Bimbache
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Bimbache o bimbape es la denominación que reciben los primeros pobladores de la isla de El Hierro ―Canarias, España― que la habitaban antes de la conquista europea a comienzos del siglo XV, siendo uno de los pueblos aborígenes canarios relacionados genética y culturalmente con los bereberes del norte de África. Son llamados también antiguos herreños.
Bimbaches o bimbapes | ||
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![]() Representación de los bimbaches recogiendo agua del árbol Garoé en un grabado de 1683. | ||
Información histórica | ||
Periodo | Siglos II/IV - XV d. C. | |
Decadencia |
c. 1350 (inicio de los contactos con europeos) 1405 (conquista normanda) | |
Causa | Conquista de Canarias | |
Información geográfica | ||
Área cultural | Islas Canarias | |
Sub área cultural | El Hierro | |
Información antropológica | ||
Pueblos relacionados | Aborígenes canarios, bereberes | |
Idioma | Lengua guanche | |
Religión | Religión aborigen canaria | |
Asentamientos importantes | ||
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Colonizaron la isla entre los siglos II y IV d. C., adaptándose al entorno insular y desarrollando su propia cultura prácticamente en aislamiento desde la caída del imperio romano hasta el redescubrimiento de las islas Canarias por los navegantes europeos a finales del siglo XIII. Posteriormente, la conquista y colonización europeas a partir de 1405 provocaron la desaparición de su cultura, lenguaje y sociedad, mientras que su población se mestizó con los nuevos pobladores.
Los bimbaches eran una sociedad tribal con una cultura material basada en la realización de útiles de piedra, hueso y madera, debido a la inexistencia de metales en la isla. Poseían una cerámica hecha a mano sin torno. Habitaban en cuevas naturales y chozas de piedra seca, y vestían con pieles. Su modo de subsistencia se basaba en la ganadería de cabras, ovejas y cerdos, complementado por una agricultura rudimentaria de la cebada, la recolección de productos silvestres, así como el marisqueo y la pesca.
Adoraban a dos ídolos, uno masculino y otro femenino, para los cuales realizaban ofrendas quemando partes de animales en aras de sacrificio de piedra, así como libaciones de leche. Practicaban rituales propiciatorios de lluvia con la intermediación de un espíritu que poseía forma de cerdo, y contaban con culto a los ancestros.
Hablaban un dialecto insular de la lengua guanche y poseían una escritura alfabética líbico-bereber que plasmaban en soportes de roca, siendo uno de los rasgos más destacados de la antigua cultura bimbache.
Fuentes para su estudio
Como ocurre con el resto de culturas aborígenes del archipiélago canario, para el conocimiento de los antiguos bimbaches existen dos fuentes principales: los documentos etnohistóricos y las investigaciones modernas, tanto arqueológicas como bioantropológicas.
En el primer grupo son escasos los datos aportados por las primeras fuentes escritas sobre la historia de Canarias. Así, destaca la información incluida en la crónica normanda de la conquista ―Le Canarien―, así como las historias del siglo XVI de Juan de Abréu Galindo ―Historia de la conquista de las siete islas de Canaria―, Leonardo Torriani ―Descrittione et historia del regno de l'isole Canaria…― y Gaspar Frutuoso ―As saudades da terra―.[1]
En cuanto a las investigaciones modernas, si bien a lo largo del siglo XIX se llevaron a cabo algunas prospecciones arqueológicas por Sabino Berthelot o René Verneau, la mayoría de los estudios se desarrollaron a partir de mediados del siglo XX. Destacaron en este sentido los trabajos realizados por Juan Álvarez Delgado y por Luis Diego Cuscoy.[2]
Etnónimo
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Contexto
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El término bimbache o bimbape con el que se conoce a los aborígenes de El Hierro aparece por primera vez en el diario del ilustrado tinerfeño Juan Antonio de Urtusáustegui a finales del siglo XVIII. Anteriormente, ningún autor había dado el nombre con el que eran conocidos, refiriéndose a ellos simplemente como herreños o naturales de la isla.[3][4]
Sabino Berthelot dice en su Etnografía y anales de la conquista de las Islas Canarias que la forma original debía ser ben-bachir, «cuyo nombre transformaron los autores españoles en el de Bimbachos».[5]
Para el filólogo e historiador Ignacio Reyes el término provendría de un posible original wi-n-waf con el significado de 'los de la cumbre', y sería solo aplicado a una parte de la población aborigen de la isla.[6]
Por su parte, el también filólogo Maximiano Trapero sostiene que la forma verdadera es bimbape, apoyándose en la pervivencia de esta forma en el habla popular de El Hierro. Este autor considera que el etnónimo es de origen castellano formado sobre la voz bimba, que en Canarias designa a una piedra arrojadiza y que él considera un guanchismo.[3]
Orígenes de la población y colonización de El Hierro
