Cacería salvaje
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Se conoce como cacería salvaje a un mito del folclore europeo presente en distintas formas en la zona norte, occidental y central del continente.[1] La premisa fundamental de todos los casos era siempre la misma: un grupo fantasmal o sobrenatural de exploradores ataviados con indumentaria de caza y acompañados de caballos, perros rastreadores, etcétera, comandado por una figura mitológica, en una desenfrenada persecución a través de los cielos, a lo largo de la tierra o por encima de ella.[2][3] Frecuentemente, era una forma de explicar las tormentas.
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Los cazadores eran comúnmente muertos o perros fantasmales, almas perdidas, deidades o espíritus de ambos sexos, valquirias o elfos,[4][5][6][7] a menudo liderados por una figura asociada con Odín en las leyendas germánicas,[8][9] como el *Wōđinaz[10][1] de los germanos del oeste (u otras derivaciones de este dios como el alamán Wuodan o el Wuotis Heer del centro de Suiza) o el céltico Arawn, o por una figura histórica o legendaria como Teodorico el Grande, Carlomagno, el rey Arturo, el rey danés Valdemar Atterdag, el psicopompo galés Gwyn ap Nudd, o figuras bíblicas como Herodes, Caín, Gabriel o el Diablo.
Ha tenido diversos nombres a lo largo de todos los lugares y tiempos por donde ha pasado: Wilde Gjoad (Austria), Wild Hunt, Woden's Hunt o Wilde Jagd (Alemania), Herlathing, Herlaking o Wild Hunt (Inglaterra), Mesnée d'Hellequin, Mesnie Hellequin, Mesnie Herlequin, Chasse fantastique, Chasse gallery o Chasse-galerie (norte de Francia), Cŵn Annwn (Gales); Cain's Hunt, Ghost Riders, Herod's Hunt, Gabriel's Hounds, Wild Hunt, La chasse-galerie (Norteamérica), divoký hon o štvaní (Chequia), Dziki Gon o Dziki Łów (Polonia), Oskoreia o Åsgårdsreia (Noruega), Odens jakt y Vilda jakten (Suecia), divja jaga (Eslovenia), Caccia Morta o Caccia selvaggia (Italia), Estantigua o Estantiga (de Hoste Antica > Huestantigua) (Castilla), La Güeste (Cantabria [11]) Hostia, Compaña o Santa Compaña (Galicia), güestia (Asturias), el Conde Arnau (Cataluña), Ehiztari beltza (País Vasco), mientras que en Cornualles se le llama también the devil's dandy dogs.[12]
Ser testigo de una cacería salvaje era visto como un presagio de alguna catástrofe venidera, como una plaga o una guerra, o, en el mejor de los casos, de la muerte de aquel que presenciara tal evento.[13] Las personas que estuvieran en el camino y se toparan con la cacería podían elegir entre dos opciones: arrojarse al suelo y sentir cómo las gélidas patas de los animales le pisaban la espalda, o dejarse llevar por la partida de caza, corriendo el riesgo de ser depositado lejos de su casa o morir durante la furiosa embestida de los personajes malvados y pasar a ser otro integrante más de la misma.[14] También se creía que quienes se cruzaran con la cacería podían ser arrastrados al inframundo o al reino de las hadas. Una niña que vio a un antiguo líder anglosajón fue advertida por su padre de taparse los ojos para evadir la visión.[15] Otros creían que los espíritus de las personas podían ser sacados de sus cuerpos durante el sueño para participar en la cabalgata.[16]