El término artes liberales es la expresión de un concepto medieval, heredado de la antigüedad clásica, que hace referencia a las artes (disciplinas académicas, oficios o profesiones) cultivadas por personas libres, por oposición a las artes serviles (oficios viles y mecánicos) propias de los siervos o esclavos.

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Las siete artes liberales, imagen del Hortus deliciarum de Herrada de Landsberg (siglo XII).

La personificación como figuras femeninas de las siete artes liberales (Trivium et Quadrivium) es un tema iconográfico muy utilizado en el arte medieval y de la Edad Moderna.

Las siete artes: Trivium et Quadrivium

La enumeración de siete artes liberales ya aparece en una obra del escritor latino Marciano Capella (Satyricon o De Nuptiis Philologiae et Mercurii et de septem Artibus liberalibus libri novem, entre 410 y 429).[1] En la segunda mitad del siglo VI, Casiodoro procuró cristianizarlas y sistematizarlas como un cuerpo enciclopédico de conocimientos en sus Institutiones saecularium litterarum. Su uso en las escuelas monásticas y catedralicias de la Alta Edad Media generalizó el concepto, que se fijó particularmente a finales del siglo VIII, cuando Trivium et Quadrivium se adoptaron como currículo educativo por Alcuino de York para la Escuela Palatina de Aquisgrán. Así, se dividían los dos grupos de estudios:

  • Trivium significa en latín «tres vías o caminos»; agrupaba las disciplinas relacionadas con la elocuencia, según la máxima Gram. loquitur, Dia. vera docet, Rhet. verba colorat («la gramática ayuda a hablar, la dialéctica ayuda a buscar la verdad, la retórica colorea las palabras»). Así comprendían la gramática (lingua -«la lengua»-), dialéctica (ratio -«la razón»-) y retórica (tropus -«las figuras»-).
  • Quadrivium[2] significa «cuatro caminos»; agrupaba las disciplinas relacionadas con las matemáticas, según la máxima Ar. numerat, Geo. ponderat, As. colit astra, Mus. canit. («la aritmética numera, la geometría pondera, la astronomía cultiva los astros, la música canta»); Arquitas (428 a. C. - 347 a. C.) sostuvo que la matemática estaba constituida también por tales disciplinas. Se estudiaba así la aritmética (numerus, los números), geometría (angulus, los ángulos), astronomía (astra, los astros) y música (tonus, los cantos).[3]

Otras enumeraciones y otras artes

También existen enumeraciones más complejas, como la de Enrique de Villena el nigromántico, que lista cien artes o «ciencias» (todas las cuales habrían sido conocidas por Virgilio), de las cuales sesenta son «lícitas» y cuarenta «vedadas» (prohibidas, por derivarse de la magia o «malas artes»).[4]

Como «artes liberales» se designaban en los studia generalia y la universidad medieval a los estudios que tenían como propósito acceder a las destrezas intelectuales especulativas y los conocimientos «generales» y «universales», antes que a destrezas prácticas y concretas de ocupaciones especializadas. A partir del Renacimiento, la consideración humanista de ciertas artes obviamente «manuales» como sublime llevó a los artistas y tratadistas de arte a esforzarse (con fuerte oposición) por definirlas como bellas artes o artes mayores, reservando para otras, menos prestigiosas (las artesanías), las denominaciones de artes decorativas o artes menores.[5]

Desarrollo del concepto en la Edad Media

El ámbito y alcance de las artes liberales evolucionó en el tiempo. Inicialmente se refería a la educación de las élites en los clásicos. Boecio («el último romano, el primer escolástico»), en un intento casi desesperado de transmitir a los nuevos dueños de Italia la civilización clásica, permanece en el reino de los ostrogodos para intentar enseñarles los rudimentos de trivium y quadrivium. Del siglo VI en adelante, el sistema medieval de estudios académicos se corresponderá con el esquema doble de los contenidos del trivium y el quadrivium. Debido a la opinión negativa que algunos Padres de la Iglesia manifestaron en relación con la cultura antigua, el cristianismo altomedieval no consideraba prioritaria la enseñanza de las artes liberales. Inicialmente, en las escuelas monásticas y episcopales se enseñaban los rudimentos imprescindibles para entender la Biblia y el canto, dejando de lado las «sutilezas» de la gramática y de la oratoria. No será hasta el diseño educativo de Alcuino cuando las artes liberales pasaron a conformar la parte central del currículo. En las universidades medievales, al trabajo preparatorio del trivium seguían las enseñanzas superiores del quadrivium, esquema que ha pasado a conocerse como «educación clásica», y que no sufrió innovaciones de importancia hasta una nueva época de transformaciones intelectuales, el denominado renacimiento del siglo XII.

El título de «bachiller en artes» era el grado universitario inicial, conferido en la facultad de artes; al que seguía, si se continuaban los estudios, el grado de magíster y el grado superior de doctor.