Las dataciones radiocarbónicas modernas han dado como resultados que el poblamiento de El Hierro se llevó a cabo entre los años 170 y 330 d. C.[7]
Características físicas
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Contexto
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El historiador Juan de Abréu Galindo dice en su obra que los antiguos herreños eran «de mediana estatura»,[8] mientras que la crónica normanda indica que «son gente de hermosa presencia, tanto los hombres como las mujeres».[9]
Los estudios bioantropológicos señalan estaturas de medianas a bajas y poca robustez, siendo los individuos más bajos de todos los aborígenes canarios. La altura media del bimbache era de 162,7 cm para los hombres y de 152,4 cm para las mujeres, denotando dimorfismo sexual.[10][11]
Enfermedades y patologías
Los estudios en los restos humanos de varios yacimientos sepulcrales han detectado enfermedades articulares degenerativas como la espondilosis, y otras lesiones como la osteocondritis disecante y la enfermedad de Osgood-Schlatter, relacionadas con la alta movilidad aborigen a causa del pastoreo. La osteoporosis está presente sobre todo en mujeres, relacionándose con la postmenopausia o con largos periodos de lactancia. También se aprecian malformaciones congénitas como la espina bífida o la patella bipartita, ligadas posiblemente a la endogamia propia de comunidades reducidas.[12] Asimismo destaca la alta proporción de individuos con caries, que los investigadores asocian con el mayor consumo de recursos vegetales en la dieta del bimbache.[13]
En cuanto a las prácticas terapéuticas, Abréu Galindo dice que los bimbaches «para curar sudaban». Para ello se abrigaban tras untarse el cuerpo con tuétano de cabras y manteca. Las heridas superficiales eran cauterizadas y luego cubiertas con manteca.[14]
Demografía
No existen datos precisos sobre el número de habitantes que tuvo la isla antes de la conquista y colonización europeas. En las crónicas normandas sobre la conquista solo se hace alusión a que «solía estar poblada por mucha gente, pero varias veces fueron presos y conducidos en cautiverio a países extraños, y hoy día quedan pocas gentes».[15]
Los investigadores modernos estiman que debió oscilar en torno al millar de personas,[16] si bien el doctor Antonio Macías sugiere un potencial demográfico de 3 500 a 4 400 habitantes con respecto a la capacidad de carga de la isla.[17]
Economía y subsistencia
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Contexto
La economía de los bimbaches era principalmente pastoril, con abundante ganado caprino, ovino y porcino.
La carne era consumida cocida o asada, obteniéndose del ganado también leche que denominaban achemen y manteca o mulan.
En cuanto a la agricultura, los primeros historiadores se contradicen al indicar los cronistas de Le Canarien que había gran cantidad de habas y trigo, mientras que otros como Juan de Abréu Galindo dicen que no cultivaban ningún tipo de grano ni legumbre. Las investigaciones arqueológicas han constatado la existencia en época aborigen de por lo menos la cebada.
La recolección de productos naturales formaba parte importante de su subsistencia. Se consumían los frutos de los mocanes y hayas, con los que también se hacía una especie de vino, así como los bicácaros. Los rizomas de helecho, que denominaban haran, eran consumidos molidos y cocidos con leche.
El aprovechamiento de los recursos marinos también estaba presente en la vida del bimbache. Así, se cogían lapas, burgaos y otros moluscos, destacando los lugares donde los aborígenes acumulaban los restos de su consumo denominados concheros, ubicados tanto en la costa como en el interior. Asimismo se practicaba la pesca.
El agua, que llamaban ahemon, la obtenían de algunas fuentes naturales, pero principalmente de la que destilaba un árbol denominado Garoé, y que era recogida en una alberca excavada en la roca al pie del árbol.
Organización sociopolítica
En El Hierro no había división territorial interna al contrario que en el resto de islas, excepto Lanzarote.
Las tierras y otros recursos comunes se gestionaban y repartían equitativamente con pactos en una asamblea colectiva, usando un rey de mediador.
Religión
Véase también: Religión aborigen canaria
El poder divino lo representaba la naturaleza. En El Hierro tenían dos divinidades importantes, Eraorahan (varón) y Moneiba (mujer) como dioses benignos y otro maligno al que rogaban en tiempos de desesperación, llamado Aranfaybo.
Lenguaje y escritura
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En la literatura histórica fueron recogidas algunas palabras bimbaches con su significado:[18][19]
- Achemen: leche;
- Acof: 'río';
- Ahemon: agua;
- Benisahare: cárcel subterránea;
- Guamames o aguamames: pasta hecha de rizomas de helecho cocidos;
- Guatibao o guatatiboa: convite, banquetes comunales;
- Haran: harina de rizomas de helecho cocidos;
- Jubaque: oveja gorda;
- Mulan: mantequilla o manteca;
- Tomasaque: lanza de madera.
