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Las relaciones Argentina-Japón se refiere a las relaciones bilaterales entre la República Argentina y el Estado de Japón que fueron establecidas desde finales del siglo XIX.
La historia de las relaciones entre Japón y Argentina inicio, en gran medida, por la Argentina como país de inmigración. Los primeros japoneses conocidos a emigrar a la Argentina llegaron en barco en 1886 como Kinzo Makino, el primer inmigrante japonés recibido en la Argentina. Entre otros japoneses que fueron a inmigrar en Argentina fue el profesor experto en agricultura, Seizo Itoh. Que vino Argentina en 1910 y trabajó para mejorar el nivel de agricultura en el país.
El Imperio de Japón y la República Argentina establecieron relaciones formales con un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación el 3 de febrero de 1898. Después de la conclusión del acuerdo, Las relaciones comerciales regulares por mar comenzaron en 1899. El 18 de enero de 1901, cuando era canciller Luis María Drago, ambos países establecieron sus relaciones diplomáticas. En 1902, Japón nombró un representante en Buenos Aires y en 1903 la Argentina abrió un consulado en Tokio.[1]
Sin embargo, antes de 1941, el aspecto principal de las relaciones entre Argentina y Japón era la inmigración, la mayoría de trabajadores agrícolas. En la actualidad hay unas 10.000 personas de ascendencia japonesa que viven en Argentina.[2]
Para finales del siglo XIX Japón y el Imperio Ruso habían tenido una escalada de tensiones por el dominio sobre Manchuria y la península de Corea. Ambas potencias necesitaban de ambas regiones, no sólo por el espíritu imperialista que reinaba en la época, sino porque su país no podía brindarles las materias primas ni los territorios que su excesiva población exigía. Mientras que Argentina y Chile estaban pasando por una carrera armamentista naval entre ambos países desde 1870. Argentina encargo hacer los acorazados «Rivadavia» y «Moreno» a los Astilleros Ansaldo, en Génova, Italia. Los acorazados tenían características sobresalientes de la clase Giuseppe Garibaldi.
Japón venía mejorando su ejército y armada desde 1895 y estaba en busca de nuevos buques de guerra para hacer confrontación a la Armada Rusa y el 28 de mayo de 1902, Argentina y Chile firman el Tratado de Equivalencia Naval, Paz y Amistad denominado también como Pactos de Mayo, lo que obligaba a la Argentina a vender los acorazados Rivadavia y Moreno. Japón al enteraste de que los barcos estaban a la venta decidió intentar la compra de los acorazados argentinos (ya que con los barcos chilenos no pudo) y en diciembre de 1903 enviaba a Kumaichi Horiguchi a entrevistarse con el gobierno argentino. El encargado de negocios japonés en Río de Janeiro se presentó en la madrugada del 24 de diciembre, en la casa del Luis María Drago, con la propuesta de su nación y de misma manera se presentó el 25 con el presidente argentino, Julio Argentino Roca y el Ministro de Marina, Onofre Betbeder.
El 30 de diciembre se formalizaba, en Londres, la venta al contado de los cruceros acorazados argentinos Moreno y Rivadavia por 1.500.000 libras esterlinas (20.000 libras menos que el precio pactado originalmente para la entrega de los buques) Antes de que terminara el año los buques argentinos pasaban a formar parte de la flota japonesa renombrados como «Nisshin» y «Kasuga». En agradecimiento, el gobierno japonés invitó al entonces capitán de navío Manuel Domecq García como observador de aquellas batallas a bordo de uno de los buques de apoyo que, se sabía, no entraría en combate (esto simple hecho mejoraría las relaciones con Argentina y Japón).[3][4]
Las relaciones diplomáticas entre Japón y Argentina se elevaron a la Embajada en 1940, y al año siguiente Rodolfo Morena fue nombrado el primer embajador argentino en Japón, mientras que Akira Tomii se convirtió en el primer embajador japonés en Argentina. Las relaciones fueron cortadas en 1944, y el 27 de marzo de 1945, el gobierno argentino entró en la Segunda Guerra Mundial por el lado aliado y declaró la guerra al Imperio japonés, pero no se tiene registro de algún ataque por parte de Argentina.
Las relaciones diplomáticas fueron restauradas con la firma del Tratado de Paz de San Francisco en 1952.[5] El presidente argentino, Arturo Frondizi, visitó Japón en 1960, y posteriormente el comercio bilateral, y la inversión japonesa en Argentina ha aumentado en importancia. Las importaciones japonesas fueron principalmente alimentos y materias primas, mientras que las exportaciones fueron principalmente maquinaria y productos terminados. Además, se concluyeron acuerdos de cooperación en diversos aspectos. En 1963, los dos gobiernos concluyeron un acuerdo sobre inmigración, en 1967 un tratado de amistad, comercio y navegación y en 1981 acuerdos sobre cooperación técnica e intercambio cultural.[6]
Miembros de la Familia Imperial de Japón han visitado Argentina en varias ocasiones, incluyendo Príncipe Takamado y Princesa Takamado en 1991, Emperador Akihito y Emperatriz Michiko en 1997 y Príncipe Akishino en 1998. El presidente argentino, Raúl Alfonsín, visitó Japón en 1986, al igual que el presidente Carlos Menem en 1990, 1993 y 1998.
En noviembre de 2016, el Primer Ministro del Japón, Shinzō Abe, realizó una visita de Estado a Buenos Aires y tuvo una reunión con el Presidente de Argentina, Mauricio Macri. La última visita del primer ministro japonés fue por su abuelo, Nobusuke Kishi, en 1959.[7]
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