Capitulación de Vilafranca
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La capitulación de Vilafranca o concordia de Vilafranca fue un tratado firmado el 21 de junio de 1461 en Villafranca del Panadés entre la reina Juana Enríquez en representación de su marido el rey Juan II de Aragón y los delegados designados por la Diputación General de Cataluña por el que la monarquía aceptaba prácticamente todas las reivindicaciones de las instituciones del Principado de Cataluña sublevadas, encabezadas por el recién creado Consell del Principat, lo que suponía el triunfo de la revolución catalana de 1460-1461. Según Jaume Vicens Vives, la Capitulación de Vilafranca constituye una «pieza capital en la historia del “pactismo” catalán y del derecho constitucional moderno»,[1] y para Carme Batlle es un «punto culminante del pactismo catalán». Nació así un «nuevo orden constitucional» en Cataluña, concluye esta historiadora.[2] Por otro lado, como ha destacado Agustín Rubio Vela, la capitulación «suponía de hecho una alteración del statu quo territorial de la monarquía en beneficio de Cataluña», por lo que «aragoneses y valencianos habían de estar en desacuerdo».[3]
La Capitulación de Vilafranca estuvo vigente hasta 1472 en que fue derogada por la Capitulación de Pedralbes que puso fin a la Guerra Civil Catalana de 1462-1472.