Nueva guerra fría de Medio Oriente
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La nueva guerra fría de Medio Oriente es un enfrentamiento no-bélico entre Irán y Arabia Saudita que comenzó en 1979 después de la Revolución Iraní. Este conflicto se caracteriza porque ambos actores sólo se han enfrentado en proxy wars (guerras indirectas), es decir, intervienen en problemáticas de la región sin haber un enfrentamiento directo entre ellos, tal como la relación que tuvieron la URSS y Estados Unidos durante la Guerra Fría. Además del dominio geopolítico de la región, ambos países se disputan el predominio económico y petrolero[1]. La zona del golfo y El Sham es su área pivote o su área de influencia.
Irán presenta la ideología anti-monárquica, antiimperialista y anti-estadounidense y pretende ser el representante de los oprimidos. Este discurso de solidaridad regional le ha permitido desarrollar su propia política paradójicamente imperialista en nombre de la revolución y un intervencionismo iraní por medio del despliegue de la Guardia Revolucionaria Iraní como medida de defensa de los más débiles. Este intervencionismo ha sido utilizado en los últimos años en Líbano, Irak, Yemen, Palestina y Siria. El pragmatismo ha sido la principal herramienta de política exterior de Arabia Saudita; por medio del patronazgo es que se ha consolidado como potencia regional frente al antagonismo que representa Irán. La dinámica de ambos patronatos se ha profundizado con la ayuda de un discurso sectario divisorio sunita-chiita como forma de legitimación entre los países de Oriente Medio[2].