Parábola de la moneda perdida
Parábola de Jesús, y tema de representación artística / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
Estimado Wikiwand AI, Seamos breves simplemente respondiendo estas preguntas clave:
¿Puede enumerar los principales datos y estadísticas sobre Parábola de la moneda perdida?
Resumir este artículo para un niño de 10 años
La parábola de la moneda perdida,[1][2][3][4][5] también conocida como parábola de la dracma perdida,[6][7][8][9][10] es una comparación (mashal) del Nuevo Testamento que se encuentra únicamente en el Evangelio de Lucas (15, 8-10). El autor presenta el relato en labios de Jesús de Nazaret, junto con la parábola de la oveja perdida y la del hijo pródigo, como respuesta a la murmuración indignada de los fariseos y escribas, quienes cuestionaban la conducta de Jesús de recibir a los pecadores y admitirlos a su mesa.[6] El conjunto de las tres parábolas recibe la denominación tradicional de parábolas de la misericordia —o parábolas de la alegría—,[11][12] ya que caracterizan la figura y el mensaje misericordioso de Jesús de Nazaret tal como lo muestra el evangelista Lucas. Llegó a considerárselas «el corazón del tercer evangelio».[13]
Esta parábola —o, según la definición de Bultmann, «semejanza»—[14] es una narración breve que describe vivamente el interés manifestado por una mujer que al perder una de sus diez dracmas —moneda considerada de escaso valor—, la busca afanosamente, y la alegría que siente al hallarla. En el cristianismo, la parábola es figura de la actitud de Dios Padre hacia cada pecador: lo busca cuidadosamente, y se alegra cuando encuentra lo que se consideraba perdido.
[…] la parábola de la moneda perdida […] describe con vivos colores el interés de una persona cuando pierde algo que un tercero podría juzgar relativamente insignificante, así como su correspondiente gozo cuando lo encuentra. […] las parábolas se refieren al extraño interés (así lo estimaban algunos) que Jesús mostraba por las clases deprimidas de la comunidad judía. Y posiblemente por algunos habitantes de Galilea que no eran judíos. […] El reino de Dios ha llegado en el ministerio de Jesús, y uno de los rasgos de esa llegada era este inédito interés por lo «perdido».[15]