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diosa madre de origen anatolio De Wikipedia, la enciclopedia libre
Cibeles, Cíbele o Cibebe[1] (en frigio Matar Kubileya, Kubeleya, tal vez «Madre de la montaña»; en lidio Kuvava; en griego antiguo Κυβέλη: Kybélê) era una diosa de la fertilidad de origen frigio. Su culto se extendió al mundo griego y se integró en su mitología, donde muchos autores la identificaron con Rea, la madre de los dioses. También fue importante en la Antigua Roma.
Pese a la importancia de su culto, Cibeles no protagoniza apenas relatos míticos. Aparece en el mito de Agdistis y Atis y también en el de Atalanta e Hipómenes.
En todos sus aspectos, romanos, griegos y orientales, Cibeles era caracterizada particularmente por su universal maternidad: era no solo la madre de los dioses sino también de los seres humanos y los animales.[2] Era llamada Madre de la montaña, y se ponía un énfasis especial en su maternidad sobre la naturaleza salvaje, que se manifestaba en el carácter orgiástico de su culto.[2]
Algunas ciudades-estado, en particular Atenas, la evocaban como protectora, pero sus ritos y procesiones griegas más celebradas la muestran como una diosa mistérica extranjera y exótica que aparece en una carroza jalada por leones, acompañada con música salvaje, vino y una multitud extática y alborotada.
Cántame, musa de voz clara, hija del gran Zeus, a la Madre de todos los dioses y de todos los hombres, a la que agrada el estruendo de los crótalos y tamboriles, así como el rumor de las flautas, el griterío de los lobos y de los leones de feroz mirada. los montes fragorosos y los torrentes cubiertos de vegetación.[3]
Se ha señalado que la antecesora de Cibeles era la diosa Kubaba, ya documentada en la Edad del Bronce en Asia Menor.[4] En Frigia se la llamaba simplemente «Madre».[4][5] Por otra parte, en tanto existen muchas deidades similiares de origen no frigio, es posible que Cibeles sea simplemente la forma frigia de la deidad de la naturaleza de toda Asia Menor.[2]
Esta diosa madre fue honrada en todo el mundo antiguo. El centro de su culto estaba en el monte Díndimo en Pesinunte, donde cayó el betilo cúbico y negro denominado Kubele que da origen de su nombre.[6]
Los colonos griegos en Asia Menor adoptaron y adaptaron su culto frigio y lo esparcieron a la Grecia continental y a las colonias griegas occidentales más distantes alrededor del siglo VI a. C.
En Grecia, Cibeles adquirió aspectos de las diosas Gea, Rea y Deméter.[7][8][9] Exclusivamente en la religión griega, tenía una clase sacerdotal de eunucos mendicantes (los llamados, galos).[7]Muchos de sus cultos griegos incluían rituales a un pastor-consorte Atis castrado frigio.
Estrabón dice que:
Los berecintes, que son una tribu frigia, los frigios en general y la parte de los troyanos que habitan en la zona del monte Ida veneran también ellos a Rea y celebran cultos orgiásticos en su honor. La llaman Madre de los Dioses, Agdistis, Frigia, Gran Diosa, o también, dependiendo de los lugares donde se la adora, Idea (del monte Ida), Dindimene (del monte Díndimo), Sipilene (del monte Sípilo), Pisinúntide (de Pesinunte), Cíbele y Cibebe».[10]
De acuerdo con la mitología griega, fue Cibeles/Rea quien inició a Dioniso en su culto mistérico. También es conocida como Δαμία (Damia).
Su equivalente romana era Magna Mater, la Gran Madre o Idaea mater («Madre del Ida»). Su identificación por parte de los romanos con las diosas Maya, Ops, Rea, Tellus y Ceres, contribuyeron a que su culto se estableciera firmemente.[2] Los mitógrafos romanos la reinventaron como una diosa troyana, y por lo tanto una diosa ancestral del pueblo romano a través del príncipe troyano Eneas. A medida que Roma estableció con el tiempo su hegemonía a lo largo del mundo mediterráneo, formas romanizadas de cultos de Cibeles se esparcieron a lo largo del Imperio romano.
