Quinta generación de cazas de reacción
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La quinta generación de cazas de reacción es la integrada por aviones fabricados desde la década de 1990 para derribar a otros aviones. El término es un concepto discutido de la aeronáutica militar, porque no existe consenso entre los expertos sobre la ventaja o ventajas que deberían reunir. Tampoco hay acuerdo en lo referente al mismo concepto de generación, pues no está claro si el armamento evoluciona por saltos generacionales o sigue un progreso constante solventando los fallos encontrados.
Según el criterio que se determine como diferenciador aparecen varias clasificaciones distintas, con más o menos generaciones y con más o menos modelos. Ninguna de dichas clasificaciones está exenta de problemas. Así, los distintos conflictos bélicos han indicado distintas lagunas y posibles caminos que seguir. Pero la quinta generación no es fruto de las experiencias obtenidas en una contienda determinada. Por ello se apuntan entre cinco y nueve las características que la definirían, excepto por parte de autores que solo utilizan una como la fecha de producción o la baja detectabilidad.
El concepto en sí no está exento de críticas debido a la popularización tan rápida del término y los abusos de su empleo coincidiendo con los problemas y retrasos acumulados por el Lockheed Martin F-35 Lightning II. Se ha indicando que muchas veces el término contribuye a justificar las grandes sumas de dinero gastadas en un avión, el F-35, que no ha demostrado sus capacidades y cuenta con rivales en servicio tan buenos o mejores. Autores como De Briganti critican el propio concepto, calificándolo de mito y afirmando que solo se circunscribe a los modelos desarrollados por la empresa Lockheed-Martin.
Durante un tiempo se pensó que sería la última, pues ninguna nación o empresa estaba trabajando en un nuevo modelo cuando estas aeronaves entraron en servicio y ya se preveía que los aparatos no tripulados ocuparían su lugar en el futuro, gracias a su baja detectabilidad, bajo precio, ser sacrificables y haber demostrado los últimos conflictos del siglo XX la inutilidad de cazas muy avanzados por no tener enemigos contra los que luchar. Sin embargo, a finales de la década de 2010 Estados Unidos y varias naciones europeas comenzaron los trabajos para una sexta generación opcionalmente pilotable.