Asimismo, ha sobrevivido una frase en lengua bimbache que formaba parte de una endecha y que fue trasmitida por Leonardo Torriani:[20]
Mimerahaná zina zinuhá / Ahemen aten harán hua / Zu Agarfú fenere nuzá
'Que lleven aquí, que traigan aquí; qué importa leche, agua y pan, si Agarfa no quiere mirarme'.
El silbo herreño
La isla de El Hierro posee un lenguaje silbado que, aunque modernamente sustituye al español, tiene sus raíces en los modos de comunicación aborígenes. El silbo herreño estuvo en relativo vigor hasta la década de 1970, siendo puesto en valor de nuevo a principios del siglo XXI.[21]
Véase también: Silbo gomero
Contacto con otras culturas
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Contexto
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El Hierro y el resto de las islas Canarias fueron conocidas por los pueblos mediterráneos en la Antigüedad, pero nunca fueron excesivamente frecuentadas y cayeron en el olvido durante la Edad Media tras la caída del imperio romano de Occidente.[22] A comienzos del siglo XIV fueron redescubiertas por navegantes genoveses y en 1341 finalmente exploradas por una expedición enviada por el rey Alfonso IV de Portugal compuesta por florentinos, genoveses y castellanos.[23] Posteriormente, varias expediciones mallorquinas visitaron con asiduidad las islas con objetivos principalmente comerciales.[24]
Antes y después de incorporarse la isla a la Corona de Castilla, algunos habitantes productivos fueron llevados como mano de obra esclava a Castilla, luego recuperaron el estatus de seres humanos y regresaron a la isla. Más tarde se asentaron franceses y gallegos bajo el régimen señorial de las Coronas de Castilla y Aragón.
La conquista tuvo lugar a fines de 1405 por Jean IV de Béthencourt. No hubo resistencia por parte de la escasa población aborigen que en gran parte fue vendida como esclava, repoblándose la isla con colonos normandos y castellanos. Béthencourt prometió respetar la libertad de los bimbaches, pero acabó vendiendo a la mayoría de los habitantes como esclavos.
Véase también: Conquista de las islas Canarias
Supervivencias
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Contexto
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A pesar de la supervivencia de una parte de la población aborigen al proceso de conquista y colonización europeas, los estudios genéticos más recientes indican que no queda nada en el ADN de los modernos habitantes de El Hierro de los bimbaches.[25]
No obstante, su supervivencia por lo menos en los siglos inmediatos a la incorporación a la Corona de Castilla está atestiguado por la pervivencia de determinadas prácticas pastoriles o ligadas a ellas como el salto del pastor, así como a vestigios del lenguaje.[26] Asimismo, algunos autores consideran que el baile popular conocido como tango herreño tiene raíces aborígenes.[27]
Aunque la lengua bimbache desapareció como medio de expresión, algunos términos fueron incorporadas al habla herreña. Ejemplos son juaclo, cueva o choza; guásamo, cavidad para recoger agua; o los diversos apelativos para el color del pelaje del ganado: ambracásaca, cómbaca, firanca, jórana, manajais, mástuca, mérusa, ómana o pipana; pero sobre todo aparecen como nombres comunes de diferentes especies de plantas nativas como el ajinajo, la sanjora, nombre genérico para las especies de Aeonium, el mol, la irama o el cárisco.[28]
Sin embargo, donde más destaca la supervivencia de los vocablos aborígenes es en el campo de la toponimia. En El Hierro persisten unos doscientos topónimos bimbaches, tanto de accidentes geográficos ―Asánaque, Jinama, Tejegüete, Tijirote,…― como poblaciones ―Guarazoca, Isora, Tamaduste, Tiñor,…―.[29]
Bimbaches conocidos
Yacimientos arqueológicos
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Restos arqueológicos
La isla de El Hierro cuenta con variados yacimientos arqueológicos en forma de cuevas de habitación y sepulcrales, aras de sacrificio, concheros, y sobre todo estaciones de grabados rupestres. En este sentido, la isla concentra el mayor número de grabados de todo el archipiélago con 114 paneles catalogados,[30] todos ellos protegidos por ministerio de la ley 11/2019, de 25 de abril, de Patrimonio Cultural de Canarias.[31]
Sobresalen las estaciones de grabados de:
- Los Letreros de El Julan
- Cueva del Agua
- Tejeleita
- La Caleta
- La Candia
- La Restinga
Como bien de interés cultural en la categoría de zona arqueológica fueron declarados:
- El Julan
- Poblado de Guinea
- La Cueva de la Candia
Museos
- Museo arqueológico de El Hierro
- Parque cultural de El Julan
Referencias
Bibliografía
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