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pintor, muralista, escritor y activista mexicano De Wikipedia, la enciclopedia libre
David Alfaro Siqueiros[1] (Santa Rosalía de Camargo, Chihuahua; 29 de diciembre de 1896 – Cuernavaca; 6 de enero de 1974)[2] fue un pintor, escritor, diplomático, activista y militar mexicano. Es considerado uno de los tres grandes exponentes del muralismo mexicano junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco.
David Alfaro Siqueiros | ||
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Retrato de Siqueiros por Héctor García Cobo. Cárcel de Lecumberri en 1960. | ||
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | José de Jesús Alfaro Siqueiros | |
Nacimiento |
29 de diciembre de 1896 Camargo, Chihuahua | |
Fallecimiento |
6 de enero de 1974 (77 años) Cuernavaca, México | |
Sepultura | Rotonda de las Personas Ilustres | |
Nacionalidad | Mexicano | |
Familia | ||
Cónyuge |
Graciela Amador Sandoval Blanca Luz Brum Angélica Arenal Bastar Mercedes Salazar Rendón | |
Hijos |
Adriana Siqueiros Arenal Raúl Siqueiros Salazar | |
Educación | ||
Educado en | ||
Información profesional | ||
Área | Pintura | |
Empleador | Universidad del Sur de California | |
Alumnos | Luis Arenal Bastar, Guillermo Ceniceros, Mario Orozco Rivera, Ernesto Ríos y Electa Arenal | |
Movimientos | Realismo, muralismo | |
Género | Gráficos | |
Obras notables | Polyforum Cultural Siqueiros | |
Rama militar | Ejército Constitucionalista | |
Conflictos | Revolución Mexicana y Guerra civil española | |
Partido político | Partido Comunista Mexicano | |
Distinciones |
Premio Nacional de Bellas Artes en 1966 Premio Lenin de la Paz en 1966 | |
Siqueiros decía que había nacido en Santa Rosalía, hoy Camargo, Chihuahua, el 29 de diciembre de 1896. El escritor Víctor Mendoza Magallanes, en su libro Siqueiros, visión de un chihuahuense,[3] confirma, a través de pruebas documentales y testimoniales, que el pintor efectivamente era oriundo del estado de Chihuahua.[4] Sin embargo, su primera esposa, Graciela Amador Sandoval, afirma, en varios artículos publicados en la revista Hoy, que nació en la Ciudad de México.[5] Su padre, Cipriano Alfaro Palomino, era abogado, y su madre, Teresa Siqueiros Feldman, ama de casa.
Después de la muerte de su madre, su padre lo llevó a vivir a Irapuato, Guanajuato, donde realizó sus primeros estudios bajo la vigilancia de sus abuelos Antonio Alfaro Sierra "El Siete Filos " y Eusebia Palomino de Alfaro, quienes dejaron una gran huella en su formación y en la de sus hermanos como lo narra él mismo en su autobiografía póstuma titulada "Me llamaban el Coronelazo".[6]
En septiembre de 1910 se encontraba en la Ciudad de México durante las fiestas del Centenario de la Independencia de México, cuando gritó un muera al entonces dictador Porfirio Díaz, en la avenida Hidalgo, lo que provocó que un elegantísimo cochero lo azotara, iniciando una pelea. Al morir su abuela, Siqueiros y sus hermanos se mudaron a la Ciudad de México, donde fueron internados en escuelas maristas. Tiempo después, en 1911 ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, y por las noches asistía a la Academia de San Carlos. En 1911, cuando solo tenía quince años de edad, se vio involucrado en una huelga estudiantil en la Academia de San Carlos que protestaba contra el método de enseñanza de la escuela y urgía la destitución del director Antonio Rivas Mercado. Sus protestas, con el tiempo, transformaron al establecimiento en una «academia al aire libre» en Santa Anita, donde no pudo completar sus estudios por haber participado en una protesta estudiantil.[7]
