Escritorio de San Millán
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Tras la expulsión de los musulmanes con la toma de Calahorra, el Monasterio de San Millán cuenta con la protección de los reyes de Pamplona. En el 959 es consagrada la iglesia de Suso y se cuenta con la seguridad suficiente para reemprender la tarea del scriptorium o escritorio, iniciado muy pronto por los monjes de San Millán. Obras de esta primera época son la Vida de San Millán, el himno O magne rerum, obras de San Braulio, y la misa y oficios, obras de San Eugenio, documentos copiados, según explica el investigador Joaquín Peña, con esmero a lo largo de los siglos en diversos códices.
El número de códices ilustrados y sobre todo la calidad de las miniaturas de alguno de ellos, como los Beatos, el Conciliar o la Exposición de los Psalmos, revelan la presencia en San Millán de un escritorio importante tanto para la cultura como para el arte de la miniatura altomedieval. El scriptorium de San Millán se distingue pronto por su actividad y curiosidad, recogiendo influencias y corrientes librarias con que enriquecer la librería monacal.