Arquitectura colonial española
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La arquitectura colonial española, también llamada arquitectura virreinal española (principalmente en España), se refiere a los diversos estilos de arquitectura española construidos en el Imperio español, a partir del descubrimiento de América en 1492. Representa la influencia virreinal española en las ciudades y pueblos del Nuevo Mundo y de las Indias Orientales, que comprendía desde el actual suroeste de Estados Unidos, México y el Caribe, hasta Centroamérica, la mayor parte de Sudamérica y la costa noroeste de Norteamérica (actual Alaska y Columbia Británica). Todos estos territorios se integraron en la Corona de Castilla y, más tarde, como reinos de la Corona española. Inicialmente se organizaron en dos virreinatos, el de la Nueva España y el del Perú. Con el descubrimiento y asentamiento en varios archipiélagos del Pacífico a finales del siglo xvi, se incorporaron al Imperio las Indias Orientales Españolas, formadas por las Filipinas, las Marianas (incluyendo Guam), la parte norte de Formosa y las Carolinas (que incluían las Palaos), bajo la jurisdicción del virreinato de la Nueva España.
El estilo arquitectónico colonial español dominó en las primeras provincias españolas de América del Norte, Central y del Sur, y asimismo fue visible en sus otros dominios. En España, cuando el descubrimiento de América, estaba en boga el espíritu y el arte renacentista. Desde entonces, la corriente colonizadora será el vehículo para el trasplante y acompasamiento del arte occidental europeo a América, que en poco tiempo, con el contacto con las culturas indígenas, producirá un mestizaje artístico lleno de matices y novedades. Y ese acompañamiento de los estilos artísticos europeos - americanos, también desembocará en el rico barroco hispanoamericano, caracterizado sobre todo por los porches y las entradas muy ornamentadas, que en Nueva España tomará una dirección, en parte diferenciada con el denominado barroco novohispano, y que se distinguirá desde el principio del barroco español en el que se inspira.
De la misma manera, pero en el Virreinato del Perú, surge el barroco andino, que a su vez difiere del novohispano, en la América Septentrional, y del español, en la Península, aunque fue de este último del cual se inspiró, dando como la principal de sus expresiones a la arquitectura religiosa[1]. Así, una serie de catedrales e iglesias, rebosantes de este estilo, se convierten en poderosos bastiones culturales que permiten, de manera aproximada, escenificar lo que fue en su tiempo el Imperio Español en la América, y en específico para este caso, en la zona de los Andes. En ese sentido, existen regiones altamente bendecidas en lo que respecta a su barroco andino, como lo son los departamentos del sur del Perú, entre los que destacan Cuzco,[2] Arequipa,[3]y Puno,[4] cuyas provincias son auténticas minas de oro de este tipo de estilo arquitectónico, dejando entrever que el Imperio Español tenía una clara misión evangelizadora en sus territorios de ultramar.
Los asentamientos sucesivos pueden ser contemplados en la arquitectura y en los aspectos de planificación urbana de las ciudades conservadas todavía en la actualidad. Estos dos aspectos visibles de las ciudades están conectados y son complementarios. La fundación de ciudades constituyó el núcleo de la colonización hispánica, siendo una de las medidas de su éxito en controlar el territorio ganado y la clave de su dominio ultramarino.[5] Hoy día se promueve en muchos países la arquitectura colonial española como una de sus principales atracciones turísticas.