En 204 a. C., durante la segunda guerra púnica, los romanos, obedeciendo a una profecía de los libros sibilinos, y del oráculo de Delfos, enviaron embajadores (entre los que se contaba Marco Valerio Faltón)[11] a Pesinunte con la difícil misión de llevar a Roma la piedra sagrada que representaba a Cibeles. Se contaba que tras la inicial negativa del Atalo I, que reinaba sobre el territorio, un temblor de tierra precedió a unas palabras de la diosa que ordenaban que se la dejara marchar a Roma.[12] La llevaron escoltada por cinco quinquerremes que fueron recibidos por Claudia Quinta.[13] Inicialmente se colocó en el templo de La Victoria en el suroeste del Monte Palatino dentro del Pomoerium, a la espera de la finalización de su propio templo, que le fue consagrado el 9 de abril de 191 a. C.[14]
El culto fue objeto de un fiel seguimiento hasta el final del período republicano. Los ciudadanos romanos no tenían derecho a participar en el sacerdocio y sus rituales, pero sí participaban en el festival de la diosa, el Megalesia. La diosa estaba representada por una escultura en el templo y sus servicios los proporcionaban sacerdotes castrados de origen asiático, a los que denominaban galos. En las celebraciones, los sacerdotes sacaban a la diosa en procesión. Se sacrificaban toros (taurobolio) y bebían su sangre. Las restricciones fueron levantadas por el emperador Claudio.
En el festival anual de Cibeles (marzo 15 al 27; véase Hilarias),[2] se talaba un pino y era llevado a su santuario, donde era honrado como un dios y adornado con violetas, que se consideraba habían brotado de la sagre de Atis. El 24 de marzo, el «día de la sangre» su sacerdote supremo, el archigalo, derramaba sangre de sus brazos y se la ofrecía a la diosa al ritmo de platillos, tambores y flautas, mientras que los miembros menores del clero daban vueltas frenéticamente y se cortaban para salpicar el altar y el pino sagrado con su sangre. El 27 de marzo, la estatua plateada de la diosa, con la piedra sagrada sobre su cabeza, era cargada en procesión y bañada en las aguas del Almo, un río tributario del Tíber.[2]
Se la representa con vestimentas frigias y una corona con forma de muralla. Porta las llaves que dan acceso a todas las riquezas de la tierra. Monta un carro que simboliza la superioridad de la madre Naturaleza, a la que incluso se subordinan los poderosos leones que tiran de él. En otras representaciones se sienta en un trono custodiado también por leones.
La autocastración a la que se sometían los sacerdotes en el día de la sangre homenajeaba a Atis, amado de Cibeles según la mitología, que tras engañarla con la ninfa Sagarítide, fue enloquecido por la diosa celosa y se castró a sí mismo.[12]
La leyenda que relaciona a Cibeles con los leones es relatada por Ovidio en Las Metamorfosis. Hipómenes (Melanión, en otras versiones) y Atalanta, que compitieron en una carrera de velocidad. La astucia de Hipómenes –inspirado por la diosa del amor, ya que el premio era la mano de Atalanta– hizo caer al suelo unas manzanas de oro que atrajeron la atención de Atalanta y la distrajeron de la carrera, que perdió. El mito concluye con la unión impía de los amantes dentro de un recinto sagrado dedicado a la diosa Cibeles, la cual se enfurece y como castigo los metamorfosea en leones, condenados a tirar de su carro eternamente y sin poder mirarse el uno al otro.[15]
Dice Diodoro que Yasión se casó con Cíbele y engendró a Coribante o Córibas. Una vez que Yasión pasó a ocupar un puesto en el círculo de los dioses, Dárdano, Cíbele y Coribante trasladaron a Asia los sagrados ritos de la Madre de los Dioses y se fueron con ellos a Frigia. Después Cíbele, tras unirse a Olimpo, engendró a Alce y dio a la diosa su propio nombre, Cíbele; por su parte Coribante, atribuyendo asimismo su propio nombre, llamó coribantes a los que eran presa del furor divino en la celebración de los ritos de la Madre, y se casó con Teba, la hija de Cilix.[16]
Como era de esperar, Cíbele aparece en algunos mitos ubicados en Anatolia y sus tierras. Higino, por ejemplo, dice que Midas era hijo de la diosa Madre y de Tmolo.[17] Plutarco refiere que los griegos creían que la madre de Midas era Ginecea, uno de los nombres de la Rea anatolia (Cíbele), como diosa tutelar de las mujeres, pero en este contexto no se menciona a su padre.[18] Otros dicen que con el río Sangario Cíbele fue madre de la náyade Nicea.[19] También mostró su cólera contra la malhadada Sagarítide.[20]
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