Escandinavia

En la Escandinavia medieval surge el concepto de «bókligar listir» (sing. bóklig list) que comprendía habilidades literarias (boglige færdigheder), libros de aprendizaje (lærdom), escolarización (videnskab) y las artes liberales. Las sagas nórdicas son testimonio de dos personajes femeninos versados en bókligar listir: Diana, la princesa protagonista de Hjálmþés saga ok Ölvis, y Hervör, protagonista de la saga Hervarar, esta última además era eficiente en «íþróttir» (un compendio sobre educación superior, hnefatafl (un tipo de ajedrez), oratoria, conocimiento de las runas y medicina). Ambas son excepciones femeninas de unos conocimientos que en el resto del continente eran casi exclusivos del hombre, posiblemente por herencia cristiana sobre los diferentes roles que correspondían al hombre y la mujer.[6]

Extensión del concepto: profesiones liberales

La separación entre las «humanidades» o «letras» y las «ciencias», desde la época de la Ilustración, inició el problema de las dos culturas, que implica cuestionar si ambas se incluyen en el concepto de «artes liberales». Aún es común excluir de las artes liberales ocupaciones específicas como la agricultura, la ingeniería, la economía y el mundo empresarial y de los negocios. Sin embargo, las disciplinas que vienen siendo universitarias desde la Edad Media, como el Derecho y la medicina son consideradas comúnmente como profesiones liberales. Oficios anejos, como la cirugía y la farmacia, de mucha menor consideración social en las edades Media y Moderna, se han prestigiado hasta identificarse con la medicina. En la Edad Contemporánea, el concepto de profesiones liberales pasó a identificar no solo a las actividades que requerían formación universitaria, sino a nuevas profesiones como el periodismo (que con el tiempo también pasó a enseñarse en la universidad) y, en general, a todas las que permiten mantener despachos profesionales, donde un profesional ejerce de forma autónoma un oficio reconocido socialmente y con algún grado de institucionalización (colegios profesionales, deontología profesional, etc.) También fue decisiva la conformación de un nuevo concepto de ética del trabajo, identificado con las transformaciones sociales e ideológicas que desde la Reforma protestante llevaron con distinto ritmo a unos y otros países (en mayor medida protestantes, pero también católicos) al triunfo del capitalismo y la revolución industrial.[7]

Materialismo histórico

Según el materialismo histórico, la consideración negativa del trabajo,[8] propia de la justificación ideológica de los modos de producción esclavista y feudal, marcaba una nítida oposición entre el trabajo intelectual (estado idealizado de las clases altas de Grecia y Roma,[9] y único consentido a los estamentos privilegiados del feudalismo y el Antiguo Régimen) y el trabajo manual (propio de las clases populares).[10]

Véase también

Referencias bibliográficas

  • Anthony Ashton, Miranda Lundy, Daud Sutton, Jason Martineau (2010) Quadrivium.
  • Charles Blaich, Anne Bost, Ed Chan, e Richard Lynch (2004) Defining Liberal Arts Education. Center of Inquiry in the Liberal Arts. (en inglés)
  • Ricardo da Costa. Las definiciones de las siete artes liberales y mecánicas en la obra de Ramon Llull, Revista Anales del Seminario de Historia de la Filosofía. Madrid: Publicaciones Universidad Complutense de Madrid (UCM), vol. 23 (2006), p. 131-164 (ISSN 0211-2337)
  • Sister Miriam Joseph (2002) The Triviuum: The Liberal Arts of Logic, Grammar, and Rhetoric. Paul Dry Books. (en inglés)
  • Brand Blanshard (1973) The Uses of a Liberal Education: And Other Talks to Students. Open Court. (en inglés)
  • Pierre Riché - Jacques Verger (2006) Des nains sur des épaules de géants. Maîtres et élèves au Moyen Âge. Tallandier (en francés)

Bibliografía adicional

  • San Agustín, Sobre el orden (386) : Diálogos filosóficos, Instituto de Estudios Agustinianos, 1997.
    • San Agustín había compuesto tratados antes de su bautismo sobre cada una de las artes liberales. Sólo ha llegado hasta nosotros el Tratado sobre la música.[11] En las Revisiones (I, 6) escribe "A la vez que estaba en Milán a punto de recibir el bautismo, intentaba también escribir libros sobre las artes liberales interrogando a los que estaban conmigo y que no tenían ninguna aversión a este tipo de estudios; quería o bien llegar yo mismo a las cosas incorpóreas por medio de las corpóreas, o bien conducir a otros a ellas, por así decirlo, de forma gradual. Pero de ellos sólo pude completar el libro de gramática, que no encontré después en mi biblioteca, y el de música en seis volúmenes, que se refieren en gran parte a esa misma parte que se llama ritmo. Pero escribí estos seis libros cuando ya había recibido el bautismo y ya había regresado a África desde Italia; pues en Milán apenas había comenzado a tratar esta disciplina. En cuanto a las otras cinco disciplinas comenzadas allí de la misma manera -dialéctica, retórica, geometría, aritmética, filosofía- sólo se han conservado los borradores, que sin embargo he perdido, pero creo que algunos los tienen en su poder."
  • Martianus Capella, El matrimonio de la filología y el mercurio (c. 410-439), traducido por Les Belles Lettres, 2003 ss.
  • Boecio, Institución de la Aritmética (ca. 505-507), trans. J.-Y. Guillaumin, Les Belles Lettres, 1995, XCV-252 p.
  • Casiodoro, Las instituciones divinas y humanas (c. 560-580), trans. an. Liverpool University Press, 1980.
  • Hugues de Saint-Victor, Didascalicon (antes de 1125), traducción: Cerf, 1991.
  • Thierry de Chartres, Prologus in Heptateuchon (ca. 1140), en Lectio philosophorum, Amsterdam, 1973.

Notas

Enlaces externos

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