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Alejandro Magno ha sido una de las grandes figuras de la humanidad de todos los tiempos. Igual que Darío I, creó un estado universal, que comprendía desde el Indo hasta el Danubio. Su gobinero fue uno de los mejores estructurados, gobernó como nunca antes alguien lo había hecho. Bajo su poder estuvieron diferentes pueblos. Un aspecto muy importante del reinado de Alejandro, fue su excelsa religiosidad.[1][2]
Alejandro, en base a sus creencias griegas, pedía que se le reconociera como un Dios,[3] que se le hicieran cultos y sacrificios en su nombre,[3] hecho que lo llevó a ser considerado hijo de Zeus o Poseidón. De igual manera, ordenó que se construyeran templos y sacerdocios donde los veneraran,[3] en palabras de Arriano. La religión durante el reinado de Alejandro usó métodos poco comúnes en la religión de otras culturas como el uso de la adivinación,[4] el culto a los muertos que se creía podrían regresar del más allá por voluntad de Hades,[4] la creencia en el oráculo de Siwa[4] y la divinización por medio de la proskynesis.[4] Asimismo, exigió que se le inmortalizara en vida por medio del arte.[3]
Su extrema religiosidad fue un aspecto totalmente negativo, y, en opinión de algunos biógrafos antiguos, dar demasiado crédito a los oráculo, al parecer, lo llevó a su propia destrucción, sin embargo, también fue un instrumento de guerra y político. Su divinización en vida, que tan ardientemente deseaba, fue, por lo novedoso y por la fuerza con que la defendió, otro aspecto negativo, irracional para la mentalidad griega, que tuvo graves consecuencias en su vida y en su política, pero de igual manera, en su gobierno.[5]
Esta forma de opuesta de religión por parte de Alejandro Magno es casi idéntica a la que se vivió en la Edad Media. Para algunos historiadores como E. Badian, consideran que esta imposición de Alejandro nunca existió, pues el único culto a un hombre vivo del que se tiene registro es al espartano Lisandro. Pues las pruebas de que Filipo haya sido venerado son pobres y en el caso de Dión de Siracusa, en palabras propias, únicamente recibió honores de héroe. Badian arguye, que de ser cierto, Alejandro abusó en cuanto a su creencia religiosa pues, la proskynesis, era una tradición bárbara que chocaba frontalmente con la mentalidad griega, y por tanto con la mayoría de los griegos que le acompañaban. Cosa que le generó un conflicto a él y a sus generales.[6][7]