A los dieciocho años de edad, Siqueiros y varios de sus colegas de la Escuela de Bellas Artes se unieron al Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza por iniciativa de su maestro Gerardo Murillo conocido bajo el pseudonimo "Dr. Atl" para luchar contra el gobierno de Victoriano Huerta.[8] Cuando Huerta cayó en 1914, Siqueiros se afianzó en la lucha interna posrevolucionaria, pues el Ejército Constitucionalista tuvo que combatir las facciones políticas de Pancho Villa y Emiliano Zapata, opuestas a Carranza. Sus viajes militares por todo el país le expusieron a la cultura mexicana. Después de que las fuerzas de Carranza tomaran el control del país, Siqueiros regresó brevemente a la Ciudad de México para pintar antes de viajar a Europa en 1919. Primero en París, absorbió la influencia del cubismo, intrigado en particular con Cézanne y el uso de grandes bloques de color intenso. Estando allí, conoció a Diego Rivera, otro pintor mexicano de «los tres grandes» justo al comienzo de una carrera legendaria en el muralismo, y viajó con él por Italia estudiando a los grandes pintores al fresco del Renacimiento.[7]
Aunque muchos han señalado que la carrera artística de Siqueiros se vio con frecuencia «interrumpida» por su activismo político, el propio Siqueiros declaró en varias ocasiones que su activismo político alimentaba su arte. En 1921, publicó en Barcelona, España, la revista Vida Americana donde presentó un manifiesto titulado "Tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación", en el que escribe sobre las propuestas artísticas que tenía pensadas y que creía convenientes para los artistas de América. Para entonces, Siqueiros ya había estado expuesto al marxismo y había visto la vida cotidiana de los pobres. En Una nueva dirección para la nueva generación de pintores y escultores americanos, pidió una «renovación espiritual» al tiempo que el regreso de las virtudes de la pintura clásica, mientras infundía este estilo con «nuevos valores» que reconocían la «máquina moderna» y los «aspectos contemporáneos de la vida cotidiana». El manifiesto también reivindicaba que un «espíritu constructivo» es esencial para un arte con sentido, que se alza por encima de la mera decoración o temas falsos o fantásticos. A través de este estilo, Siqueiros tenía la esperanza de crear un estilo que enlazara el arte nacional con el universal. En su obra, así como en su escritura, buscaba un realismo social que aclamara a los pueblos proletarios de México y el mundo al mismo tiempo que evitaba los clichés del «primitivismo» y el «indianismo» a la moda.[9]
En 1922, regresó a la Ciudad de México para trabajar como muralista para el gobierno revolucionario de Álvaro Obregón. El entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, se impuso la misión de educar a las masas a través del arte público, y contrató a decenas de artistas y escritores para erigir una cultura mexicana moderna. Siqueiros, Rivera y José Clemente Orozco trabajaron juntos con Vasconcelos, quien apoyó el movimiento muralista encargándoles obras para edificios destacados en la Ciudad de México. Aun así, los artistas trabajando en la Escuela Nacional Preparatoria se dieron cuenta de que muchas de sus primeras obras carecían de la naturaleza «pública» visionada en su ideología, mientras trabajaban en los murales eran agredidos constantemente por los alumnos, razón por la cual pintaban con una pistola en la cintura para disuadir a los estudiantes. El cronista Salvador Novo desde las páginas del periódico El Universal denigraba constantemente la labor de los muralistas. En 1923, Siqueiros ayudó a fundar el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Mexicanos Revolucionarios, que afrontaba el problema de amplio acceso público a través del periódico sindical, El Machete. Ese año, el periódico publicó -«para los proletarios del mundo»- un manifiesto, que Siqueiros ayudó a redactar, sobre la necesidad de un arte «colectivo», que serviría como «propaganda ideológica» para educar a las masas y derrotar a los burgueses, a los individualistas, etcétera.
