Revueltas de los chiitas iraquíes de 1935 y 1936
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Las revueltas de Rumaitha y Diwaniya del año 1935 o las sublevaciones de chiitas iraquíes de 1935 y 1936 fueron una serie de alzamientos tribales chiitas en plena región central del Éufrates contra la autoridad sunita que controlaba el Reino de Irak. El gobierno iraquí respondió, sin piedad, con el uso de la fuerza.[2] y puso al frente de la represión al general Bakr Sidqi, que en 1933 ya había sido responsable de la Masacre de Simele.[2] En contra del reclutamiento para las campañas militares, también se desataron rebeliones en las zonas septentrionales de Irak (pobladas por kurdos) y en el área de Jabal Sinjar (de dominio yazidí).
Revueltas de los chiitas iraquíes 1935-1936 | |||||
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Fecha | 1935-1936 | ||||
Lugar | Reino de Irak | ||||
Resultado | Represión de revueltas | ||||
Beligerantes | |||||
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Comandantes | |||||
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Bajas | |||||
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Las tribus chiitas de la región central del Éufrates (así como los kurdos del norte de Irak) se veían cada vez menos representados en el gobierno iraquí, dominado por sunitas. La situación se fue deteriorando sobre todo a partir de la exclusión de los principales jeques chiíes del Parlamento iraquí durante las elecciones de 1934. Como consecuencia, en enero de 1935 estallaron disturbios en el Éufrates medio. Tras una serie de intentos fallidos por parte de los líderes chiitas, que ofrecían reconciliación a cambio de paz, se propagaron las revueltas hacia la región de Diwaniya. No obstante, en tan solo una semana volvió a reinar la calma en la región cuando se produjo la renuncia del gobierno iraquí.
Tras el arresto en mayo de uno de los seguidores más importantes del ayatolá Khashif al-Ghita, volvieron recrudecerse, en el Éufrates medio, los alzamientos chiitas. Bakr Sidqi declaró la ley marcial en Diwaniya y desplegó la flota aérea y el ejército de tierra iraquí contra los insurrectos, a los que se derrotó a finales de mayo. No obstante, este hecho no acabó del todo con los levantamientos,[3] que siguieron salpicando la zona y regándola de muertos chíitas.[1]
En realidad, los alzamientos de 1935 nunca supusieron ninguna amenaza directa para el gobierno central iraquí, pues las tribus sublevadas se encontraban demasiado divididas.[3] Sin embargo, en 1936, los chiitas de la zona volvieron a alzarse, mataron a 90 soldados iraquíes y derribaron dos aviones.[1] Finalmente fueron sometidas por las tropas de Sidqi, que impusieron rigurosos castigos: destrucción de viviendas, encarcelación de civiles y ahorcamientos públicos.[1]