del desempleo y de la inflación, todo esto provocó en Italia una grave crisis social que provocó el ascenso del fascismo en 1922. Tras esta crisis, se logra la estabilización monetaria.
En 1922 tiene lugar la Conferencia Internacional en Génova, donde se toman varias medidas:
La consecuencia de las medidas tomadas en la Conferencia de Génova (1922) es que, tras la crisis de 1920-1921, se inicia un periodo de intenso crecimiento industrial y aparente prosperidad conocido como los Felices Años Veinte.
El crac del 29 fue antecedido por especulaciones que habían surgido a principios de la década de 1920 y había llevado a cientos de miles de estadounidenses a invertir fuertemente en el mercado de valores, incluso un número significativo prestaron dinero para comprar más acciones. Para agosto de 1929, los Agentes de Bolsa prestaban rutinariamente a pequeños inversores más de 2/3 del valor de las acciones que estos compraban. Más de $8.5 mil millones se habían prestado, una cantidad mayor al monto total que estaba circulando en ese momento en los Estados Unidos.[11] Los precios ascendentes de las acciones estimularon a más personas a invertir: esperaban que los precios de las acciones crecerían incluso más. Entonces, la especulación provocó alzas mayores y creó una burbuja económica. El promedio PER (Price to Earnings Ratio) de las acciones compuestas S&P fue de 32.6 en septiembre de 1929,[12] claramente por encima de las normas históricas. Muchos economistas ven este evento como el más dramático en la historia económica moderna.
El 24 de octubre de 1929 (con el Dow Jones que había pasado su pico del 3 de septiembre de 381.17), el mercado finalmente cayó y empezó el pánico que llevó a la venta masiva de acciones. En un solo día se negociaron 12.894.650, al tratarse desesperadamente de mitigar la situación. Esta venta masiva fue considerada como un factor central que contribuyó a la Gran Depresión; sin embargo, los economistas e historiadores con frecuencia difieren en sus interpretaciones de la significancia del crash a este respecto.
Entonces, los factores que ocasionaron la crisis se pueden resumir en los siguientes:
La crisis afecta en especial a las naciones o regiones más dependientes de EE. UU:
En la década de los 30 los países ensayaron distintas formas para salir de la depresión económica:
La clave era actuar sobre la oferta, promoviendo una disminución de su volumen. Las políticas liberales fracasaron y generaron aún más paro y recesión, Gran Bretaña mantuvo esta política económica hasta 1931, EE. UU. hasta 1933 y Francia hasta 1936.
Keynes publicó The General Theory of Employment, Interest and Money en 1936. El keynesianismo, entendido como teoría que recoge las ideas propuestas por John Maynard Keynes (Keynes publicó sus ideas prácticamente en el mismo momento que Roosevelt propuso el New Deal), fue el modelo ensayado por los países democráticos tras el fracaso del sistema económico clásico, y fue el que lo sacó de la crisis. Su idea clave reside en la intervención del Estado en la economía con la finalidad de compensar los desajustes de la economía de mercado. Según él, la crisis del 29 la había provocado el hundimiento de la demanda y era necesario una intervención del Estado para estimularla. El reequilibrio entre oferta y demanda debía provenir de un aumento de la demanda, y no tanto, de una disminución de la oferta excesiva, como preconizaba la mentalidad liberal clásica. Para ello, el Estado debía estimular la inversión y el empleo recurriendo para ello al déficit público. Ello incluía también la inversión directa en obra pública y en los sectores con mayor impacto sobre empleo y demanda. Había que impulsar el consumo elevando el poder adquisitivo de la población, para ello había que proteger las rentas más pobres.
Estas ideas inspiraron la política económica de la mayor parte de los países democráticos. En todos ellos el Estado se vio obligado a intervenir para relanzar la economía. Sin embargo, el ejemplo más claro de la puesta en práctica de las propuestas de Keynes fueron los propios EE. UU. a partir de 1933, con la salida de la administración republicana del presidente Hoover, sustituido por Roosevelt.
La política económica llevada a cabo por Roosevelt se denominó New Deal, estuvo basado en cuatro tipos de medidas:
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