Última defensa
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Última defensa es un concepto militar que describe la situación en la que un cuerpo de tropas en inferioridad numérica, ocupa una posición defensiva para hacer frente a la embestida de un cuerpo enemigo que le supera en número enormemente, por lo que a resultas del encuentro la inmensa mayoría, cuando no la totalidad, de los defensores acabarán muriendo sin poder evitar la derrota militar. Un claro y célebre ejemplo es el Sitio de Castelnuovo, en 1539, en el contexto de la guerra entre los imperios español y otomano por el control del Mediterráneo.
El historiador militar Bryan Perret señala que la mayoría de últimas defensas a lo largo de la historia muestran cómo a pesar de los desesperados intentos de los defensores para resistir un día más, la práctica totalidad de últimas defensas desembocan en la inevitable derrota militar , como el caso del teniente coronel Custer[1] al final de la Batalla de Little Big Horn, siendo un caso excepcional el de la Batalla de Rorke's Drift.
La última defensa se ha usado habitualmente como táctica de último recurso cuando una unidad militar se encuentra en una situación desesperada y se designa un pequeño cuerpo para cubrir la retirada del resto de las tropas. Otras veces surge como parte de una estrategia cuando los defensores consideran que su sacrificio es esencial para que el resto del ejército alcance la victoria final en una batalla o en campaña militar, como en el caso de la última defensa a la Batalla de las Termópilas[2] durante la Segunda Guerra Médica. Finalmente también puede darse una última defensa por consideraciones morales, cuando los combatientes llegan a la conclusión de que continuar defendiéndose desesperadamente es mejor opción que no entregarse o rendirse por razones morales como en el caso del sitio de El Álamo, los últimos de Filipinas, o la batalla de Berlín, que acabaron con la subsiguiente e inevitable derrota militar por la abrumadora inferioridad numérica.