Arte prerrománico
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El arte prerrománico[1] es la denominación historiográfica del primer gran período del arte medieval en Europa Occidental, coincidente en el tiempo con la Alta Edad Media (siglos VI al X —o desde finales del siglo V a comienzos del siglo XI—). Fue acuñada por Jean Hubert[2] en 1938 (L'Art préroman).[3]
Estilísticamente no designa un movimiento estético con formas artísticas bien definidas, sino que es más bien una expresión genérica que engloba la producción artística de la cristiandad latina entre el arte paleocristiano y el arte románico. Mientras que en Oriente la continuidad del Imperio romano permitió el desarrollo del arte bizantino, la caída del Imperio romano de Occidente y la época de las invasiones abrió en Occidente un periodo de gran inestabilidad política y decadencia cultural (la denominada «época oscura» caracterizada por la escasez y discontinuidad en las fuentes escritas) en la que los pueblos germánicos fusionaron su arte y cultura con la parcial pervivencia de la cultura clásica greco-romana seleccionada y conciliada con el cristianismo por nuevas instituciones (particularmente el monacato); por su parte, desde los siglos VII y VIII el espacio mediterráneo quedó dividido por la expansión árabe que se asentó en la ribera sur, desde España hasta Siria, donde se desarrolló el arte islámico.[4]
En el prerrománico hay determinadas características comunes, como la relativa ausencia de grandes programas arquitectónicos (incluso la reutilización de edificios anteriores y de sus elementos arquitectónicos), la escasez de esculturas de gran tamaño, la predilección por la orfebrería y la ilustración de manuscritos, y la evolución formal hacia la simplicidad, la esquematización y el simbolismo en las artes figurativas para conseguir una mayor expresividad, renunciando al realismo, y con abundancia de motivos decorativos (entrelazado,[5] funicular,[6] estrellado, etc.)[7] que llegan hasta el horror vacui. No obstante, no hay suficiente identificación entre las distintas artes locales como para hablar de un «estilo internacional» como serán los de la Baja Edad Media (románico y gótico).[8]
La instalación definitiva de los invasores, cada uno con su propio bagaje cultural, y de civilizaciones diversas como Roma y el Exarcado de Rávena, impusieron un nuevo concepto del conjunto europeo. En cada una de las regiones donde se fueron instalando, las circunstancias de su adhesión a la Romanidad cristiana es diferente.