En 1923, Siqueiros pintó su famoso y colosal mural Entierro del obrero sacrificado en el hueco de la escalera del Colegio Chico de San Ildefonso. El fresco representa a mujeres indígenas lamentándose sobre un ataúd, decorado con una hoz y un martillo.[10] Sin embargo, conforme el sindicato se fue haciendo más crítico con el gobierno revolucionario, que no había instituido las reformas prometidas, sus miembros se enfrentaron a nuevas amenazas de ver cortados los fondos que financiaban su arte y el periódico. Se produjo una disputa interna en el sindicato sobre si dejar de publicar El Machete o perder el apoyo financiero a los murales, lo que dejó a Siqueiros en primer plano, pues Rivera abandonó en protesta por la decisión de mantener la política por encima de las oportunidades artísticas. A pesar de ser despedido de su puesto docente en el Departamento de Educación en 1925, Siqueiros permaneció hondamente implicado en actividades laborales, en el sindicato así como en el Partido Comunista Mexicano, hasta que fue encarcelado y, con el tiempo, padeció el exilio, a principios de los años 30.[7]
A principios de los años treinta, incluyendo el tiempo que pasó en la prisión mexicana de Palacio de Lecumberri, Siqueiros produjo una serie de litografías de tema político, muchas de las cuales se expusieron en los Estados Unidos. Su litografía Cabeza se mostró en la exposición de 1930 «Artistas mexicanos y artistas de la escuela mexicana» en los estudios Delphic de Nueva York.[11] En 1932, celebró una exposición y conferencia titulada «Rectificaciones sobre el muralismo mexicano» en la galería del casino español en Taxco, México.[7]
Poco después, viajó a Nueva York, donde participó en la exposición de la galería Weyhe titulada «Arte gráfico mexicano». Con un grupo de estudiantes, también completó un mural, conocido a veces como América tropical, en 1932 en la Sala Italiana de Olvera Street en Los Ángeles.[12] Otros murales pintados en 1932 en Los Ángeles fueron Mitin en la Calle y Retrato actual de la Ciudad de México.
Al año siguiente, en la Argentina, realiza el mural Ejercicio plástico, en el sótano de la casa de Natalio Botana, director del mítico diario Crítica en el cual Siqueiros fue columnista durante más de un año. El mismo ha sido restaurado tras su recuperación, y se encuentra en lo que fue la Aduana de Taylor, y se inauguró, en el 2010, en el marco de los festejos por el bicentenario del comienzo de las luchas independentistas argentinas, que corresponde al Museo del Bicentenario.[cita requerida]
De regreso a Nueva York en 1936, fue invitado de honor de la exposición de Arte Contemporáneo en la galería St. Regis. Allí también llevó un taller de arte político en preparación de la Huelga General de 1936 por la Paz y desfile del May Day. El joven Jackson Pollock y su hermano Sande Pollock acudieron al taller y ayudaron a construir carrozas para el desfile. Otro de sus pupilos en talleres experimentales fue Óscar Quiñones. Siguió produciendo varias obras a lo largo del final de los años treinta, como Eco de un grito (1937) y El suspiro (El sollozo) (1939), ambos actualmente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Siqueiros también llevó a cabo una serie de talleres de arte experimental para estudiantes estadounidenses.[cita requerida]
Debido al atentado contra León Trotski, se exilió gracias a la ayuda de su amigo el cónsul chileno Pablo Neruda en Chile durante 1941. En la ciudad de Chillán pintó el mural Muerte al invasor. En 1944, emigró a Cuba, donde pintó Alegoría de la igualdad racial en Cuba.[17]
En 1946 Siqueiros regresó a la Ciudad de México y pintó en la ex aduana de Santo Domingo, hoy Secretaria de Educación Pública su mural Patricios y Patricidas. En su casa realizó el mural Cuauhtémoc contra el mito y más tarde pintó en el Palacio de Bellas Artes el tríptico Nueva Democracia. En 1947 realizó el famoso lienzo titulado Nuestra imagen actual.[17]
En 1948 inició un taller de muralismo en la Escuela de Bellas Artes de Guanajuato en San Miguel de Allende. Ahí inició un mural a Ignacio Allende el cual dejó inconcluso debido al cierre de la escuela y la falta de recursos.
En 1952 inició el proyecto de los murales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el cual estaría compuesto por tres "escultopinturas". De estos tres murales solo se terminó uno: El pueblo a la Universidad y la Universidad al pueblo el cual fue realizado en 1952, e inaugurado en 1956 dentro de las instalaciones de la UNAM en Ciudad Universitaria. Se encuentra en los muros de la Rectoría junto con otras dos obras del mismo artista Las fechas de la historia de México y Nuevo Emblema Universitario. Está hecho de teselas de vidrio opaco de la marca Mosaicos Venecianos y es considerada como uno de los íconos del arte del mosaico mexicano.[18] Representa a cinco estudiantes subiendo por unas escalares, llevando en las manos objetos representativos de los conocimientos adquiridos en la universidad. Se dirigen de vuelta hacia el pueblo cargados de nuevas ideas que aplicar. Tiene colores opacos en gran parte tonalidades de café y anaranjado.
