Ley del talión
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La ley del talión (en latín: lex talionis), o pena del talión,[1] es la denominación tradicional de un principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido, obteniéndose la reciprocidad. El término «talión» deriva de la palabra latina tallos o tale, que significa «idéntico» o «semejante» (de donde deriva la palabra castellana «tal»), de modo que no se refiere a una pena equivalente sino a una pena idéntica. La expresión más conocida de la ley del talión es el pasaje bíblico «Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie».[2]
Con el mismo sentido se utiliza el término «retaliación», que la Real Academia Española recoge como equivalente a «represalia» en algunos países americanos.[3]
La estructura lingüística y etimología de la palabra "talio" contribuyen a su comprensión en el contexto del lenguaje jurídico al resaltar su carácter correlacional y su fundamento en la proporcionalidad. La palabra "talio" deriva del adjetivo indefinido "talis", que sirve como correlativo de "qualis" en referencia al delito o daño causado. Esta estructura lingüística refleja la idea de equivalencia y proporcionalidad entre la infracción y la pena, enfatizando el concepto de "ojo por ojo" de una manera más abstracta y flexible. Además, la etimología de "talio" como neologismo con un concepto amplio y genérico significa un avance significativo en la humanización del derecho consuetudinario, alejándose de la retribución estricta, hacia un enfoque más civilizado, respecto a las penas. Además, la estructura lingüística de "talio" como palabra correlacional permite flexibilidad en la aplicación de las penas, ya que permite variaciones en la pena siempre que siga siendo comparable a la infracción cometida. Esta característica lingüística subraya el principio de proporcionalidad y equidad en la imposición de sanciones, alineándose con el concepto de justicia y equidad en el lenguaje jurídico.
En el lenguaje jurídico, las correlaciones cualitativas se utilizan comúnmente para ilustrar la correlación bimembral entre crimen y castigo. Por ejemplo, en el derecho romano, la frase «quale scelus, talis poena» ejemplifica esta correlación, enfatizando la relación proporcional entre la naturaleza del delito y la pena correspondiente. Esta frase refleja el principio de que la pena debe ser equiparable al delito cometido, demostrando la correlación bimembral entre ambos elementos. Otro ejemplo se puede encontrar en la máxima legal romana «Quale est, cum petitur, tale dari debet», que se traduce como «Lo que se busca, cuando se busca, debe entregarse en especie». Esta máxima subraya la idea de que la naturaleza de la reparación solicitada debe corresponder a la naturaleza del daño sufrido, ilustrando la correlación bimembral entre el daño y el remedio buscado en las disputas legales.
Históricamente, constituye el primer intento de establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el daño producido en el castigo, siendo así el primer límite a la venganza. La mayor parte de los ordenamientos jurídicos en África y Eurasia se han basado en la ley del talión, especialmente en Europa en la Edad Antigua y en la Edad Media. La crítica ilustrada al sistema legal del Antiguo Régimen (particularmente a partir del tratado de Cesare Beccaria, De los delitos y las penas, 1764) incluyó la superación de ese concepto. En la actualidad existen ordenamientos jurídicos que parcialmente incluyen la ley del talión, especialmente la sharia, en vigor en ciertos países islámicos.
Además, la ley del talión también es uno de los más tempranos ejemplos del principio de presunción de inocencia, ya que sugiere que el acusado o el acusador tienen la oportunidad de aportar pruebas. Este enfoque hacia la justicia y la responsabilidad también influyó en la forma en que se estructuraban las jerarquías y se establecían las normas de comportamiento en las sociedades antiguas, lo que a su vez tuvo un impacto en la forma en que se organizaban y administraban las tareas y recursos. Por lo tanto, la ley del talión y el Código de Hammurabi, al establecer principios de justicia, responsabilidad y jerarquía, contribuyeron a sentar las bases para la evolución de la administración y la teoría administrativa, influyendo en la forma en que se estructuraban las organizaciones y se gestionaban los recursos humanos y materiales a lo largo de la historia.