Escándalo de las escuelas de Sichuan
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Después del terremoto del 12 de mayo de 2008 en la provincia china de Sichuan, hubo una serie de acusaciones de corrupción contra funcionarios implicados en la construcción de escuelas en las regiones afectadas por el terremoto. Cobró impulso en mayo y junio de 2008, y las acusaciones culminaron en protestas de padres afligidos de niños que murieron en el terremoto como resultado del colapso de varias escuelas en la zona.
El escándalo finalmente se convirtió en un punto central de la información sobre los esfuerzos de rescate tras el terremoto, e ingenieros civiles chinos, blogueros, activistas y medios de comunicación extranjeros llamaron la atención sobre las acusaciones. Varios informes alegaron que los funcionarios del gobierno local y las empresas constructoras fueron negligentes en la construcción de escuelas, y que ignoraron los estándares de ingeniería civil, ahorraron en materiales y realizaron chapuzas, mientras se embolsaban la diferencia.
A pesar de la apertura inicial a la información independiente y a los medios extranjeros, el Gobierno chino intentó restar importancia al tema y suprimir las críticas.[1] Además, los gobiernos locales intentaron aplacar a los padres afligidos con una compensación monetaria a cambio de su silencio. Si bien las autoridades chinas fueron elogiadas inicialmente por los medios internacionales por su respuesta rápida y eficaz al terremoto,[2][3][4] el escándalo de la construcción de la escuelas socavó gravemente las reacciones positivas iniciales, particularmente entre los medios occidentales. Las publicaciones sobre el escándalo inundaron los portales en línea y foros de discusión chinos y popularizaron la frase «escuelas de restos de tofu» (en chino, 豆腐渣校舍). El activismo en Internet presionó al gobierno central para que se comprometiera a realizar investigaciones sobre las acusaciones, pero no fue seguido por ninguna acción sustancial.