Novela realista en inglés
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En la literatura y el arte, el "realismo" es nuevamente opuesto al "idealismo" en varios sentidos. El realista es (1) aquel que deliberadamente rehúsa seleccionar sus temas entre lo bello o armonioso y, más especialmente, describe cosas feas y resalta detalles de tipo desagradable; (2) el que se ocupa de individuos, no de tipos; (3) más propiamente, el que se esfuerza por representar los hechos exactamente como son.[1]
El realismo no es un movimiento literario circunscrito a un marco histórico, por el contrario, constituye una de las tendencias fundamentales del arte literario. No obstante, la crítica prefiere atribuir este término a un movimiento preciso de la historia literaria francesa: el que aparece hacia 1850 como reacción contra el lirismo y los excesos del subjetivismo romántico.[2] En tanto que reacción contra el romanticismo, el realismo no es, sin embargo, privativo de Francia.[3]
La novela tal como la conocemos hoy día no es otra cosa que un desarrollo posterior y una manera especial de relato; hay quien sitúa sus orígenes en el siglo XVIII con la Pamela de Richardson. Ciertamente, en Inglaterra no se puede llevar su rastro más allá del siglo XVI, con la Arcadia de sir Philip Sidney, y los lectores más modernos encontrarán que esta obra cumple muy pocos de los requisitos que se le exigen a una novela. Es entonces necesario hacer una distinción entre novela y relato. La novela es una obra en prosa, mientras que la mayor parte de los relatos primitivos están en verso.[4] Walter Scott demostró que la prosa proporcionaba a la narración unas posibilidades de amplitud de espacio y de marco de referencia con los que no podía competir la poesía. Son precisamente esa amplitud de espacio y el marco de referencia los dos elementos que diferencian el arte del novelista del narrador. Aquel no cuenta solo una historia, sino que está también describiendo algo a través de esa historia. Paralelo al relato, la novela va presentando un retrato de caracteres, o un marco social o, en las obras más modernas, registra una corriente de pensamiento. Sea cual fuere la ambición que dirige al novelista, hará muy bien en recordar que comenzó como narrador y nunca podrá escapar por completo a este origen. Por ello, la novela puede describirse como una narración en prosa, basada en un relato, en la que el autor puede hacer un retrato de caracteres, o de la vida de una época, y analizar sentimientos y pasiones, o las reacciones de hombres y mujeres ante su entorno. Esto lo puede conseguir utilizando un escenario de su propia época o del pasado.[5]
No pueden definirse con facilidad los diferentes tipos de novela, pues son muchísimos. Quizá la tipología más válida es aquella que se hace entre novelas que están relacionadas con la propia época del escritor[6] y aquellas otras que utilizan un marco de referencia histórico. La primera es, a menudo, realista, y esta última incorpora frecuentemente la aventura de una manera espectacular. Esta novela realista y contemporánea tiene un desarrollo histórico más lento que el del romance, pero, una vez que se desarrolla, se apodera por completo de la imaginación del público.[7]
Otra división conveniente que también puede hacerse de la novela se refiere a la forma, y aquí la complejidad no es menor. El novelista puede contar una historia de manera lineal, narrando los acontecimientos en orden cronológico. Pocos novelistas han quedado satisfechos de esta manera de hacer, aunque algunos escritores, como en el caso de Anthony Trollope, parecen ganar cuando ordenan la narración de la manera más sencilla posible. En algunos novelistas es la forma lo primero que llama la atención, por ejemplo en el Tristram Shandy de Sterne; este autor es el precursor de los novelistas modernos que han experimentado con la forma, en particular de Dorothy Richardson, James Joyce, Virginia Woolf y, especialmente, aunque de manera atenuada, de Anthony Powell en su serie de excelentes novelas tituladas The Music of Time.[7]
En el siglo XVIII Samuel Richardson descubriría por accidente que el mejor medio para expresar su análisis de los sentimientos por medio de la novela eran las cartas. Aquí se empezó ya a entender que la novela es un género mixto. Cuando el novelista utiliza el diálogo y reduce la descripción al mínimo se aproxima al teatro. Pride and Prejudice (Orgullo y prejuicio), de Jane Austen, contiene todo el diálogo que es esencial para crear una obra dramática sobre ese tema y lo mismo sucede en The Egoist (El egoísta), de Meredith.[7]