A finales de 1958, un escándalo sacudió a la comunidad de artes plásticas mexicana cuando el galerista austriaco Oscar Herner propietario de las Galerías Iturbide ubicadas en la calle de Madero 22 fue arrestado en la Unión Americana por vender cuadros falsos realizados por el falsificador húngaro Elmyr de Hory, Herner le vendió una pieza falsificada a un coleccionista nortemericano llamado G. David Thompson y este lo denuncio con las autoridades estadounidenses y fue liberado hasta que le regreso el dinero a G. David Thompson como quedó ampliamente documentado en el libro de Clifford Irving, Fraude! La historia de Elmyr de Hory, el pintor más discutido de nuestro tiempo publicado en inglés por la Editorial McGraw-Hill en 1969.[19] A raíz del escándalo de la detención de Oscar Herner en la Unión Americana, David Alfaro Siqueiros y muchos otros pintores mexicanos y extranjeros se negaron a trabajar con Oscar Herner y mucho menos a venderle su trabajo porque sabían que en Galerías Iturbide se vendían cuadros falsificados, aún a pesar del escándalo Oscar Herner siguió vendiendo las falsificaciones de Elmyr de Hory a coleccionistas mexicanos durante muchos años más.
En 1960 terminó el mural en el Castillo de Chapultepec titulado Del Porfirismo a la Revolución. Ese año, el 9 de agosto fue perseguido, aprehendido y acusado de disolución social, dado que Siqueiros era el presidente del "Comité de Presos Políticos y la Defensa de Libertades Democráticas". Fue encarcelado cuatro años en Lecumberri. Durante esa estancia, realizó numerosos bocetos para el proyecto de la decoración del Hotel Casino de la Selva, propiedad de Manuel Suárez y Suárez.[20]
En 1966 recibió el Premio Lenin de la Paz y ese mismo año recibió el Premio Nacional de Bellas Artes de México.[21] En 1968 terminó el mural La historia del teatro en la Asociación Nacional de Actores (ANDA).
El 13 de julio de 1964, Siqueiros salió de la prisión y reunió un equipo de artistas nacionales e internacionales para realizar el mural que decoraría la Sala de Convenciones del Hotel Casino de la Selva con el apoyo de Manuel Suárez y Suárez. Entre sus discípulos se encontraban: Luis Arenal Bastar, Mario Orozco Rivera, Guillermo Ceniceros, Enrique Estrada, Artemio Sepúlveda, Jorge Flores, Gilberto Iriarte y Electa Arenal Huerta, (sobrina de Siqueiros), quien perdería la vida el 10 de junio de 1969 al sufrir un accidente pintando en el polyforum. Electa también participó en la creación del mural del Castillo de Chapultepec.[22]
Debido a sus dimensiones dicho proyecto fue trasladado a la Ciudad de México para poder ser admirado por el mayor número de personas posibles. El mural realizó diversos viajes promocionales a Europa y Estados Unidos en compañía de Manuel Suárez y Suárez. Resaltando la exposición en el Grand Palais de París, Francia. Finalmente, el Polyforum Cultural Siqueiros y su mural La Marcha de la Humanidad fueron inaugurados el 15 de diciembre de 1971[23] por el presidente Luis Echeverría Álvarez.
Su discípulo más sobresaliente sin duda fue el pintor Jackson Pollock y después en la Calle de Venus en Cuernavaca Morelos se creó La Tallera fue en palabras de Siqueiros “llevar a la realidad una idea que desde 1920 teníamos Diego Rivera y yo, es decir la creación de un verdadero taller de muralismo donde se ensayaran nuevas técnicas de pinturas, materiales, aspectos geométricos, perspectivas, etc.”
Fue quizá, el primer taller para el muralismo en el mundo. “Un taller – decía Siqueiros – grande, inmenso, lleno de máquinas, con andamios supermóviles, con laboratorios para probar la química y la durabilidad de los colores, con materiales plásticos en abundancia, sin el sufrimiento de la limitación, con un departamento de fotografía, con cámaras fílmicas, con todo, todo lo que necesita un pintor muralista, hasta con los elementos y accesorios para penetrar en el escabroso campo de la dinámica de los colores y la relatividad de las formas geométricas en el espacio activo”. Será algo así como un inmenso granero, con luz de arriba, pero sin puertas. Para llegar a él haríamos un paso subterráneo. Nadie sabría su objetivo.
La idea se llevó a cabo, cuando responde al contrato inicial de Don Manuel Suárez y Suárez de producir 18 cuadros murales de trece y medio por cuatro metros para decorar la sala de congresos del Hotel Casino de la Selva en Cuernavaca. Posteriormente Siqueiros entra a la cárcel, ahí concibió la idea de realizar, en vez de los cuadros, un mural de extraordinarias proporciones. En su celda pinta 200 cuadros aproximadamente, que habrían de servir a la temática del mural. En éstos plasmó a escala una porción de la obra.
Su obra se enmarca en el grupo de pintores y muralistas mexicanos, junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco. Estos muralistas expresionistas anticiparon las tendencias neorrepresentativas o neoicónicas que se dieron hacia 1960.
Sus frescos en exteriores se dedicaron a temas revolucionarios y sociales, para inspirar a las clases bajas.
Su forma de pintar era esquemática. Siqueiros intentaba encontrar un dinamismo en la figura para crear movimiento. Siempre buscaba teorías para experimentar en ellas.
Una de las formas en las que Siqueiros creaba movimiento era pintando con diversas líneas, a modo de boceto. Normalmente, estos trazos son negros y gruesos.
En el Porfirismo a la Revolución, Siqueiros puso a prueba una de sus teorías donde tuvo que pintar a los guerrilleros en una pared transversal de modo que desde el centro, se viera un grupo como si solo fuese una pared y no tres.
Sus pinturas llenas de color, representan figuras con emociones intensas, como en El martirio de Cuauhtémoc.
El edificio Tecpan aloja actualmente el mural Cuauhtémoc contra el mito de 1944. Esta constituye la primera obra plástica mixta del autor en la que combina pinturas modernas y soportes de madera, masonite y esculturas hechas por Luis Arenal Bastar. A través de la perspectiva tridimensional Siqueiros intenta recrear el movimiento de las figuras. A la derecha y en primer plano está Cuauhtémoc empuñando las armas y oponiéndose a la destrucción de su civilización a manos de los conquistadores españoles, estos últimos son representados como centauros cuyas fuerzas son la religión y las armas de fuego (arriba e izquierda). Debajo de las patas del caballo está la cabeza de un indígena decapitado y de frente aparece Quetzalcóatl como símbolo del desarrollo milenario del México prehispánico. Al centro, Moctezuma II implora desconcertado a los dioses que le expliquen por qué el supuesto regreso de Quetzalcóatl (en la figura de Córtes) implicó la caída de su imperio, apreciándose al fondo los templos incendiados.
David Alfaro Siqueiros falleció en Cuernavaca, Morelos, el 6 de enero de 1974 en compañía de Angélica Arenal Bastar, quien fuera su inseparable compañera desde la guerra civil española. Su cuerpo fue inhumado en la Rotonda de las Personas Ilustres.[24] Días antes de su muerte, Siqueiros donó su casa en Polanco al pueblo de México que, desde 1969 la había dedicado a Salas de Arte Público y al Museo de Composición de Pintura Mural.
Su pérdida causó un profundo pesar en aquellos artistas latinoamericanos que se identificaron con su arte social, entre ellos, el Dr. Teodoro Núñez Ureta:
La muerte de Siqueiros nos detiene de golpe en medio de la calle. Nos sorprende a todos. No importa que hasta ese día muchos no supieran de él ni de sus sueños. ¿Siqueiros? Siqueiros. Desde la calle hacemos un recuento. Años malos estos. Primero Matisse, luego Picasso, Casals, Neruda. Y ahora Siqueiros. Vemos que todos ellos alcanzaron los 70, los 90 años. Que todos son ejemplos gloriosos de la cultura que aun estamos viviendo. Viejos geniales que parecerían estar de acuerdo para morirse juntos. Y de pronto comprendemos que no es por casualidad que así sucede. Estos hombres, durante 70, 90 años fueron actores principales del último drama. Y el drama ha terminado...
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